Un café y un vaso de agua L a costumbre tan extendida de servir el café junto a un vaso de agua en países como Francia e Italia, pero sobre todo en Austria, donde acompañar el café con un vaso de agua fría forma parte de la cultura de las casas de café, tiene un origen ciertamente curioso. Se dice que la tradición aparece en la época en que la nobleza vienesa se aficionó a degustar esta bebida. El hecho de limpiar la cucharilla con la boca, una vez utilizada para remover el café, o dejarla sobre el platillo, se consideraba poco elegante, motivo por el cual se empezó a ofrecer un vaso de agua corriente para depositar en él la cucharilla. Otra explicación tiene que ver con el trato exquisito que se dispensaba a la clientela de las casas de café. Los vieneses pasaban, y siguen pasando, mucho rato en dichos establecimientos, leyendo el periódico o en acaloradas discusiones. La dirección del local no deseaba que su cliente se sintiese presionado a solicitar otra consumición tras terminar de beber su café. Además, el visitante podía tardar horas en acabar de leer los periódicos que se hallaban a su disposi- ción y los artistas, filósofos o políticos, aún más en llegar a alguna conclusión tras sus apasionados debates. El agua que se ofrecía era agua corriente, de cañería, y se ponía a disposición de los visitantes para calmar su sed. A principios del siglo pasado, cuando el cliente entraba en el "Grand Café" se le servía el café, un vaso de agua, el periódico y la llave del lavabo. Este último gesto nos aproxima a una explicación más científica que las anteriormente mencionadas. La cafeína que contiene el café -el té negro y las bebidas de cola también la contienen-, produce un cierto efecto diurético que se inicia tras la ingesta de la bebida y desaparece al cabo de pocas horas. La creencia de que el café y las demás bebidas que contienen cafeína no puedan considerarse como parte de la aportación hídrica diaria necesaria, dado que ocasiona una deshidratación del organismo, ya no es sostenible tal como se ha demostrado recientemente. Si bien la cafeína posee un efecto diurético, el grado del mismo dependerá de lo fuerte que sea el café, de la cantidad y de la frecuencia del consumo. El efecto diurético en personas habituadas al café es menor que en sujetos que ingieren esta bebida ocasionalmente. Uno de los argumentos a favor de la ingesta de agua fría tras el consumo de café está relacionado con la secreción de gastrina, hormona producida por el páncreas que estimula la secreción de ácido clorhídrico y pepsina en el estómago. Dado que el café estimula la secreción de gastrina, beber agua fría (estímulo frío) tras tomar café, frena dicha secreción. Aún y así, no se trata de un efecto diluyente, ya que se ha constatado que la ingesta de agua caliente no produce el mismo efecto. Finalmente, sólo falta añadir que algunos consumidores de café beben el agua después de beber el café y otros lo hacen antes. Los primeros para eliminar el regusto amargo. Los segundos, los verdaderos amantes de esta bebida aromática, para limpiar la boca de residuos y gustos precedentes y poder apreciar y degustar todos los aromas y sabores que puede llegar a desplegar un buen café.