La identidad cultural como marca Dra. Inês Martins La temática de este ensayo se inscribe en uno de los recientes fenómenos observados en el campo de los estudios de la comunicación y de la cultura: la construcción del posicionamiento de las “marcas lugares” (KOTLER, 2006; KOTLER; GERTNER, 2002; GNOTH, 2002) que se entiende como: Los esfuerzos de comunicación y marketing desarrollados por los territorios (ciudades, estados y países) en un posicionamiento de marca que busca el desarrollo de estrategias de visibilidad, para el mercado turístico, además del posicionamiento de productos y servicios por parte de los países en mercados internacionales (KOTLER, 2006). También por intermedio de la “marca lugar”, diversas ciudades, estados y naciones vienen desarrollando estrategias de construcción simbólica de sus culturas con el propósito de fomentar el turismo local e internacional, a través de campañas deautopromoción del país que se utilizan de recursos gráficos y audiovisuales, tales como carteles, logos, videosy las redes sociales, y que sintetizan un conjunto de saberes y representaciones sobre el país. A través de estas imágenes, la marca país, tal como la marca de un producto, representa una promesa de valor, concibe creencias, evoca emociones y genera comportamientos. Tales sentidos, que se dan por intermedio de procesos de comunicación publicitaria, se integran en variadas modalidades de textualización(que reportan a diversas estructuras generativas de sentido), exprimen contextos y circunstancias de enunciación publicitaria y presentan un “valor de legitimidad” decurrente del modo como serán encuadrados en los esquemas de cognición y de legitimación del público objetivo. Por ser un constructo simbólico discursivo referente a un imaginario de un país, se hace necesario realizar una discusión crítica sobre la forma como estas campañas de autopromoción son desarrolladas a partir del objeto de divulgación: ciudades, provincias y países y, por lo tanto, las representaciones sobre estas culturas. Un posicionamiento equivocado puede reforzar estigmas sociales y contribuir para la manutención de “esquemas interpretativos” (VAN DIJK, 2002) prejudiciales para la convivencia entre los pueblos y la sociedad, fomentando el xenofobismo y las actitudes etnocéntricas. Tal como nos recuerda Anthony Giddens (1991), en la modernidad tardía tenemos algunos ejes de discusión en relación a las identidades culturales. De los cuales destacamos: a) una acentuación en la reflexión de los individuos agregados a los procesos de desterritorización y desencaje que configuran las discusiones sobre las identidades culturales pues, “(...) elimina la actividad social de los contextos localizados, reorganizando las relaciones sociales a través de grandes distancias tiempo espaciales” (GIDDENS, 1991, p.58). b) los medios de comunicación de masas, en especial la publicidad, presentase como forma de interacción y circulación de los productos culturales. c) La identidad cultural en la modernidad tardía trae como discusión el choque entre el global y el local. Y, por último, d) Hay un nuevo interés por el “local”: la globalización y las estrategias de creación de “nichos” de mercado a partir de lo regional y de la negociación de identidades. En este sentido, las sociedades se presentan desterritorializadas, pero al mismo tiempo aglutinadas a través de los sistemas de producción, distribución y consumo de los bienes culturales (encaje/desencaje) (GIDDENS, 1991). Esta desterritorización de los sistemas de producción, distribución y consumo de los productos culturales trae también como tela de fundo las discusiones sobre las culturas y su relación con el global y el local. Esta nueva lógica del mercado permite que a través de los procesos de distribución de los bienes culturales en la modernidad tardía sean creadas “posibilidades de identidades compartidas”. Son desarrollados “consumidores” para los mismos bienes, “clientes” para los mismos servicios; y “públicos” para los mismos mensajes, siendo que estas personas están muy distantes una de las otras en el espacio y en el tiempo (HALL, 2003). El discurso publicitario y, por ende el de las marcas, potencializa todavía más esta dimensión de lo global en el local una vez que se configuran como incentivadores de esta lógica de consumo (LIPOVETSKI, 2007). El concepto de “marca lugar” está relacionado a estas discusiones propuestas por los autores puesto que, y como comentamos anteriormente, en esta lógica de funcionamiento de la modernidad tardía, no es más posible pensar en identidad nacional como algo relacionado con la idea de tradición, pero si en relación a la idea de pertenencia (HALL, 2003). Tampoco es posible pensar en identidades locales relacionadas, exclusivamente, a las tendencias “folclóricas” y estereotipadas. Las formas de representación simbólica de una “marca lugar” exhibidas en los logos y piezas gráficas de las campañas de autopromoción de un país, traen también algunos problemas de orden social y se refieren a la forma como los ciudadanos son representados a partir de las estrategias de comunicación de cada país. Es sabido que el sujeto se constituye en y a través del lenguaje y en este sentido los procesos de subjetivación y constitución de identidades parpasen por el dialogo entre dos facetas: la identidad y la alteridad (HALL, 2003). Estas formas de comunicación interpelan los sujetos y construyen, discursivamente, una “posición del sujeto” (ALTHUSSER, 1980). Estas modalidades de representación simbólica pueden reforzar estereotipos, cuya no problematización y reflexión sistematizada colaboran para la manutención de estigmas sociales a través de “mapas de representación mentales” (VAN DIJK, 2002) también estigmatizados. Este tipo de constructo social interfiere en la forma en que el país y sus respectivos ciudadanos son representados en el exterior. Por todo ello, es importante preguntarnos ¿Cuáles son las imágenes de marca de un país en el ámbito de la comunicación estratégica turística?, ¿Qué valores transmiten?, ¿en qué contexto?, y ¿cuáles estereotipos son reforzados y por qué? Un camino posible para obtener estas respuestas es a través de un análisis semiótico de las imágenes gráficas y/o audiovisuales que construyen la marca país a través de sus campañas de autopromoción. Este análisis permitirá cartografiar las construcciones simbólicas sobre la marca de un país con el objetivo de detectar los valores y discursos representados en ellos y reflexionar sobre las relaciones existentes entre el concepto “marca lugar” y la identidad cultural del país. Así como también, crear estrategias de posicionamiento de la marca país para que esta sea sólida, clara y diferenciadora en el mercado internacional. La imagen de marca de un país tiene que ser un activo que sirve para respaldar la posición internacional de un estado política, económica, cultural, social, científica y tecnológica, pero y sobretodo, que esté en consonancia con los valores éticos y morales de sus ciudadanos. Referencias Bibliográficas ALTHUSSER, Louis. Ideologia e aparelhos ideológicos do estado. Lisboa: Presença, 1980. GIDDENS, Anthony. As Conseqüências da Modernidade. Editora Unesp. São Paulo. 1991 GNOTH, Juergen. Leveragingexportbrandsthrough a tourismdestinationbrand. Brand management.vol 9 4-5 p. 262-280, Abril 2002. HALL, Stuart.A identidade cultural na pós-modernidade. 7 ed.Rio de Janeiro: DP&A, 2003. ______. Da diáspora. Liv Sovik (Org.). Belo Horizonte: UFMG, 2003. KOTLER, Philip. Marketing de lugares.Como conquistar crescimento de longo prazo na América Latina e no Caribe.São Paulo: Prentice Hall, 2006. __________; GERTNER, David. Country as brand, product, andbeyond: a place marketing andbrand management perspective. Brand management. vol 9 4-5 p. 249-261, Abril 2002. LIPOVETSKY, Gilles. A felicidade paradoxal: ensaios sobre a sociedade de hiperconsumo. São Paulo Companhia das Letras, 2007. VAN DIJK, TeunAdrianus van. Cognição, discurso e interação. (org. Igredore V. Koch) 4. ed. São Paulo: Contexto, 2002. 207 p.