DESCARTES TEXTO Pues, en primer lugar, esa misma regla que antes he tomado, a saber: que las cosas que concebimos muy clara y distintamente son todas verdaderas; esa misma regla recibe su certeza sólo de que Dios es o existe, y de que es un ser perfecto, y de que todo lo que está en nosotros proviene de él; de donde se sigue que, siendo nuestras ideas o nociones, cuando son claras y distintas, cosas reales y procedentes de Dios, no pueden por menos de ser también, en ese respecto, verdaderas. De suerte que si tenemos con bastante frecuencia ideas que encierran falsedad, es porque hay en ellas algo confuso y oscuro, y en este respecto participan de la nada; es decir, que si están así confusas en nosotros, es porque no somos totalmente perfectos. Y es evidente que no hay menos repugnancia en admitir que la falsedad o imperfección proceda como tal de Dios mismo, que en admitir que la verdad o la perfección procede de la nada. Mas si no supiéramos que todo cuanto en nosotros es real y verdadero proviene de un ser perfecto e infinito, entonces, por claras y distintas que nuestras ideas fuesen, no habría razón alguna que nos asegurase que tienen la perfección de ser verdaderas 1. Sabemos que las ideas claras y distintas son verdaderas. ¿Cómo lo sabemos? 2. Estamos seguros de ello, porque Dios es perfecto y nuestras ideas proceden de Él. Si es así, ¿de dónde proceden nuestras ideas falsas? 3. Las ideas confusas y oscuras proceden de nosotros, que somos imperfectos. Porque… 4. Igual que la verdad no puede proceder de la nada… 5. …las ideas falsas no pueden proceder de Dios. 6. Sólo en la medida en que sabemos que nuestras ideas proceden de Dios, podemos garantizar que son verdaderas. PROBLEMA ¿Cómo sabemos que las ideas claras y distintas son verdaderas? ¿Qué o quién garantiza su verdad? VERSIÓN 1 Tenemos ideas claras y distintas e ideas confusas y oscuras. Las confusas y oscuras parecen ser falsas. No pueden provenir de Dios, que es un ser perfecto. Sólo cabe que procedan de mí mismo, que soy imperfecto. Por el contrario, las ideas claras y distintas no provienen de mí, que soy imperfecto; pero tampoco proceden de la nada (lo cual resultaría repugnante). Luego, deben provenir de Dios. Es precisamente la afirmación de que provienen de Dios la que garantiza que tienen que ser verdaderas, ya que, de otro modo, Dios no sería veraz ni, por tanto, perfecto. VERSIÓN 2 Descartes empieza planteando que la regla por la cual sostiene que las ideas claras y distintas son verdaderas se apoya en la existencia de Dios y en que el mismo Dios es quien ha puesto estas ideas en nosotros. Si Dios no existiera, no podríamos estar seguros de la verdad de estas ideas. Como las ideas falsas no pueden provenir de Dios, que es veraz; sólo cabe que provengan de mí mismo, que no soy perfecto. Del mismo modo, las ideas verdaderas, en la medida en que no pueden provenir ni de la nada ni de mí, que soy imperfecto, sólo pueden provenir de Dios. De este modo, queda garantizada su verdad. SOBRE EL CONCEPTO “IDEA” En general, para Descartes “idea” es todo contenido de mi pensamiento. A partir del texto, podríamos plantearnos varios aspectos relacionados con este concepto: 1. Hay ideas falsas e ideas verdaderas. 2. ¿Qué criterio podemos usar para diferenciar unas de otras? 3. ¿Cómo sabemos que ese criterio es el adecuado? A partir del reconocimiento del cogito, Descartes ha planteado que las ideas claras y distintas deben ser verdaderas. Lo que plantea este texto es el fundamento de dicha regla. Según dice el texto, sólo estamos seguros de la verdad de esta regla en la medida en que sabemos que Dios nos ha creado. Descartes está seguro de existir y de estar pensando. Esta afirmación es clara y distinta. A partir del cogito, postula que las ideas que tengan las mismas características deben ser verdaderas. Pero necesita demostrar que dichas ideas tienen su causa en Dios, para garantizar su verdad. Las ideas claras y distintas no proceden de los sentidos; son innatas. Dado que Descartes ha afirmado que Dios es la causa de su ser, puede sostener también que es la causa de las ideas verdaderas. Unas ideas tan perfectas no pueden proceder ni de la nada ni de él mismo, que es imperfecto; así pues, sólo queda que procedan de Dios. Como Dios es bueno, no va a permitir que nos equivoquemos continuamente, pues contradiría su esencia. Así, apoyado en que Dios es la causa del yo y de las ideas innatas, Descartes sostiene que las ideas que se le muestran con claridad y distinción han de ser verdaderas. Las ideas falsas sólo pueden proceder de sí mismo, que a veces acepta precipitadamente como verdaderas ideas confusas u oscuras.