MENSAJE A LA QUERIDA COMUNIDAD DE FaCES EN ESPECIAL A MIS APRECIADOS COLEGAS DE PROFESORADO A mis colegas de profesorado les reitero mi mensaje de siempre: La actividad docente es la más sublime y más noble, pero al mismo tiempo más eficaz y constructiva, consagración del ejercicio profesional al servicio del más preclaro altruismo social. Ésta es la principal de las razones por las cuales debemos tratar con respeto y consideración especiales a quienes escogieron la docencia como campo fértil del ejercicio profesional. La misión fundamental de toda generación académica tiene un doble cariz. Por un lado, debe esforzarse en superar a la generación anterior, yendo al ritmo y siendo agente activo del desarrollo del conocimiento, en función de un ejercicio docente de nivel superior. Por otro lado, debe preparar a la generación siguiente a fin de que, aportando su propio esfuerzo, la supere en desarrollo del conocimiento y en ejercicio de la docencia. El vigor de esta sinergia intergeneracional es la condición sine qua non del desarrollo de la educación, de las universidades, de las facultades, de las escuelas, y, como consecuencia de ello de su fin último, el desarrollo integral de la sociedad. Esa noción guió mi ejercicio docente y fue poderoso estímulo a mi esfuerzo diario de transmisor de conocimientos y de incentivador de superación. Desde la modestia de mi trabajo en cubículo y en aula siempre sentí que me proyectaba como un ser social útil. Exhorto a mis apreciados y respetados colegas de profesorado de nuestra querida Facultad, a que tengan presentes siempre, en cada momento de su ejercicio docente y de investigación, la importante responsabilidad que se les ha asignado y el honroso privilegio que se les ha concedido de ser los agentes fundamentales de esa sinergia intergeneracional que, a fin de cuentas, no es otra cosa que la condición sine qua non del desarrollo social integral, fin supremo de la existencia misma de toda sociedad. Este principio de sinergia intergeneracional debe seguir rigiendo para todos aquéllos que hemos cumplido ya con el ciclo vital de servicio académico, en el sentido de mantener una disposición permanente de aportar nuestra capacidad y experiencia para ponerla al servicio de quienes ejercen cargos de autoridad o de dirección, o que cumplen con la digna función de investigación y docencia, de manera de ayudarlos a la optimización de su desempeño. Tal actitud me ha parecido siempre la mejor manera de demostración fáctica del aprecio y el cariño que sentimos por nuestra meritoria FaCES. Ésta ha sido mi práctica constante. Con el orgullo incólume de haber sido un servidor de FaCES, Manuel Rodríguez Mena 29 de noviembre de 2012