Conclusiones del Encuentro Trabajadores Profesionales de Izquierda Lo primero a establecer es que un profesional de izquierda ha superado el concepto elitista habitualmente atribuido a quienes poseen educación superior y se considera un trabajador más. Esta constatación no sólo deriva de la visión de sociedad a la que aspiramos, sino que, en los hechos, queda en evidencia a partir de fenómenos que, siendo propios del sistema capitalista, han ido profundizándose en las últimas décadas: la pauperización del empleo, las remuneraciones insuficientes, la inestabilidad laboral, la plusvalía que obtiene el empleador a expensas de nuestro trabajo, son todos datos de la misma causa, esto es, la creciente proletarización del sector. La llamada flexibilidad laboral se ha traducido en empleos precarios, lapsos cada vez mayores de cesantía y un temor permanente a perder el empleo, lo que por lo mismo sitúa al trabajador profesional en una posición de desmedro frente al empleador. Esto obliga a prolongar jornadas laborales (particularmente a los trabajadores profesionales independientes) de manera extenuaste para sostener ingresos de subsistencia. Estos elementos, comunes a los de cualquier trabajador de este país, dan cuenta de que el profesional no pueda aislarse del resto del mundo laboral o mirar el proceso desde una supuesta óptica privilegiada, sin involucrarse en igualdad de condiciones. De esto se desprende la necesidad de cambiar el estereotipo del profesional “asesor” en el mundo de la izquierda por un concepto integrador, que sume a los profesionales a todos los ámbitos de la lucha. Urge, entonces, promover desde este campo un sujeto político que desde la correcta interpretación de la realidad que apremia, formule demandas que aglutinen a la gente desde sus reivindicaciones y problemas, y sea capaz de elaborar propuestas consistentes que den paso a una fuerza política de mayorías. Por otra parte, la crisis educacional por la que atraviesa el país, expresada, entre otras cosas, en la casi ausente regulación estatal, ha generado una proliferación de carreras, sostenidas en un crecimiento inorgánico de las universidades, escuelas e institutos de educación superior que está significando ya una sobreoferta de trabajadores profesionales, que no sólo no son absorbidos por el actual ritmo de la economía chilena lo que tiende a agravar las ya alarmantes proyecciones de cesantía y explotación-, sino que egresan con una formación que no guarda relación alguna con las relaciones de producción vigentes en la sociedad que le exige grados formales de enseñanza superior para incorporarlos a la fuerza de trabajo. Se está generando, asimismo, un perfil de profesional al menos aséptico éticamente, y, en la mayoría de los casos, seguidor del individualismo y del exitismo, tendencias que, por cierto, no se hacen cargo de la crisis vocacional masivamente instalada y que entre sus efectos incluye el haber restado a un amplio sector de profesionales a la lucha por una sociedad justa. Así mismo la promesa de movilidad social a través de la obtención de un título profesional es incumplida en una sociedad que segrega tipos de profesionales, en consideración a su origen social y al tipo de institución educacional al que asistió, remarcando las desigualdades que, en todo caso, debiesen tener una respuesta global, de carácter nacional, y no sectorial. Frente a esta constatación, ¿qué hacer? Los sindicatos y federaciones donde participan profesionales son muy importantes, como se ha demostrado en el caso de la salud y las empresas cupríferas, ya que junto a la defensa de sus intereses más directos se han preocupado de impedir y denunciar los intentos de privatización total de estas empresas y servicios en defensa del interés nacional. Los colegios profesionales históricamente han demostrado que junto a otras fuerzas sociales tienen un potencial enorme para cambiar radicalmente ciertas situaciones históricas. No debemos olvidar su rol reaccionario en el derrocamiento de Salvador Allende y el gobierno popular, así como su papel como parte y cabeza de la Asamblea de la Civilidad en la convocatoria a las Protestas Nacionales contra la dictadura, que junto a muchas otras formas de lucha hicieron posible sacar al dictador del gobierno. De lo anterior, la importancia de sumar más sindicatos de profesionales conducidos por la izquierda, como así también de recuperar la conducción de los colegios profesionales, a fin de constituirlos en instituciones que efectivamente cumplan un rol en el cambio social. Por esto, la necesidad de fortalecer la organización de los trabajadores profesionales de izquierda, de orientar su acción a la generación de participación y representación social. Pero, también es necesario considerar como una necesidad de este periodo, profundizar los nexos y estimular la organización de aquellos trabajadores profesionales que se desarrollan en un mundo independiente, que se orientan a la construcción de un proyecto de desarrollo nacional, con bases en la producción local de nuestro país. Incentivar la participación de los trabajadores profesionales y técnicos, en toda forma de organización que se pueda, a través de su acción, colaborar al interés común de cambiar radicalmente el modelo económico-social-político vigente, es una tarea impostergable. Los colegios profesionales, los sindicatos, federaciones, confederaciones, ONG, grupos ambientalistas, organizaciones político-técnicas, desde su especificidad, pero todos en un objetivo común, deben iniciar el fortalecimiento y la discusión de nuestros problemas y los problemas del país, íntimamente relacionados, para planificar las acciones y movilizaciones que conduzcan a nuestros objetivos. A lo anterior, se agrega la urgente tarea de diseñar pautas de acción destinadas a sumar a aquellos trabajadores profesionales jóvenes, que se van incorporando al mundo laboral, a fin de que enriquezcan y fortalezcan el trabajo de los trabajadores profesionales de izquierda. Se requiere profundizar el análisis de las formas y el sentido que adquiere el trabajo en el movimiento de los profesionales, por ello es indispensable contar con un diagnóstico acabado que vislumbre caminos por los cuales avanzar. Las transformaciones que Chile requiere, suponen el esfuerzo organizado del conjunto del movimiento social. Formamos parte de al menos el 80% de nuestra población que sufre los efectos del modelo. También constituimos el 16% de la población económicamente activa del país. Estas son cifras que refuerzan la necesidad de formular un discurso amplio que se entronque con el conjunto de los trabajadores organizados. De igual forma, se establece la importancia de convocar, desde los profesionales de izquierda, a todos aquellos profesionales que rechazan la noción de progreso que impone el neoliberalismo. De esta forma, El Primer Encuentro de Trabajadores Profesionales de Izquierda celebrado el pasado 20 de agosto del año en curso, presenta las conclusiones a las que arribó y deja la invitación abierta para un nuevo encuentro, donde de manera amplia y plural, y desde la convicción de que la construcción de un Chile justo es posible, sigamos profundizando la discusión y acción en la búsqueda de una nueva sociedad. Mesa Coordinadora Encuentro Trabajadores Profesionales de Izquierda