I. Entorno Social, Político y Económico de México de 1810 a 1920

Anuncio
ENTORNO SOCIAL, POLÍTICO Y ECONÓMICO DE
MÉXICO DE 1810 A 1910
Introducción
Para cumplir con su misión, visión, propósitos, objetivos organizacionales y planes, toda
organización debe dar importancia al desarrollo de actividades sustanciales, secundarias,
complementarias y todas aquellas que le resulten estratégicas, llevándolas a cabo en
orden y con base en procesos de trabajo organizado.
En la práctica de sus acciones cotidianas, el hombre ha promovido una evolución gradual
en su proceder; a veces imperceptible y otras más visible; dicha evolución en sus
acciones creativas como en la producción de objetos o bienes, se ha hecho cada vez
más complejo hasta llevarla a un nivel muy refinado, lo que en la actualidad se nos
representa como una evolución vertiginosa y avanzada de la ciencia, humanidades,
técnica y tecnología; este fenómeno se ha producido en los ámbitos de su vida laboral,
doméstica e intelectual a lo largo de su existencia.
La agricultura desde los inicios de la vida humana ha sido de las actividades que más ha
evidenciado desde un principio el desarrollo técnico, del que hablamos; no obstante, la
industria actualmente aparece como protagonista del desarrollo tecnológico, sin dejar de
lado la relevancia del auge que se ha
observado en el ámbito de la producción de
bienes intangibles (conocimiento).
La historia de México como país independiente ha pasado por muchos acontecimientos
económicos, políticos y sociales que enmarcan el desarrollo y transformación de las
organizaciones y del factor humano; lo cual es tema de especial interés en el Bicentenario
de la Independencia de México y Centenario de la Revolución Mexicana debido a que son
determinantes para comprender las condiciones vigentes de los Recursos Humanos en el
México actual.
3
En la primera parte de este documento se contempla el entorno Social, Político y
Económico de México de 1810 a 1920 en donde se revela el aspecto de la vida laboral,
las condiciones de los trabajadores en condiciones de servidumbre y de esclavitud; esas
formas continuaron en la época postindependentista y como se fueron modificando a
partir de los movimientos sociales.
En un segundo apartado se analiza el tema de la Capacitación, primero, en su aplicación
incipiente y aún empírica, para más adelante abordar el de la Seguridad en el Trabajo.
Este último contempla cuestiones como la injusticia, y el trabajo de los niños en el México
independiente y postrrevolucionario.
El trabajo concluye con el tema de la participación de la mujer en la vida nacional, como
heroína y también como la mujer común que en el ejercicio de su vida cotidiana se inserta
en los procesos decisivos del país.
Entorno Social, Político y Económico de México de 1810 a 1920
En la Revolución iniciada la noche del 15 de septiembre de 1810 por Miguel Hidalgo y
Costilla se buscó la reivindicación de las clases sociales, con los ideales liberales de
libertad e igualdad. Esta concluye en 1821 con la firma del Plan de Iguala y los Tratados
de Córdoba, el primero fuente del partido federalista y el segundo del conservador.
La instauración del Primer Imperio Mexicano con Agustín de Iturbide deja claro el triunfo
conservador, que después de once años, este movimiento logra finalmente la
independencia económica, ahora los privilegios y el poder lo detentan los criollos. Quienes
tendrían el acceso a los puestos de principal jerarquía en la nueva nación, ya no les
importaba más la reivindicación de las demás clases sociales oprimidas. Un claro ejemplo
de esto es cuando años más tarde, en 1824 en la Constitución de la primera República
Federal, se dejan fuera las acciones para integrar a los grupos indígenas a la ciudadanía
y se decide dejar ese trabajo al tiempo. Han pasado a la fecha 186 años, y esos grupos
de ciudadanos aún carecen de los más elementales beneficios que por derecho les
corresponden.
4
Muestra de la ausencia del sentido social respecto a la fuerza de trabajo, es la continuidad
de las organizaciones productivas junto con sus condiciones deprimentes en la incipiente
industria, en el campo y en las minas. A inicios de la época virreinal era reclutada la
población indígena para trabajar en unidades productivas (trapiches u obrajes). La fuerza
de trabajo era excesiva y en el caso de fabricación de objetos de uso común, se daba
generalmente el trabajo a indios y también a los negros y mulatos.
Los trabajadores del campo (administradores, peones, jornaleros) representaron un factor
relevante en la actividad económica para la evolución de la hacienda. Se conformaba por
trabajadores permanentes que gozaban de estabilidad laboral y trabajadores temporales
que vivían en total abandono en su paga y en sus condiciones económicas y sociales,
esta última, situación predominante en el país. No existía un convenio entre trabajadores
y patrón, que resguardase a los primeros para ser objeto de un trato humano. Había
también trabajadores alquilados, que eran eventuales y permanecían alojados en cabañas
provisionales.
También existían
puestos de escribientes, ayudantes de tienda, cobrador, sacristán,
maestros de escuela, trojeros, sobrestantes de la obra, supervisores, capataces,
rayadores, caporales y pastores responsables de cabezas de ganado y monteros
(cuidaban obras de riego) entre otros; con mejores prestaciones económicas, sin embargo
estos puestos representaban la minoría de las actividades económicas reservadas para
criollos y mestizos.
En épocas de mano de obra excedente, se generaba el endeudamiento del peonaje, lo
que
promovía la huída de los trabajadores, cuando se sabían
endeudados eran
obligados a pagar sus deudas según sistemas establecidos, nada favorables al
trabajador.
La industria minera en México representó una deprimente tragedia social que agobiaba a
los mineros mexicanos con el uso de herramientas inmanejables y pesadas
(rudimentarias), el uso de explosivos, las distancias recorridas por largos túneles y las
escalerillas para salir del socavón con cargas muy pesadas. Los accidentes eran de lo
más común, estas entre otras calamidades era la cotidianeidad de los mineros mexicanos.
5
La caída del trabajo en las minas repercutió en más desempleo y en el descenso del
consumo, los trabajadores y los propietarios de minas, fueron abandonando los centros
mineros, a partir del movimiento independentista.
Las haciendas bloqueadas por el movimiento independentista y las fábricas paradas,
causaron que la actividad textil se deprimiera. Los desempleados se afiliaron a los
insurgentes.
Cabe destacar que el tipo de organizaciones de trabajo mencionadas en los párrafos
anteriores siguieron vigentes en el México independiente.
Se da la formalización de la Independencia, desde un aspecto jurídico político
permanecen los fueros y privilegios de las clases dominantes, sin embargo deja sin
consumarse, como se relata en párrafos anteriores, su verdadero contenido social, de
justicia y de transformación profunda del régimen de explotación. La revolución continuó
durante 55 años por el poder; en los que liberales y conservadores alternándose en el
gobierno centraron más su interés en poseerlo, que en estimular el crecimiento y
desarrollo económico de la nueva nación.
Una historia de 55 años en los que la participación de las logias masónicas fue
determinante en la vida política del país, escuelas de los primeros partidos políticos, la
Yorkina con aquellos interesados en la instauración de una República Federal,
identificados con los intereses de EEUU; y la Escocesa con los que propugnaban por una
República Centralista e identificados con Europa, ambas corrientes hicieron pagar el
precio de esos apoyos a todo el país, con guerras e invasiones que dejaron ver los
intereses intervencionistas y de mercado de las potencias extranjeras.
Las clases sociales después de 1821, se pueden agrupar en empresarial, eclesiástica,
oficialista, popular y la pequeña burguesía intelectual1. La empresarial estaba constituida
por comerciantes, industriales, mineros y grandes hacendados. La clase eclesiástica tuvo
algunos cambios, por el predominio criollo y la radicalización de ideas entre algunos de
sus miembros. La clase oficialista estaba formada por oficiales del ejército y por la
burocracia. La república iba a tener el ideal liberal de lograr un ejército profesional
pequeño, respaldado por la gran milicia. Los sueldos que recibían situaban a los
6
miembros del ejército en diferentes clases de la sociedad mexicana. Cada partido que
tenía el poder quería tener el apoyo del ejército.
La burguesía intelectual exigía una verdadera transformación social, era la clase
comprometida con el ideario de justicia inicial de la Guerra de Independencia y que en
este periodo esta fuertemente centrada en
abolir la esclavitud, suprimir fueros y
privilegios de la Iglesia y el ejército, establecer las libertades individuales y un congreso
representativo del pueblo.
La clase popular estaba constituida por todos los que no formaban parte de las clases
mencionadas es decir, la mayor parte de la población: rancheros, indios, peones,
trabajadores de las minas, obreros, sirvientes, vendedores ambulantes, dulceros,
voceadores de periódicos, eloteros, lecheros, aguadores, etc. Esta clase representaba
las verdaderas condiciones del pueblo mexicano. Humboldt
El país, como las clases sociales era de contrastes. Había suntuosos palacios, sus
almacenes ostentaban artículos de lujo: sedas, encajes, vinos, alhajas pero las calles
tenían un empedrado que apenas permitió rodar a los soberbios carruajes y estaban
llenas de inmundicias que despedían un olor irrespirable.
Las distracciones más populares eran el juego de pelota, las peleas de gallos a las que
era tan afecto Santa Anna y sobre todo las corridas de toros. Entre toda aquella gente tan
heterogénea había un poco de todo, ricos y pobres, cultos e ignorantes, progresistas y
tradicionalistas, racionales y supersticiosos.
Por lo general los niños de familias ricas estudiaban en su propio hogar con tutores
especiales. Los niños de familias pobres asistían a escuelas parroquiales, donde
aprendían a leer y contar, así como el catecismo. Las niñas asistían a las Amigas donde
les enseñaba a leer, la doctrina y las labores propias de su sexo.
En México, la compañía Lancasteriana se fundó en 1822 con la apertura de las escuelas.
Pronto se extendieron escuelas mutuas por todo el país, y el método fue declarado oficial
para las escuelas gratuitas municipales. Las mesas tenían unas cajillas llenas de arena
7
donde los niños escribían con un palito, y solo hasta que habían aprendido bien se le
permitía usar tinta y papel, materiales muy caros2.
En otros niveles educativos los mejores colegios coloniales siguieron siendo el núcleo
principal de la enseñanza media, como el de San Juan de Letrán, donde se formaron
jóvenes inquietos que ocuparían puestos importantes en la vida del país hacia mediados
de siglo. Muchos de los viejos colegios coloniales, secularizados en parte, se convirtieron
en lo que serian los colegios nacionales e institutos científicos y literarios de los estados,
que habían de influir en la formación de la primera generación republicana.
El general Guadalupe Victoria fue electo presidente y tomó posesión del mando el 10 de
octubre de 1824; el primer presidente de la naciente República Federal, era un militar.
Salvo rarísimas excepciones, todos nuestros presidentes de esa época fueron generales.
Hubo dos repúblicas federales, producto de Constituciones como la de 1824 y la de 1857,
ésta última muy avanzada en su momento, en la que se establecen los derechos del
hombre, sus garantías individuales y ascienden a rango constitucional las leyes de
reforma promulgadas hasta entonces, dirigidas principalmente a eliminar los fueros
eclesiásticos y militares. Sin embargo la inconsistencia política manifiesta en ese periodo
produjo también repúblicas centralistas con marcos legales arbitrarios como Las Siete
Leyes Constitucionales (1836) y las Bases de Organización Política de la Nación (1843),
sustento de las dos dictaduras de Antonio López de Santa Anna, considerado en su
momento como el único político capaz de hacer frente a las crisis económica, política,
social y presiones extranjeras que asolaban al país; un líder político que tan bien estaba y
gobernaba bajo leyes conservadoras como bajo leyes federalistas. En esa guerra
fratricida va a haber 45 periodos presidenciales, definitivos e interinos; el número de
pronunciamientos se acerca a la centena.
La falta de un proyecto de unidad nacional hizo del país presa fácil de invasiones
extranjeras por parte de Francia y Estados Unidos, el precio fue el establecimiento del
Segundo Imperio Mexicano con Maximiliano de Habsburgo, resultado de la guerra contra
Francia y la pérdida de una gran parte del territorio nacional al final del conflicto con los
EEUU. La constante amenaza de invasión, la crisis económica y los disturbios sociales
son parte de la vida cotidiana de México hasta la llegada del Porfiriato.
8
Así es como México surge como país independiente sin una verdadera independencia
económica, hubo verdaderos atentados contra la economía nacional tanto de liberales
como conservadores, para citar un ejemplo, recordemos el interés del conservador Lucas
Alamán, que trae de Europa maquinaria y técnicos para capacitar a mexicanos y los
liberales impiden que del Puerto de Veracruz sean llevados a la capital de la república, el
resultado fue pérdida de la maquinaria al estar cerca del mar y el posterior endeudamiento
por la misma y por el pago de los técnicos que además nunca pudieron dar sus cursos.
Es entonces válida para el periodo comprendido entre 1821 y 1876 la siguiente cita: “La
historia de México puede escribirse con más propiedad, si se emplea el criterio
cuantitativo que si se refiere al cualitativo, es decir, la cuenta de los pronunciamientos es
más expresiva que la aparición de las características, fines y sentido de estos hechos”3.
Hay dos etapas en esta lucha por el poder que es necesario destacar debido a que se da
una transformación entre los contendientes, la primera es la Revolución de Ayutla, en la
cual los liberales se distinguen entre moderados y radicales, de estos últimos forman
parte Juan Álvarez, Benito Juárez, Lerdo de Tejada, José María Iglesias y cabe hacer
especial mención de Porfirio Díaz. La segunda es derivada de la división entre radicales.
Ahora los partidos se nombran según su candidato en juaristas, lerdistas, iglesistas y
porfiristas.
La República fue restaurada en 1867, cuando los franceses salieron de México. Benito
Juárez se dedicó a reconstruir el país y a cumplir con los mandatos de la constitución de
1857. La sociedad se secularizó y buscó proyectos que actualizaran la infraestructura de
transportes.
El ascenso de Porfirio Díaz a la presidencia de la República, así como su caída del poder,
presentan un punto en común: la agitación, la violencia popular. Díaz ya con el grado de
general y con un prestigio de magnífico militar ganado en las luchas contra la intervención
francesa lanzó contra Juárez el Plan de la Noria, el cual no tuvo éxito. Más tarde con la
muerte del presidente Juárez, se despierta nuevamente en Díaz la ambición por el poder,
sin embargo la silla presidencial fue en esta ocasión para Lerdo de Tejada, cuando al final
de su periodo es evidente su deseo de reelegirse, entonces Díaz encabeza el Plan de
Tuxtepec en el que se defendía irónicamente el principio de la no reelección, tanto del
9
presidente como del vicepresidente de la República, así como de los gobernadores de los
estados.
Poco después el Plan de Tuxtepec se reformó en una de sus partes en la población de
Palo Blanco, pero sin perderse el lema de la no reelección. La rebelión pronto se extendió
en casi toda la república, las sublevaciones se multiplicaron ante la ineficacia de las
fuerzas gobiernistas. Con el triunfo de Tecuac, que significó la victoria definitiva de los
rebeldes Sebastián Lerdo de Tejada abandona la presidencia, y para el 23 de noviembre
de 1876, al fin el general Porfirio Díaz ocupaba la silla presidencial.
El General Díaz hacía realidad su sueño y llegaba al máximo poder constitucional tras
agitar a toda la nación. Mantiene el poder durante 28 años consecutivos después de su
primer periodo de gobierno de 1876 -1880, en total 32 años de abuso, explotación, falta
de identidad nacional, aculturación y afrancesamiento que provocan un levantamiento en
el que hombres y mujeres luchan por una vida mejor.
Logra la tan deseada paz social, que según los ideales liberales permitiría el crecimiento y
desarrollo económico del país con capital nacional, pero Díaz prefiere estimular la
inversión extranjera. La paz social se convierte entonces en la condición principal para la
llegada de capitales extranjeros, sin importar que el costo fuera una represión brutal al
pueblo. Las concesiones hechas a las compañías extranjeras, las exenciones de
impuestos y en general el abuso ejercido por la burguesía extranjera logra el
asentamiento de los capitales de grandes potencias mundiales.
En los 32 años del Porfiriato se construyeron en México más de 19 000 kilómetros de vías
férreas con la inversión extranjera; el país quedó comunicado por la red telegráfica; se
realizaron inversiones de capital extranjero y se impulsó la industria nacional.
El capital extranjero controlaba el 77%, al capital mexicano correspondía el 23%, del cual
el 14% correspondía a la iniciativa privada y solo el 9% a la pública.
Del capital extranjero, 44% correspondía a los Norteamericanos.
10
Los datos anteriores revelan que en esencia, el capitalismo de la época porfiriana fue un
capitalismo importado, subordinado a las grandes potencias norteamericanas y europeas.
Las 170 sociedades anónimas más importantes que existían en México durante 1910-11,
se distribuían de la siguiente forma 40.3% correspondía a los ferrocarriles, 17% minería,
17.3% bancos, 6.6 industria, 6.6 electricidad, 5.9 petróleo, 4.2 agricultura 1.6 % comercio,
otras (dato estimado 0.5).
A partir de 1893 se sanearon las finanzas, se mejoró el crédito nacional y se alcanzó gran
confianza en el exterior, y se organizó el sistema bancario, que se invalidó durante la
década de 1940, en el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río.
El comercio fue una de las actividades económicas que más crecieron durante este
periodo. Se suprimieron las alcabalas y el gobierno se encargó de fomentar el comercio
exterior, que alcanzó niveles nunca antes vistos. El aspecto negativo de esto fue el
crecimiento de las importaciones de productos elaborados con alta calidad, por lo que la
balanza de pagos creció desfavorablemente a México. La industria siguió en el primer
puesto de exportaciones mineras y además inauguró otros rubros como la industria
siderúrgica, la de transformación, la textil y la industrial. Las ciudades que más crecieron
fueron Puebla, Guadalajara y Monterrey.
La existencia de terrenos baldíos cuyos títulos de propiedad otorgados en la Colonia no
se reconocieran, propició que muchas de las tierras pasaran a manos de las familias más
poderosas del país creando latifundios. Más de 30 millones de hectáreas constituyeron
haciendas en el norte de la República y en Quintana Roo. Los latifundios fueron la base
de la economía del país y una de las principales causas de la Revolución mexicana, sus
características semifeudales constituían un sistema de explotación que llegaba a la
esclavitud.
El carácter capitalista del desarrollo alcanzado por México, se manifestó en diversas
formas: en el uso de la sociedad anónima como forma fundamental de organización de las
empresas en todos los ramos importantes de la economía (con excepción de la
agricultura), en el desarrollo de instituciones modernas de crédito como los bancos de
emisión, hipotecarios y de financiamiento comercial, minero industrial y agrícola en el
11
desarrollo del comercio tanto interior como exterior y finalmente en la formación de fuertes
grupos monopolistas que controlaron la actividad económica del país.
Las clases dirigentes de México y un buen número de ciudadanos de distintas clases
sociales, al igual que los de la mayoría de otros países, tenían los ojos puestos en
Francia, considerada entonces como el “ombligo” del mundo moderno. Los habitantes de
la Ciudad de México vivían obsesionados por ser o parecer modernos y civilizados.
La década de 1901 a 1910 está llena de acontecimientos trascendentales para la vida
política nacional y por consiguiente para el gobierno de Don Porfirio. La formación de
círculos liberales con la consiguiente formación, aunque clandestina, del Partido Liberal
Mexicano y la ideología de los hermanos Flores Magón, la sequía que puso en apuros a la
burguesía terrateniente, la falta de apoyo gubernamental a esa clase social, la crisis
económica, la edad y decrepitud del dictador al que se exigió el restablecimiento de la
vicepresidencia como condición para que Francia hiciera un préstamo a México, señaló
un estancamiento para el país.
Los meses corrían, los años pasaban y la decadencia y el malestar se acentuaban. El año
de 1906 marcaba el despertar de la democracia en México con la entrevista Díaz
Creelman. La clase obrera portadora del extraordinario documento que se conoce como
programa del Partido Liberal Mexicano inicia en Cananea, Sonora, un movimiento de
huelga en contra de la compañía minera de propiedad norteamericana; el movimiento
fracasó, pero la semilla quedó sembrada y meses después se extendía a varios lugares
de la república como Río Blanco.
El descontento por la opresión dio lugar a que las insurrecciones se multiplicaran, pero
todavía se dejaba sentir un carácter localista, lo que permitía a las autoridades
gobiernistas reprimirlas con cierta facilidad, aunque en la mayoría de las veces se hacía
gala de fuerza con las columnas del ejército porfirista.
La burguesía terrateniente decepcionada por la falta de apoyo del gobierno, decide ir en
contra del dictador, en la persona de Francisco I. Madero, tiempo después el más fuerte
de los dirigentes antirreeleccionistas.
12
La Revolución Mexicana inicia con un llamado simultáneo del movimiento Maderista y del
Magonista, juntos logran derrocar a la dictadura. La traición de Madero a las clases
populares al negociar con el anterior régimen, incitan al pueblo a permanecer en armas,
surge el movimiento más emblemático del pueblo mexicano, el zapatismo.
La dramática caída de Madero y Pino Suárez a manos del usurpador Victoriano Huerta
indigna a la población, valientes intelectuales como Belisario Domínguez levantan sus
voces reprobando el posicionamiento sangriento del nuevo dictador, los asesinatos no se
hacen esperar y el descontento crece.
Ahora un gobernador terrateniente Venustiano Carranza con el Plan de Guadalupe
encabeza el movimiento en contra de Huerta, destacan en su ejercito constitucionalista
personajes como Pancho Villa y Álvaro Obregón. Los intereses de clase de Carranza no
responden a la necesidad de reivindicación del pueblo, hombres y mujeres que peleaban
lado a lado por cambiar el destino de México deciden seguir levantados en armas, por lo
que el movimiento se divide en tres facciones revolucionarias: carrancistas, zapatistas y
villistas.
El fruto real del conflicto entre las facciones revolucionarias es la Constitución política de
1917, la cual aún nos rige y que contempla artículos de índole social como el 3º, el 27º y
123º, en los cuales se consagra el acceso a la educación, el respeto a la propiedad de la
tierra y la reglamentación del trabajo. Otro fruto es la conciencia de la participación de la
mujer en la vida nacional.
El tránsito de una sociedad rural a una urbana e industrializada, dominada por la fe
positivista, los valores pragmáticos y materialistas que imperaban en la concepción
burguesa de la vida, tuvieron también respuesta en el terreno del arte; las reacciones de
adaptación o rechazo de los artistas a esa realidad dio lugar a una nueva sensibilidad que
surgió y rebasó los límites de lo artístico para teñir todos los aspectos de la vida: el
modernismo.
Es indudable que la llegada de una nueva era, un nuevo periodo histórico modifica el
actuar y sentir de sus contemporáneos, pero por sobre todo su manera de pensar y
adquirir los conocimientos, lo cual no fue excepción con el modernismo. Los valores
13
reinantes en cada sociedad, determinan su fisonomía social, económica, jurídico y
cultural, por los cuales se las puede caracterizar como un todo, constituyendo un cuerpo
social indivisible que crea un tramado que se interconecta y se retroalimenta, creando un
verdadero sistema cultural.
Es frecuente pensar que todo paso de una etapa a otra, es evolutiva, es progresiva. Esto
es propio del modernismo y la filosofía positivista que ha cimentado la sociedad moderna
y se ha acentuado durante la edad contemporánea5.
Con respecto a los Recursos Humanos y las organizaciones, durante el Modernismo,
predominaba la idea de que “se podía conducir la organización a través del desarrollo de
las capacidades racionales impulsándose las investigaciones hacia la concepción
estratégica. Se consideraba que el poder del pensamiento racional capacitaba al hombre,
y en consecuencia al líder, para lograr su perfeccionamiento y, a través de acciones
específicas institucionalizadas, era posible seleccionar los medios más convenientes para
alcanzar los objetivos establecidos”6. Otra herencia del discurso modernista es su énfasis
en la observación, se presume que existe una realidad organizacional concreta, un mundo
objetivo, capaz de estudio empírico; se describe a las organizaciones como seres
vivientes con propiedades típicas del mundo biológico, asimismo, se enfatiza la necesidad
de la organización para obtener información sistemática, hechos o datos para optimizar la
toma de decisiones.
Si la organización es considerada como un ser vivo, entonces démosle la importancia que
requiere la organización y los seres humanos que forman parte de ella y que le dan
posibilidad de existencia.
14
Referencias
1. Cosío Villegas, D. (1981)."Historia general de México". Desde la conquista de México
hasta comienzos del porfirismo. Tomo 2, 3ra. ed. México: Colegio de México.
2. Contreras Betancourt, L. (2009).Silabario o “”Método Uniforme” de Ignacio Montero
para enseñar a leer y escribir durante el Imperio Mexicano. Ponencia en el X Congreso
Nacional de Investigación Educativa. COMIE, Veracruz.
3. Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 2, 1967, p. 97113. Volumen 2 / Documento 08
4. TENORIO Trillo, Mauricio, Artilugio de la nación moderna. México en las Exposiciones
Universales. 1880-1930, México, F.C.E., 1998.
5. Humberto Eco. La Nueva Edad Media. 1992. Comentario del libro obtenido 9 de
septiembre
del
2008
en:
www.agapea.com/libros/La-nueva-Edad-Media-isbn-
8420656712-i.htm
6. Val Pardo, Isabel de (1998). “Modernidad y Postmodernidad del Diseño Organizativo”.
En Agueda, E., y otros. Principios de Marketing. Madrid: ESIC EDITORIAL.
Elaboraron:
Ligia Eunice Bárcenas Villagrán
Montserrat Espinosa Santamaría
Adriana Guadalupe Martínez Pérez
Ana Luisa Nava López
Rosalina Sánchez Santaella
15
Descargar