1 ¿Por qué los jóvenes buscan a Dios? ¿Qué dicen los jóvenes que se han encontrado con Dios? P UNTO DE PARTI DA Lo que preocupa a los jóvenes Cuando miramos a nuestros amigos y compañeros nos damos cuenta de que no todos pensamos ni creemos lo mismo. Algunas cuestiones que para unos no tienen importancia, sin embargo, son muy valiosas para otros. Podríamos pensar que da lo mismo lo que uno crea o qué cosas considera valiosas, pero lo cierto es que nuestras creencias y preferencias influyen en las pequeñas o grandes decisiones que vamos tomando, haciendo que seamos personas de una o de otra manera y con un estilo determinado. Vemos lo que piensan otros jóvenes como nosotros y en qué nos parecemos o nos diferenciamos de ellos. PARA EL DIÁLOGO ¿Cuáles son las prioridades de la gente joven? ¿Y las tuyas? ¿Cuál ha sido hasta ahora tu fe religiosa? ¿Crees que esto debe cambiar? ¿Por qué? ¿En qué te gustaría que avanzase tu fe? ¿Qué es y qué significado ha tenido para ti la Iglesia? ¿Hay algún motivo por el que ahora piensas que eso va a cambiar? ¿Podrías contarlo? 4 M ENSAJE CRI STIANO Buscamos a Dios porque Él nos ha encontrado primero Cambio de vida Teniendo presente lo que creemos y a lo que damos importancia, leemos con atención el relato de una mujer de un pueblo de Israel llamado Samaria, a la que un día le sucedió algo inesperado que cambió toda su vida. Jesús y la samaritana E n aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob dio a su hijo José.Allí estaba también el pozo de Jacob. Jesús, fatigado por la caminata, se sentó junto al pozo. Era cerca de mediodía. En esto, una mujer samaritana se acercó al pozo para sacar agua. Jesús le dijo: —Dame de beber. Los discípulos habían ido al pueblo a comprar alimentos. La samaritana dijo a Jesús: —¿Cómo es que tú, siendo judío te atreves a pedirme agua a mí, que soy samaritana? (Es de advertir que los judíos y los samaritanos no se trataban.) Jesús le respondió: —Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, sin duda que tú misma me pedirías a mí y yo te daría agua viva. Contestó la mujer: —Señor, si ni siquiera tienes con qué sacar el agua, y el pozo es hondo, ¿cómo puedes darme “agua viva"? Nuestro padre Jacob nos dejó este pozo del que bebió él mismo, sus hijos y sus ganados. ¿Acaso te consideras mayor que él? Jesús replicó: —Todo el que beba de este agua volverá a tener sed; en cambio, el que beba del agua que yo quiero darle, nunca más volverá a tener sed. Porque el agua que yo quiero darle se convertirá en su interior en un manantial del que surge la vida eterna. Entonces la mujer exclamó: —Señor, dame esa agua; así ya no tendré más sed y no tendré que venir hasta aquí para sacarla. La mujer dejó allí el cántaro, volvió al pueblo y dijo a la gente. —Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿Será el Mesías? Ellos salieron del pueblo y se fueron a su encuentro. Juan 4,5-15.28-30 5 1 ¿POR QUÉ LOS JÓVENES BUSCAN A DIOS? ¿QUÉ DICEN LOS JÓVENES QUE SE HAN ENCONTRADO CON DIOS? Caminos para ser felices Todos, como la samaritana, buscamos y deseamos ser felices y, por ello, nos esforzamos por conseguir aquellas cosas que pensamos que nos pueden ayudar a serlo cada día más. Otros piensan que su felicidad consiste en llevar una vida llena de placeres y comodidades. Muchos piensan que serán felices si tienen mucho dinero. Otros sueñan con ser famosos o importantes.... Cuando en los medios de comunicación aparecen personas que tienen de todo o que son famosas, o cuando nos miramos a nosotros mismos nos damos cuenta de que el dinero, la fama o el placer pueden ayudarnos a ser más felices, pero nunca nos darán la plena felicidad. ¿Qué es lo que verdaderamente buscamos y deseamos? La samaritana buscaba agua con que saciar su sed y se encontró, sin embargo, con Jesús, que, por ser Hijo de Dios, es el “agua viva” que sacia todos nuestros deseos y aspiraciones. Es Dios el que nos ha creado y el que ha puesto dentro de nosotros el deseo de verlo y de estar con Él para siempre. Buscamos, por tanto, a Dios porque Él, por puro amor, nos ha creado para que le descubramos y para que vivamos unidos a Él y, de este modo, seamos plenamente felices. La búsqueda de Dios Cuando Jesús le indicó a la samaritana que él le podría dar el “agua viva”, ella no parecía muy convencida en un primer momento. Desconcertada ante la actitud y las palabras de aquel forastero, la samaritana empezó a hacerle preguntas a Jesús para ver si lo que decía era verdad. Desde siempre, el hombre se ha preguntado el porqué de las cosas que sucedían y también se ha preguntado por Dios como origen y fin de todo lo creado. 6 Dios nos ha dado la razón para que nos ayude a encontrar, entre luces y sombras, el sentido de todo lo que sucede y para que le descubramos a Él. La tarea de buscar a Dios exige paciencia y constancia. Por eso Dios nos ha dado –además de la razón– la voluntad, que nos ayuda a no desanimarnos y a buscar a Dios con todas nuestras fuerzas y en todo momento. Dificultades y obstáculos en la búsqueda de Dios Aunque todos podemos llegar a conocer a Dios, muchos, sin embargo, no han llegado a descubrirlo. Las causas de esa realidad son múltiples: — La existencia del mal en el mundo, que lleva a algunos hombres a rebelarse contra Dios. — Las condiciones de vida y de trabajo de muchos individuos que, ocupados en sobrevivir, no se preguntan por otras cuestiones más elevadas. — El modo de vida materialista y pragmático, que lleva a pensar que solo existe o es importante lo que vemos y palpamos con nuestras manos, haciendo creer que Dios o no existe o que no es necesario para nosotros. — El escándalo que suele producir la vida de algunos creyentes, que puede traer como consecuencia que otros rechacen a Dios. — La existencia del mal dentro de nosotros, que nos lleva a preocuparnos solo por nosotros mismos y por nuestros intereses, y nos impide levantar la mirada más allá. Dios conoce todos los obstáculos que podemos encontrar en el camino y que dificultan que podamos llegar a reconocerle. Por ello no se cansa de llamarnos y atraernos de muchos modos, sobre todo por medio del testimonio de otros cristianos, para que volvamos a Él y encontremos, de este modo, una felicidad que nada ni nadie nos podrá arrebatar. El catecumenado, un camino para quienes buscan El catecumenado que vamos a comenzar está pensado como un camino que la Iglesia invita a recorrer a aquellos que: Ayudados por la acción del Espíritu Santo, buscan a Dios. Lo buscan, porque quieren dar un sentido nuevo y definitivo a su vida. Están, por ello, dispuestos a escuchar la Buena Noticia del Evangelio y a convertirse. PARA EL DIÁLOGO ¿Cuáles son tus aspiraciones a la hora de empezar este catecumenado? ¿Qué dificultades descubres dentro de ti? ¿Qué lastres debes dejar a un lado? ¿Qué crees que necesitas para realizar este camino con seriedad y responsabilidad? ¿Qué le pides a Dios? ¿Qué le pides a la Iglesia? 7 1 ¿POR QUÉ LOS JÓVENES BUSCAN A DIOS? ¿QUÉ DICEN LOS JÓVENES QUE SE HAN ENCONTRADO CON DIOS? Palabras de la fe ¿Por qué el hombre busca a Dios? (Cfr. Compendio del CCE 2) Dios mismo, al crear al hombre a su propia imagen, puso en su corazón el deseo de verlo. Aunque el hombre a menudo ignore tal deseo, Dios no cesa de atraerlo hacia sí, para que viva y encuentre en Él la verdad y felicidad plena a la que aspira sin descanso. ¿Qué exige la búsqueda de Dios por parte del hombre? (Cfr. CCE 30) Para buscar a Dios tendremos que usar: Nuestra inteligencia (razonando y preguntándonos sobre Él). Nuestra voluntad (es decir, poniendo todos los medios a nuestro alcance para buscar a Dios sinceramente). También es muy importante el testimonio de otras personas que nos enseñen a buscar a Dios. ¿Bastan la razón y la voluntad humana para encontrar a Dios? (Cfr. Compendio del CCE 4) Las personas encuentran muchas dificultades para conocer a Dios solamente con su razón y voluntad. Por ello, no nos extraña que los hombres muchas veces vivan de espaldas a Dios, lo ignoren, lo desconozcan, lo olviden o hasta lo rechacen. ¿Qué hace Dios entonces? (Cfr. CCE 30) Aunque haya hombres que intenten olvidarse o rechazar a Dios, Él, en cambio, no cesa de llamar a todo hombre para que le busque, y, encontrándole, viva y alcance la dicha plena que anda buscando. De hecho, nada ni nadie fuera de Dios le puede dar al ser humano la felicidad plena que anhela y desea desde lo más profundo de su corazón. 8 EX PR ESIÓN DE LA FE La Palabra de Dios El protagonista de esta oración bíblica es una persona que ha descubierto a Dios y que se siente feliz por saber que Él le acompaña, pero, en ese momento, no lo encuentra. Entristecido por esta ausencia de Dios, sin embargo no deja de buscarlo: se dirige a Él con sincero corazón recordando la importancia que Dios tiene en su vida. Todo mi ser te busca, Dios mío Al fragor de tus cascadas un abismo llama a otro abismo; todas tus marejadas y tus olas han pasado sobre mí. Durante el día el Señor me brinda su amor, por la noche mi canto y mi oración son para el Dios de mi vida. Como busca la cierva corrientes de agua, así, Dios mío, te busca todo mi ser. Tengo sed de Dios, del Dios vivo, ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Las lágrimas son mi alimento día y noche, mientras me repiten todo el día: ¿Dónde está tu Dios? ¿Por qué estoy abatido? ¿Por qué me siento turbado? Esperaré en Dios y volveré a darle gracias, pues él es mi salvador y mi Dios. Salmo 42 (41) Para reflexionar y orar Como le ocurrió a la samaritana, todo el que se ha encontrado con Dios ha sentido la necesidad de compartir esta experiencia con los demás, para que otros, lo mismo que nosotros, seamos capaces de descubrirle, de amarle y de vivir conforme a lo que Dios nos vaya indicando. Enséñame a buscarte y muéstrate a quien te busca Ea, hombrecillo, deja un momento tus ocupaciones habituales; entra un instante en ti mismo, lejos del tumulto de tus pensamientos. Arroja fuera de ti las preocupaciones agobiantes; aparta de ti tus inquietudes trabajosas. Dedícate algún rato a Dios y descansa siquiera un momento en su presencia. Entra en el aposento de tu alma; excluye todo, excepto Dios y lo que pueda ayudarte para buscarle; y así, cerradas todas las puertas, ve en pos de Él. Di, pues, alma mía, di a Dios: «Busco tu rostro; Señor, anhelo ver tu rostro». Y ahora, Señor, mi Dios, enseña a mi corazón dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte. Señor, Tú eres mi Dios, mi dueño, y con todo, nunca te vi. Tú me has creado y renovado, me has concedido todos los bienes que poseo, y aún no te conozco. Me creaste, en fin, para verte, y todavía nada he hecho de aquello para lo que fui creado. Enséñame a buscarte y muéstrate a quien te busca; porque no puedo ir en tu busca a menos que Tú me enseñes, y no puedo encontrarte si Tú no te manifiestas. Deseando te buscaré, buscando te desearé, amando te hallaré y hallándote te amaré. San Anselmo 9