CRONICA 2 [8.10.2016] Su nombre es Sardar Tendrá poco más de 50 años y, siendo el mayor de 16 hermanos, fue el último a dejar, junto con su familia, la tierra donde siempre vivió, a dejar Mosul. Sardar, kurdo de Iraq, musulmán de Mosul. Sus bienes lo mantuvieron allá durante bastante tiempo, mucho más que cualquier de sus hermanos e incluso, más tiempo que el mismo hubiese pensado. Quería dejar Mosul pues sabía que el “ambiente” estaba cambiando y el peligro de quedarse aumentaba, pero necesitaba vender todo lo que tenía. Los días pasaban y no lograba hacerlo… la casa, la tienda de mecánica de automóviles, ni siquiera el pequeño terreno que poseía. Intentó una y otra vez y no pudo. Solamente cuando se produjo el conflicto por el dominio de la ciudad entre las fuerzas de la coligación y el DAESH – que encontrándose dentro de la ciudad salió vencedor - Sadar decidió salir corriendo, sin nada en los bolsillos. Ese día, 10 de junio del 2014, no quiso saber de nada, ni siquiera llevar consigo algo del presente para empezar allí donde llegara, el futuro. Nada más le importaba, nada más que salvar las vidas de su mujer y de sus 7 hijos. Sin nada en las manos. ¡Qué valor pasó a dar y que indiferencia pasó a tener lo que podría llevar o no en los bolsillos! ¡Salió victorioso con las vidas intactas de los suyos! Hace más de un año que no sabe nada de su socio con quien tenía la tienda, también musulmán, pero árabe iraquí, no kurdo como él. “Un hombre bueno”, recuerda Sardar. Se ha quedado allá porque, reconoce con tristeza y preocupación por el amigo, no es posible para un iraquí con poco dinero rehacer su vida en el Kurdistán. [Una indicación que he recibido al asumir la dirección distrital del JRS en Dohuk, fue la imposibilidad de contratar iraquíes árabes, no kurdos, aun siendo musulmanes. Además de la falta de trabajo, existe una enorme y pesada cuestión política] Sardar vive ahora a media hora de distancia de Dohuk. En un pequeño pueblo, donde pudo arrendar una pequeñísima y muy barata casa para toda su familia. Consiguió trabajo como profesor de inglés, pero el sueldo no es seguro, no siempre alcanza para todo y, aun peor, muchas veces no se lo pagan… El fin de semana último ha sido abuelo por tercera vez. Un niño! Nos contó que siempre que nace un niño hay una alegría mucho más grande que cuando nace una niña. Pero él, Sardar, ha tenido 5 niñas y desea que ellas puedan asumir un rol cada vez más activo y similar al de los hombres. Aquí, en el Kurdistán hay más igualdad que en las otras partes del país… En Mosul, las mujeres ni siquiera pueden salir a comprar solas… pero esto también pasa en otras zonas del país… “Nada de esto pasaba en Iraq 50 años atrás”, comenta con nostalgia. Cuando aquí llegué, Sardar ya había sido contratado como chofer de JRS – Dohuk. ¡Y que bueno elemento! Además de ser un hombre con una mirada pacífica y tierna, está siendo una verdadera ayuda en toda la logística de montar 3 espacios que tenemos entre manos: la oficina de Dohuk y los Centro comunitarios en Sharva y en Araden. Me impresiona su preocupación protectora hacia nosotras, con Bea (española con quien trabajo y vivo) y conmigo. Llega, en alguna ocasión, a conmoverme. No se trata únicamente de disponibilidad para quedarse hasta más tarde o de aceptar, sin problema, el cambio de su horario de trabajo. Él quiere quedarse con nosotras hasta el final, como para asegurarse que no nos encontremos con alguna dificultad que no sepamos solucionar. ¡Su nombre es Sardar! Un hombre amable, atento, disponible, “ángel protector” en este tiempo de “startup” que siempre es difícil.