!le b lIJo. ; Yse sender ~una s ve. nau· , ciu. :10 y ~ioso, Por Valquiria Wey najes Jayor Desde hace dos años, cuando se lDlClO, esta editorial viene cumpliendo una excelente labor, intensificada últimamente, en un intento más de renovar el libro 1 en de bolsillo en español. Alianza Editorial mi· no persigue una "biblioteca básica de ~esto autores universales" pero sí llamar la )r b atención del iniciado sobre las segundas a si· obras del autor de fama, las poco editarado das y conocidas, la golosina literaria inOIm dispensable. Mr. Witt en el cantón es ane· mes, exact3JDente ese caso, ya que se trata de [aria una de las primeras novelas de Sender, esúita antes de la Guerra Civil, poco nOir !Cia, divulgada y editada una sola vez en ocasión de que ganara el Premio Nacional Pre· de Literatura en 1935. una ~' De Sender ha dicho Carmen Laforet asque es el mejor novelista español vivo, el lIlaI que más entrañablemente conserva sus nuy raíces. Las opiniones generalmente coin>aro ciden en que se trata del novelista más !lIla importante de los españoles de su getenneración que viven en el destierro. De I de cualquier manera, el Sender que aquí ilIlO nos ocupa no es aún el de Crónica del que Alba, sino el de los años treinta y cinco, dei anterior, como E. Naval lo dijo en su 'em tesis, al reajuste lingüístico que el des!01' tierro forzó en él. ra· La novela es histórica y más tarde ero dirán que profética dada la similitud de :no los hechos entre la caída de la Primera ~' República, la de 1873, y la de 1936, la Segunda. Histórica además porque hay un intento de reconstruir con primor ambientes, personajes y poses entre históricas y dramáticas con una penetración de la mejor cepa galdosiana. El personaje central es un inglés maduro, acomodado, ingeniero, flemático (primer cliché), casado con Milagritos por arte y gracia de la española que con insuperable desenfado (~gundo cliché) pone fin a sus ilusiones de "aventura colonial". Mr. Witt vive relativamente feliz, contrariado únicamente por la invencible imaginación de los artesanos españoles, la cual no le permite tener dos libros encuadernados iguales '(tercer cliché). Por otra parte, ya ha podido sobrellevar el primer recelo de los habitantes de Cartagena (que lo llamaban medio en broma medio en serio, Mr. Güí) cuando en el más o menos interesante otoñal de Mr. Witt, sobreviene el levantamiento popular republicano .que lleva a la proclamación del Cantón,. al apoderamiento de la ~iudad y del puerto por los insurrectos. Mr. ,Witt, sin poder creer en el triunfo del Cantón, no deja de sentir simpatías por los rebeldes y ensaya ayudarlos influenciando al cónsul inglés, hasta que su mujer Milagritos iento a de cano comienza a dejarse envolver emocionalmente cada vez más en la lucha popular. y he aquí que lo que pudo haber sido el cuarto y gran cliché de la novela, el inglés maduro atado a la fogosa española, se transforma en manos de Sender, en un lento proceso de decadencia, de la actitud viril frente a la vida por miedo y por celos de aquello en que ya no se puede participar y no se quiere entender. La decadencia es relativ3JDente lenta, del comienzo al fin dura lo que el triunfo de los insurrectos, pero en ese proceso, tanto más doloroso por ser consciente, interviene la actitud pasada -Ortiz Valente de Mr. Witt frente al héroe fusilado primo de Milagritos, con el ~ual sospe~ cha que hubo una vinculación 3JDorosa anterior a su matrimonio. En ese proceso del que hablábamos está implícito un retroceso de la memoria de Mr. Witt a ~artir del cual y con un fervor paranOlCO rec~mstruye el amor de Milagritos por el pruno heroe, hasta que éste muere en u~ fusilamiento y cuyo indulto no Ile?"a a tlempo por culpa del propio Mr. WItt. Al lado de este proceso de desintegr~ción del tibio y escéptico que es Mr. Wltt. frente a una acción descabellada y herOlca que es la del Cantón, está la efervescencia popular, las agrupaciones ele pescadores y los líderes, héroes decimonónicos aún, aún de capa y espada, de cuadro académico como Colau medio pirata, en el que Mr. Witt ve 'renacer con espanto la figura del primo fusilado. Los localismos en el lenguaje no son muchos, los donaires de Milagritos con tener su chiste están un poco manidos, pero lo magistral es el novelista de primera línea que consigue mantener el tiempo, la cadencia tan especial en la organización de esta novela, que le da ese clima moral tan al día que aún tiene. La larga y dolorosa noche de Mr. Witt es frenada literalmente por lo que ocurre afuera, por el encuadramiento histórico, por un accidente entre pescadores contado con pausa y tranquilidad o el sufrimiento del médico viejo y reaccionario que teme ser desheredado por su padre, más vie.jo aún, que prefiere a los curas, o la entrevista con Antonete, o el emocionado viaje que en un barco hospital hace Milagritos tras la nave de Colau. De este cuadro histórico, fin de siglo, de esta novela de líneas tan clásicas queda la constancia de la actitud heroica de un pueblo, el asentamiento de una derrota que se volvería a repetir y una pasión y penetración psicológica absolutamente modernas. Ramón J. Sender: MT. Witt en el cantón, Prólogo del autor. Colección "El libro de bolsillo" (135) Alianza Editorial, S.A. Madrid, 1968. 271 pp. homenaje a león felipe El número 265 de lnsula, revista bibliográfica de ciencias y letras que aparece en Madrid bajo la dirección de Enrique Canito, está dedicado a León Felipe, el gran poeta español que murió en la ciudad de México el 18 de septiembre de 1968. Los textos (recuerdos, relación de hechos, análisis e interpretaciones de la obra y la vida de León Felipe, reflexiones, estudios y notas) son de Gerardo Diego, Guillermo de Torre, Max Aub, Manuel Durán, Luis Rius, Leopoldo de Luis, José Domingo, José Luis Cano y Emilio Miró. Se reproducen y dan a conocer poemas de León Felipe, Vicente Aleixandre, Jorge Guillén, Ángela Figuera, Tomás Segovia y Ramón de Garciasol. 17