ORACIÓN ECUMÉNICA Encuentro de Jesús con la Samaritana

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ORACIÓN ECUMÉNICA
Encuentro de Jesús con la Samaritana junto al pozo
CANTO DE ENTRADA.
En nuestra oscuridad enciende la llama de tu amor, Señor de tu amor, Señor….
(Taizé)
MONICION
La oración ecuménica de esta tarde la centramos en el encuentro de Jesús con la
Samaritana.
La mujer samaritana a la que Jesús le pide agua nos representa a todos. Esta
mujer tenía sed y buscaba el agua en un pozo tradicional, pero tuvo la suerte de
encontrarse con un manantial de agua viva. No fue suerte, fue gracia, porque no
buscaba ella el manantial, sino que el manantial la buscaba y la encontró a ella.
No estamos hablando de una sed cualquiera ni de un agua corriente; hablamos de
la sed radical de todo hombre y del agua vivificante del Espíritu. Y esta agua brota
del mismo corazón de Cristo. Jesús sintió nuestra sed para calmar toda sed.
La Samaritana es símbolo de la Iglesia. Es la pecadora que Jesús hace pasar de la
tiniebla a la fe en El, de pecadora a salvada en el Agua Espiritual del Bautismo, y
de salvada a evangelizadora. Ella va a anunciar a los suyos que ha encontrado a
Jesús, como la Iglesia, que anuncia a sus hermanos los hombres la alegría del
Evangelio.
ORACION SALMICA
Respuesta: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Bendice, alma mía, al Señor.
Todo mi ser bendiga su santo nombre.
Tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre.
Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora.
Tengo siempre presente al Señor;
con él a mi derecha no vacilaré.
El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.
Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles;
Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.
El Señor está conmigo; no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro».
Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación.
EVANGELIO: Juan 4, 5-42
Encuentro de Jesús con la Samaritana
CANTO: Señor, Tú eres en verdad el Salvador del mundo. Dame agua viva y no
tendré más sed.
REFLEXIÓN
Señor dame de esa agua
Tu encuentro, Señor Jesús, con la samaritana me impresiona.
Primero porque eres capaz de superar todas las barreras posibles,
que no eran pocas, en aquel tiempo con tal de ayudar:
ofreciendo dignidad, vida, salvación. Es para lo que has venido.
En segundo lugar, Señor Jesús veo que eres un maestro, un pedagogo.
Sabes acompañar sin violentar, sabes caminar paso a paso con las personas.
Te sitúas a su nivel, te sientas en borde del pozo, muestras tus necesidades,
partes de la realidad de las personas y vas ofreciéndoles metas más elevadas,
sabes acompañar, iluminar. Parece que caminas junto a la persona,
a su paso, sin prisas pero sin pausas.
Creo que lo más importante es que tanto la samaritana como los samaritanos
te conocieron, te descubrieron, se encontraron contigo, y no se quedaron en una
mirada humana sino que vieron en Ti algo más, supieron descubrir que eres
portador de Agua Viva. En adelante seguro que esas vidas cambiaron.
No quiere decir que todo les fue más fácil o que dejaron de existir dificultades en
sus vidas. Siguieron como antes pero eran diferentes.
Aquel encuentro seguro que les cambió.
Admiro a la samaritana que no se queda para ella lo que ha descubierto de tu
persona sino que de prisa se dispone a transmitirlo, a comunicarlo.
Es un testigo. ¿Qué supondría esto en aquella sociedad, una mujer testigo?
Una mujer testigo no debería ser frecuente.
Señor Jesús, las mujeres encontraron sitio a tu lado, y sobre todo las mujeres
fueron las que te acompañaron en los momentos más duros.
Junto al pie de la cruz las encontramos. Gracias a la samaritana sus paisanos te
conocieron y te reconocieron como enviado de Dios Padre.
¡Cuántas samaritanas y samaritanos hay hoy en día en nuestro mundo
que gracias a sus palabras y a sus vidas te dan a conocer!
Los hay de todas las razas y de todas las lenguas.
Señor, que haya más personas como la samaritana. Ayúdanos a ser como la
samaritana. Ayúdanos a decirte muchas veces: SEÑOR DAME DE ESA AGUA.
Tú, Señor Jesús, nos estás diciendo también a nosotros: “el que beba del agua
que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro
de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna”
Tú, Señor Jesús, eres esa Agua Viva. Gracias a todos los que me ayudaron
a conocerte y a descubrirte. Gracias a cuantos me acercaron al Agua Viva.
Perdón, Señor Jesús, porque seguro que no hago todo lo que está
en mis manos para darte a conocer, para ofrecer tu Agua Viva.
Ayúdanos, Señor Jesús a saber caminar junto a…
Ayúdanos a acompañar, a iluminar. Ayúdanos a dejarnos acompañar e iluminar,
no es cosa fácil a veces. No permitas que en nosotros anide la prepotencia.
Que como Tú, Señor Jesús, seamos humildes y al mismo tiempo valientes,
convencidos de que Tú eres el Agua Viva
que puede saciar la sed de todo el mundo.
Y para que todo ello sea posible haz que nos dejemos cautivar
por tu Persona y por tu proyecto.
CANTO: Señor, Tú eres en verdad el Salvador del mudo. Dame agua viva y no
tendré más sed.
TIEMPO DE ORACIÓN EN SILENCIO.
COMPARTIMOS LA ORACIÓN EN FORMA DE ACCIÓN DE GRACIAS,
ALABANZA O PETICIÓN.
Respuesta: Nada nos separará del amor de Dios.
GESTO: Renovamos nuestro Bautismo.
Canto: Mi Dios está vivo…
PADRE NUESTRO
SIGNO DE PAZ
Canto: Paz en la tierra, paz en las alturas,
que el gozo eterno reine, en nuestro corazón.
Da la paz, hermano, da la paz, constrúyela en tu corazón
y con tu gesto afirmarás que quieres la paz.
Que tu paz, hermano, sea don. Es el mejor signo de amor
que tú nos puedes ofrecer, abrazo de paz.
ORACIÓN FINAL
BENDICIÓN
CANTO FINAL: Laudate omnes gentes, laudate dominum.
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