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Actualidad y vigencia
de la teoría pedagógica
por Sara Álvarez
de Antón Makarenko
PRESENTAMOS LA EXPERIENCIA DESARROLLADA POR ANTÓN MAKARENKO EN LAS COLECTIVIDADES PARA
“MENORES DELINCUENTES”, AL CALOR DE LA SOCIEDAD SOCIALISTA QUE SE ESTABA CONSTRUYENDO EN
TODA LA UNIÓN SOVIÉTICA. MUCHAS DE LAS CUESTIONES TEÓRICAS Y PRÁCTICAS DESARROLLADAS
MANTIENEN ACTUALIDAD Y VIGENCIA HOY PARA LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS Y JÓVENES.
Antón Makarenko.
Presentación
Recién instaurados en el poder, los revolucionarios de la ex
Unión Soviética debieron encarar el problema de la educación de los miles de niños y jóvenes marginados por el antiguo régimen. En este artículo presentamos la experiencia
desarrollada por el pedagogo Antón Makarenko, quien fue
director de la Colonia para “menores delincuentes” Máximo
Gorki, entre 1920 y 1928, y de la Comuna Félix Dzerzhinsky,
entre 1927 y 1935.(1)
La colectividad que organizó Makarenko fue un fenómeno
tan novedoso como la propia sociedad socialista que se estaba construyendo en toda la Unión Soviética. Tal tipo de
colectividad pudo construirse, precisamente, como parte de
la lucha por la construcción del socialismo en la República
de Ucrania.
Estas experiencias fueron relatadas en dos de sus obras:
“Poema Pedagógico” y “Banderas sobre las torres”. A través
de los distintos capítulos, que cuentan episodios de la vida
cotidiana en la colonia, Makarenko expone los principios pedagógicos que guiaron su práctica, poniendo de relieve los
profundos debates que mantenía con otros pedagogos idealistas de la época, especialmente, con quienes Makarenko denomina “el Olimpo Pedagógico”. Muchas de las cuestiones
teóricas y prácticas que allí plantea cobran gran actualidad
y vigencia para la educación de los niños y jóvenes para
nuestra época y nuestra realidad.
1- Máximo Gorki fue uno de los más importantes escritores rusos. Félix Dzerzhinski fue el primer jefe de la organización de seguridad
Checa, iniciador del programa estatal de lucha contra el vagabundaje infantil.
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Política y Teoría
LOS INICIOS: SITUACION DIFICIL
Y ALGUNOS PRINCIPIOS CLAROS
Hacia el año 1920, recién comenzaba a establecerse el poder soviético en la región de
Ucrania.(2) Allí, al igual que en toda la nueva
Unión Soviética, el antiguo régimen ruso había dejado como secuela legiones de niños y jóvenes desamparados, hambrientos, huérfanos,
vagabundos. Algunos se unían a pandillas,
mendigaban y robaban, otros eran utilizados
por bandas contrarrevolucionarias que asaltaban y cometían crímenes.
El Partido Comunista le encomienda a Antón Makarenko la organización y dirección de
una colonia para menores “delincuentes”, la
que pronto adoptaría el nombre del escritor
Máximo Gorki, quien, en su niñez, fue también uno de esos “niños de la calle”.
La discusión sobre el “problema de la corrección del hombre” ponía en cuestión de manera aguda todas las contradicciones de la sociedad de clases. Si ésta había causado la
marginación de esos jóvenes, empujándolos a
la delincuencia, plantear su reeducación o readaptación social significaba continuar considerándolos como los “inadaptados”, bajo los mismos parámetros de la antigua sociedad que la
revolución debía transformar de raíz. Los bolcheviques tenían clara una cosa: no querían
un “reformatorio” de menores, sino una “escuela de educación social”. El “hombre nuevo”
debía ser forjado de un modo nuevo. Pero....
nadie sabía cómo hacerlo... Había que poner
manos a la obra y aprender.
Las condiciones eran de extrema pobreza.
Con muy escasos recursos se debía acondicionar un predio prácticamente destruido, donde
antes de la Revolución había funcionado un
reformatorio de menores disuelto en 1917.
Makarenko relata que las “huellas pedagógicas” dejadas por ese antiguo instituto se podían rastrear a través de unos pocos cuadernos
viejos y rotos. Los “pedagogos” habían sido
“celadores”, probablemente suboficiales retirados, cuya obligación consistía en vigilar los
pasos de sus internos, y su pedagogía no tenía
complicaciones: “se expresaba exteriormente
por un instrumento tan simple como el palo”.
La búsqueda de educadores para la nueva
colonia resultó difícil: “nadie quería consagrarse a la educación del hombre nuevo”, todo el
mundo “temía a los golfos”.... Los pedagogos teóricos de la oficina provincial de Instrucción
Pública de Ucrania –una “casta de intelectuales
sin fuego revolucionario”, como los definiera el
delegado del Partido- no querían hacerse cargo
del problema, aunque siempre estaban dispuestos a criticar y a decir que las cosas debían hacerse de un modo distinto. Sin embargo, Makarenko pudo conformar un equipo con dos
jóvenes maestras, una de ellas recién salida del
liceo, y la otra caracterizada como “un experto
lobo pedagógico…” El personal se completaba
con un administrador y una cocinera.
Por fin, después de dos meses de acondicionamiento del lugar, llegaron a la colonia los
primeros seis muchachos, acompañados por
sendos “expedientes” lacrados. Los jóvenes tenían entre 17 y 18 años y todo un historial de
asaltos y robos, incluso a mano armada.
Los primeros meses, a pesar de la atención
cariñosa y paciente de Makarenko y de todo el
personal de la colonia, de los discursos sobre la
nueva vida que comenzaba, sobre la necesidad
de olvidar el pasado, etc., etc., los jóvenes no
sólo “ignoraban la pedagogía, sino la cultura
humana íntegra”. Se comportaban groseramente frente a las maestras, arrojaban platos
por el aire, o jugaban exhibiendo sus navajas,
se negaban rotundamente a hacer los pequeños trabajos que se le indicaban, como cortar
leña para las estufas, o sacar la nieve del camino. Por las noches, los muchachos se marchaban a la ciudad, donde bebían y hasta saqueaban a los aldeanos.
Un principio básico era no encerrarlos. Pero, ¿cuál era la pedagogía apropiada para resolver estos problemas?
Era evidente que la anterior experiencia de
los docentes “no se ajustaba en absoluto” a lo
que sucedía. Makarenko cuenta que por esa
época estudiaba libros de pedagogía como
nunca antes, pero sin encontrar las respuestas
necesarias. En cambio, las lecturas le confir-
2- Ucrania se liberó recién a comienzos de 1920, después de una guerra civil prolongada. Establecido el poder soviético en la región,
todavía por bastante tiempo siguieron actuando bandas contrarrevolucionarias.
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maban que era preciso “deducir la teoría del
conjunto de fenómenos reales que transcurrían
a mis ojos...” Se requería un análisis y una acción inmediata, porque la colonia estaba adquiriendo cada día más “el carácter de una
cueva de bandidos”. En cada momento debían
determinarse las contradicciones principales a
resolver y encontrar las formas para ello.
UNA INCONGRUENCIA PEDAGOGICA
Makarenko cuenta que “estaba decidido a
ser dictador si no salía con ningún otro sistema”. Al día siguiente, les planteó a los muchachos:
“-Elijan qué les conviene más. En la colonia
tiene que haber disciplina, si no les gusta pueden marcharse, pero el que se quede aquí observará la disciplina, porque aquí no habrá
una cueva de ladrones.”
El primero en reaccionar fue el mismo Zadorov, quien le tendió la mano a Makarenko y
le dijo:
“-Tiene usted razón, más nos conviene estar
aquí que ir a la cárcel (...) además, no somos
tan malos, nosotros comprendemos....”
Cinco días después, las maestras volvieron
a hablar del tema con Makarenko, una de ellas
le dijo:
“-¿Sabe usted qué es lo más triste de esta
historia? (…) Es que los muchachos refieren su
hazaña con admiración. Están incluso dispuestos a enamorarse de usted, y Zadorov el
primero de todos. ¿Cómo explicarlo? No lo
comprendo. ¿La costumbre de la esclavitud?”
“-No, aquí no se trata de esclavitud. (…)
Analícelo usted bien: Zadorov, más fuerte
que yo, podía haberme mutilado de un golpe. … Además, no tiene miedo a nada, como
tampoco tienen miedo a nada los demás. En
toda esta historia ellos no ven los golpes, sino la ira, el estallido humano. Comprenden
muy bien que igualmente podía no haber
pegado a Zadorov, que podía haberle devuelto a la comisión (3) por incorregible,
que podía ocasionarles muchos disgustos
graves. Pero yo no hice eso y procedí de una
manera peligrosa para mí, aunque humana
y no formal. Y, por lo visto, la colonia, a pesar de todo, les hace falta. La cosa es bastante complicada. Además, ellos ven que
nosotros trabajamos mucho para su servicio. A pesar de todo, son personas. Y éste es
un hecho de suma importancia.”
Una mañana, Makarenko les dijo a los chicos que todos debían ir al bosque a cortar leña.
La respuesta provocativa de Zadorov, uno de
los líderes del pequeño grupo de educandos,
colmó la paciencia de Makarenko y éste reaccionó desesperadamente dándole varias bofetadas. Zadorov, asustado, le pidió disculpas.
Los cinco chicos permanecían inmóviles junto
a sus camas. Entonces Makarenko, mostrando
todo su enojo, los conminó a hacer de inmediato la tarea indicada o bien a marcharse fuera
de la colonia. Ya en el galpón donde guardaban
las herramientas tomó un hacha en la mano y
ordenó a los muchachos que se repartieran hachas y serruchos. Por un momento dudó (¿no
sería peligroso repartir herramientas a estos
“delincuentes”?), pero, ya estaba “en el baile”:
fue con ellos al bosque. Para su asombro, todo
marchó bien y estuvieron trabajando hasta la
hora de comer. Durante un alto Zadorov lanzó
de repente una carcajada: “-¡Vaya una historia!”, se reía. “–¿Te referís al trabajo?,” le preguntó Makarenko. “-También al trabajo, pero
hay que ver cómo ha zumbado usted”, le respondió Zadorov sonriendo.
Lo ocurrido ese día atormentaba a las otras
educadoras, y ambas censuraban a Makarenko: ¿acaso el método de la violencia era lo único que funcionaba con estos chicos? Una de
ellas lo increpó muy enojada:
“-¿Díganos cómo es, tendremos que andar a
las bofetadas?, ¿y yo también puedo?, ¿o sólo
usted?”
Efectivamente, el episodio marcó un viraje
“-Lidia, ya le contestaré más tarde. Por aho- en el terreno de la disciplina. Y Zadorov no
ra ni yo mismo lo sé. Espere un poco”, le res- tardó en transformarse en el alumno de más
pondió Makarenko.
confianza de Makarenko.
3- Se refiere a la sección de Educación Social del Ministerio de Instrucción Pública.
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Política y Teoría
PROBLEMA: LOS ROBOS INTERNOS
¿Quiénes son los verdaderos “amos”
en la colonia?
Al poco tiempo llegaron “refuerzos”: unos
treinta chicos nuevos verdaderamente desamparados. Comenzaron los robos internos. Desaparecían provisiones y víveres y distintos objetos, como herramientas o sábanas. Makarenko
creía que el responsable era alguno de los mayores, temido por los demás. Un día desapareció de
su cajón el dinero para el pago de seis meses de
salario de los docentes. Makarenko rogaba a los
chicos que lo devolvieran porque podría ser acusado de defraudación. Unos pequeños le dijeron
que sabían quién era el responsable pero que no
lo delatarían, sólo tratarían de convencerlo para
que devuelva el dinero. Efectivamente, el dinero
apareció tirado pocos días después, aunque no el
responsable.
Los robos se sucedían casi a diario. Makarenko reunía a los chicos y les hablaba de todas
las maneras posibles: “-¿no ven que se están robando a ustedes mismos? Son ustedes los que
ahora no tendrán carne o pasarán la fiesta sin
caramelos...” Pero, a pesar de las palabras no
había ninguna reacción. El interés común, colectivo, parecía no existir... Muchos opinaban
que se necesitaba contratar guardias armados.
Todavía, el sentimiento que predominaba
entre los colonos (4) era que nada de la colonia
les pertenecía. ¿Cómo hacer que los chicos
aprehendan la noción de “nuestro”?
“-¡A mí qué van a robarme! Yo no tengo aquí
nada mío.”- dijo Zadorov en una de las charlas.
Makarenko entendió entonces que la cuestión principal aquí era que los chicos debían
ser los verdaderos “amos” de la colonia. Uno
de ellos dijo:
“-Por ahora no nos damos cuenta, pero,
dentro de poco, todos comprenderemos que en
la colonia no se debe robar. Incluso muchos lo
comprenden ya ahora. Pronto vigilaremos nosotros mismos...”
Un día el robo fue mayúsculo. Esta vez habían desvalijado a una anciana cocinera cuando se retiraba de la colonia. Lo robado era tan-
to que seguramente iba a ser imposible ocultarlo. Makarenko decidió despertar a los dos
colonos mayores y al administrador y hacer un
registro general en toda la colonia. Recuperaron todo lo robado y apareció el principal autor de los robos: Burun, un joven de 17 años,
que había llegado a la colonia por su participación en una banda de ladrones cuyos miembros mayores habían sido casi todos fusilados.
Se realizó el primer tribunal popular en la historia de la colonia. “En el dormitorio, sobre
las camas y las mesas, se instalaron los jueces
negros y harapientos.”
“-¡Hay que meterte entre barrotes, encerrarte en la cárcel! Por tu culpa hemos pasado
hambre”, lo increpaba uno de los pequeños.
“-No, no hay que expulsarlo, a cualquiera
puede sucederle. Lo que sí hay que hacerle es darle en los morros (5) como es debido”, decía otro.
“-Vos no has crecido para darme a mí en los
morros, si es preciso me abofeteará el Director,
pero vos no tenés nada que ver en eso...”, le
contestó Burun.
Entonces saltó otro de los chicos y dijo con
viva voz dirigiéndose a todo el grupo:
“-¿Cómo? muchachos, ¿tenemos que ver con
eso nosotros o no?”.
“–Claro que sí, nosotros te azotaremos, gritaron todos.”
Makarenko y Zadorov lograron apartar a
los chicos que ya se habían lanzado sobre Burún. Éste reconoció ante la asamblea que todos tenían razón y pidió que Makarenko lo
castigara. Parecía que por fin en los chicos asomaba algo de “aglutinante social”, reflexionaba Makarenko.
Ya en la oficina del director y con lágrimas
en los ojos, Burún prometió que jamás volvería a robar. “Mientes, eso lo has prometido ya
a la comisión”, gritó Makarenko.
“-¡Una cosa es la comisión y otra es usted!
Castígueme como quiera pero no me eche de la
colonia. Aquí estoy a gusto, aquí se estudia. Yo
quiero estudiar. Y si he robado es porque siempre tengo hambre.”
Burún cumplió su palabra, nunca más volvió a robar, ni en la colonia ni en otro lugar.
4- Miembros de la colonia
5- La nariz.
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Imágenes de una asamblea en la colonia, y de la Fiesta de la cosecha en 1925.
LAS “FORMAS ORGANIZATIVAS”
SON “CONTENIDOS”
Ante los problemas cotidianos, fueron surgiendo distintas formas organizativas fundamentales para la colonia que, como verdaderos
“hallazgos”, “habrían de determinar largo
tiempo las formas de nuestra colectividad.”
Era precisamente a través de estas “formas”
que se materializaba la construcción de una
colectividad socialista en la colonia Gorki y se
educaban los jóvenes. Tal vez el más importante de estos “hallazgos” fue el de los destacamentos y sus jefes. Señala Makarenko:
“La importancia de principio del sistema de
nuestros destacamentos se hizo notoria bastante
más tarde, cuando los destacamentos agitaron
el mundo pedagógico.... En 1923 nadie suponía
que en nuestro bosque estaba naciendo una institución importante, alrededor de la cual habrían de crepitar tantas pasiones.”
EL PRIMER DESTACAMENTO
Empezaba el invierno y las reservas de
combustible se estaban agotando. En toda la
Unión eran épocas de extrema escasez. En una
reunión general decidieron movilizar a los jóvenes más fuertes y mejor calzados para las
“faenas forestales”. Se constituyó así un grupo
de veinte muchachos que salía por las mañanas al bosque y regresaba al anochecer, con la
carga de leña y ramas. Hambrientos y alegres,
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Política y Teoría
los chicos relataban a todos las aventuras vividas durante el día. El responsable del grupo
–Burún- informaba sobre los resultados del
día de trabajo:
“-Nuestro destacamento ha juntado hoy
por lo menos doce carros. Dijimos que para navidades tendríamos mil, y los tendremos....”.
Así, de pronto, apareció la palabra “destacamento”, cargada con el romanticismo propio de la época revolucionaria, evocando la
imagen de los destacamentos de la guerra de
guerrillas, que en Ucrania fue particularmente larga, y de los cuales los chicos sólo conocían leyendas y relatos. También se discutió entre todos que al responsable del
destacamento se le llamaría “jefe”, igual que
en el Ejército Rojo.
Finalizado el acopio de leña, el destacamento de Burún pasó íntegro a otra tarea. Además, en el orden del día se dispuso la organización de un segundo destacamento, al mando
de Zadorov, para trabajar en los talleres. En
muy poco tiempo se desarrollaron otros destacamentos con sus jefes, cada uno asignado a
distintos trabajos fijos: herrería, zapatería,
cuidado de los cerdos, los caballos. Otras tareas rutinarias, como las guardias, la atención
del comedor, la limpieza, etc., también eran
cumplidas por los destacamentos, pero en forma rotativa.
Al principio, era Makarenko quien designaba a los jefes, y convocaba con frecuencia a reuniones de jefes para decidir con ellos distintas
cuestiones de la tarea. A estas reuniones los
muchachos no tardaron en darles el nombre de
“Soviet de jefes”. Explica Makarenko:
“-Yo me acostumbré pronto a no emprender
nada importante sin consultar con los jefes, y,
poco a poco, la propia designación de los jefes
pasó a ser asunto del Soviet,... la elección de
cada nuevo jefe se acompañaba siempre de una
discusión sumamente minuciosa. (...) Norma
muy importante, mantenida hasta hoy, fue la
prohibición absoluta de que el jefe gozase del
menor privilegio: nunca obtenía ningún suplemento ni se libraba del trabajo.”
A los pocos meses, se introdujo una importante innovación en el sistema de los destacamentos: el destacamento mixto. Éste era
un destacamento temporario, constituido a lo
sumo para una semana, con una función breve y concreta relacionada con la diversidad de
trabajos que se requerían en la colonia: labrar tal o cual sector del campo, limpiar las
semillas o el establo, sembrar, etc. Algunos
destacamentos mixtos necesitaban dos miembros; otros, cinco, ocho, veinte. Siempre, uno
de los miembros era nombrado como jefe. En
cuanto concluía el trabajo, el destacamento
dejaba de existir y cada chico pasaba a formar
parte de algún nuevo destacamento mixto.
Los jefes eran designados por el Soviet de jefes, que procuraba siempre que todos pasaran por la prueba del mando. De este modo,
la mayoría participaba no sólo en las funciones de trabajo sino también en las de organización. Observa Makarenko:
“Esto era exactamente lo que hacía falta para una educación comunista. (…) Gracias a
ello, nuestra colonia se distinguía, a partir de
1926, por una capacidad visible de adaptarse a
cualquier tarea, y para el cumplimiento de los
detalles aislados de esta tarea siempre encontrábamos en abundancia organizadores capaces y ricos en iniciativa, gente dinámica, a la
que se podía confiar lo que fuese.”
El destacamento permanente era la colectividad primaria de los miembros de la colonia,
y aunque el sistema de destacamentos permanentes y mixtos parecía muy complicado, todos conocían muy bien su puesto en cada uno.
Los jefes de los destacamentos permanentes iban al trabajo como simples miembros de un destacamento mixto y durante el
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trabajo estaban a las órdenes del jefe del
mismo. Se consideraba que sus responsabilidades como jefes ya eran bastantes: cuidaban que todos sus compañeros se levantaran
y asearan, que cumplieran las tareas asignadas en el trabajo y que estudiaran en la escuela; también, los ayudaban con los deberes escolares, protegían a los pequeños, les
leían y les inculcaban hábitos de higiene.
Cada destacamento permanente era como
una familia cohesionada, ya que sus integrantes eran de diferentes edades y compartían el dormitorio. De este modo, los menores y los nuevos (que permanentemente se
incorporaban a la colonia) iban aprendiendo
de los mayores las tradiciones y las reglas de
la colectividad. Las niñas, quienes eran relativamente pocas, constituían un único destacamento aparte.
El Soviet de jefes se reunía a diario y planificaba los diversos tipos de trabajo de los destacamentos mixtos, su duración, responsables,
etc. Pero, las cuestiones más importantes para
la vida de la colonia eran decididas en la
asamblea general de todos los miembros de
la colonia.
Makarenko consideró que la introducción
de los destacamentos mixtos fue:
“-la más importante innovación de nuestra colectividad en sus trece años de existencia. Sólo ella permitió a nuestros destacamentos fundirse en una colectividad auténtica,
fuerte y única, dentro de la que había diferencias de trabajo y de organización, democracia
de la asamblea general, órdenes y sometimiento del camarada al camarada, pero en la que
no se formó ninguna aristocracia, ninguna
casta de jefes.”
Así, la asamblea general, el sistema de
destacamentos permanentes y mixtos y el soviet de jefes se transformaron en las instituciones que caracterizaron la vida y la identidad de la colonia, expresión del ejercicio del
poder en manos de los “verdaderos amos” de
la colonia. Poco a poco, fueron apareciendo
otras instituciones que iban haciendo más
compleja la organización de la colonia, las
que actuando combinadas eran los instrumentos pedagógicos fundamentales de la colectividad.
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CUESTIONES DE ESTADO:
AMPLIANDO LAS PERSPECTIVAS
En el capítulo “Cuestiones de Estado”, Makarenko relata cómo los chicos comenzaron a
participar en cuestiones externas a la colonia.
La primera misión que se les encomendó fue la
custodia del bosque y de una carretera estatal donde
eran frecuentes los asaltos de bandidos. Para esta
misión, organizaban guardias armadas que acompañaban la recepción de las provisiones para la colonia.
Un día, los chicos de guardia descubrieron a uno de
los ladrones que estaba talando en el bosque y lo llevaron a la colonia para que diera explicaciones, lo hicieron devolver lo robado.
Estas vivencias cotidianas eran las que
iban alimentando el sentimiento de “dueños”
entre los chicos, quienes comenzaron a llamarse a sí mismos “colonos”.
Otro de los episodios con mucha significación
fue la lucha contra los fabricantes de samogón,
una especie de aguardiente casero de pésima calidad que los campesinos bebían y vendían a los
muchachos. Varios chicos aparecieron totalmente borrachos. Makarenko pensó que para erradicar el problema tendría que confrontarse con los
proveedores de alcohol de la zona. Al día siguiente consiguió una autorización de la milicia
provincial para luchar contra el samogon en el
territorio. “-No te metas en este asunto sucio.
Aquí hay montado todo un negocio...”, le aconsejaban algunos a Makarenko.
En el dormitorio Makarenko previno a los
muchachos:
“-Les digo sinceramente que no permitiré
beber a ninguno. Y expulsaré del caserío a esa
banda de fabricantes de samogon. ¿Quién
quiere ayudarme?”
Muchos se quedaron perplejos con esta declaración de Makarenko, a otros le brillaban
los ojos. Makarenko armó un grupo de tres
ayudantes. Ya avanzada la noche se pusieron a
elaborar un plan:
“-Si atacamos una casa, en las otras esconderán el samogon, tres personas son pocas”, dijo uno de los muchachos observando el plano
del caserío.
“-Es que hay tanto samogon?”
“-En casi todas casas lo fabrican, hasta en
la familia del propio presidente (del Soviet rural), las mujeres lo venden en la ciudad...”
Las dos pedagogas cuestionaron a Makarenko: “-¿Es tal vez un trabajo pedagógico?”
“-Se trata, precisamente de un trabajo pedagógico, venga usted mañana con nosotros.”
El grupo conformado por Makarenko, una
de las maestras y tres de los muchachos, comenzó por la casa de la familia del presidente del soviet rural. Allí, destruyeron la máquina de fabricar samogón y todas las
existencias de la bebida que almacenaban en
el galpón. El mismo día, continuaron con la
tarea en otras cinco casas de la zona. Makarenko relata los diálogos que tenían con los
campesinos, todos con enseñanzas, tonos irónicos y humor. El Presidente del Soviet de
campesinos los increpó:
“-Está claro, tienen una autorización, pero
la gente se molesta. Si una colonia cualquiera
se dedica a hacer esto no se podrá asegurar al
Poder soviético que este asunto concluirá bien.
Yo mismo lucho contra el samogon.
“-Pero también usted tiene un aparato, dijo
uno de los chicos en voz baja pero fijando sus
ojitos brillosos en los del presidente.”
“-¡Vos, a callar! ¿Quién sos? ¿De la colonia? Llevaremos este asunto hasta lo más alto,
y entonces se verá por qué cualquier criminal
puede injuriar libremente a los presidentes de
los organismos locales.” (6)
Sobre estos hechos reflexiona Makarenko,
apuntando a uno de los núcleos de la pedagogía:
“Más que las convicciones morales y que la
ira, fue esta lucha verdaderamente práctica e
interesante lo que originó los primeros brotes
de un buen ambiente colectivo.”
A partir del análisis de experiencias como
la anterior, Makarenko fue elaborando una teoría pedagógica que integra varios principios e
“instrumentos pedagógicos”. En tal sentido,
consideró que:
“La segunda institución importante entre
nosotros era el sistema de la perspectiva”.
Ésta consiste en la organización de nuevas
perspectivas, en la utilización de las que ya
existen y en el planteamiento gradual de otras
6- Según narra Makarenko, esta persona fue destituida un tiempo después de estos hechos.
120
Política y Teoría
Destacamento forestal.
más valiosas. La organización de la colectividad comienza por el planteo de un objetivo colectivo común a todos los miembros de la colonia, no sólo a una parte o a una clase:
“Se puede comenzar por una buena comida, por un espectáculo de circo, por la limpieza del estanque, pero siempre hay que despertar a la vida y extender gradualmente las
perspectivas de la colectividad entera hasta
conseguir que lleguen a las perspectivas de toda la Unión Soviética (…).”
Varios “instrumentos pedagógicos” confluyen para lograr esta ampliación de las perspectivas en cada uno de los chicos: su inclusión en un destacamento permanente como
primer lugar de pertenencia, y donde se empapa de las tradiciones de la colonia, la participación en la asamblea general, donde se
aprueba el plan de trabajo y se deciden cuestiones importantes para la vida colectiva, su
participación en los destacamentos mixtos,
que permiten a todos el ejercicio de funciones
de responsabilidad a través de la rotación de
sus jefes, y su participación en distintos grupos de su interés, como la banda de música,
los clubes de cine o teatro, entre otros.
Por otra parte, la trama de relaciones de los
chicos se va ampliando a las comunidades vecinas a través de los trabajos y servicios que reali-
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zan en los talleres, como la reparación de ruedas
y herramientas agrícolas. También, con las actividades culturales y festejos que se organizan y
a las que se invita a los vecinos, o las salidas organizadas para distintos eventos, entre otras.
El ejercicio cotidiano de tomar decisiones y
hacerse responsables de ellas fue un factor
fundamental para que gradualmente desaparecieran los robos en la colonia.
EL TRABAJO: EJE ORGANIZADOR
DE LA VIDA EN LA COLONIA
La organización de la colonia cubría todos
los aspectos de la vida de los niños y jóvenes:
se integraban el estudio, el trabajo, la instrucción militar y educación física, y actividades
sociales, culturales y artísticas.
Al estudio se le dedicaban cuatro horas diarias, con dos meses de vacaciones en el verano.
En la etapa de los inicios de la colonia Gorki, los
chicos seguían los grados de la escuela primaria
oficial. Al finalizar, muchos de los chicos continuaban estudiando en la ciudad, para lo cual la
colonia los ubicaba y asignaba una beca para su
manutención. Años después, la comuna contaba
con una escuela completa de diez grados, equivalente al primario y secundario de esa época.
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Al trabajo le correspondían otras cuatro horas, aunque las jornadas se extendían en épocas de cosecha o cuando había tareas extraordinarias. Además, dedicaban una o dos horas a
instrucción militar y el resto del tiempo a
otras actividades políticas, sociales y culturales. Por las noches, en los dormitorios se leía,
conversaba y jugaba hasta las 11 de la noche,
cuando se apagaban las lámparas.
EL TEATRO
El teatro era una actividad de gran importancia para la colonia, especialmente a partir
de 1923, cuando consiguieron armar un verdadero escenario y una sala con bancos para
seiscientos espectadores. Durante el invierno
le dedicaban casi todo el tiempo libre a la preparación de las obras. Cada sábado se representaba una obra distinta, llegando a representar unas cuarenta obras por temporada.
Cuenta Makarenko que no se trataba de
“obritas simples”:
“Con una audacia incomparable, (…) sólo
preparábamos obras serias y largas, de cuatro
o cinco actos, repitiendo el repertorio de los teatros de la capital”.
Todos los chicos participaban en las distintas
tareas: como actores en los distintos personajes,
preparando los decorados, haciendo los efectos
de sonido o de luces, manejando el telón, atendiendo al público, el guardarropa o la limpieza.
Makarenko dirigía él mismo las obras y hacía de
apuntador durante la representación.
Para sorpresa de todos, la afición de los campesinos por el teatro era enorme, venían muchos de los caseríos cercanos, pero, también
asistían obreros de las barriadas suburbanas, ferroviarios de la estación y de la fábrica de locomotoras, y pronto comenzó a asistir gente de la
ciudad, maestros, empleados del Comisariado
del Pueblo de Instrucción Pública, empleados
soviéticos, trabajadores de las cooperativas, simples muchachos y muchachas, conocidos de los
chicos, y conocidos de los conocidos.
Los vecinos ya no se asustaban de los chicos, al contrario. Desde la hora del almuerzo, a
pesar del frío invernal que llegaba a 25 grados
bajo cero, empezaban a instalarse cerca del te-
122
Política y Teoría
atro los que venían de lejos. Con el teatro, la
vida cultural de la colonia y las relaciones sociales con las comunidades vecinas se fueron
ampliando y consolidando.
LA INSTRUCCION MILITAR
La instrucción militar se incorporó desde
los inicios. Cuenta Makarenko que, con los pocos conocimientos de formación y gimnasia
militar que tenía, pero sin vacilación pedagógica, comenzó a dedicar todos los días una o
dos horas a esta actividad en la que participaba toda la colonia. Al principio, realizaban el
entrenamiento en el patio y, a medida que iban
aumentando sus conocimientos, también extendían el campo de operaciones, hasta cubrir
todo el territorio ocupado por el caserío. Makarenko era muy severo durante la instrucción pero a los muchachos les gustaban mucho los juegos tácticos y aprobaban tal actitud.
Pronto fue notable la influencia positiva que
tenían los ejercicios militares en muchos sentidos: “Cambió por completo el aspecto del colono:
se hizo más esbelto y más fino, dejó de recostarse en las mesas y en las paredes…. Ya los nuevos
colonos empezaron a distinguirse notablemente
de los viejos. Hasta el propio andar de los muchachos se hizo más seguro y flexible; ahora
iban con la cabeza erguida y empezaban ya a
echar al olvido su costumbre de tener siempre
metidas las manos en los bolsillos.”
Los colonos fueron aceptados en las filas
de la instrucción militar general de los campesinos de la zona, por lo que se les proveyó
de fusiles de verdad. Esto tenía para ellos una
gran significación, primero, porque se dejaba
de lado su “tenebroso pasado de infractores de
la ley” y, además, porque podían sentirse parte de la nueva sociedad que se estaba construyendo y cuya defensa era concreta: el poder soviético eran también los miembros de
la colonia Gorki.
Junto con estos cambios físicos y de actitud, y fruto de los juegos e imaginación que
siempre acompañan toda actividad juvenil,
aparecieron muchos “elementos nuevos”, los
cuales se iban incorporando en la vida de la colonia y fortalecían sus tradiciones e identidad.
“-Entonces, resulta que Gorki es como nosotros? ¡Eso sí que es fantástico!”.
Escribe Makarenko a propósito de este episodio: “La vida de Máximo Gorki pasó a formar parte de nuestra vida. Algunos de sus episodios llegaron a ser entre nosotros elementos
de comparación, fundamentos para los motes,
pancartas para las disputas, escalas para la
medición de los valores humanos.”
EL PAPEL DEL KOMSOMOL
Guardia en la Colonia.
Por ejemplo, el uso de la trompeta, en lugar de
la campana, y la composición de “señales para
todos los casos de la vida colonística”.
Claro que cuando los pedagogos del “olimpo” se enteraron de estas aficiones militares,
no tardaron en ponerles el mote de “cuartel”, lo que incrementaba un poco más las
hostilidades y los sordos debates que mantenían con las ideas y las prácticas pedagógicas
de Makarenko.
LAS LECTURAS NOCTURNAS
Por las noches, en los dormitorios, se hacían lecturas colectivas “a la luz de los quinqués(7)”. Los chicos gustaban mucho de las novelas de aventuras; los más entusiastas
continuaban leyendo solos hasta más tarde o
en ratos libres durante el día.
Una de las lecturas que más impactó a los
chicos fue la novela autobiográfica Mis Universidades, de Máximo Gorki, donde pudieron
descubrir que este escritor había sido en su infancia un niño como ellos:
Para el año 22, los chicos se reconocían con
orgullo como proletarios. Los mayores ya podían describir con más detalle lo que esperaban del futuro y hacia dónde tendían. Destaca
Makarenko:
“Para los colonos, los grandes talleres ferroviarios de la ciudad eran el tope de sus aspiraciones (…), donde había un conglomerado
de hombres con un pasado revolucionario glorioso y objetos estimables” (como tornos y locomotoras). En los talleres, los colonos conocieron y se hicieron amigos de miembros de la
organización del Komsomol, quienes, a su vez,
visitaron la colonia.
Y comenzó la discusión: ¿Por qué las Juventudes Comunistas no podían organizarse
también en la colonia? ¿Cómo puede haber
Komsomoles en la colonia si entre los colonos hay muchos elementos delincuentes,
“gente turbia”?
Alrededor de esta cuestión, resurgían viejas
discusiones: primero, sobre el pasado turbio
de los chicos: ¿había que escudriñarlo continuamente, como indicaría la lógica médica al
tratar una enfermedad, o era mejor olvidarlo?
Para Makarenko, el método fundamental de
reeducación de los delincuentes se basaba en
la ignorancia completa de los antiguos delitos.
“En la colonia pude atraer a mi criterio a
todos los educadores, y ya en 1922 pedí a la comisión que dejase de enviarme los “expedientes”. Del modo más sincero dejamos de interesarnos por los antiguos delitos de los colonos, y
lo hacíamos tan bien, que hasta los propios colonos no tardaban en olvidarlos. Me alegraba
7- Los quinqués eran las lámparas o faroles de la época .
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123
mucho ver cómo desapareció gradualmente en
la colonia el interés por el pasado.”
¿Cuándo se podía admitir a un colono en el
Komsomol y cuándo no, y quién se encararía
de resolver esa cuestión? Makarenko planteaba que esta cuestión la resolvería, justamente,
la organización del Komsomol que funcionase
en la colonia.
Pero, sobre la interpretación del concepto
“corregirse”, se daba tal vez la discusión más
profunda. “Para nosotros, no bastaba “corregir” a una persona. Era preciso educarla de un
modo nuevo, no para hacer simplemente de ella
un miembro inofensivo y seguro para la sociedad, sino para convertirla en un elemento activo
de la nueva época. ¿Y cómo podía educarse esta
persona si anhelaba incorporarse al Komsomol
y no se la dejaba ingresar, recordándosele delitos
antiguos, delitos, al fin y al cabo, infantiles?”
Finalmente, en el verano del 23, el Comité
Central de las Juventudes Comunistas de
Ucrania nombró a un instructor político para
la colonia y resolvió organizar en la colonia
una célula, integrada por nueve komsomoles.
UNA PEDAGOGIA DE LA LUCHA
Desde sus inicios, con apenas seis educandos, la colonia Gorki pasó por varias etapas,
siempre marcadas por debates muy agudos y
el planteo de nuevas perspectivas y desafíos. A
fines de 1922, su crecimiento los obligó a la
búsqueda de un lugar más grande y la preparación de los edificios. Ya en Poltava, el nuevo
lugar, se da el florecimiento de las principales
instituciones y tradiciones de la colonia, que
tenía en ese momento alrededor de 100 chicos
y todo un sistema de organización y de trabajo
afianzado. Los éxitos eran evidentes.
Sin embargo, en el año 1925 se sucedieron
varios hechos inquietantes, de los cuales el
más terrible fue que uno de los chicos se suicidó. El motivo aparente fue que la chica que
quería –también miembro de la colonia- se negó a casarse con él; en cambio, la niña partía
al día siguiente con el grupo que se iba a la ciudad para seguir los estudios secundarios.
Makarenko meditaba alrededor de lo ocurrido, sentía que se avecinaba una crisis:
124
Política y Teoría
“En una colectividad como la nuestra, la
falta de claridad en las rutas personales no podía originar la crisis. Las rutas personales son
siempre confusas. ¿Y qué es una ruta personal
clara? ¿Es la renuncia a la colectividad (…)?
Me imaginé la fuerza de la colectividad de los
colonos y repentinamente comprendí en qué consistía la cuestión: naturalmente, todo consistía
en el estancamiento. No se podía tolerar ningún
estancamiento en la vida de la colectividad.
Me alegré como un niño: ¡qué magnífica es
la dialéctica! (…) La ley universal de desarrollo general comenzaba únicamente ahora a poner de manifiesto su verdadera fuerza. La forma de existencia de una colectividad humana
libre es el movimiento adelante: la forma de su
muerte es el estancamiento. Sí, nosotros habíamos permanecido casi dos años en el mismo sitio: los mismos campos, los mismos viveros, los
mismos talleres y el mismo ciclo anual.”
Hacia 1926 se plantea una nueva perspectiva de crecimiento, esta vez con la mudanza y
fusión con otra colonia juvenil totalmente desquiciada. Lo que se llamó el “Asalto a Kuriazh” (así se llamaba el lugar) constituyó una
prueba muy importante. Kuriazh se encontraba a seis kilómetros de Jarkov, en el recinto de
un antiguo monasterio. En unas de sus cartas
a Gorki, Makarenko describía el panorama:
“Es difícil imaginarse un mayor grado de
abandono, administrativo, pedagógico y, simplemente, humano. Trescientos niños viven aquí
sin lavarse, sin saber qué son el jabón y toalla,
hacen sus necesidades en cualquier sitio, porque
no hay retretes, se han desacostumbrado a todo
lo que se parece al trabajo y a la disciplina”.
Todos lo debates pedagógicos mantenidos
hasta ese momento se agudizaron: ¿no se estaría poniendo “en riesgo” lo avanzado por los
gorkianos? Los colaboradores de Makarenko
decían alarmados:
“¡Qué catástrofe si los once pequeños destacamentos de gorkianos, organizados y templados en seis años de lucha, con experiencia, ideales, tradiciones y costumbres comunes,
perecen en un cuadro lamentable, (…) donde
conviven “trescientos chiquillos completamente embrutecidos, depravados, rabiosos…. Es
una descomposición animal, biológica…ni siquiera una anarquía… No debemos ir… Claro
que hay que hacer algo, pero no sacrificar esta
colectividad…. Hay gente que vería con gusto
que usted –Makarenko- fracase en Kuriazh…”
Ante estas advertencias, Makarenko sostenía, no sin angustia, que:
“La lucha contra Kuriazh es necesaria no
sólo para los muchachos de allí y para mis enemigos, sino también para nosotros, para cada
colono. Esta lucha tiene una significación real…Mézclese entre los colonos, escúchelos y verá que la retirada es ya imposible. “
“-Por qué ellos no tienen miedo y yo sí”, decía otro de los maestros, contemplando a los
chicos que trabajaban y cantaban, preparándose para la mudanza.
“-Tenés miedo por vos”, preguntó Makarenko.
“No, por mi no tengo ningún miedo, (…)
tengo miedo por vos, por ellos, por todos…
¿Quién sabe cómo terminará todo esto?”
“-Ellos cantan porque están felices, van a la
lucha. Y poder luchar por una vida mejor es
una gran felicidad.”
La colectividad toda había asumido esta
nueva perspectiva y tenía la fuerza para multiplicar la experiencia de organización de los
gorkianos a otros horizontes.
La mudanza a Kuriazh fue planificada muy
cuidadosamente. Se organizó para ello un destacamento de avanzada de diez muchachos
–todos miembros del Komsomol-, que con Makarenko y dos educadoras se trasladó al nuevo
lugar para conocer a los chicos de allí y “preparar el terreno”. El resto debía embalar todo
para trasladarse un par de semanas después.
Makarenko narra con todo detalle el operativo y los días de “reconocimiento del terreno”
en Kuriazh, donde el destacamento de avanzada hizo, fundamentalmente, un trabajo de tipo
“psicológico” con los pequeños grupos y sus líderes. Por otra parte, Makarenko exigió a las
autoridades que despidieran a los antiguos docentes, y asignaran un sueldo mayor para los
quince nuevos que seleccionó.
Un capítulo aparte es todo lo ocurrido el primer día en Kuriazh: la impresionante entrada de
los gorkianos formados, las palabras de Makarenko, declarando fusionadas las dos colonias, la
conformación de los nuevos destacamentos mezclados, la primera asamblea general, las impresiones causadas entre los muchachos y chicas, y
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también entre las autoridades del ministerio que
participaron de la jornada.
Destaca Makarenko que el trabajo de reconocimiento previo, recorriendo los dormitorios durante dos semanas, permitió que el soviet de jefes conformara los nuevos
destacamentos “con farmacéutica exactitud”,
teniendo en cuenta “los vínculos de la amistad
y los abismos del odio, los caracteres, los gustos, las tendencias y las desviaciones.” Con la
misma atención habían sido distribuidos los
gorkianos: “los fuertes y los débiles, los enérgicos y los blandos, los austeros y los alegres, los
hombres verdaderos y los aproximados, todos
hallaron su puesto” en los nuevos destacamentos fusionados.
En la asamblea general se leyó la declaración de la célula de las Juventudes Comunistas Leninistas de la colonia de trabajo Gorki,
donde se proponía el plan de trabajo inmediato y se resolvía la conformación de los nuevos
destacamentos y sus jefes. Inmediatamente se
sometió a votación La aprobación fue unánime. Después de un rato de largos aplausos y risas, apareció Zadorov y pidió la palabra:
“-Amigos, quiero decirles dos palabras. Escuchad: yo fui el primer gorkiano, el más antiguo y en otro tiempo, el peor. Seguramente Antón Makarenko se acordará bien de ello. Pero
ahora soy ya estudiante del primer curso del
Instituto Tecnológico. Recién todos han aprobado una buena decisión, magnífica, palabra
de honor, sólo que es muy difícil de cumplir.
¡Es preciso reconocer que muy difícil! Pero, ya
que la han aprobado, no hay más que hablar.
(…) Pero, tengan en cuenta que lo que decide la
asamblea es una ley, hay que cumplirla”.
Los chicos miraban a Zadorov entre asustados y expectantes. Entonces, apareció otro de
los líderes y ordenó que comience la música y
el baile.
Por la tarde comenzaron con la tarea prevista, y para la hora de la cena no podía diferenciarse a los muchachos por su aspecto exterior. Los de Kuriazh se habían bañado, cortado
el pelo y tenían ropa nueva, igual a la de los
gorkianos. Todos juntos compartían las mesas
en el comedor y conversaban animadamente.
Una de las inspectoras más críticas de Makarenko le señaló, observando la situación:
125
“Todo esto, naturalmente, es bastante efectista. ¡Pero no es más que el aspecto exterior!
(…) Usted organiza a la juventud exteriormente. ¿No lo cree así?”
Irritado, Makarenko respondió:
“-Usted concibe a la juventud o, pongamos
por ejemplo, a un niño como una cajita: existe
el aspecto exterior, la envoltura o cosa así, y
existe lo interior, las tripas. Según usted, debemos ocuparnos únicamente de las tripas. Pero,
sin envoltura, este precioso contenido se desparramará.” (…)
El día de la llegada de los gorkianos a Kuriazh fue resuelto con mucho acierto el problema de la conciencia. Todo lo vivido durante ese
primer día hizo que los muchachos de Kuriazh
sintieran “invencibles deseos de ser miembros
de la colectividad gorkiana.”
“Yo me había ganado sólo la conciencia y esto era terriblemente poco. Al día siguiente, esta
circunstancia se reveló en toda su complejidad”.
¿Se trataba, tal vez, de una “sugestión colectiva”? Es que a la hora de cumplir con el plan de
trabajo acordado, reflexionaba Makarenko,
“existe una evidente distancia entre los elementos de la conciencia pura y los gastos musculares
directos. (…) El estilo se crea muy lentamente,
porque es inconcebible sin la acumulación de
tradiciones, esto es, de principios y hábitos, aceptados no ya por la conciencia pura, sino por el
respeto conciente de la experiencia de generaciones adultas, del gran prestigio de una colectividad íntegra, existente en el tiempo.”
“El desarrollo lento y gradual del esfuerzo
de trabajo, en las condiciones que imperaban
en Kuriazh por el mes de mayo, amenazaban
con forjar un estilo general de trabajo, expresado en las formas más grises, y poner punto
final al afán y al entusiasmo de los gorkianos
en el trabajo.”
Y para la formación de ese estilo, se preguntaba Makarenko,
“¿qué lugar que ocupan la voluntad, el amor
propio, la vergüenza, la sugestión, el espíritu de
imitación, el temor, la emulación, y cómo todo esto se combina con los fenómenos de la conciencia
pura, del convencimiento, de la razón?”
Los meses siguientes se caracterizaron por un
trabajo complejo y muy duro. Aquí, Makarenko
sostiene que el factor tecnológico (o pedagógico)
126
Política y Teoría
fundamental seguía siendo el destacamento.
El grupo de chicos podía ser muy cruel con
un holgazán, avergonzarlo delante de todos,
burlarse o dejarlo sólo. Pero, Makarenko tenía
buenos “ayudantes” entre los colonos mayores, muchos de ellos jefes de destacamento,
que sabían en el momento preciso hablarle a
solas a ese holgazán y decirle, por ejemplo:
“-¿Por qué se han metido contigo? Seguramente no has ido a trabajar ¿eh? ¡Qué gente!
No comprenden que es la última vez que lo haces. Y para qué mortificarte? ¡A uno pueden
ocurrirle muchas cosas en la vida! Cuando yo
ingresé en la colonia estuve siete días sin trabajar... Y vos sólo dos días.... En seguida me he
dado cuenta de que vos sos de los míos.”
El Komsomol fue el núcleo político y organizador, fundiéndose en los destacamentos de
la ya ahora nueva y unificada colonia.
MAS DEBATES
¿De dónde salen la iniciativa y la responsabilidad? ¿La disciplina: un medio o un
resultado?
Los teóricos del “olimpo pedagógico” sostenían -desde el más profundo idealismo- que la
“disciplina conciente”, de la que hablaba Lenin, debía brotar de la conciencia pura, del
simple convencimiento intelectual, de las ideas. Para ellos, si tal conciencia surgiera, por
ejemplo, de la experiencia de los mayores, esa
no sería una “disciplina verdadera”, sino
“amaestramiento” o imposición violenta, y por
lo tanto no válida.
Makarenko, partiendo de una concepción
materialista dialéctica de la educación, comprende que la iniciativa sólo puede surgir de la
experiencia social, de la actividad práctica concreta de la colectividad, y no de la “conciencia
pura”, del “vapor del alma”, de las ideas, o del
simple convencimiento intelectual. La disciplina, sostiene, no es una especie de “éxtasis” que
no se sabe de dónde viene: “La disciplina debe
estar acompañada de la comprensión de su necesidad, de su utilidad, de su obligatoriedad,
de su significación de clase”.
“Ustedes hablan de una iniciativa castrada, libre de todo trabajo, (...) o que a la inicia-
tiva le basta contemplar su propio ombligo”.
“La iniciativa vendrá cuando exista una tarea, cuando se tenga la responsabilidad del
tiempo perdido, cuando exista una exigencia
por parte de la colectividad.”
Este principio provoca la furia y los ataques
de los teóricos idealistas, quienes, sin embargo,
conciben un modelo de niño abstracto, reduciendo toda pedagogía a una “prédica moral”.
¿La perspectiva de la colectividad
o individual?
Para Makarenko, la vida en la colectividad
es la que permite que cada uno de los niños se
desarrolle, con toda la complejidad y riqueza
de sus personalidades. La educación de una
persona aislada no sirve para formar al nuevo
hombre soviético, ésto es posible sólo a través
de una educación basada en el colectivo. Una
verdadera colectividad no despersonaliza al
hombre, por el contrario, crea nuevas condiciones para el desarrollo de la personalidad.
Por eso, señalaba:
“Para trabajar con una sola persona hay
que conocerla y cultivarla. Si yo me imagino a
las personas como granos amontonados, si no
las veo en la escala de la colectividad, si las
abordo sin tener en cuenta que son parte de la
colectividad, no estaré en condiciones de trabajar con ellas.”
El debate era particularmente agudo con
teóricos idealistas e individualistas, quienes,
basados en la “sentencia de Rousseau: “cuidado con poner trabas a la naturaleza del niño”,
sostenían que el niño nace con la facultad de
su auto desarrollo (espontáneo) y que lo único
que hace falta es no ponerle trabas.
Makarenko elaboró nuevos principios de
educación, rechazando la fórmula tradicional
que se reduce a un profesor que todo lo sabe y
un alumno que no sabe nada. Llegó a la conclusión de que el trabajo pedagógico debía ser
realizado colectivamente por educadores y
educandos con una dirección clara.
Pero, más allá de las discusiones que tenían
lugar en las oficinas provinciales de Instrucción Pública de Ucrania, en la colonia se desarrollaba una experiencia inédita. En contraposición con la idea de niño abstracto que
postulaban sus críticos, los relatos de Maka-
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renko muestran el profundo conocimiento que
éste tenía de cada uno de los chicos, de sus distintas personalidades y gustos, y del proceso
de crecimiento y cambios que van realizando.
Uno, lector, llega a familiarizarse y a conocer a
esos chicos por sus nombres, sus rasgos peculiares y sus historias, algunas, increíblemente
parecidas a las de adolescentes actuales.
Por ejemplo, se narra la historia de una niña que negó su embarazo, a pesar de que se
hacía notorio, hasta que, ni bien dio a luz sola,
ahogó a la criatura, porque, según dijo, “lloraba y temía que sus compañeras se despertaran”. Rhaisa, así se llamaba, fue juzgada y se
reconoció como culpable. Sin embargo, se dispuso que volviera a la colonia. Más tarde, Makarenko hizo gestiones para ocuparla en una
fábrica. Un tiempo después, Makarenko la encontró casualmente y ella pudo agradecerle
por haberla ayudado en esos días difíciles: todo había cambiado, ahora Rhaisa era una trabajadora, se había casado y tenía dos hijos.
En los numerosos diálogos, como el que sigue, Makarenko revela cómo se iban educando
los chicos, ante cada situación concreta:
“En los inicios, el problema de la falta de
medios no era tan angustiante como la falta de
comida. Nuestros educandos tenían siempre
hambre, y esto complicaba sensiblemente su reeducación moral. (…) Algunos acudían a “medios privados” para calmar una parte de su
apetito, por ejemplo, la pesca. Un grupo de chicos consiguió una red en la ciudad (posiblemente robada) y comenzó a pescar, pero el pescado era consumido por un pequeño círculo de
personas que se consideraba dueño de la red.
Un día, el líder del grupo llevó a la habitación
de Makarenko un plato de pescado frito para
convidarlo, y se produjo el siguiente diálogo:
-Este pescado es para usted, dijo el chico.
-No lo acepto, contestó Makarenko.
-¿Por qué?
-Porque no está bien lo que hacen. Hay que
dar el pescado a todos los colonos.
-¿A santo de qué?, dijo rojo de rabia el niño
-Yo he conseguido las redes, yo soy quien pesca,
quien se moja en el río, ¿y encima tengo que
dar a todos?
-Pues, entonces, llévate tu pescado: yo no he
conseguido nada ni me he mojado.
127
-Pero si es un regalo que le hacemos…
-No, no estoy de acuerdo. A mí esto no me
gusta. Y, además, no es justo.
-¿En qué está aquí la injusticia?
-Pues en que vos no has comprado las redes.
Te las regalaron, ¿no es verdad?
-Sí, me las han regalado.
-¿A quién? ¿A vos o a toda la colonia?
-¿Por qué a toda la colonia? A mi….
-Sin embargo, yo pienso que también a
mí y a toda la colonia. ¿Y las sartenes de
quiénes son? ¿Tuyas? No. Son de todos. Y el
aceite que pidieron en la cocina, ¿de quién
es? De todos. ¿Y la leña, y el horno, y los baldes? ¿Qué podés decir? Y si yo te quito las
redes, se habrá concluido todo. Pero lo más
importante es que eso que hacen no es de camaradas. No importa que las redes sean tuyas, vos hacélo por los camaradas. Todos
pueden pescar.
-Está bien – accedió el chico-, que sea así.
Pero ahora tome usted el pescado.
Makarenko, entonces, tomó el pescado, y en
adelante la pesca pasó a ser un trabajo que se
hacía por turnos; el producto se entregaba en
la cocina.
A MODO DE CIERRE
En toda la obra, los relatos se suceden, todos con enseñanzas y reflexiones, como versos
de un poema pedagógico. ¿El trabajo educa?
¿Salario a los colonos? …. Los críticos de Makarenko no llegaban a comprender cuando éste sostenía en sus exposiciones teóricas que
“El plan financiero e industrial es el mejor
educador”.
En el patio central de la colonia, era costumbre colgar un mural con una representación del plan de trabajo. Allí, los chicos dibujaban las metas a alcanzar, representándolas
con imaginación como enemigos a vencer.
Todos los días se marcaban los avances con
banderitas, tanto los avances del conjunto
como los de cada destacamento. Era normal
pasar por allí y ver a varios colonos reunidos
alrededor del mural discutiendo sobre el
plan. Lo importante aquí: el plan era una
cuestión de todos.
Y si la colectividad, en sus inicios, se
planteaba, tal vez, objetivos modestos, en la
etapa de la Comuna Dzerzhinski, hacia los
años 30, éstos alcanzaron un nivel extraor-
ALGUNAS NOTAS BIOGRAFICAS
Anton Semionovitch Makarenko
nació el 13 de marzo de 1888 en la
ciudad de Bielipolie, provincia de
Jarkov, en aquellos tiempos, capital
de Ucrania. Su padre era un obrero
pintor, un tanto reservado y poco
comunicativo. En cambio, su madre
era una mujer optimista, alegre y
magnífica narradora. Dicen que Makarenko heredó de ella su capacidad
de comunicación. Con cinco años
aprendió a leer y a los siete ingresó
a la escuela primaria. En 1904, a los
dieciséis años, terminó el secundario y continuó estudiando pedagogía para recibirse de maestro un año
después. Enseguida comenzó a trabajar como maestro en la escuela
ubicada en los talleres ferroviarios
128
Política y Teoría
donde trabajaba su padre.
La revolución de 1905 retumbó
en todos los rincones de Rusia, y tuvo una gran influencia en su formación como pedagogo. En Jarkov, Makarenko y sus amigos de la escuela,
estaban suscritos al periódico bolchevique Novaia Zin (Nueva Vida).
Además, participaba activamente de
un círculo de intelectuales locales
donde se discutían las ideas revolucionarias.
En 1914, Makarenko tenía ya 26
años, ingresó al Instituto Pedagógico de Poltava para estudiar profunda y sistemáticamente pedagogía y
literatura histórica y filosófica. Finalizados los estudios, a comienzos
de 1918, Makarenko regresó como
director a la misma escuela en la
que se había iniciado, la escuela ferroviaria de Jarkov. Continuaba la
guerra civil, y todavía estaban presentes bandas contrarrevolucionarias y ocupantes alemanes. Sólo a fines de 1919 el Ejército Rojo liberó
definitivamente la región y a comienzos de 1920 estableció el poder
soviético en toda Ucrania.
La Revolución de Octubre fue el
inicio de una nueva etapa en la vida
de millones de personas. Por toda
Rusia crecía el fuego revolucionario.
En el terreno pedagógico, los trabajos de algunos revolucionarios -como Anatol Lunacharski (18751953), comunista alemán y fundador
de la primera internacional, o Na-
dinario: en un año los comuneros construyeron su primera fábrica de taladros eléctricos
marca FD-3, y poco tiempo después, también comenzaron a fabricar máquinas fotográficas tipo Leica. El principio de autogestión cubría los gastos para la escuela, sueldo
de los maestros, vivienda comunal, alimentación, para el pago de becas a los antiguos
comuneros que estudiaban en los institutos
y el mantenimiento de la propia fábrica.
Además, la Comuna reportaba al Estado, sólo de ganancias líquidas, cinco millones de
rublos anuales.
Analizar cada experiencia que cuenta Makarenko excedería los límites de este trabajo
(bien vale leer sus obras). Como síntesis, debe decirse que toda la teoría pedagógica de
Makarenko está centrada, fundamentalmente, en los principios de la colectividad y en el
trabajo productivo. La colectividad, conformada por educandos y educadores, es entendida, al mismo tiempo, como medio y como
fin de la educación, porque establece nuevas
relaciones sociales entre sus integrantes, y
permite hacer palpable el modo socialista de
vida, creando así las condiciones para el desa-
diezhda Krupskáia (1869-1939),
compañera de Lenin- expresaban
una voluntad profunda de transformación de las instituciones, teniendo gran influencia en las ideas de
Makarenko.
En 1920, Makarenko se hizo cargo de la colonia de trabajo Gorki. A
fines de 1927, comenzó a dirigir
también la comuna de trabajo Félix
Dzerzhinski hasta 1935, cuando fue
destinado a Kiev como ayudante del
jefe del Negociado de Comunas de
Trabajo del Comisariado del Pueblo
del Interior de la República Socialista Soviética de Ucrania.
Durante esos años escribió varios libros y artículos, al tiempo que
prepara su principal obra: el “Poema
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rrollo integral de cada chico. El trabajo “creador” tiene no sólo un valor económico a nivel social, sino también reviste la mayor importancia en la vida personal de cada uno,
especialmente, en las relaciones de solidaridad y de responsabilidad por el trabajo común que crea. El relato que sigue pretende
dar un cierre a estas reflexiones:
“En 1932 se dijo en la comuna:-¡Haremos
Leicas!
Eso lo dijo un revolucionario y obrero, y no
un ingeniero, no un óptico ni un constructor de
aparatos fotográficos.
-Sí, dijeron los comuneros, ¡haremos Leicas!
Cientos de personas – ingenieros, ópticos,
constructores- respondieron: -¿Leicas?, ¿ustedes?,¿niños?, ¿cristales con la exactitud de de
un micrón?, ¡jajaja!
Y comenzó una nueva lucha, una complicadísima operación soviética de las muchas que
se llevaron a cabo durante esos años en nuestra
patria.
Pero quinientos muchachos y muchachas
se habían lanzado ya al mundo de los micrones, a la finísima telaraña de los exactísimos tornos.” ■
Pedagógico”. Gorki le giró la suma
de 5.000 rublos para su edición, insistiéndole que no se distrajera en
ningún otro asunto. A finales de
1933, pudo terminar el primer tomo, y entre 1934 y 1935, los siguientes dos.
La labor literaria de Makarenko
fue muy reconocida en su época. En
1934, fue admitido como miembro
de la Unión de Escritores Soviéticos.
Los últimos años de su vida los
pasó en Moscú, donde se concentró
en el trabajo científico y literario.
En 1939, Makarenko fue condecorado con la orden de la Bandera Roja
del Trabajo, por sus realizaciones en
el fomento de la literatura soviética.
El 1° de abril de 1939, durante uno
de sus viajes, falleció repentinamente de un ataque cardíaco.
Referencias bibliográficas
Obras de Antón Makarenko:
Poema pedagógico. En tres tomos. Ediciones
en Lenguas Extranjeras. Moscú, sin fecha.
Banderas sobre las torres. Editorial Futuro.
Buenos Aires, 1954.
Obras de Nadiezhda Krúpskaia:
Acerca de la educación marxista. Editorial
Porvenir. Buenos Aires, 1964.
La educación laboral y la enseñanza. Editorial Progreso. Moscú, 1986.
Datos biográficos extraídos de www.antorcha.org. / Fotografías extraídas de www.marxists.org/reference/archive/makarenko/index.html ■
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