COMIENZOS DE LA “ANTROPOLOGÍA AMERICANA”: ORIENTACIÓN HISTÓRICA. BOAS, KROEBER Y LOWIE 1 El particularismo histórico en sus rasgos generales 2 Boas 2.1 El “milieu” boasiano 2.1.1 Doctrinas de las que se distancia 2.1.1.1 El evolucionismo (con matizaciones) 2.1.1.2 Fisicalismo, materialismo y determinismo geográfico 2.1.2 Doctrinas que le influyen 2.1.2.1 El movimiento neokantiano 2.1.2.2 Wilhem Dilthey 2.1.2.3 Rickert y de Windelband 2.2 Evolución de la posición de Boas 2.2.1 Primera fase del rechazo boasiano de las leyes culturales 2.2.2 Segunda fase 2.2.3 Tercera fase 2.3 Juicio de Harris sobre Boas 2.3.1 Eclecticismo 2.3.2 Rechazo a la sistematización 2.3.3 Errores filosóficos básicos 2.4 La base etnográfica del particularismo 3 KROEBER 3.1 Ataque contra Morgan 3.2 El credo de Kroeber 3.3 Lo superorgánico 3.4 Controversia con Sapir 3.5 Estilos y superestilos 3.6 Anticiencia 3.7 Kroeber y Steward 3.8 Kroeber, ecólogo 3.9 Las áreas culturales y el paso a las configuraciones 4 LOWIE 4.1 Crítica de Morgan 4.2 El ataque contra el materialismo cultural 4.3 Valoración de Harris sobre Lowie 1 El particularismo histórico en sus rasgos generales A comienzos del S.XX, los antropólogos tomaron la iniciativa en la revisión de los esquemas y doctrinas evolucionistas, tanto de los darwinistas sociales como de los comunistas marxistas. Según Boas, los intentos del S.XIX de descubrir las leyes de la evolución cultural y de esquematizar las etapas del progreso cultural se basaron en una evidencia empírica insuficiente. Boas adujo que cada cultura tiene su propia historia, larga y única. Para comprender o explicar una cultura en particular, lo mejor que podemos hacer es reconstruir la trayectoria única que ha seguido. Este énfasis en la unicidad de cada cultura supuso una negativa a las perspectivas de la ciencia generalizadora de la cultura. Otra característica importante del PH es la noción de relativismo cultural, que mantiene que no existen formas superiores o inferiores de cultura. Términos como “salvajismo”, “barbarie” y “civilización” expresan simplemente el etnocentrismo de la gente que piensa que su forma de vida es más normal que la forma de vida de otras personas. Para contrarrestar las teorías especulativas “de café” y el etnocentrismo de los evolucionistas, Boas y sus discípulos recalcaron también la importancia de llevar a cabo un trabajo de campo entre pueblos no occidentales. Como los informantes y monografías etnográficos producidos por los particularistas se multiplicaron, quedó claro que los evolucionistas habían representado mal, o pasado por alto, desde luego, las complejidades de las llamadas culturas primitivas, y que habían subestimado, en términos generales, la inteligencia e ingenio de los pueblos no caucásicos, no europeos del mundo. El logro más importante de Boas fue su demostración de que la raza, la lengua y la cultura eran aspectos independientes de la condición humana. Puesto que entre pueblos de la misma raza se encontraban culturas y lenguas similares y diferentes, no existía base alguna para la noción darwiniana social de que las evoluciones biológica y cultural formaban parte de un proceso simple. Boas es el fundador de la escuela cultural, porque hizo de la antropología una ciencia independiente y una profesión, porque sistematizó las técnicas de trabajo de campo y los métodos de análisis propios de dicha escuela y porque formó o influyó en la mayoría de los antropólogos culturales. Así, Boas le da peso específico a la nueva ciencia y, además, le da un objeto, la cultura, que es autónoma como la raza y el lenguaje, términos que en aquél tiempo se consideraban intercambiables. Boas no niega el valor del método comparativo para generalizar y, por tanto, para llegar a formular leyes, que era la meta de la nueva ciencia, sino que señala sus limitaciones y propone un nuevo método, el método histórico, que permitiría aplicar después el método comparativo. Bohannan y Glazer sintetizan algunas de las limitaciones expresadas por Boas: Ø Es imposible explicar todos los tipos de cultura afirmando que son similares debido a la similitud de la mente humana. Ø El descubrimiento de rasgos similares en sociedades diferentes no es tan importante como la escuela comparativa consideraría. Ø Los rasgos similares se pueden haber desarrollado por muchas razones diferentes en culturas diferentes. Ø La visión de que las diferencias culturales son insignificantes no tiene base. Son las diferencias culturales las que tienen mayor importancia etnográfica. El método histórico se caracteriza por el estudio detallado de una sociedad como un todo, teniendo en cuenta los factores ambientales y psicológicos que forman la cultura y el desarrollo local de cada costumbre. El método histórico, más que un intento de introducir el método inductivo en antropología, parece ser una negación de toda generalización comparativa hasta que se tenga suficiente material etnográfico acumulado. 2 Boas 2.1 El “milieu” boasiano. 2.1.1 Doctrinas de las que se distancia 2.1.1.1 El evolucionismo (con matizaciones) El medio sociocultural en el que Boas y sus discípulos vivieron estaba, como se ha mencionado más arriba impregnado de teorías evolucionistas. Por influencia de Leslie White se ha criticado al programa boasiano de antievolucionista. Pero, según Harris, sería necesario matizar esta afirmación distinguiendo entre el concepto de evolución entendido como “una secuencia temporal de formas” – concepción a la que ningún boasiano se opondría- y, por otro lado, la versión spenceriana de la evolución que incluye tres principios a los que sí se opondrían los boasianos: 1. el reduccionismo biológico 2. la tendencia a considerar que la evolución paralela tenía más importancia que la convergente o divergente. 3. La definición etnocéntrica del progreso. También los boasianos compartirían con Spencer y Darwin que la evolución tanto biológica como cultural, es explicable en términos de procesos exclusivamente naturales. En ningún caso Boas o sus discípulos podrían compararse –como hace Leslie White- a quienes arguyen explicaciones sobrenaturales de la vida y el espíritu para combatir el evolucionismo. De hecho, el modelo boasiano de transformaciones culturales infinitamente divergentes se acerca mucho al modelo darwiniano del árbol de la vida. Aunque también es cierto que nunca los boasianos intentaron formular los principios generales –el equivalente de la selección natural- que pudieran explicar las transformaciones macro y microevolucionistas. 2.1.1.2 Fisicalismo, materialismo y determinismo geográfico Los boasianos rechazaron toda explicación de las diferencias culturales que se basara en algún principio determinista, cualquiera que éste fuera, independientemente de las doctrinas que lo inspiraran. Su opinión era que los factores geográficos, económicos, demográficos... eran todos ellos determinantes, pero en grados variables e impredecibles, según una configuración única e irrepetible en cada caso. El programa boasiano se identificaba así con una perspectiva ecléctica que aspiraba a dar “descripciones completas” movilizando para ello “todas las técnicas disponibles” y desde la que las explicaciones se buscaban recurriendo a una gran variedad de hipótesis heterogéneas. Así, hay en Boas un rechazo al fisicalismo como un modelo que resulta inadecuado para las especiales circunstancias de estudio de las Ciencias Sociales. También un rechazo al materialismo, defendiendo contra éste que existe una interacción entre lo orgánico y lo inorgánico, entre la vida de un pueblo y su medio físico. Igualmente rechazó el determinismo geográfico. Buscaba más bien un compromiso entre lo geográfico y lo psicofísico. El estudio de la relación entre la forma en que un pueblo conceptualiza la geografía de su hábitat y las normas y rutas a que se ajustan sus movimientos migratorios. Tras su estancia entre los esquimales, abandonó la creencia en el determinismo geográfico. “Los esquimales le ayudaron a darse cuenta de la importancia de la cultura y a que el medio entorno le pareciera, en el mejor de los casos, secundario. Tuvo que concluir que las cosas que hacían las hacían a pesar y no a causa del medio”. 2.1.2 Doctrinas que le influyen 2.1.2.1 El movimiento neokantiano La Filosofía de Kant era la adecuada a los tiempos, precisamente porque representaba un compromiso entre el materialismo y el idealismo. Puesto que el conocimiento es una síntesis de entendimiento y sensibilidad en la Filosofía kantiana, esto sirvió para justificar una perspectiva decididamente empirista, atenida a los datos de los sentidos y otra perspectiva que subrayaba la contribución que el espíritu del observador hace a la percepción de esos datos. 2.1.2.2 Wilhem Dilthey Dilthey formuló en 1883 la distinción entre CC NN y CC HH. Para Dilthey la diferencia crucial entre ambas está en los especiales atributos del espíritu que lo hacen distinto de los otros fenómenos. “No conocemos la naturaleza interna de las cosas y de los procesos físicos y hemos de establecer un orden causal entre ellos por hipótesis, mientras que en el mundo del espíritu conocemos directamente aquello de lo que estamos tratando”. Esta insistencia en el conocimiento desde dentro constituye uno de los temas centrales del programa boasiano. También la insistencia de Dilthey en la intención de introducirse “en las cabezas de otras gentes” a través del estudio de la historia de cada individuo, influyó en Boas y sus seguidores. 2.1.2.3 Rickert y de Windelband Fueron dos neokantianos que formularon la diferencia entre CC NN y CC HH introduciendo los conceptos de estudios nomotéticos y estudios ideográficos, que dividían rigurosamente las ciencias en disciplinas generalizadoras y disciplinas particularizadoras. Según éste criterio, el estudio de la Historia no podía ni debía incluir generalizaciones. Esta dicotomía llegó e influyó a Boas. 2.2 Evolución de la posición de Boas Boas tenía en un principio el convencimiento de que con el paso del tiempo se descubrirían las leyes que gobiernan los fenómenos culturales. Según él, el objetivo más importante de la etnología es el descubrimiento de leyes científicas. Esperaba que el particularismo histórico completara y facilitara el descubrimiento de las leyes al método comparativo. Leyes que constituían el objetivo último de la investigación antropológica. 2.2.1 Primera fase del rechazo boasiano de las leyes culturales En sus escritos aparece la convicción creciente de que la búsqueda de regularidades estaba condenada al fracaso. No obstante la búsqueda de las leyes que gobiernan las regularidades es para él todavía el objetivo más importante. 2.2.2 Segunda fase Desecha la posibilidad de encontrar uniformidades de desarrollo que afectan a conjuntos completos de instituciones. A partir de este momento pensó que la presencia de instituciones similares por todo el mundo reflejaba algo inherente a la mente humana. Las convergencias podían explicarse con casi cualquier tipo de contexto cultural. Y la gran diversidad cultural entre pueblos adyacentes da prueba de la creatividad espontánea del espíritu humano. Boas se enfrentó también al determinismo económico: “la vida cultural está siempre económicamente condicionada y la economía está siempre culturalmente condicionada”. (Aquí Harris dice que ésta afirmación de Boas no tiene ninguna base y que ya se ocupará más delante de ello). 2.2.3 Tercera fase Definitivamente afirma que la búsqueda de leyes que gobiernan las regularidades de la evolución es una quimera. El descubrimiento de esas leyes no debe considerarse como uno de los objetivos de la Antropología. No era que las leyes históricas no se hubieran descubierto aún sino que no podrían descubrirse nunca. Mantiene ahora que la estructura de la mente humana explicaba todas las regularidades manifiestas en los fenómenos culturales. La Antropología debía estudiar la relación entre la psique individual y las formas de cultura. Así, en su madurez, el campo de estudio es el de las relaciones entre la personalidad y la cultura. Así, el estudio de la personalidad individual humana es la realización más plena de la tendencia particularizadora. 2.3 Juicio de Harris sobre Boas 2.3.1 Eclecticismo Mientras se respetaran escrupulosamente los datos, cualquier interés teórico resultaba compatible con el intento de preservar los evanescentes fragmentos de lenguajes y culturas primitivas. Según Harris, ésta postura ecléctica es inaceptable por poco rigurosa. Según él, no es posible ser fiel a los hechos y al mismo tiempo indiferente a la teoría. (A Harris, Boas le ataca los nervios porque rechaza cosas como la importancia de la economía para los estilos artísticos o con las formas específicas de organización social) 2.3.2 Rechazo a la sistematización Parece que el Boas maduro consideraba más importante probar el desorden histórico que formular principios de orden. 2.3.3 Errores filosóficos básicos Según Harris, privar a la Ciencia de toda posibilidad de especulación es privarle de su propia sangre. Y, en esencia, eso es lo que el programa boasiano trataba de conseguir. Lo compara con Bacon y su insistencia en la primacía de la inducción. La Ciencia así concebida se caracteriza por su sistemática recogida de datos cuidadosamente comprobados. Sin embargo, tanto la Historia de la Ciencia en general como la experiencia de las CC SS demuestran que la estricta adhesión a la inducción baconiana, incluso si fuera posible, no llevaría por sí sola al descubrimiento de regularidades. Harris dixit. 2.4 La base etnográfica del particularismo En este apartado, Harris va a poner de manifiesto las reinterpretaciones que se han hecho de la cultura kwatkiutl que fue insuficientemente comprendida desde los estudios etnográficos de Boas. No obstante, es más ponderado en sus críticas a Boas de lo que lo fue Leslie White, a quien Harris “reprende” por su dureza hacia Boas. Entraremos necesariamente en los detalles etnográficos sobre los kwatikutl pues si no resultarían incomprensibles las polémicas que se exponen en este apartado. Vimos que uno de los propósitos fundamentales del particularismo fue la exigencia de normas más estrictas en la etnografía. Paradójicamente han sufrido duras críticas respecto a su rigor etnográfico. Críticas encabezadas principalmente por Leslie White. Acusa a Boas de excesivamente puritano y prolijo. Centra su ataque especialmente en el extensísimo material etnográfico que Boas elaboró sobre los kwakiutl. Concretamente en el hecho de que Boas no enunciara el concepto de filiación ambilateral que, como luego se vio, resultó ser clave para entender la organización social kwakiutl. Según Harris, no obstante, la crítica de Leslie White es excesiva en la medida en que no es posible, por ejemplo, acusar a Newton de no haber sido Einstein. Las críticas contra Boas se han centrado en dos puntos: · La creencia de Boas de que los kwakiutl estaban sufriendo un cambio de la filiación patrilineal a la matrilineal (es decir, lo contrario de lo que los generalizadores del XIX consideraban normal). · La afirmación de Boas de que los potlach escapaban a cualquier explicación por causas económicas. Ambas cuestiones están relacionadas porque, en último extremo, ambas implican una defectuosa comprensión del numaym kwakiutl, que era el grupo básico de residencia y filiación. Así como la relación entre ese grupo y las condiciones tecnoeconómicas y tecnoecológicas en que vivían los kwakiutl antes de su contacto con los europeos. Según Harris, Thomas Hazard (1960), ofrece una interpretación sobre la filiación kwakiutl que supera definitivamente el análisis boasiano. La interpretación de Hazard de la filiación bilateral es que ésta fue utilizada por los individuos para vincularse a caudillos más capaces de proporcionarles seguridad y sustento. Esta interpretación asocia la naturaleza no unilineal del numaym con la tecnología, la economía y el hábitat de la costa del noroeste. Así, aunque sea hipotética, ofrece perspectivas de investigación muy fructíferas. Se trata de una explicación funcional. Respecto al potlach –práctica según la cuál un individuo conseguía un mayor prestigio cuando era capaz de desprenderse de mayor cantidad de bienes valiosos-, la crítica a Boas va en la misma dirección. La práctica del potlach parece desafiar cualquier forma de explicación tecnoecológica o tecnoeconómica. Desde la perspectiva de Boas y, en especial, de su discípula Ruth Benedict, el potlach explicaba psicológicamente el carácter de un pueblo. Los kwatkiutl fueron así catalogados como poseedores de un carácter dionisíaco afectado de megalomanía. En los últimos años se ha propuesto una drástica reinterpretación del potlach que consiste en una combinación de intereses históricos y ecológicos y en poner en conexión las peculiaridades de la etnografía kwatkiutl con tipos más generales de fenómenos. Una primera fase en la reinterpretación de la que hablamos está representada por Helen Codere (discípula de Ruth Benedict). Introduce la perspectiva histórica que pone de manifiesto que los lejanos potlach de los kwakiutl sólo lejanamente se asemejaban a los que se podían observar a finales de siglo. Estos últimos tenían unos rasgos muy hostiles y agresivos. La explicación que podía tener esto, según Codere, era el radical cambio en las condiciones de vida sufridas por los kwatkiutl debidas a fuertes presiones ecológicas y socioculturales que comienzan en el momento de la aparición de los primeros europeos en la región. De unos 23.000 habitantes, la población había descendido a unos 2.000 en la época en que les visitó Boas. La presencia de la industria europea junto al enorme descenso de la población generó unos excedentes sin precedentes. Y por otro lado, estaba la prohibición de la guerra por parte de la presencia euroamericana. Según Codere, cuando los indios se vieron obligados a dejar de guerrear, empezaron a luchar con la riqueza. De ahí las pautas tan agresivas y hostiles del potlach tardío. Las más recientes interpretaciones (Andrew Vayda y Wayne Suttes) sugieren que el potlach de la época tardía responde a una sociedad en decadencia. Pero si se analiza el potlach tal como era practicado anteriormente a la presencia euroamericana y se supone que la forma de vida kwatkiutl era una respuesta adaptativa a una ecuación tecnoeconómica determinada, entonces se abre un panorama totalmente nuevo de comparaciones etnográficas. Siguiendo a Vayda y Suttes, los kwakiutl constituían una población humana precariamente equilibrada en un medio entorno de abundancia y riqueza pero sujeto a variaciones no predecibles. Así, el potlach sería una respuesta funcional al problema de minimizar los efectos que las fluctuaciones estacionales y de largo término tenían sobre la productividad de los grupos locales. Lo hacían acumulando con relativa frecuencia todos los excedentes económicos de un numaym, bajo los auspicios del jefe, y, redistribuyéndolos entre los numaym que, habitando diferentes porciones del área tribal, se encontraban coyunturalmente en peor situación. Desde esta interpretación, todo el sistema de prestigio no tiene una base inexplicable de autoglorificación, sino que está definido, controlado y articulado con condiciones tecnoecológicas y tecnoeconómicas vitales para el mantenimiento de los individuos y la colectividad. Después de toda ésta revisión del material etnográfico sobre los kwakiutl interpretado desde una “óptica teórica" distinta a la de Boas, Harris acaba el apartado formulando su crítica a Boas y a los boasianos: · Su método de exhaustiva recogida de datos no estaba libre de hipótesis (relación cultura-personalidad), que no se declaraban, pero que no eran por ello menos presentes. · La producción etnográfica de Boas no podía llegar a formular los principios nomotéticos que gobiernan la historia humana porque se circunscribía exclusivamente a la perspectiva emic. 3 KROEBER Como Boas, pedía que la teoría resultara del trabajo de campo y éste se realizara en todo lo posible sin preconcepciones teóricas. 3.1 Ataque contra Morgan Kroeber centró su atención en el estudio que Morgan había hecho de las terminologías de parentesco descriptivas y clasificatorias . Morgan creía que las terminologías clasificatorias iban asociadas a la emergencia evolutiva de los grupos unilineales de filiación, reflejando así la gran importancia que las instituciones del parentesco han tenido durante la mayor parte de la historia humana y que habían sido reemplazadas por terminologías descriptivas durante la transición de las sociedades organizadas sobre el principio del parentesco a las sociedades organizadas sobre el principio del Estado. Kroeber ataca la idea de que las terminologías de parentesco se sucediesen mediante una secuencia. Trató demostrar que podían encontrarse coexistiendo en una misma sociedad y al mismo tiempo. Sostuvo que las terminologías de parentesco de todas las culturas, primitivas o civilizadas, consistían en una mezcla de tendencias descriptivas y tendencias clasificatorias. No había regla general por la que ninguna de esas formas pudiera correlacionarse con la estructura social. 3.2 El credo de Kroeber 1) La finalidad de la historia es conocer las relaciones entre los hechos sociales y el conjunto de la civilización (...) Por relación hay que entender conexión real, no causa. 2) El material que la historia estudia no es el hombre, sino sus obras, es decir, los resultados de sus actos. 3) La civilización, aunque sean los hombres quienes la impulsan y aunque exista a través de ellos, tiene entidad por sí misma y pertenece a otro orden de vida (...) La historia no se ocupa de los actores que producen la civilización, sino de la civilización como tal. Las causas son competencia del psicólogo. 4) El historiador tiene que asumir la existencia de una determinada constitución mental, pero no puede usarla como explicación de los fenómenos sociales. 5) En la base y en el origen de los fenómenos sociales están sin duda los instintos; pero la historia no trata de ellos ni puede considerarlos. 6) La persona o el individuo no tiene valor histórico, salvo como ilustración. 7) La geografía o el medio físico es un material del que la civilización hace uso, y no un factor que la conforme y la explique. 8) El historiador tiene que dar por supuesta la absoluta igualdad e identidad de todas las razas humanas. 9) No puede aceptarse que la herencia sea un factor significativo en la historia. 10) La herencia de los caracteres adquiridos es inaceptable. 11) No puede admitirse que la selección ni otros factores de la evolución orgánica afecten a la civilización. 12) Los llamados salvajes no representan una transición entre los animales y los hombres científicamente educados (...) Todos los hombres están totalmente civilizados (...) Para el historiador no existen civilizaciones superiores ni inferiores. 13) No hay especies sociales, ni tipos ni estadios culturales (...) Un estadio en la civilización no es más que una concepción apriorística que resulta plausible por la selección arbitraria de ciertos hechos. 14) No existe el espíritu étnico sino solamente la civilización. 15) No hay en la historia leyes similares a las leyes de las ciencias físico-químicas. Todas las presuntas leyes de la civilización son a lo sumo tendencias (...) la historia no las niega y hasta puede tener que reconocerlas; pero tampoco considera que su finalidad sea formularlas. 16) La historia se ocupa de condiciones sine qua non, no de causas. Las relaciones entre los fenómenos de la civilización son relaciones de secuencia, no de efecto. 17) La causalidad de la historia es teleológica (...) A quienes se han librado de la teología esto no les sugiere ningún tipo de implicaciones teológicas. 18) Por último: las determinaciones y los métodos de las ciencias biológicas, psicológicas y naturales no existen para la historia. 3.3 Lo superorgánico Hay un punto en el cuál se separa de Boas, el postulado 6: “la persona o individuo no tiene valor histórico sino como ilustración”. Así como Boas fue dando mayor importancia cada vez a la interacción de personalidad y cultura, Kroeber desarrolló el concepto de cultura en la dirección opuesta y sostuvo la completa subordinación del individuo a su medio cultural. Así, la historia viene determinada por pautas culturales y no por los individuos. Lo individual es en todas las culturas, un mero agente de las fuerzas culturológicas. 3.4 Controversia con Sapir Edward Sapir puso los cimientos de la lingüística antropológica y estuvo muy interesado en la temática personalidad y cultura. Acusaba a Kroeber de que sus ideas implicaban una creencia “casi religiosa” en el determinismo social. Le acusa de haber caído en una trampa en sus formulaciones de las fuerzas culturológicas. Si en lugar de haber escogido ejemplos del dominio de las invenciones y teorías científicas para demostrar que es el momento cultural el que lleva a la invención o al descubrimiento siendo una mera anécdota o accidente la identidad de quien lo lleva a cabo, los hubiera tomado de las tendencias y actividades religiosas, estéticas, filosóficas... le habría resultado más difícil demostrar la falta de importancia cultural del individuo. Esta objeción parece que “tocó” a Kroeber y pasó el resto de su vida tratando de demostrar cómo las pautas del arte, la religión y la filosofía, igual que las de la tecnología y la ciencia, adquirirán su contenido y se desarrollarán con independencia de los individuos particulares. Es la pauta cultural la que hace aparecer, cada vez que es tiempo de ello, el conveniente número de genios, sean Edisons o Cristos. Su orientación es diacrónica y superorgánica en el preciso momento en que la antropología se atrincheraba en el reduccionismo psicológico y el funcionalismo sincrónico. Hasta Boas se vió obligado a “llamar al orden” a este rebelde discípulo, diciendo escandalizado: “no parece necesario considerar a la cultura como una entidad mística existente fuera de la sociedad de sus portadores individuales moviéndose por su propia fuerza”. 3.5 Estilos y superestilos Al final de su vida, Kroeber mantenía que cada civilización tenía que ser caracterizada por una multiplicidad de pautas cuyo común denominador era un estilo o un superestilo particular. El método que seguía él para identificar los superestilos nada tenía que ver con el método empirista. Lo que se necesita es una especie de facultad del tipo de la que ejercitamos cuando identificamos a los individuos o cuando identificamos a los organismos como miembros de una u otra especie. 3.6 Anticiencia Kroeber tenía una postura de agresiva oposición a otras estrategias de investigación –distintas a la empatía que él proponía- que probablemente le habrían llevado a la formulación de las leyes que rigen los procesos diacrónicos y sincrónicos. (Si hubiera sido Harris y no Kroeber, claro está. Observo que se está desarrollando en mi a medida que avanzo en mis resúmenes de Harris, una gran simpatía por todo aquél a quien él desaprueba. Elvira dixit.) Rechazó con firmeza la perspectiva nomotética y subscribió la conclusión boasiana de que todas las generalizaciones resultaban por necesidad triviales. Se mantenía firme en su convicción de que “los hallazgos de la historia nunca pueden ser verificados como las pruebas de la ciencia natural”. 3.7 Kroeber y Steward En los aós 40 y 50, una generación de discípulos suyos se había convertido en pionera del renacimiento del método comparativo y de la búsqueda de secuencias constantes en la historia. Así, Steward afirmaba que “todo fenómeno cultural es producto de alguna o algunas causas definidas”. Steward dio una explicación ecológica de las bandas de cazadores y recolectores. Explicación que marca un hito decisivo en la historia de la teoría antropológica. Demostraba la influencia central que habían tenido los factores tecnoecológicos en la evolución de las civilizaciones del Nuevo Mundo, y con ello abrieron la puerta a explicaciones científicas del tipo de las que Kroeber desdeñaba. En cualquier caso, estas ideas parecen haber sido incapaces de hacer flaquear la determinación de Kroeber de ver en cada civilización un desarrollo estilístico fundamentalmente único, incomparable. Rechaza, pues, la ecología cultural que Steward proponía. 3.8 Kroeber, ecólogo Trató de construir las áreas culturales recurriendo a manipulaciones estadísticas, cada vez más elaboradas, de listas de rasgos distintos que llegaron a tener hasta seis mil entradas. Después abandonó esos métodos y trató de construir sus categorías regionales de forma que reflejaran los modos de subsistencia y las densidades de población, que a su vez en la mayoría de los casos ponía en estrecha relación con las potencialidades del hábitat natural. Su postura ante la ecuación cultura-medio era ecléctica y basada en la suposición de que: “por un lado, la cultura puede ser comprendida primariamente sólo en términos de factores culturales; pero por otro lado ninguna cultura es totalmente inteligible sin referencia a los factores no culturales, a los factores del medio ambiente con el que está en relación y que la condicionan” (Transcribo esta cita para que se vea que el eclecticismo de Kroeber es bastante más sensato que el determinismo fundamentalista de Harris. Elvira dijo). Kroeber, a pesar de que exploró sistemáticamente las interrelaciones entre entorno y cultura en Norteamérica, quedó muy lejos de adoptar una perspectiva ecológica coherente. Nunca sugirió, como Steward había comenzado a hacer, que los núcleos tecnoecológicos similares pudieran guardar una relación causal con estructuras sociales también similares. 3.9 Las áreas culturales y el paso a las configuraciones En lugar de seguir la línea de una posible antropología ecológica, se dedicó a refinar la noción de área cultural, elaborando los conceptos de “intensidad cultural” y “clímax” que constituirían las bases más importantes de su obra futura. Según Kroeber, en cada una de las 6 grandes áreas norteamericanas, salvo en la esquimal, había una subárea de clímax en la que las pautas de esa área se presentaban con la “máxima intensidad”. Además las propias áreas se ordenaban según su particular nivel de intensidad en una escala que iba de 1 a 7. Reconocía que su identificación de las áreas de clímax así como la evaluación de las intensidades relativas no eran por el momento “nada más que una estimación personal”. Nunca intentó definir la intensidad ni el climax en factores mensurables. En lugar de esto –que no hubiera sido posible según Harris ya que se atribuía a todos los rasgos culturales la misma importancia y no haber acuerdo sobre la forma en que deben contarse- se aleja de ese camino para adentrarse por el que le conduciría a las configuraciones, a los desarrollos estilísticos únicos (cada cultura como un nexo integrado de estilos, de normas y valores). Según Harris, el estilo antropológico de Kroeber se mantuvo en todos los aspectos dentro del programa boasiano, y lo que añadió a él no fueron más que contribuciones a un abierto rechazo de cualquier pretensión científica. 4 LOWIE A diferencia de la de Kroeber, la teoría cultural de Lowie fue madurando siguiendo líneas empíricamente viables y teóricamente productivas, según Harris. Fue un gran defensor del particularismo histórico. Influyó mucho en él Ernst Mach. Mach se dedicó fundamentalmente a eliminar cualquier vestigio de metafísica en las distintas ramas de la ciencia. Estos vestigios se manifestaban especialmente, según Mach, en las categorías mecanicistas de espacio, tiempo y materia y en la idea de causalidad atribuida a “fuerzas” mecánicas. Empirista radical en su planteamiento, se mostraba muy afín al positivismo. Como Comte, consideraba improcedente cualquier explicación que recurriera a constructos metafísicos. La ciencia no tenía que explicar los fenómenos sino sólo describir las relaciones funcionales entre ellos. Siguiendo estas líneas, Lowie se oponía a rebajar los criterios empiristas introduciendo en la descripción de un determinado dominio entidades imaginarias o escasamente estudiadas. 4.1 Crítica de Morgan En Primitive Society presenta los principales errores de la obra de Morgan. Sin embargo este libro, según Harris, no era antievolucionista. Más bien es una contribución de importancia a la teoría de la evolución cultural. Reforma las secuencias que Morgan propone de la emergencia de nuevas instituciones, proponiendo a su vez nuevas secuencias. Por ejemplo, rechaza la idea de muchos teóricos del XIX –incluido Morgan- de que la más antigua forma de matrimonio era la promiscuidad de grupo, porque las pruebas para documentarla son insuficientes. También rechaza la idea de Morgan de que a la promiscuidad siguió el matrimonio de grupo de un conjunto de hermanos con un conjunto de hermanas. Y la rechaza sobre la base de la inadecuada comprensión de Morgan de la terminología hawaiiana. Lowie, sobre la base de que todos los primitivos contemporáneos presentan alguna forma de familia nuclear, concluye que el grupo humano primordial es la familia. Rechaza también una fase matrilineal universal anterior a la aparición de una filiación patrilineal. Lo que coincide básicamente con lo que hoy es generalmente aceptado por la etnología moderna. 4.2 El ataque contra el materialismo cultural Lowie es un implacable antagonista del materialismo cultural. Según Harris, en realidad no ataca al determinismo económico, sino a un espantajo de él, un simulacro, que ningún determinista económico podría reconocer. Sus ataques siguen siempre un esquema similar. · Empieza por establecer alguna afirmación en la que se establezca una relación entre los factores económicos y la organización social. · En segundo lugar, expone un montón de excepciones a la presunta regla. · Por último proclama la puerilidad del determinismo económico. Un ejemplo de esta estrategia es el caso de la esclavitud. Lowie ataca enérgicamente la idea de que la esclavitud ha debido tener su origen en un nivel avanzado de productividad, asociado con excedentes de alimentos bastante importantes (primer paso de su procedimiento). Aduce para ello la presencia de la esclavitud entre “los polinesios neolíticos y los nutka no agricultores” (segundo paso de su procedimiento). Según Harris, estos ejemplos presentados por Lowie manifiestan unas prácticas sociales que no tienen semejanza estructural alguna con la esclavitud que existió en las civilizaciones hidráulicas de Oriente o entre los griegos y los romanos o entre los agricultores de plantación de EE.UU. En el caso de los samoanos que Lowie presenta, detecta Harris dos inexactitudes: una es que los “esclavos” de los que habla eran prisioneros de guerra cuya suerte no implicaba degradación material, llegando incluso a casarse con pobladores samoanos. Nunca llegan a constituir un estrato social que desempeñara funciones económicas distintivas o importantes. La otra inexactitud es que no puede dudarse, dice Harris, que los samoanos tenían un orden social sumamente estratificado. La identificación que hace Lowie con el neolítico sólo porque no conocían la metalurgia es tan censurable como la de Morgan al incluir a los hawaiianos en el salvajismo porque les faltaba el arco y la flecha. Otro ejemplo de su estrategia es el caso de los territorios de caza comunales. Los evolucionistas han mantenido que en los grupos que dependen para la obtención de alimentos de la caza de animales, los derechos de propiedad sobre los territorios de caza no pueden ser individuales: el grupo propietario del territorio tiende a coincidir con el grupo máximo efectivo. Lowie para contradecir estas afirmaciones expone tres casos que no se ajustan a la regla: los vedda, los algonquinos y los aborígenes de Queensland. Y en los tres concluye que la tenencia comunal no es característica de las normas aborígenes. 4.3 Valoración de Harris sobre Lowie · Frente a esta estrategia de Lowie de presentar contraejemplos, Harris piensa que sería más coherente con el pensamiento de Mach (en el que se inspira Lowie) buscar las razones de por qué esos tres casos se alejan de la norma en lugar de poner en duda toda la generalización. Este reto lo asume Harris y explica caso por caso de los que Lowie propone las razones por las que estos grupos presentan estas características diferenciales. (No lo expongo aquí, pues es largo y tedioso, y, sobre todo, no aporta nada esencial. Se encuentra en las pág. 310-313, pero como es de suponer existe siempre una razón material de carácter económico que explica estas peculiaridades). · Su argumento principal para combatir el determinismo es, además del pobre material etnográfico en que se basa, la convicción de que la relación entre las poblaciones humanas y su hábitat natural se establece a través de ideologías y tradiciones culturales que dan origen a formas de comportamiento tan despilfarrador, tan extraño, tan irracional y tan inútil, que permanentemente condenan al fracaso cualquier intento de crear una teoría “económica” generalizada de la historia de la cultura. Se muestra dispuesto a abandonar cualquier intento de llegar a una comprensión nomotética de un gran número de pautas aparentemente inescrutables, porque, siguiendo a Mach, piensa que “son fenómenos que estamos obligados a aceptar como realidades sin posibilidades de más análisis”. · De 3 grandes dominios de fenómenos, en su opinión inescrutables y caprichosos, extrae Lowie el grueso de sus argumentos: 1. En la elaboración de los sistemas jerárquicos primitivos el ansia de “prestigio” es lo bastante fuerte como para borrar los aspectos adaptativos y utilitarios del rango y la estratificación. 2. La guerra primitiva es para él, en la mayoría de los casos, una especie de deporte cuya motivación vuelve a ser el deseo de prestigio. 3. Los factores ideológicos y religiosos impiden a muchas culturas primitivas administrar sus recursos productivos de acuerdo con criterios utilitarios objetivos. · Según Harris, todos estos argumentos de Lowie son erróneos porque se basan en inexactitudes etnográficas. Porque muchas de sus erróneas nociones sobre la falta de relación entre condiciones tecnoecológicas y estructuras jerárquicas proceden de la etnografía boasiana de la costa del noroeste, con las equivocaciones que ésta conlleva. También porque Lowie, según Harris, como todos los boasianos, se muestra incapaz de separar los datos emic de los datos etic. · En definitiva, según Harris, Lowie nunca llegó a superar las limitaciones de su herencia boasiana que le impedían comprender claramente la opción materialista cultural. De MARVIN HARRIS, El desarrollo de la teoría antropológica. Una historia de las teoprías de la cultura.Ed. S.XXI.