LA UTOPÍA DE OTRA TELEVISIÓN POSIBLE (30 ideas para el desarrollo de una televisión educativa en el contexto de una televisión pública innovadora) Agustín García Matilla ¿Es posible hacer una televisión que aproveche su altísimo nivel de implantación en la sociedad y atienda a prioridades de servicio público como son la educación, el desarrollo cultural, el reforzamiento democrático o la atención a las desigualdades sociales? A continuación expongo mi respuesta en 30 puntos redactados a modo de sugerencias. DEL CARÁCTER EDUCATIVO DE LA TELEVISIÓN 1) La televisión puede transmitir contenidos que promuevan y refuercen normas, valores, actitudes y conductas pro‐sociales, mayoritariamente consensuadas por el conjunto de la ciudadanía, o puede, por el contrario, transmitir unos contenidos que se enfrentan a cualquier valor educativo. En este último caso, la televisión correría el riesgo de promover una serie de contravalores que irían en contra de la propia educación. 2) Los países desarrollados y muchos países en vías de desarrollo han tomado conciencia desde hace muchos años del valor de la televisión como medio de socialización y como medio útil para la educación y el desarrollo cultural. La mayor parte de los países de nuestro entorno han desarrollado una legislación que vela por los derechos de la infancia, protege el desarrollo de contenidos de calidad y consigue evitar, con eficacia, que se vulneren las normas que atentan contra los derechos de niñas y niños en horarios protegidos. 3) España es una excepción entre los países de su entorno cultural. La televisión en España ha sufrido un proceso de deterioro progresivo que nos ha llevado a ser, por ejemplo, el único país de la UE en el que las televisiones no respetan la existencia de una franja protegida que debe estar reservada al público infantil. Por ejemplo, en los horarios de tarde, las televisiones entran en competencia en la emisión de espacios que tienen como principios la chabacanería, la grosería y el mal gusto. Estos espacios pueden llegar a tener en horario de tarde una media que oscila entre los 125.000 y los 250.00 telespectadores de entre 4 y 15 años, contemplando ese tipo de programas en horario de tarde. 4) Es imprescindible garantizar el que todas las televisiones, públicas y privadas, programen en el horario de tarde espacios infantiles, específicamente destinados a los diferentes segmentos de edad. La atención a la infancia es uno de los objetivos de servicio público que han de cubrir las televisiones y por tanto se debe asegurar el que ninguno de los contenidos programados vaya en contra de los derechos que niñas y niños tienen a contar con una programación de calidad. 5) La televisión pública debe estar a la cabeza de esta programación de calidad destinada a la infancia. Para ello se deben reforzar los equipos profesionales de RTVE especializados en programación infantil y juvenil, y se debe promover el que las empresas de producción y canales privados vean la necesidad de competir con contenidos de calidad en estos segmentos de programación. En el caso del Reino Unido, tanto la BBC como Channel 4, hacen encargos a productoras privadas que llevan especializándose en el público infantil y juvenil desde hace muchos años. En nuestro caso sería importante conseguir esa progresiva especialización y la correspondiente competencia entre productoras y canales. Resulta muy importante que la programación de televisión encuentre continuidad en el desarrollo de una Web construida con suficientes recursos, rigor, calidad y que permita a padres y niños aprovechar la potencialidad educativa de este medio. 6) Existen géneros y formatos de programas para niños y jóvenes que se han experimentado ampliamente en otros países del mundo y que en España han tenido un tímido desarrollo. Por ejemplo los informativos destinados a niños y jóvenes han tenido éxito en países como Holanda, Francia, Reino Unido, Estados Unidos o Japón, mientras que en España sólo se han desarrollado con dignidad en los últimos años en la televisión de Cataluña, a través de su informativo Info K. 7) Es preciso apoyar de manera sistemática la producción nacional y europea de dibujos animados, promoviendo ideas que sirvan para el desarrollo de normas, valores y conceptos útiles para la formación de niños y jóvenes. Un ejemplo de este tipo de producciones puede ser NICO, una serie que ha conseguido aglutinar los esfuerzos de productores, instituciones y televisión pública estatal. Al mismo tiempo es preciso vigilar la mala calidad de dibujos, generalmente producidos en Japón, para que dejen de emitirse en nuestro país pues no están destinados a la audiencia infantil. Es preciso vigilar la emisión de dibujos animados destinados a adultos para que dejen de emitirse en horarios destinados al público infantil. Como es sabido algunas canales españoles siguen emitiendo este tipo de dibujos en horario destinado a la audiencia infantil. 8) Es conveniente crear los necesarios puentes entre producción educativa y sistema educativo, consiguiendo acuerdos entre el Ministerio de Educación y las Consejerías de Educación de las Comunidades Autónomas (gobiernos regionales) y aquellas otras instituciones que tienen interés en influir en los hábitos de comportamiento o en el cambio de actitudes de la población, con el fin de que pueda realizarse un mejor aprovechamiento social, educativo y cultural del medio. 9) Es preciso definir cuáles son las áreas prioritarias de servicio público que indiscutiblemente deben ser abordadas por la televisión en colaboración con las instituciones. En estos momentos existe gran preocupación en asuntos como el consumo de drogas y alcohol en jóvenes. Los últimos datos nos informan de que se ha multiplicado por 5 el consumo de cocaína entre los jóvenes españoles de 14 ‐18 años. Llegando a ser del 6% la cifra de jóvenes que consumen este peligroso estupefaciente y llegando al 36% el porcentaje que consume derivados del cannabis. Los accidentes de tráfico siguen siendo la principal causa de muerte de los adolescentes españoles. Se sigue comprobando que la combinación de alcohol y otras drogas con la conducción es un cóctel mortal para muchos jóvenes conductores. Otras cifras preocupantes tienen que ver con el peligroso aumento de las enfermedades de transmisión sexual, los embarazos no deseados en adolescentes y la adopción como método anticonceptivo de la píldora del día siguiente por parte de adolescentes que parecen estar sumamente desinformadas. La anorexia y la bulimia siguen afectando a un porcentaje de la población cada vez más joven. Los profesores se quejan de la cada vez mayor desmotivación de los jóvenes por su educación y del aumento de casos de violencia en las aulas. Todo ello nos debería llevar a replantear las prioridades del sistema educativo y en este sentido resulta fundamental reforzar una visión global de la educación en materia de comunicación que ayude a educar en valores, a educar en democracia y a promover el pensamiento crítico de los jóvenes. Esta educación o alfabetización debe tener a los jóvenes como sujetos activos del proceso transformador de la sociedad. 10) Desde este punto de vista la programación de televisión debería hacer un esfuerzo por implicar a los jóvenes en las tareas de producción, sobre asuntos que les ayuden a investigar y a reflexionar sobre sus hábitos de comportamiento, sus tendencias de consumo y sobre su propio papel en la sociedad. La participación de los jóvenes en la producción de programas debería ir incorporando progresivamente este tipo de experiencias de programación. Esto permitiría abrir una vía para conseguir nuevos estímulos y crear puentes de comunicación entre generaciones que ayuden a salir de las crisis en las que nos encontramos. Países con inferior nivel de desarrollo como Colombia trabajan desde las instituciones en la producción social de conocimientos que parten de la problemática juvenil, tratando de salvar así las condiciones de marginación extrema y las situaciones de violencia que se viven de forma recurrente en ese país. Convertir a los jóvenes en productores de sus propios mensajes ayuda a superar situaciones de marginación muy habituales en el contexto colombiano. 11) Este proceso de incorporación de los jóvenes deberá hacerse dentro de un plan general de educación para la comunicación y de alfabetización audiovisual y multimedia que afecte al conjunto de la población. Este concepto deberá superar ese otro más antiguo que limita este tipo de educación a una visión meramente utilitarista de la “competencia televisiva”. 12) Hablar de televisión educativa en una primera etapa puede servir para desarrollar ese programa global de alfabetización audiovisual y multimedia que ha de llegar al conjunto de la población. Estos contenidos están siendo reclamados especialmente por los padres que se encuentran sin herramientas para poder orientar a sus hijos a la hora de ver televisión o de poder trabajar con los nuevos recursos digitales o de carácter multimedia. Los padres se encuentran realmente perdidos ante las nuevas pantallas y esta formación que se propone a través de la televisión puede conseguir una audiencia más activa y participativa que contribuya, en última instancia, a exigir una mejor programación. Recuperar el concepto de escuela de padres, puede servir para que se creen puentes entre los progenitores y los profesionales de la educación y se evite la tradicional falta de colaboración que ha existido tradicionalmente entre familia y escuela. 13) La televisión pública debe utilizar también los segmentos destinados a autopromoción para conseguir orientar a la audiencia en aquellos contenidos de interés no sólo en el campo del entretenimiento, sino también en todo lo que se refiere a educación y cultura. Esta información debería orientar no sólo con respecto a los contenidos mismos, sino también en referencia a las edades recomendadas, propuestas de actividades pedagógicas etc. Desde este punto de vista vuelve a ser muy importante buscar la coordinación de actividades en la red. 14) Además de tomar a la infancia como destinataria prioritaria del esfuerzo educativo de la televisión, este medio debe contribuir al objetivo de convertir la educación en una prioridad social. Tradicionalmente, hablar de educación en televisión ha significado abordar sucesos que pasaban a ser noticia fuera de lo estrictamente educativo. La educación debe pasar a ser un acontecimiento en sí mismo. La televisión pública debería crear su propio directorio de personalidades que son, por méritos propios, extraordinarias transmisoras de pensamiento y de conocimientos útiles, frente a la inanidad y la falta de interés de muchas de las personas que desfilan regularmente por los platós de los diferentes canales. 15) Dentro de la programación televisiva, incluso dentro de la actual programación televisiva, existen extraordinarios ejemplos de programas útiles para promover el desarrollo educativo y cultural. Esos programas deben ser mejor autopromocionados por las cadenas y, por su parte, sería preciso hacer un llamamiento a las instituciones para que proporcionaran a la audiencia los instrumentos necesarios con el fin de explotar didácticamente estos contenidos. 16) Muchos países siguen produciendo sistemáticamente programas de televisión educativa para la educación formal y no formal. En América Latina casi todos los ministerios de educación están implicados en proyectos de televisión educativa que sirven para promover programas destinados a audiencias muy específicas. 17) Las potencialidades de la nueva televisión digital van a permitir un uso mucho más sofisticado de la tecnología, de las posibilidades de almacenamiento de programas y de un más flexible uso y explotación a la carta de los espacios seleccionados. El nuevo telespectador va a poder pasar a ser un activo programador de contenidos. Este cambio de paradigma va a significar una verdadera ruptura en la forma de concebir la televisión. 18) Es importante que la televisión pública lidere el cambio tecnológico y de oportunidades para que toda la ciudadanía pueda beneficiarse de las ventajas de la nueva televisión. La quiebra digital supondría la coexistencia de una televisión para ricos y otra para pobres. Por un lado, una televisión generalista, de ínfima calidad, destinada a un público supuestamente conformista y acrítico y otra de pago que daría acceso a los mejores servicios, los mejores contenidos y la mayor sofisticación tecnológica, dirigida a aquellos que pudieran pagar esa oferta. 19) Para esa adaptación al cambio que se requiere es preciso una inversión en I+D (Investigación más desarrollo) que obligaría a trabajar paralelamente en contenidos pensados para los nuevos formatos, a crear laboratorios y talleres de investigación de programas, a colaborar con universidades y escuelas de formación profesional, y a promover la formación de equipos de trabajo que puedan desarrollar programas piloto ideados con el suficiente tiempo y que puedan ser testados sin el agobio que supone la inmediata emisión. 20) Hay que pensar que la televisión pública estatal debe apoyarse en otras instituciones que pueden colaborar en esta causa. Por ejemplo, la Asociación de Televisión Educativa Iberoamericana tiene acceso a numerosas producciones de todo el subcontinente y puede servir de laboratorio para el estudio de formatos diversos de televisión útiles para la educación. La UNED tiene también tradición de producción universitaria y podría servir como banco de pruebas, al igual que determinadas televisiones locales que llevan experimentando durante muchos años en formatos alternativos. Existen prestigiosas universidades españolas que cuentan o van a contar con institutos dedicados a la infancia y la juventud. Otras organizaciones gubernamentales cuentan con una dilatada trayectoria en diversos campos de especialización. Todas estas instituciones y otras más podrían convertirse en extraordinarios talleres de experimentación si se ven dotados de unos mínimos recursos. 21) Es fundamental que la gestión de los archivos de RTVE se aborde desde una doble perspectiva: la rentabilidad económica y, simultáneamente, la rentabilidad social, educativa y cultural de los mismos. El gran fracaso escolar de cerca de un tercio de los jóvenes, que abandonan sus estudios antes de la finalización del período de escolarización obligatoria, nos habla de crisis en el modelo educativo. Este hecho debería llevarnos a utilizar el medio como recurso para compensar las desigualdades sociales, como instrumento de motivación para conseguir el acceso del conjunto de la población a una sociedad del conocimiento. El caudal de fondos con el que cuentan los archivos de RTVE no puede limitarse a poner en comercios, o librerías las series de éxito o los programas que forman parte de la memoria histórica de los telespectadores españoles. Es preciso diseñar una estrategia integralmente educativa y de promoción de la cultura que permita poner en práctica esa rentabilización social, educativa y cultural de la producción audiovisual; todo lo demás sería vender a precio de saldo unos fondos de inmenso valor e interés, si se saben “empaquetar” y “explotar” convenientemente. Este objetivo de explotación de la inmensa "mina" de recursos con los que cuenta la televisión pública estatal irá en paralelo a otro reclamado por diferentes agentes sociales y que consiste en educar la mirada del telespectador desde una perspectiva crítica. Ambos objetivos no sólo corresponden a R.T.V.E. sino que deben ser coordinados y apoyados por otras instancias oficiales, como ministerios (Educación, Cultura, Sanidad, Trabajo y Asuntos Sociales, etc.), consejerías de las comunidades autónomas y otras asociaciones que crean en el interés educativo y cultural de la radio y televisión públicas. Las asociaciones de consumidores, las Asociaciones de Madres y padres de Familia (AMPAS) y las instituciones educativas en general están reclamando instrumentos y herramientas útiles que les permitan un aprovechamiento educativo de la televisión y, conjuntamente, formar la mirada crítica de los telespectadores. 22) Hasta ahora, la televisión pública estatal ha experimentado formatos aislados de programas útiles para la educación. La ya larga experiencia de programas como La Aventura del Saber, la mucho más reciente experiencia de Los Lunnis, producciones documentales de interés u otros programas con claros valores educativos y que actualmente se emiten incluso dentro de franjas de programación en horario de máxima audiencia. Esos programas de gran audiencia podrían gozar de reemisiones especialmente pensadas para ser explotadas desde un punto de vista educativo. Imaginemos un programa de TVE de gran audiencia como Cuéntame que durante las 3 últimas temporadas ha batido records de audiencia, en su franja horaria, contando semanalmente la evolución de la familia Alcántara a lo largo de nuestro pasado reciente. Por qué no trabajar en una explotación didáctica de esa reciente historia de España y establecer puentes de intercomunicación entre generaciones. La televisión pública debería concretar su oferta en, al menos, un canal específicamente educativo que sirviera para diseñar una programación que recogiera programas ya existentes, experimentara otros formatos innovadores y trabajara de forma experimental unas franjas que podrían estar especializadas por segmentos de edad, áreas de contenidos o tipos de enseñanza diversos. Frente a la estrategia hasta ahora seguida, en donde lo educativo ha servido de coartada para cubrir horas de programación con bajo consumo televisivo, la programación educativa debería programarse con un sentido de coherencia. A este respecto, la experiencia compartida de la 5 y ARTE en Francia, podría servir de pauta para trabajar en un concepto de programación de carácter complementario coherente. 23) Es muy importante tener en cuenta que cualquier canal educativo que se pueda crear deberá contar con un desarrollo tecnológico avanzado, experimentando en formas de interactividad aplicadas a la educación e investigando en guías de programación realmente útiles. La nueva televisión educativa debería situarse en la vanguardia de este desarrollo tecnológico. 24) La apuesta por la utopía de una televisión pública de calidad debería ser un objetivo también perseguido por las empresas privadas de televisión. Una televisión pública que busque la excelencia dejaría desmarcadas a las opciones de televisión más mediocres y chabacanas. No obstante, hay que recordar que el Gobierno debería establecer unos "mínimos ‐ máximos" que garantizaran que cualquier canal cubriera objetivos fundamentales de servicio público vinculados con los Derechos de la infancia y la salvaguarda de principios éticos y deontológicos que deberían entrar en una nueva lógica consensuada por todos. Estos principios deberían verse garantizados por la existencia de un Consejo Superior de lo Audiovisual que, recordemos, a excepción de lo que ocurre en el resto de los países europeos, no existe en España a nivel del Estado. 25) Es preciso hacer una valoración de las necesidades reales de personal que requeriría una televisión pública que piense en futuro, y para ello será precisa una colaboración leal entre empresa, sindicatos y la propia S.E.P.I., y una valoración real de las áreas o centros de actividad que permitirían una privatización muy parcial realizada sin traumas y pactada por todas las partes. 26) Otro de los campos en los que se requiere una urgente actuación se debe centrar en la formación y actualización de los nuevos trabajadores de la radio y televisión públicas y de aquellos otros que pertenecen a su plantilla actual y que desean formarse en las nuevas tareas que exige el desarrollo de esa nueva televisión de futuro. 27) Todas estas ideas se podrían llevar a la práctica de manera mucho más eficaz si consiguiéramos una coordinación entre las diferentes sociedades, áreas y servicios dependientes del Ente RTVE. A este respecto, RNE debería cobrar un papel fundamental. En otras épocas esa coordinación entre la Radio y la televisión públicas produjo extraordinarios resultados que permitieron la colaboración entre el sistema educativo y la radiotelevisión estatal. Hoy en día debería recuperarse en la práctica ese espíritu de colaboración y potenciarse aún más, recurriendo a fórmulas de interconexión y a estrategias de carácter multimedia que demuestren que la educación y la cultura deben ser dos elementos prioritarios en el desarrollo de una comunicación pública al servicio de la ciudadanía, la igualdad de oportunidades y la maduración del propio sistema democrático. 28) La televisión pública puede buscar diferentes fórmulas de financiación. Por ejemplo, el contrato‐programa es una fórmula que permite al Estado o a las comunidades autónomas (gobiernos regionales), justificar la financiación de las televisiones públicas en función de los programas específicos de servicio público que se producen y emiten dentro de sus parrillas de programación. Este criterio ha dado lugar en algunas ocasiones a que determinados directivos de las televisiones hayan utilizado de manera excesivamente flexible y subjetiva el criterio de servicio público. Por ejemplo, los toros o algunos programas provocadores, con fuerte carga de violencia, sexismo u otros contravalores que suelen presidir la franja de madrugada (late night), se han pretendido incluir, a veces, entre los sometidos al contrato programa, apareciendo camuflados en la lista de los programas de servicio público. Para evitar este tipo de picaresca Eduardo García Matilla propone establecer un criterio que permita medir la rentabilidad social del servicio público. Para este experto se trataría de valorar de una manera lo más objetiva posible lo que supone esa rentabilidad social. Al igual que en marketing y publicidad televisiva se maneja el concepto de emplazamiento de producto (product placement), en esta ocasión habría que manejar el concepto de “emplazamiento de valor”. 29) La publicidad convencional sólo debería admitirse en un porcentaje mínimo. Siendo progresivamente sustituida por fórmulas de patrocinio que evitaran el actual nivel de saturación. 30) Asimismo habría que promover una mejor gestión de los recursos propios de las televisiones públicas en la línea de lo que se ha venido comentando en líneas anteriores. Es un hecho que la venta de los programas y de los productos que se generan alrededor de la producción (marketing y merchandising) es una fuente de ingresos que ha sido explotada con gran éxito y rentabilidad en los países anglosajones ‐ el caso de la BBC británica, o de iniciativas privadas como la de Children´s Televisión Workshop (CTW) productores de Barrio Sésamo ‐. Sería importante fijarse en esos modelos para conseguir obtener los recursos necesarios que pudieran derivarse hacia una producción de más calidad. Los 30 puntos expresados resumen algunas de las múltiples ideas desarrolladas en mi libro más reciente Una televisión para la educación. La utopía posible un texto que pretende analizar cómo podría ser esa televisión necesaria que habrá de preparar “otro mundo posible”, en el que los medios de comunicación trabajen a favor del desarrollo social, educativo y cultural de los pueblos, asumiendo su importante papel en el reforzamiento de la DEMOCRACIA.