ENTORNO SOCIAL, POLÍTICO Y ECONÓMICO DE MÉXICO DE 1810 A 1910 Introducción Para cumplir con su misión, visión, propósitos, objetivos organizacionales y planes, toda organización debe dar importancia al desarrollo de actividades sustanciales, secundarias, complementarias y todas aquellas que le resulten estratégicas, llevándolas a cabo en orden y con base en procesos de trabajo organizado. En la práctica de sus acciones cotidianas, el hombre ha promovido una evolución gradual en su proceder; a veces imperceptible y otras más visible; dicha evolución en sus acciones creativas como en la producción de objetos o bienes, se ha hecho cada vez más complejo hasta llevarla a un nivel muy refinado, lo que en la actualidad se nos representa como una evolución vertiginosa y avanzada de la ciencia, humanidades, técnica y tecnología; este fenómeno se ha producido en los ámbitos de su vida laboral, doméstica e intelectual a lo largo de su existencia. La agricultura desde los inicios de la vida humana ha sido de las actividades que más ha evidenciado desde un principio el desarrollo técnico, del que hablamos; no obstante, la industria actualmente aparece como protagonista del desarrollo tecnológico, sin dejar de lado la relevancia del auge que se ha observado en el ámbito de la producción de bienes intangibles (conocimiento). La historia de México como país independiente ha pasado por muchos acontecimientos económicos, políticos y sociales que enmarcan el desarrollo y transformación de las organizaciones y del factor humano; lo cual es tema de especial interés en el Bicentenario de la Independencia de México y Centenario de la Revolución Mexicana debido a que son determinantes para comprender las condiciones vigentes de los Recursos Humanos en el México actual. 3 En la primera parte de este documento se contempla el entorno Social, Político y Económico de México de 1810 a 1920 en donde se revela el aspecto de la vida laboral, las condiciones de los trabajadores en condiciones de servidumbre y de esclavitud; esas formas continuaron en la época postindependentista y como se fueron modificando a partir de los movimientos sociales. En un segundo apartado se analiza el tema de la Capacitación, primero, en su aplicación incipiente y aún empírica, para más adelante abordar el de la Seguridad en el Trabajo. Este último contempla cuestiones como la injusticia, y el trabajo de los niños en el México independiente y postrrevolucionario. El trabajo concluye con el tema de la participación de la mujer en la vida nacional, como heroína y también como la mujer común que en el ejercicio de su vida cotidiana se inserta en los procesos decisivos del país. Entorno Social, Político y Económico de México de 1810 a 1920 En la Revolución iniciada la noche del 15 de septiembre de 1810 por Miguel Hidalgo y Costilla se buscó la reivindicación de las clases sociales, con los ideales liberales de libertad e igualdad. Esta concluye en 1821 con la firma del Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, el primero fuente del partido federalista y el segundo del conservador. La instauración del Primer Imperio Mexicano con Agustín de Iturbide deja claro el triunfo conservador, que después de once años, este movimiento logra finalmente la independencia económica, ahora los privilegios y el poder lo detentan los criollos. Quienes tendrían el acceso a los puestos de principal jerarquía en la nueva nación, ya no les importaba más la reivindicación de las demás clases sociales oprimidas. Un claro ejemplo de esto es cuando años más tarde, en 1824 en la Constitución de la primera República Federal, se dejan fuera las acciones para integrar a los grupos indígenas a la ciudadanía y se decide dejar ese trabajo al tiempo. Han pasado a la fecha 186 años, y esos grupos de ciudadanos aún carecen de los más elementales beneficios que por derecho les corresponden. 4 Muestra de la ausencia del sentido social respecto a la fuerza de trabajo, es la continuidad de las organizaciones productivas junto con sus condiciones deprimentes en la incipiente industria, en el campo y en las minas. A inicios de la época virreinal era reclutada la población indígena para trabajar en unidades productivas (trapiches u obrajes). La fuerza de trabajo era excesiva y en el caso de fabricación de objetos de uso común, se daba generalmente el trabajo a indios y también a los negros y mulatos. Los trabajadores del campo (administradores, peones, jornaleros) representaron un factor relevante en la actividad económica para la evolución de la hacienda. Se conformaba por trabajadores permanentes que gozaban de estabilidad laboral y trabajadores temporales que vivían en total abandono en su paga y en sus condiciones económicas y sociales, esta última, situación predominante en el país. No existía un convenio entre trabajadores y patrón, que resguardase a los primeros para ser objeto de un trato humano. Había también trabajadores alquilados, que eran eventuales y permanecían alojados en cabañas provisionales. También existían puestos de escribientes, ayudantes de tienda, cobrador, sacristán, maestros de escuela, trojeros, sobrestantes de la obra, supervisores, capataces, rayadores, caporales y pastores responsables de cabezas de ganado y monteros (cuidaban obras de riego) entre otros; con mejores prestaciones económicas, sin embargo estos puestos representaban la minoría de las actividades económicas reservadas para criollos y mestizos. En épocas de mano de obra excedente, se generaba el endeudamiento del peonaje, lo que promovía la huída de los trabajadores, cuando se sabían endeudados eran obligados a pagar sus deudas según sistemas establecidos, nada favorables al trabajador. La industria minera en México representó una deprimente tragedia social que agobiaba a los mineros mexicanos con el uso de herramientas inmanejables y pesadas (rudimentarias), el uso de explosivos, las distancias recorridas por largos túneles y las escalerillas para salir del socavón con cargas muy pesadas. Los accidentes eran de lo más común, estas entre otras calamidades era la cotidianeidad de los mineros mexicanos. 5 La caída del trabajo en las minas repercutió en más desempleo y en el descenso del consumo, los trabajadores y los propietarios de minas, fueron abandonando los centros mineros, a partir del movimiento independentista. Las haciendas bloqueadas por el movimiento independentista y las fábricas paradas, causaron que la actividad textil se deprimiera. Los desempleados se afiliaron a los insurgentes. Cabe destacar que el tipo de organizaciones de trabajo mencionadas en los párrafos anteriores siguieron vigentes en el México independiente. Se da la formalización de la Independencia, desde un aspecto jurídico político permanecen los fueros y privilegios de las clases dominantes, sin embargo deja sin consumarse, como se relata en párrafos anteriores, su verdadero contenido social, de justicia y de transformación profunda del régimen de explotación. La revolución continuó durante 55 años por el poder; en los que liberales y conservadores alternándose en el gobierno centraron más su interés en poseerlo, que en estimular el crecimiento y desarrollo económico de la nueva nación. Una historia de 55 años en los que la participación de las logias masónicas fue determinante en la vida política del país, escuelas de los primeros partidos políticos, la Yorkina con aquellos interesados en la instauración de una República Federal, identificados con los intereses de EEUU; y la Escocesa con los que propugnaban por una República Centralista e identificados con Europa, ambas corrientes hicieron pagar el precio de esos apoyos a todo el país, con guerras e invasiones que dejaron ver los intereses intervencionistas y de mercado de las potencias extranjeras. Las clases sociales después de 1821, se pueden agrupar en empresarial, eclesiástica, oficialista, popular y la pequeña burguesía intelectual1. La empresarial estaba constituida por comerciantes, industriales, mineros y grandes hacendados. La clase eclesiástica tuvo algunos cambios, por el predominio criollo y la radicalización de ideas entre algunos de sus miembros. La clase oficialista estaba formada por oficiales del ejército y por la burocracia. La república iba a tener el ideal liberal de lograr un ejército profesional pequeño, respaldado por la gran milicia. Los sueldos que recibían situaban a los 6 miembros del ejército en diferentes clases de la sociedad mexicana. Cada partido que tenía el poder quería tener el apoyo del ejército. La burguesía intelectual exigía una verdadera transformación social, era la clase comprometida con el ideario de justicia inicial de la Guerra de Independencia y que en este periodo esta fuertemente centrada en abolir la esclavitud, suprimir fueros y privilegios de la Iglesia y el ejército, establecer las libertades individuales y un congreso representativo del pueblo. La clase popular estaba constituida por todos los que no formaban parte de las clases mencionadas es decir, la mayor parte de la población: rancheros, indios, peones, trabajadores de las minas, obreros, sirvientes, vendedores ambulantes, dulceros, voceadores de periódicos, eloteros, lecheros, aguadores, etc. Esta clase representaba las verdaderas condiciones del pueblo mexicano. Humboldt El país, como las clases sociales era de contrastes. Había suntuosos palacios, sus almacenes ostentaban artículos de lujo: sedas, encajes, vinos, alhajas pero las calles tenían un empedrado que apenas permitió rodar a los soberbios carruajes y estaban llenas de inmundicias que despedían un olor irrespirable. Las distracciones más populares eran el juego de pelota, las peleas de gallos a las que era tan afecto Santa Anna y sobre todo las corridas de toros. Entre toda aquella gente tan heterogénea había un poco de todo, ricos y pobres, cultos e ignorantes, progresistas y tradicionalistas, racionales y supersticiosos. Por lo general los niños de familias ricas estudiaban en su propio hogar con tutores especiales. Los niños de familias pobres asistían a escuelas parroquiales, donde aprendían a leer y contar, así como el catecismo. Las niñas asistían a las Amigas donde les enseñaba a leer, la doctrina y las labores propias de su sexo. En México, la compañía Lancasteriana se fundó en 1822 con la apertura de las escuelas. Pronto se extendieron escuelas mutuas por todo el país, y el método fue declarado oficial para las escuelas gratuitas municipales. Las mesas tenían unas cajillas llenas de arena 7 donde los niños escribían con un palito, y solo hasta que habían aprendido bien se le permitía usar tinta y papel, materiales muy caros2. En otros niveles educativos los mejores colegios coloniales siguieron siendo el núcleo principal de la enseñanza media, como el de San Juan de Letrán, donde se formaron jóvenes inquietos que ocuparían puestos importantes en la vida del país hacia mediados de siglo. Muchos de los viejos colegios coloniales, secularizados en parte, se convirtieron en lo que serian los colegios nacionales e institutos científicos y literarios de los estados, que habían de influir en la formación de la primera generación republicana. El general Guadalupe Victoria fue electo presidente y tomó posesión del mando el 10 de octubre de 1824; el primer presidente de la naciente República Federal, era un militar. Salvo rarísimas excepciones, todos nuestros presidentes de esa época fueron generales. Hubo dos repúblicas federales, producto de Constituciones como la de 1824 y la de 1857, ésta última muy avanzada en su momento, en la que se establecen los derechos del hombre, sus garantías individuales y ascienden a rango constitucional las leyes de reforma promulgadas hasta entonces, dirigidas principalmente a eliminar los fueros eclesiásticos y militares. Sin embargo la inconsistencia política manifiesta en ese periodo produjo también repúblicas centralistas con marcos legales arbitrarios como Las Siete Leyes Constitucionales (1836) y las Bases de Organización Política de la Nación (1843), sustento de las dos dictaduras de Antonio López de Santa Anna, considerado en su momento como el único político capaz de hacer frente a las crisis económica, política, social y presiones extranjeras que asolaban al país; un líder político que tan bien estaba y gobernaba bajo leyes conservadoras como bajo leyes federalistas. En esa guerra fratricida va a haber 45 periodos presidenciales, definitivos e interinos; el número de pronunciamientos se acerca a la centena. La falta de un proyecto de unidad nacional hizo del país presa fácil de invasiones extranjeras por parte de Francia y Estados Unidos, el precio fue el establecimiento del Segundo Imperio Mexicano con Maximiliano de Habsburgo, resultado de la guerra contra Francia y la pérdida de una gran parte del territorio nacional al final del conflicto con los EEUU. La constante amenaza de invasión, la crisis económica y los disturbios sociales son parte de la vida cotidiana de México hasta la llegada del Porfiriato. 8 Así es como México surge como país independiente sin una verdadera independencia económica, hubo verdaderos atentados contra la economía nacional tanto de liberales como conservadores, para citar un ejemplo, recordemos el interés del conservador Lucas Alamán, que trae de Europa maquinaria y técnicos para capacitar a mexicanos y los liberales impiden que del Puerto de Veracruz sean llevados a la capital de la república, el resultado fue pérdida de la maquinaria al estar cerca del mar y el posterior endeudamiento por la misma y por el pago de los técnicos que además nunca pudieron dar sus cursos. Es entonces válida para el periodo comprendido entre 1821 y 1876 la siguiente cita: “La historia de México puede escribirse con más propiedad, si se emplea el criterio cuantitativo que si se refiere al cualitativo, es decir, la cuenta de los pronunciamientos es más expresiva que la aparición de las características, fines y sentido de estos hechos”3. Hay dos etapas en esta lucha por el poder que es necesario destacar debido a que se da una transformación entre los contendientes, la primera es la Revolución de Ayutla, en la cual los liberales se distinguen entre moderados y radicales, de estos últimos forman parte Juan Álvarez, Benito Juárez, Lerdo de Tejada, José María Iglesias y cabe hacer especial mención de Porfirio Díaz. La segunda es derivada de la división entre radicales. Ahora los partidos se nombran según su candidato en juaristas, lerdistas, iglesistas y porfiristas. La República fue restaurada en 1867, cuando los franceses salieron de México. Benito Juárez se dedicó a reconstruir el país y a cumplir con los mandatos de la constitución de 1857. La sociedad se secularizó y buscó proyectos que actualizaran la infraestructura de transportes. El ascenso de Porfirio Díaz a la presidencia de la República, así como su caída del poder, presentan un punto en común: la agitación, la violencia popular. Díaz ya con el grado de general y con un prestigio de magnífico militar ganado en las luchas contra la intervención francesa lanzó contra Juárez el Plan de la Noria, el cual no tuvo éxito. Más tarde con la muerte del presidente Juárez, se despierta nuevamente en Díaz la ambición por el poder, sin embargo la silla presidencial fue en esta ocasión para Lerdo de Tejada, cuando al final de su periodo es evidente su deseo de reelegirse, entonces Díaz encabeza el Plan de Tuxtepec en el que se defendía irónicamente el principio de la no reelección, tanto del 9 presidente como del vicepresidente de la República, así como de los gobernadores de los estados. Poco después el Plan de Tuxtepec se reformó en una de sus partes en la población de Palo Blanco, pero sin perderse el lema de la no reelección. La rebelión pronto se extendió en casi toda la república, las sublevaciones se multiplicaron ante la ineficacia de las fuerzas gobiernistas. Con el triunfo de Tecuac, que significó la victoria definitiva de los rebeldes Sebastián Lerdo de Tejada abandona la presidencia, y para el 23 de noviembre de 1876, al fin el general Porfirio Díaz ocupaba la silla presidencial. El General Díaz hacía realidad su sueño y llegaba al máximo poder constitucional tras agitar a toda la nación. Mantiene el poder durante 28 años consecutivos después de su primer periodo de gobierno de 1876 -1880, en total 32 años de abuso, explotación, falta de identidad nacional, aculturación y afrancesamiento que provocan un levantamiento en el que hombres y mujeres luchan por una vida mejor. Logra la tan deseada paz social, que según los ideales liberales permitiría el crecimiento y desarrollo económico del país con capital nacional, pero Díaz prefiere estimular la inversión extranjera. La paz social se convierte entonces en la condición principal para la llegada de capitales extranjeros, sin importar que el costo fuera una represión brutal al pueblo. Las concesiones hechas a las compañías extranjeras, las exenciones de impuestos y en general el abuso ejercido por la burguesía extranjera logra el asentamiento de los capitales de grandes potencias mundiales. En los 32 años del Porfiriato se construyeron en México más de 19 000 kilómetros de vías férreas con la inversión extranjera; el país quedó comunicado por la red telegráfica; se realizaron inversiones de capital extranjero y se impulsó la industria nacional. El capital extranjero controlaba el 77%, al capital mexicano correspondía el 23%, del cual el 14% correspondía a la iniciativa privada y solo el 9% a la pública. Del capital extranjero, 44% correspondía a los Norteamericanos. 10 Los datos anteriores revelan que en esencia, el capitalismo de la época porfiriana fue un capitalismo importado, subordinado a las grandes potencias norteamericanas y europeas. Las 170 sociedades anónimas más importantes que existían en México durante 1910-11, se distribuían de la siguiente forma 40.3% correspondía a los ferrocarriles, 17% minería, 17.3% bancos, 6.6 industria, 6.6 electricidad, 5.9 petróleo, 4.2 agricultura 1.6 % comercio, otras (dato estimado 0.5). A partir de 1893 se sanearon las finanzas, se mejoró el crédito nacional y se alcanzó gran confianza en el exterior, y se organizó el sistema bancario, que se invalidó durante la década de 1940, en el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río. El comercio fue una de las actividades económicas que más crecieron durante este periodo. Se suprimieron las alcabalas y el gobierno se encargó de fomentar el comercio exterior, que alcanzó niveles nunca antes vistos. El aspecto negativo de esto fue el crecimiento de las importaciones de productos elaborados con alta calidad, por lo que la balanza de pagos creció desfavorablemente a México. La industria siguió en el primer puesto de exportaciones mineras y además inauguró otros rubros como la industria siderúrgica, la de transformación, la textil y la industrial. Las ciudades que más crecieron fueron Puebla, Guadalajara y Monterrey. La existencia de terrenos baldíos cuyos títulos de propiedad otorgados en la Colonia no se reconocieran, propició que muchas de las tierras pasaran a manos de las familias más poderosas del país creando latifundios. Más de 30 millones de hectáreas constituyeron haciendas en el norte de la República y en Quintana Roo. Los latifundios fueron la base de la economía del país y una de las principales causas de la Revolución mexicana, sus características semifeudales constituían un sistema de explotación que llegaba a la esclavitud. El carácter capitalista del desarrollo alcanzado por México, se manifestó en diversas formas: en el uso de la sociedad anónima como forma fundamental de organización de las empresas en todos los ramos importantes de la economía (con excepción de la agricultura), en el desarrollo de instituciones modernas de crédito como los bancos de emisión, hipotecarios y de financiamiento comercial, minero industrial y agrícola en el 11 desarrollo del comercio tanto interior como exterior y finalmente en la formación de fuertes grupos monopolistas que controlaron la actividad económica del país. Las clases dirigentes de México y un buen número de ciudadanos de distintas clases sociales, al igual que los de la mayoría de otros países, tenían los ojos puestos en Francia, considerada entonces como el “ombligo” del mundo moderno. Los habitantes de la Ciudad de México vivían obsesionados por ser o parecer modernos y civilizados. La década de 1901 a 1910 está llena de acontecimientos trascendentales para la vida política nacional y por consiguiente para el gobierno de Don Porfirio. La formación de círculos liberales con la consiguiente formación, aunque clandestina, del Partido Liberal Mexicano y la ideología de los hermanos Flores Magón, la sequía que puso en apuros a la burguesía terrateniente, la falta de apoyo gubernamental a esa clase social, la crisis económica, la edad y decrepitud del dictador al que se exigió el restablecimiento de la vicepresidencia como condición para que Francia hiciera un préstamo a México, señaló un estancamiento para el país. Los meses corrían, los años pasaban y la decadencia y el malestar se acentuaban. El año de 1906 marcaba el despertar de la democracia en México con la entrevista Díaz Creelman. La clase obrera portadora del extraordinario documento que se conoce como programa del Partido Liberal Mexicano inicia en Cananea, Sonora, un movimiento de huelga en contra de la compañía minera de propiedad norteamericana; el movimiento fracasó, pero la semilla quedó sembrada y meses después se extendía a varios lugares de la república como Río Blanco. El descontento por la opresión dio lugar a que las insurrecciones se multiplicaran, pero todavía se dejaba sentir un carácter localista, lo que permitía a las autoridades gobiernistas reprimirlas con cierta facilidad, aunque en la mayoría de las veces se hacía gala de fuerza con las columnas del ejército porfirista. La burguesía terrateniente decepcionada por la falta de apoyo del gobierno, decide ir en contra del dictador, en la persona de Francisco I. Madero, tiempo después el más fuerte de los dirigentes antirreeleccionistas. 12 La Revolución Mexicana inicia con un llamado simultáneo del movimiento Maderista y del Magonista, juntos logran derrocar a la dictadura. La traición de Madero a las clases populares al negociar con el anterior régimen, incitan al pueblo a permanecer en armas, surge el movimiento más emblemático del pueblo mexicano, el zapatismo. La dramática caída de Madero y Pino Suárez a manos del usurpador Victoriano Huerta indigna a la población, valientes intelectuales como Belisario Domínguez levantan sus voces reprobando el posicionamiento sangriento del nuevo dictador, los asesinatos no se hacen esperar y el descontento crece. Ahora un gobernador terrateniente Venustiano Carranza con el Plan de Guadalupe encabeza el movimiento en contra de Huerta, destacan en su ejercito constitucionalista personajes como Pancho Villa y Álvaro Obregón. Los intereses de clase de Carranza no responden a la necesidad de reivindicación del pueblo, hombres y mujeres que peleaban lado a lado por cambiar el destino de México deciden seguir levantados en armas, por lo que el movimiento se divide en tres facciones revolucionarias: carrancistas, zapatistas y villistas. El fruto real del conflicto entre las facciones revolucionarias es la Constitución política de 1917, la cual aún nos rige y que contempla artículos de índole social como el 3º, el 27º y 123º, en los cuales se consagra el acceso a la educación, el respeto a la propiedad de la tierra y la reglamentación del trabajo. Otro fruto es la conciencia de la participación de la mujer en la vida nacional. El tránsito de una sociedad rural a una urbana e industrializada, dominada por la fe positivista, los valores pragmáticos y materialistas que imperaban en la concepción burguesa de la vida, tuvieron también respuesta en el terreno del arte; las reacciones de adaptación o rechazo de los artistas a esa realidad dio lugar a una nueva sensibilidad que surgió y rebasó los límites de lo artístico para teñir todos los aspectos de la vida: el modernismo. Es indudable que la llegada de una nueva era, un nuevo periodo histórico modifica el actuar y sentir de sus contemporáneos, pero por sobre todo su manera de pensar y adquirir los conocimientos, lo cual no fue excepción con el modernismo. Los valores 13 reinantes en cada sociedad, determinan su fisonomía social, económica, jurídico y cultural, por los cuales se las puede caracterizar como un todo, constituyendo un cuerpo social indivisible que crea un tramado que se interconecta y se retroalimenta, creando un verdadero sistema cultural. Es frecuente pensar que todo paso de una etapa a otra, es evolutiva, es progresiva. Esto es propio del modernismo y la filosofía positivista que ha cimentado la sociedad moderna y se ha acentuado durante la edad contemporánea5. Con respecto a los Recursos Humanos y las organizaciones, durante el Modernismo, predominaba la idea de que “se podía conducir la organización a través del desarrollo de las capacidades racionales impulsándose las investigaciones hacia la concepción estratégica. Se consideraba que el poder del pensamiento racional capacitaba al hombre, y en consecuencia al líder, para lograr su perfeccionamiento y, a través de acciones específicas institucionalizadas, era posible seleccionar los medios más convenientes para alcanzar los objetivos establecidos”6. Otra herencia del discurso modernista es su énfasis en la observación, se presume que existe una realidad organizacional concreta, un mundo objetivo, capaz de estudio empírico; se describe a las organizaciones como seres vivientes con propiedades típicas del mundo biológico, asimismo, se enfatiza la necesidad de la organización para obtener información sistemática, hechos o datos para optimizar la toma de decisiones. Si la organización es considerada como un ser vivo, entonces démosle la importancia que requiere la organización y los seres humanos que forman parte de ella y que le dan posibilidad de existencia. 14 Referencias 1. Cosío Villegas, D. (1981)."Historia general de México". Desde la conquista de México hasta comienzos del porfirismo. Tomo 2, 3ra. ed. México: Colegio de México. 2. Contreras Betancourt, L. (2009).Silabario o “”Método Uniforme” de Ignacio Montero para enseñar a leer y escribir durante el Imperio Mexicano. Ponencia en el X Congreso Nacional de Investigación Educativa. COMIE, Veracruz. 3. Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 2, 1967, p. 97113. Volumen 2 / Documento 08 4. TENORIO Trillo, Mauricio, Artilugio de la nación moderna. México en las Exposiciones Universales. 1880-1930, México, F.C.E., 1998. 5. Humberto Eco. La Nueva Edad Media. 1992. Comentario del libro obtenido 9 de septiembre del 2008 en: www.agapea.com/libros/La-nueva-Edad-Media-isbn- 8420656712-i.htm 6. Val Pardo, Isabel de (1998). “Modernidad y Postmodernidad del Diseño Organizativo”. En Agueda, E., y otros. Principios de Marketing. Madrid: ESIC EDITORIAL. Elaboraron: Ligia Eunice Bárcenas Villagrán Montserrat Espinosa Santamaría Adriana Guadalupe Martínez Pérez Ana Luisa Nava López Rosalina Sánchez Santaella 15