A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a 3 de julio de 2013, habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación: doctores Genoud, Soria, Negri, Pettigiani, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa L. 106.998, "Fani de Berardo, Alicia Isabel y otros contra Loma Negra C.I.A.S.A. Indemnización por daños y perjuicios". A N T E C E D E N T E S El Tribunal del Trabajo con asiento en la ciudad de Olavarría, perteneciente al Departamento Judicial Azul, admitió parcialmente la demanda promovida, imponiendo las costas del modo que especificó (fs. 792/805). La parte actora dedujo recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley (fs. 827/875 vta.), el que fue concedido por el órgano de grado a fs. 876 y vta. Dictada a fs. 892 la providencia de autos y hallándose la causa en estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte decidió plantear y votar la siguiente C U E S T I Ó N ¿Es fundado el recurso extraordinario inaplicabilidad de ley? V O T A C I Ó N de A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Genoud dijo: I. El tribunal de origen, en lo que aquí interesa por constituir materia de agravio, desestimó la demanda que Alicia Isabel Fani de Berardo, Mariana, Patricia, María Paz y Matías hijos, Martín Berardo respectivamente- -en la condición interpusieron de contra cónyuge Loma e Negra C.I.A.S.A. y La Caja A.R.T. S.A., por la que pretendían, con sustento en resarcimiento las de disposiciones los daños y del Código perjuicios Civil, derivados el del deceso de Héctor Martín Berardo, el pago de las vacaciones referentes al último período laborado, el sueldo anual complementario sobre las mismas y el premio por veteranía que le hubiera correspondido percibir en el año 1999. Al expresar los motivos de la decisión, de modo preliminar, declaró no controvertido que el causante trabajó en relación de dependencia de Loma Negra C.I.A.S.A. desde el ocurrido 1 de el 5 enero de de octubre 1969 de hasta 2004, su y fallecimiento, que desempeñaba funciones como coordinador de abastecimiento en la planta industrial sita en la localidad de Olavarría. a. En lo atinente a la acción por daños y perjuicios, a partir de considerar probado que la causa de la defunción fue un paro cardiorespiratorio no traumático, el a quo se abocó al análisis de la configuración o no de los presupuestos en los que la parte actora sustentó la atribución de responsabilidad civil a las accionadas, arribando a las siguientes conclusiones: (i) Respecto de la vinculación causal entre la afección cardíaca y el trabajo prestado para Loma Negra C.I.A.S.A., con soporte declaraciones testimoniales fundamentalmente rendidas en la en audiencia las de vista de la causa, sostuvo que la parte actora no logró demostrarla (veredicto, tercera cuestión, fs. 784 vta./787). Ello así pues, si bien estimó constatado el grado de responsabilidad que incumbía al causante en su tarea, juzgó no acreditada una concreta incidencia del trabajo y/o condiciones laborales en el daño cardíaco que padecía. (ii) En cuanto a la atención médica brindada a Berardo el 29 de septiembre de 2004 por el servicio médico de Loma Negra C.I.A.S.A., valoró que fue adecuada y, por tal razón, estimó no verificada una actitud configurativa de culpa o negligencia y omisiva de su deber genérico de seguridad (arts. 1109 del Código Civil y 75 de la Ley de Contrato de Trabajo; veredicto, cuarta cuestión, fs. 787/789; sentencia, fs. 796 vta./797 vta.). (iii) Acerca de la alegada responsabilidad de La Caja A.R.T. S.A., declaró que la aseguradora probó haber desarrollado actividad preventiva en el establecimiento de la accionada, cumpliendo con sus deberes de seguridad y vigilancia, habida fiscalización de cuenta la que efectuó empleadora y un brindó control cursos y de capacitación al personal (íd., fs. 789). En la etapa de sentencia, afirmó que, en tanto la A.R.T. fue traída a juicio como "citada en garantía" por Loma Negra C.I.A.S.A., el análisis de su responsabilidad se convirtió en una cuestión abstracta. No obstante, en conclusión que dejó expuesta a mayor abundamiento, señaló que la parte actora no comprobó que el infortunio se produjo debido a deficientes condiciones de seguridad en las que laboraba el causante, y tampoco acreditó que la aseguradora incumpliera con sus deberes de seguridad y vigilancia. Al contrario, estimó que ésta justificó haber dado adecuada satisfacción a tales deberes (sentencia, fs. 797 vta./798). b. En lo concerniente a la pretensión de pago de la indemnización proporcional del correspondiente último año al período trabajado (art. de descanso 156 de la L.C.T.) y el sueldo anual complementario sobre la misma, con basamento en el recibo de haberes de fecha 8 de octubre de 2004 -acompañado por la parte actora a fs. 68-, tuvo por demostrado que Loma Negra C.I.A.S.A. les abonó por ambos conceptos las sumas de $ 4.151,96 y de $ 346, respectivamente, y, en consecuencia, desestimó el reclamo (veredicto, sexta cuestión, fs. 790 vta.; sentencia, fs. 802). c. Con referencia al premio por "veteranía", juzgó procedente su pago, haciendo lugar al reclamo del que le hubiera correspondido percibir al causante en enero de 2004 -consistente en el importe de seis sueldos-. Pero, respecto del devengado en el año 1999, declaró prescripto el pedimento. Sobre esto último, expuso que Héctor Berardo adquirió derecho al cobro de cinco sueldos en enero de ese año, situando el comienzo del curso de la prescripción en esa fecha. Y, atento que la demanda fue iniciada el 9 de diciembre de 2004, no verificándose ningún supuesto suspensivo ó interruptivo del curso de la misma (veredicto, quinta cuestión), estimó cumplido el plazo bienal previsto en el art. 256 de la Ley de Contrato de Trabajo, acogiendo la defensa opuesta por la demandada (sentencia, fs. 798). d. Finalmente, en lo tocante a las costas del proceso, las impuso a Loma Negra C.I.A.S.A. en proporción al reclamo por el que prosperó la demanda, y a la parte actora en relación a los restantes rubros sujetos al beneficio de gratuidad (arts. 19, 20, 22 de la ley 11.653 y 20 de la Ley de Contrato de Trabajo; sentencia, fs. 802, 803 y 804 y vta.). II. Contra dicho pronunciamiento se alzan los legitimados activos inaplicabilidad denuncian de absurdo con ley en la recurso (fs. extraordinario 827/875 vta.), valoración de la en de el prueba que y la transgresión de los arts. 12, 37, 44 y 47 de la ley 11.653; 68, 2º párrafo, 163 inc. 6, 375, 384 y 474 del Código Procesal Civil y Comercial; 499, 901, 902, 1074, 1109, 1113, 3412, 3414, 3460, 3486, 3953 y 3980 del Código Civil; 12, 58, 75, 145, 149, 150, 151 y 152 de la Ley de Contrato de Trabajo; 1 de la ley 9688; 5 de la ley 24.028; 4 de la ley 24.557; decreto 1278; 14, 14 bis, 17, 18 y 19 de la Constitución nacional; 15 y 25 de la Constitución provincial y violación de la doctrina que citan. Exponen los siguientes agravios: 1. indemnización Se por desconforman daños y por el perjuicios rechazo y, en de ese la orden, alegan: a. Atento que Loma Negra C.I.A.S.A. no negó puntualmente la secuencia de los hechos y los padecimientos del causante en los días previos a su deceso, en su opinión, han quedado reconocidos, por un lado, que estaba sometido a un tremendo estrés producto de las presiones que sufría en el trabajo y, por el otro, el obrar negligente de la empleadora con motivo de la descompostura que sufriera Berardo el 29 de septiembre de 2004. b. Al poner a su cargo la comprobación del nexo causal entre el trabajo y el infarto, el a quo incurrió en absurdo y violó el art. 375 del Código Procesal Civil y Comercial. Ello, en la inteligencia que tuvo por probado que el 29 de septiembre de 2004 Berardo sufrió un infarto y que tal episodio constituyó un accidente de trabajo, como también, que fue reconocido que aquél estaba en estado de estrés. En acreditado consecuencia, que el trabajo colige se que se convirtió encuentra en una "cosa riesgosa" y, en tanto el art. 1113, 2º párrafo del Código Civil establece la responsabilidad objetiva del guardián, a su modo de ver, estaba a cargo de la patronal la prueba de alguno de los eximentes que contempla la norma. Desde otro ángulo, atento que el referido hecho ocurrió en el trabajo y las leyes especiales en la materia -entre las que cita las leyes 9688 y 24.028- consagran la presunción de responsabilidad del patrón ante un accidente de trabajo, interpreta que igualmente competía a Loma Negra C.I.A.S.A. justificar que las tareas que exigía a Berardo no ocasionaron o no influyeron en absoluto en el estrés que padecía: su estado de salud, infarto y posterior muerte. c. Controvierten las conclusiones del órgano de grado afincadas, demostraron la por una parte, vinculación en causal que los entre actores la no afección cardíaca de Berardo y el trabajo prestado para Loma Negra C.I.A.S.A.; y por la otra, en que tampoco acreditaron que ésta lo haya atendido en forma deficiente en su servicio médico los días 29 y 30 de septiembre de 2004. En tal sentido, aducen que incurrió en absurda valoración de las pruebas, y puntualmente manifiestan: (i) Respecto de la prueba oral recibida en la audiencia de vista de la causa, le endilgan que efectuó un análisis parcial y arbitrario de las declaraciones testimoniales, no reflejando en el veredicto la versión real de las exposiciones. Añaden que hizo lo propio con referencia a la absolución de posiciones de ambas partes, habida cuenta que sólo tomó los datos que "le servían", soslayando meritar circunstancias relevantes que surgían de las mismas, emanadas del representante legal de la empleadora quien reconoció que el proceso de venta de la empresa se inició en el año 2005 y, de igual forma, el letrado de la demandada admitió en la posición 10° de la ampliación, que el causante era "exprimido" en su trabajo (rec., fs. 836 vta./841 vta.). (ii) Objetan la ponderación de las pericias técnica y contable, y sobre el particular, argumentan que el órgano de grado interpretó desacertadamente la primera al concluir que la disminución del personal a cargo de Berardo -que en 1985 ascendía a veintiocho operarios y en el 2004 disminuyó a seis- implicó una baja de trabajo; al contrario, en su opinión, tal circunstancia evidenció una sobrecarga de tareas en el causante. Sobre la segunda, sostienen que pasó por alto que dio cuenta del personal médico de la planta y del procedimiento interno establecido por Loma Negra C.I.A.S.A. para la atención y traslado de accidentados que, en el caso, la empleadora incumplió, pues no condujo al trabajador inmediatamente a una clínica el 29 de septiembre de 2004, cuando se descompuso. (iii) En lo que consideran el más grave yerro del sentenciante, denuncian que se apartó irrazonable e infundadamente de la pericia médica producida a fs. 653/657 vta. y de su ampliación de fs. 684 y vta. Ello así pues, por encima de las conclusiones del perito médico oficial, confirió preeminencia a las declaraciones testimoniales recibidas en la audiencia oral, las que además -recalcan- fueron interpretadas en forma inapropiada por el juzgador. Tal proceder implicó, a su juicio, la violación del art. 474 del Código Procesal Civil y Comercial, en cuanto otorga validez y fuerza probatoria a los dictámenes periciales, aplicando el sistema de la sana crítica. También de los arts. 12, 37 y 44 inc. "d" de la ley 11.653, atento que no valoró en conciencia esa prueba y pese a tener las facultades de solicitar aclaraciones, ampliaciones ordenar la o explicaciones producción de al otra perito pericia interviniente (art. 37), u como asimismo, de disponer otras diligencias probatorias (art. 12), no hizo uso de ellas, lo cual permitía suponer que estimaba suficiente y eficaz la practicada por el perito médico oficial doctor Martínez. Sin embargo, no obstante que no fue objetada por las partes, el a quo desechó sus conclusiones sin sustento científico alguno, y de esa manera, transgredió la doctrina sentada por esta Corte en el precedente "Reboredo" (L. 62.544, sent. del 23-II-1999), en la que hubo de declarar que consentida habiendo por ejercido las el partes la pericia tribunal de origen médica en y la no etapa procesal oportuna las facultades que le confiere el art. 12 de la actual conclusiones ley no 11.653, sean la circunstancia vinculantes no de que sus significa que los magistrados puedan apartarse arbitrariamente de las mismas, porque la desestimación de sus conclusiones debe ser razonable y científicamente fundada. En la misma línea, con profusa cita de doctrina de esta Corte, alegan que el sentenciante incurrió en absurdo. Vicio que, a su modo de ver, se patentiza, pues desoyó lo vinculación dictaminado del trabajo por con el la experto acerca patología de cardíaca la y posterior muerte de Berardo e, igualmente, lo relativo a la atención médica brindada por el empleador los días 29 y 30 de septiembre de 2004. Respecto del nexo causal manifiestan que, contrariamente a lo afirmado por el tribunal de mérito, el perito fue claro al determinar el padecimiento de estrés por Berardo y que el mismo tenía su causa en el trabajo prestado para Loma Negra (v. recurso, fs. 848/849 y 850 vta. y sgtes.). Así, señalan que el experto dictaminó que el estrés asociado a otros factores de riesgo, tales como el tabaquismo, vida sedentaria, hipertensión arterial, colesterol elevado, factores psicosociales, sería capaz de desencadenar que, apuntó, manifestaciones estaban cardiovasculares. presentes en Berardo, Factores existiendo constancias de los mismos. Añadió que se debían considerar las constancias registradas de estrés (día 12-IV-2002, fs. 136 y 29-X-2004 en Servicio Médico) como antecedentes desencadenantes. Con relación a la asistencia dada a Berardo por el servicio médico de Loma Negra C.I.A.S.A., alegan: En lo atinente al electrocardiograma que se le practicó el 29 de septiembre de 2004 que, conforme lo informado por el médico de la empresa, doctor Ríos, no mostraba evidencias de trastornos en ritmo o de lesión aguda, el perito médico evaluó dicho estudio arribando a una conclusión distinta, en tanto sostuvo que "se constatan signos de lesión cardíaca, demostrables por la aparición de ondas q, en las derivaciones DI, DII, aVF, y onda r, en Vi, compatible con lesión cardíaca previa" (respuesta k). Luce manifiesto, aducen, que en tal ECG apareció un infarto o marcha irregular del corazón de Berardo, lo cual, entienden, echa por tierra la conclusión del tribunal de grado relativa a que no obraba en el expediente prueba alguna hubiera que certificara padecido que en taquicardia esa y/o fecha el principio trabajador de infarto. Agregan que la mentada irregularidad, también fue detectada por el médico Balado al recibir al causante cuando fue internado el 4 de octubre de 2004, atento que a fs. 487 advirtió sobre las ondas "q" que presentaba tal estudio. Ello evidencia -a su juicio- la responsabilidad de la demandada, habida cuenta que el médico de Loma Negra, doctor Ríos no advirtió las anomalías que surgían de tal estudio y medicación tampoco que las no informó; era apropiada prescribió para la a Berardo situación (corroborado por la pericia médica). Dicho profesional y la empresa omitieron asistencial a trasladar pesar que al el trabajador manual de a un centro procedimiento implementado por la patronal para supuestos de accidentes, indicaba lo contrario -agregado a la pericia contable-, no le impidieron seguir trabajando y ni siquiera lo enviaron a su casa, tanto ese día, como el siguiente en el que Berardo acudió nuevamente a consultarlo, pues no se sentía bien y Ríos, una vez más, no obró con prudencia (v. recurso, fs. 849 vta. y 850). Aseveran que éste "se lavó las manos" indicándole que consultara a otro profesional. Por otra parte, destacan que, precisamente el perito médico expresó con claridad que, ante el resultado del referido ECG, los síntomas que presentaba en el momento y los derivado antecedentes en que forma registraba, inmediata a la Berardo consulta debió al ser centro correspondiente para mejor evaluación (respuesta f, fs. 654 y vta.), como asimismo, que no debía continuar prestando sus tareas habituales (fs. 684, vta. pto. f). Sin embargo, arbitrariamente conclusiones se consideró con la agravian pues desvirtuadas declaración del el las doctor sentenciante precitadas Balado, un testigo que no es el perito y que conoció a Berardo sólo un día (el anterior a su muerte), que no respondió a los puntos de pericia -pues no era el perito oficial-, y además denuncian que tergiversó sus dichos dado que en el pedido de informes que dicho profesional contestó a fs. 486/487 brindó datos distintos. Asimismo, le endilgan que ponderó equívocamente la conducta del doctor Ríos, pues con ligereza afirmó que éste no obligó a Berardo a continuar con sus tareas, cuando, en su opinión, un médico que obrara con prudencia y previsión, si la situación -como ocurría en el caso- era anormal, en rigor debió obligarlo a que no continuara trabajando y derivarlo a un centro asistencial. (iv) Por otra parte, alegan que el a quo incurrió igualmente pericia en absurdo caligráfica al que soslayar reveló la valoración circunstancias de por la demás significativas, atento que constató que el 29 de septiembre de 2004 el médico de la empresa no actuó bien, y luego, intentaron cubrir o "tapar" algunas irregularidades. En ese orden, aducen que el referido dictamen detectó cambios de grafías en la documentación labrada por Loma frase Negra "Se -obrante indica a fs. 130/131-, denuncia a médico concluyendo de que cabecera" la fue ejecutada con otro implemento escritor, de otro color, en otro momento escritural. También, verificó que se alteró la hora de ese asiento, atento que donde decía 11 horas, ahora se lee 12 horas. Lo expuesto, demuestra, a su modo de ver, que la demandada intentó enmendar su responsabilidad, y ello no fue apreciado por el sentenciante. d. Se agravian por la desestimación de la acción incoada contra "La Caja A.R.T. S.A.". Manifiestan que la aseguradora de riesgos del trabajo -y la empleadora- se han esforzado en resaltar los factores de riesgo ajenos al trabajo que padecía Berardo, pero, a su juicio, debieron tenerlos en cuenta para evitar que el estrés laboral profundizara la dolencia del causante. En tal sentido, argumentan que si bien contaban con evaluaciones antecedentes, no del trabajador lo cuidaron, que revelaban siendo tales responsables civilmente por esa omisión. De ese modo, consideran equívoca la conclusión del tribunal interviniente afincada en que no se demostró que las condiciones de seguridad fueran deficientes. Tampoco probaron la realización de estudios para medir el estrés, y, en caso que los hubieran hecho, aducen no les dieron debida aplicación. 2. Objetan la decisión del sentenciante de declarar prescripta la pretensión del pago del premio por veteranía -consistente en cinco sueldos- que le hubiere correspondido percibir al causante en el año 1999, cuando hubo de cumplir treinta años de antigüedad en la empresa. Básicamente sustentan la crítica en que revisten la condición consecuencia, de no herederos pudieron del trabajador reclamarlo a Loma y, en Negra C.I.A.S.A. antes de ocurrido el deceso de aquél, pues no estaban en posesión de la herencia. En tal sentido, denuncian que el juzgador violó los arts. 3412, 3414 y 3466 del Código Civil, que vedan cualquier acción a los actores antes de poseer la herencia y el art. 3953 que establece que los derechos -como el reclamado- son prescriptibles sólo desde la apertura de la sucesión. De esa forma, señalan erróneamente aplicado el art. 256 de la Ley de Contrato de Trabajo. Además, aducen que los arts. 12, 145 y 149 de la Ley de Contrato de remuneratorios como irrenunciables y, Trabajo la por establecen gratificación ende, que en interpretan los rubros cuestión que son devienen imprescriptibles. Por último, manifiestan que la entidad gremial A.O.M.A, realizó el reclamo pertinente por el expediente administrativo 2277-14.829/9 de la Secretaría de Trabajo, conforme lo informado a fs. 447/466, y que tal actuación benefició a todos los empleados de la empresa aunque se tratara de personal jerárquico, pues, de lo contrario se violaría el derecho de igualdad consagrado en el art. 14 de la Constitución nacional. 3. Se agravian, igualmente, por el rechazo de la pretensión tendiente al pago de las vacaciones no gozadas por el causante, correspondientes al año 2004. Sobre el particular, alegan que al considerar, con sostén en el recibo de fs. 68, que se encontraban pagas, el a quo incurrió en un equívoco pues tal instrumento revela que el pago fue insuficiente, en tanto sólo se calcularon sobre el sueldo percibido por Berardo, y no se computó al menos el premio por veteranía devengado en enero de 2004, que fue admitido en la sentencia. Al decidir de ese modo, transgredió el art. 155 incs. "a", "c" y "d". Añaden que por su antigüedad en la empresa, el causante tenía derecho a 35 días de vacaciones, y conforme a la estimación que realizan les correspondería percibir la suma de $ 6.318,20 más la de $ 526,52 por sueldo anual complementario, siendo que se les pagó sólo $ 4.153,20 con más $ 346 por sueldo anual complementario. 4. costas a Por su último, parte por controvierten los rubros no la imposición admitidos en de la sentencia. En ese orden, denuncian -conforme la doctrina que citan- que en materia de daños y perjuicios, la calidad de vencido la tiene el demandado que fue condenado aunque lo fuese en mínima medida. Por otra parte, aducen que el a quo ha transgredido los arts. 20 y 22 de la ley 11.653, en cuanto contemplan gratuidad la para exención el de gastos trabajador, y el añadiendo beneficio que de también invocaron en la demanda el beneficio de litigar sin gastos. Interpretan que ambos beneficios resultan violados al ser condenada en costas su parte. Además, consideran que debió aplicarse el art. 68, 2º párrafo del Código Procesal Civil y Comercial, pues su parte tenía derecho a reclamar como lo hizo, por las circunstancias que rodearon al caso y los daños derivados del deceso de Héctor Berardo. Por último, para el supuesto que se confirme la decisión sobre este punto, impugnan por elevados los honorarios fijados sobre la parte de la acción que fue rechazada en la instancia de grado. III. El recurso, en mi opinión, ha de prosperar parcialmente. 1. Los agravios vinculados al rechazo de la pretensión indemnizatoria por daños y perjuicios deben ser acogidos en forma parcial. Como hemos visto, los impugnantes cimentan la crítica sobre varios órdenes de fundamentos: 1.1. a. Comenzaré por señalar que no es atendible el argumento tocante a los efectos de la supuesta negativa genérica llevada a cabo por Loma Negra C.I.A.S.A. en su responde de demanda, dado que -como reiteradamente lo ha dicho esta Corte- constitutivos del la interpretación proceso, y en de general los escritos de cualquier escrito judicial, resulta una cuestión de hecho reservada a la opinión de los jueces de las instancias ordinarias, quienes tienen amplias facultades para establecer el ámbito litigioso de jurídico las cuestiones procesal, que principio integran que sólo la relación reconoce como excepción el absurdo (conf. causas L. 96.953, "Gamarra", sent. del 3-III-2010; L. 96.358, "Valentinelli", sent. del 22-IV-2009; L. 89.430, "Mezzadra", sent. del 2-VII-2008; L. 88.657, "Gómez", sent. del 31-X-2007; L. 89.026, "Zatti", sent. del 27-VI-2005). En ese contexto, el embate es ineficaz toda vez que los agraviados no alegaron concretamente que hubiere mediado una burda valoración del escrito de contestación de la demanda. Sin perjuicio de ello, la impugnación en definitiva, se conduce en el plano del mero disentimiento con el razonamiento sentencial, sin aportar -como es menester- una explicación que compruebe la existencia de una desinterpretación palmaria o grosera de las constancias objetivas de la causa con entidad suficiente para configurar el mentado vicio, máxime que la empleadora no sólo negó el carácter laboral de la causa de la muerte del trabajador además, (ver contestación, desconoció que "el fs. 236, evento "f"), ocurriera sino bajo que, las circunstancias, condiciones y con las consecuencias que se describen en el escrito de inicio" (íd., fs. 235 vta. "b"). b. Tampoco les asiste razón en cuanto alegan la violación del precepto que regula la carga de la prueba (art. 375 del C.P.C.C.). Observo que cimentan la crítica en premisas equívocas, esto es, que el juzgador tuvo por probado que el 29 de septiembre de 2004 Berardo sufrió un infarto y que tal episodio constituyó un accidente de trabajo, como también, que fue reconocido que aquél estaba en estado de estrés. Nada de ello es cierto. El a quo apreció que el ECG que se le practicó al causante en esa fecha no evidenció trastornos en ritmo o lesión aguda (veredicto, cuarta cuestión, fs. 787 vta.), y juzgó que no existía prueba alguna que certificara que en esa oportunidad el trabajador hubiera padecido taquicardia y/o principio de infarto (sentencia, fs. 796 vta. in fine). De todas maneras, expresamente apuntó que, en tanto en la demanda no se denunció "una acción violenta o súbita", correspondía descartar en el caso la figura del accidente de trabajo y evaluar si se trataba enfermedad accidente (sentencia, fs. 794 vta. de una in fine). Menos aún tuvo por admitido que el causante se encontrara en estado de estrés. Es decir que, en realidad, el órgano de grado no tuvo por acreditados ninguno de los presupuestos para la procedencia de la acción, sea con basamento en la Ley de Riesgos del Trabajo (24.557 -vigente a la fecha del fallecimiento-) o desde la óptica del art. 1113 del Código Civil, como equívocamente lo entienden los impugnantes. 1.2. abordar el Despejados los cuestionamiento tópicos de la precedentes, definición del cabe a quo afincada en la ausencia de nexo de causalidad entre el trabajo y la afección cardíaca que padecía Berardo, sustrato de la responsabilidad objetiva que se imputa a Loma Negra C.I.A.S.A. a. Deviene oportuno recordar, ante todo, que determinar la existencia de tal nexo -causal o concausaly, en general, el análisis de las cuestiones de hecho y la apreciación del material probatorio, constituyen atribuciones privativas de los jueces de grado y ajenas a la casación, salvo que se demuestre el excepcional vicio de absurdo en la labor axiológica de los magistrados (conf. L. 95.659, "Feliciotti", sent. del 28-V-2010; L. 95.205, "Macías", sent. del 22-XII-2008; entre otras). En el caso, si bien los quejosos aducen su configuración, no logran evidenciarlo. Veamos: b. En el fallo de los hechos, el tribunal interviniente expuso que la parte actora alegó al inicio que por el cúmulo de tareas, las presiones y/o exigencias de la patronal y las extensas jornadas de labor, acentuadas en los últimos tiempos por la posibilidad de la venta de la empresa, Héctor Martín Berardo se hallaba sometido a un estado de estrés que le provocó el infarto, que luego causó su muerte. A su turno, la empleadora negó el carácter laboral del mismo. Para definir este punto, con soporte en la pericia técnica (fs. 528/545 y vta.), consideró probado que el trabajador desempeñaba tareas de organización, coordinación de remates anuales de material en desuso de la empresa, gestión de los almacenes, provisión de materiales e insumos, atención de proveedores, y que también tuvo a su cargo la implementación, actualización y mejoramiento del sistema integrado de gestión SAP. Puesto a analizar las condiciones bajo las que aquél cumplió su débito laboral, forjó su convencimiento fundamentalmente a partir de la apreciación de las declaraciones que los testigos brindaron en la audiencia de vista de la causa, y ello, según manifestó, porque fueron precisas, concordantes y convincentes (veredicto, tercera cuestión, fs. 784 vta./787). Y, tras un pormenorizado análisis de las mismas, concluyó que ninguno pudo afirmar que Berardo haya sido sometido a presiones empresariales o tuviese que afrontar situaciones realmente "estresantes", ya que señalaron que no recibía órdenes de trabajo sino que era el encargado de darlas; que no se le imponían jornadas de trabajo superiores a ocho horas; que su tarea era normal para un empleado jerárquico no convencionado y responsable del Departamento de Almacenes y que no se produjo en el trabajo ningún inconveniente previo a su fallecimiento (sentencia, fs. 795 vta.). Confirió igualmente relevancia a la prueba de posiciones rendida por la cónyuge de Berardo, pues declaró que éste no cumplió jornadas mayores de ocho horas por exigencias de la empresa. Asimismo, comprobado que mediante en el la año pericia 1985 el técnica, reputó causante tenía aproximadamente veintiocho personas a su cargo, y que en los años subsiguientes ese número descendió primero a veintitrés -2001- y finalmente a 6 personas -2003 y 2004-, de lo cual coligió que el trabajo había disminuido (veredicto, tercera cuestión, fs. 785 y vta.; sentencia, fs. 795 vta./796). Respecto de la pericia médica, aseveró que si bien daba cuenta que en los antecedentes agregados se registraban constancias de estrés, entre los que refirió el día 12-IV-2002 (fs. 136); el día 29-X-2004 en el Servicio Médico de la planta (fs. 130) y el 5-X-2004 al ingresar al Instituto Sacre Coeur (fs. 53), el perito no indicó al trabajo como factor causal o concausal de la dolencia (veredicto, tercera cuestión, fs. 786 vta.). Pero, además, ponderó que el experto conoció tales referencias a través de las constancias de autos, razón por la que descartó la eficacia convictiva del dictamen, pues, a su criterio, no explicó con claridad de qué manera las tareas realizadas por el trabajador influyeron en el infortunio laboral. En ese orden, estimó que los datos aportados por el perito resultaban insuficientes para justificar la vinculación laboral, máxime teniendo en cuenta que en el dictamen mencionó consistentes una en serie de sobrepeso, factores hipertensión adversos, arterial, colesterol elevado, sedentarismo, tabaquismo; añadiendo el a quo que los testigos dieron cuenta que el causante tenía una personalidad factores estos, activa, que a temperamental su juicio, por y sí autoexigente, solos podían favorecer una crisis cardíaca. Y, frente a ese escenario, concluyó que en el caso no se probó que el causante estuviera expuesto a una situación de tensión que excediera la normalidad de sus tareas, razón por la que no correspondía atribuir responsabilidad objetiva al empleador (sentencia, fs. 796 vta.). c. Lo expuesto verifica que el órgano de grado, ejerciendo facultades que le son privativas (art. 44 inc. "d", ley 11.653), analizó las pruebas aportadas no sólo ateniéndose a su contenido, sino correlacionándolas en el contexto de todos los medios aportados y, a resultas de ello, asignó importancia decisiva para formar su convicción en lo relativo a que no fue acreditado el nexo causal entre la patología y el trabajo, a las deposiciones de los testigos recibidas en la audiencia oral, descartando las conclusiones del perito médico acerca de este punto. Testimonios, cuya ponderación vanamente intentan cuestionar los impugnantes, dado que -como es sabido- en razón del sistema de apreciación "en conciencia", es el propio juzgador de grado quien tiene la facultad privativa para apreciar la habilidad y mérito de las declaraciones testimoniales que recibe, así como de la confiabilidad que alguna o algunas de ellas le merezcan con relación a otras, resultando tales apreciaciones insusceptibles de revisión en esta instancia extraordinaria, salvo efectiva demostración de absurdo (conf. causas L. 97.272, "Cabrera", sent. del 7-VI-2010; L. 87.409, "Enríquez", sent. del 6-VI2007, entre recurrentes muchas no otras), ejercitaron sobre todo oportunamente cuando la los facultad conferida por el art. 46 de la ley 11.653 (conf. causas L. 103.324, "Sierra" sent. del 10-XI-2010; L. 95.327, "Rutkevicius", sent. del 18-III-2009). En cuanto al dictamen médico, desatienden que el juzgador se apartó fundadamente del mismo, receptando -en rigor- la doctrina de esta Corte que estableció que la pericia médica no es el medio de prueba adecuado para la justificación de las condiciones y modalidades del trabajo, pues su cometido se relaciona con la existencia de la enfermedad invocada determinando el origen de la misma y la incapacidad laborativa derivada de aquélla (conf. causas L. 66.490, "Folmer", sent. del 16-II-1999; L. 67.105, "Vega", sent. del 25-XI-1997; L. 66.915, "Barbieri" sent. del 17XI-1998; L. 41.813, "Díaz", sent. del 12-IV-1989, entre otras). Conclusiones estas que no han sido idóneamente rebatidas por los interesados, que insisten en la pretensa preeminencia de la pericia médica para constatar el mentado nexo causal, y en su cometido, incluso, desinterpretan lo dictaminado por el experto médico, habida cuenta que, en concreto, éste no atribuyó al factor laboral los episodios de estrés de Berardo, que daban cuenta los registros de la empleadora. Tampoco son de recibo los cuestionamientos tocantes a la ponderación de la prueba de confesión rendida por las partes, y, específicamente, en tanto los quejosos alegan que posición el 10ª letrado de la de la demandada ampliación que el admitió en causante la era "exprimido" en su trabajo. Si bien el art. 409 del Código Procesal Civil y Comercial en su segundo apartado prescribe que cada posición importará, para el ponente, el reconocimiento del hecho a que se refiere, toda vez que las afirmaciones en el pliego de posiciones forman prueba en contra de la parte que las sent. formula del (conf. causa 18-VIII-2010), en L. la 96.681, especie, "Desteffaniz", observo que la mencionada posición no fue propuesta en sentido afirmativo sino como un interrogante (v. fs. 780 vta.), razón por la que cabe concluir que el ponente no efectuó un reconocimiento de tal circunstancia. De todas maneras, sabido es y conviene recordar, que ponderar los efectos de la confesión es facultad privativa de los tribunales del trabajo, a cuyo fin tienen un amplio margen de discrecionalidad (conf. causa L. 51.649, “Salso”, sent. del 21-XII-1993). Las restantes objeciones que porta el recurso no revisten relevancia para modificar lo decidido, atento que a partir de una apreciación aislada elementos probatorios intentan resuelto, método no proceso debe que en separada mostrar resulta considerarse y el aceptable su de los error de lo dado que el total y desarrollo ponderado en su múltiple unidad (conf. causas L. 89.666, "Ottone", sent. del 12-XII-2007). En realidad, la crítica se limita a enunciar un criterio valorativo discordante con el de los jueces intervinientes, evidenciando la pretensión de disputarle al tribunal del trabajo la facultad de interpretar el material probatorio, lo cual, reiteradamente se ha declarado constituye una técnica carente de idoneidad para representar la hipótesis de la efectiva configuración del aludido vicio (conf. causas L. 89.305, "De La Tebes", sent. del 14-IV-2010; L. 68.576, “Smit”, sent. del 24-VIII-1999; entre muchas otras). 1.3. El reproche orientado a descalificar el desarrollo por el cual el tribunal de grado concluyó que la atención brindada al causante en el servicio médico de Loma Negra C.I.A.S.A. rechazo de subjetiva la de había sido pretensión la adecuada fundada demandada; (que en fs. la derivó en el responsabilidad 797 vta.) resulta procedente. a. Al analizar este tópico, el órgano de grado expuso que de la pericia médica surgía que Héctor Berardo concurrió al servicio médico sito en el establecimiento por déficit de aire durante las primeras horas de la mañana del 29 de septiembre de 2004. Allí se le practicó un electrocardiograma en el que se informó "sin evidencias de trastornos en el ritmo o de lesión aguda", fue medicado, con indicación de consulta al médico de cabecera (veredicto, cuarta cuestión, fs. 787 y vta.). De la declaración testimonial rendida por Laura Echaide -superior jerárquica del causante- extrajo que ese día notó a Berardo agitado y lo acompañó al mencionado servicio donde fue atendido por el médico de guardia, doctor Alvaro Ríos; lo esperó y al salir el profesional le entregó un electrocardiograma, sugiriéndole que fuera a ver a su médico de cabecera. Adujo la deponente que fue decisión de Berardo continuar con sus actividades y que no notó que tuviera necesidad de abandonar su trabajo, para lo cual no existía ningún inconveniente (íd., fs. 787 vta.). Con relación a la exposición del doctor Alvaro Ríos -médico de guardia-, el juzgador afirmó que aquél reconoció haber atendido a Berardo en la prealudida fecha y que le practicó un electrocardiograma. Agregó que no vio nada urgente, que no tenía lesión aguda, que podía seguir trabajando y que le indicó que consultara a su médico de cabecera, a lo que añadió, que el trabajador regresó al día siguiente a buscar un analgésico y le comentó que se sentía bien. Acerca de la consulta al médico de cabecera prescripta por Ríos, el a quo juzgó que no obstante la irregularidad en el electrocardiograma de fecha 29-IX-2004 -detectada en la prueba pericial caligráfica de fs. 716/719 y vta.-, el hecho en sí -derivación al médico de cabecerafue ratificado en forma convincente y concordante por Laura Echaide y, también por el testigo Raúl Salerno quien confirmó que Berardo le había comentado que el servicio médico le efectuó tal indicación, motivo por el que lo consideró probado. Asimismo, declaración de confirió Roberto especial Balado, médico relevancia a la terapista de la Clínica María Auxiliadora de esa ciudad, de la que extrajo que Berardo fue internado en ese nosocomio el 3 de octubre de 2004, donde se le realizó un electrocardiograma sin signos agudos; que al día siguiente sufrió un infarto, se lo derivó al servicio de terapia intensiva y el nuevo ECG que se le practicó arrojó un resultado distinto. Sobre la aparición de ondas "q" en el primer ECG del día 29 de septiembre de 2004 -del que daba cuenta la pericia médica a fs. 655, punto K-, el juzgador señaló que el doctor Balado expresó que no significaban nada, que a veces son producto de la misma contextura física, que dicho estudio no reflejaba la gravedad de lo que pasó después y que el declarante hubiera aconsejado a Berardo que siguiera trabajando (veredicto, fs. 788 y vta.; sentencia, fs. 797). Con ese testimonio, el sentenciante juzgó desvirtuado lo dictaminado a fs. 654 in fine, punto "f" y 684 vta. por el perito médico interviniente en autos, en cuanto estableció que en el ECG del día 29-IX-2004 se constataban signos de lesión cardíaca, demostrables por la aparición de ondas "q" y que Berardo no debió continuar trabajando, sino que tendría que haber sido derivado en forma inmediata a un centro de mayor complejidad (veredicto, fs. 788 y vta. y sentencia, fs. 797). Estimó, igualmente, que la falta de gravedad de la afección sufrida por el trabajador en esa fecha surgía evidente de la prueba confesional, dado que en las posiciones 5ta. y 6ta. de la ampliación del pliego de fs. 213, su cónyuge reconoció haber viajado a Chillar el día 3X-2004 por un acontecimiento familiar y que aquél se quedó solo en su domicilio. Sumó a ello que el testigo Schmale dijo que ese día -3-X-2004- el causante cortó el césped de su domicilio particular y que se encontraba solo; hechos que afirmó conocer por comentarios del propio Berardo cuando fue a visitarlo a la clínica (veredicto, fs. 788 vta.). Estas circunstancias, a criterio del juzgador, fueron contestes con lo expuesto por el médico terapista doctor Balado respecto a que "nada hacía prever lo que pasó después" y, por lo tanto, habilitaban el apartamiento del dictamen médico en cuestión (sent., fs. 797 y vta.). En la etapa de sentencia, previo declarar que no obraba en el expediente prueba alguna que certificara que el 29 de septiembre de 2004 el trabajador hubiera padecido taquicardia y/o principio de infarto, como igualmente, que el doctor Ríos lo haya obligado a continuar con sus tareas y, recalcando las definiciones fácticas del veredicto, el tribunal interviniente tuvo por demostrado que Héctor Berardo recibió adecuada atención médica en el servicio médico de Loma Negra C.I.A.S.A., concluyendo que no se verificó por parte de ésta una actitud configurativa de culpa o negligencia y omisiva de su deber genérico de seguridad (arts. 1109 del Código Civil y 75 de la Ley de Contrato de Trabajo; sentencia, fs. 796 vta./797 vta.). b. Considero que asiste razón a los recurrentes en cuanto alegan que los fundamentos expuestos por el juzgador para descalificar la pericia médica sobre este punto, resultan insustanciales y arbitrarios. b. 1. Dable es recordar -como reiteradamente lo ha sostenido esta Corte- que si bien es cierto que el art. 44 inc. "d" de la ley 11.653 confiere amplias facultades a los órganos del trabajo para valorar el mérito y eficacia de la pericia médica, de cuyas conclusiones aún pueden apartarse habida cuenta que carecen de efectos vinculantes, no lo es menos que la desestimación de la opinión del experto debe fundarse en argumentos científicos capaces de desvirtuarla, so pena de incurrir en absurdo (conf. causas L. 97.473, "Aguirre", sent. del 23-III-2010; L. 82.126, "Mortara", sent. del 27-IX-2006, L. 81.184, "Montes de Oca", sent. del 10-IX-2003; L. 67.664, "Ruiz", sent. del 8III-2000). También, ha dicho este Tribunal que tal medio de prueba constituye el más idóneo para establecer el origen y la etiología de la dolencia, por lo que el apartamiento de sus conclusiones debe responder a motivos razonables y científicamente fundados (conf. causa L. 99.422, "Forcelli", sent. del 1-XII-2010). En el caso, los impugnantes logran demostrar la configuración del absurdo en la valoración efectuada por el a quo, conforme lo he de explicar seguidamente: b. 2. Del análisis de la pericia médica producida a fs. 653/657 vta. y su ampliación de fs. 684 y vta., se extraen conclusiones particularmente relevantes para definir esta cuestión. Así, el perito médico oficial, doctor Martínez, tras analizar Héctor Berardo el el electrocardiograma día 29 de que se septiembre de practicó 2004 en a el servicio médico de Loma Negra C.I.A.S.A., dictaminó: "se constatan signos de lesión cardíaca, demostrables por la aparición de ondas q, en las derivaciones DI, DII, aVF, y onda r, en Vi, compatible con lesión cardíaca previa" (v. pericia, respuesta k, fs. 655). Esa evaluación contrastó notoriamente con lo informado por el médico de la empresa, doctor Ríos, quien indicó que el precitado estudio "no mostraba evidencias de trastornos en ritmo o de lesión aguda". En lo atinente a los recaudos que correspondía adoptar el 29 de septiembre de 2004 cuando Berardo fue atendido por el servicio médico de la empresa, el perito fue muy claro al señalar que "Con el ECG, los antecedentes de riesgo cardiovascular, que constan a fs. 130 tales como 'factores de dislipemia, riesgo cardiovascular, antecedentes tabaquismo, familiares' y el stress, motivo de la consulta, dificultad respiratoria y sensación de ahogo, el Sr. Berardo debería haberse derivado en forma inmediata a la consulta al centro correspondiente para mejor evaluación" (v. pericia, respuesta "f", fs. 654 vta.; el subrayado me pertenece). Asimismo, a fs. 684 vta. pto. "f", recalcando lo precedentemente expuesto, afirmó: "Con el resultado de un ECG (+), prueba documental objetivable, por el motivo de consulta (sensación de ahogo, dolor precordial), y antecedentes personales (factores de riesgo y estrés), este perito se encuentra en condiciones de decir, que el señor Berardo no debía continuar con sus tareas habituales, debiendo haberse derivado en forma inmediata a un centro de mayor complejidad" (íd). Sin categóricas formar su embargo, el definiciones, convicción a a quo dejó confiriendo la lado esas preeminencia para declaración de testimonial del médico terapista que atendió a Berardo en la Clínica María Auxiliadora, doctor Balado, quien, como hemos visto -según las partes de su testimonio extractadas en el veredictohabría sostenido que las mentadas ondas "q" que aparecieron en el primer ECG del día 29-IX-2004 "no significaban nada, que a veces son producto de la misma contextura física, que dicho estudio no reflejaba la gravedad de lo que pasó después y que el declarante hubiera aconsejado a Berardo que siguiera trabajando". Ahora bien, no obstante su condición de médico, Balado no deja de ser un testigo que fue llamado al proceso para exponer ante el tribunal las observaciones propias de los hechos ocurridos, y que como bien se indica en el recurso, conoció a Berardo sólo un día (el anterior a su muerte), no habiendo respondido puntos de pericia, toda vez que su cometido no era el de analizar científicamente las cuestiones médicas, función esta, técnica y específica que corresponde a la prueba pericial, para la que precisamente fue designado un perito en tal especialidad. Además, en lo que considero un grave yerro, cierto es también -como lo destacan los recurrentes a fs. 839 vta.- que el a quo desatendió que ese testigo, en respuesta a un oficio solicitado por la parte actora (fs. 334), que fue ordenado y librado por el tribunal (v. fs. 343, pto. II. y fs. 392/393), informó lo siguiente: "Debíamos explicar la situación de un hombre de 57 años con shock cardiogénico. Esta es una situación poco habitual en la práctica médica diaria. Un 5% de los pacientes que padecen infarto agudo de miocardio se comportan de esta manera. Se nos ocurrió como probable (conjeturas nuestras carentes de datos objetivos aunque teóricamente posibles) que las ondas "q" que se registraban en las derivaciones D II, D III, aVF, y la "r" de V1 podían corresponder a una secuela necrótica padecida previamente que hubiese pasado inadvertida, circulación cuyo deterioro colateral dada haya por sido ramas mitigado de la por arteria descendente anterior. Al ocluirse esta mostró el daño en territorio de ambas arterias. Creí por ese motivo que el ECG que se había tomado en su lugar de trabajo dos días antes era importante (no mostraba cambios agudos de isquemia reciente). Sí, los ECG siguientes a su internación mostraron imagen de injuria en cara anterior extensa..." (ver a fs. 486/487; el subrayado me pertenece). Informe que, indudablemente, resulta contra- dictorio con la declaración que luego el doctor Balado en calidad de testigo rindió en la audiencia de vista de la causa y, pese a tal incongruencia, ninguna valoración hizo el sentenciante sobre el particular. Surge nítido, en consecuencia, el absurdo en que incurrió el tribunal de origen al apartarse de las conclusiones del perito médico oficial. c. Además, estimo propicio hacer referencia a otros aspectos de la decisión -igualmente indicados en el recurso- que evidencian el desacierto del a quo, tiñendo de absurdo la valoración global de esta cuestión. Veamos: (i) Confirió importancia para formar su convencimiento a las declaraciones del personal de Loma Negra C.I.A.S.A que estaba directamente involucrado en la denuncia de mala atención médica, esto es, el doctor Alvaro Ríos y la superior jerárquica de Berardo, Laura Echaide, cuando la condición de aquéllos requería apreciar sus dichos con un plus de severidad. (ii) En ese contexto, resulta desafortunada la ponderación del proceder del médico de la empresa, en tanto sostuvo que "no se probó que éste haya obligado a Berardo a continuar con sus tareas", pues, a la luz de lo dictaminado por el perito médico, aquél debió impedir que el causante continuara trabajando y derivarlo inmediatamente a un centro asistencial de mayor complejidad. (iii) caligráfica, Por se otra parte, detectaron en la cambios de prueba grafías pericial en la documentación obrante a fs. 130/131 labrada por Loma Negra, allí se concluyó que la frase "Se indica denuncia a médico de cabecera" fue ejecutada con otro implemento escritor, de diferente color, en distinto momento escritural, e igualmente, se constató la alteración de la hora de ese asiento, dado que donde decía 11 horas se lee 12 horas. No obstante la envergadura de las irregularidades constatadas, mencionado el juzgador informe restó pericial, eficacia probatoria confiriendo, al nuevamente, prevalencia a los dichos de los testigos en cuanto declararon haber escuchado que a Berardo se le indicó que consultara con su médico de cabecera. d. En función de lo expuesto, estimo que los impugnantes han logrado rebatir eficazmente la conclusión del a quo afincada en que Loma Negra C.I.A.S.A. brindó al causante adecuada atención en el servicio médico del establecimiento el día 29 de septiembre de 2004. Consecuentemente, si mi propuesta es compartida, corresponde casar el veredicto de fs. 783/791 y la sentencia de fs. 792/805 en lo que ha sido materia de agravio y con los alcances establecidos en este apartado. Las actuaciones deberán volver al tribunal de origen para que, nuevamente integrado y renovando los actos procesales necesarios, establezca la incidencia causal que pudo tener defectuosa en el atención deceso de médica Héctor Martín brindada por Berardo Loma la Negra C.I.A.S.A. y, en función de ello, atendiendo a los planteos y defensas de las partes, dicte un nuevo pronunciamiento. 1.4. En cambio, no han de prosperar los agravios concernientes al rechazo de la acción incoada contra "La Caja A.R.T. S.A.". a. Como se desprende del relato de antecedentes, con soporte en la pericia técnica, el a quo declaró que la aseguradora probó haber desarrollado actividad preventiva en el establecimiento de la accionada, cumpliendo con sus deberes de seguridad y vigilancia, dado que efectuó un control y fiscalización de la empleadora y brindó cursos de capacitación al personal (íd., fs. 789). En la sentencia, se resolvió que el análisis de su responsabilidad se había convertido en una cuestión abstracta por haber sido traída a juicio como "citada en garantía" por Loma Negra C.I.A.S.A. De todas formas, a mayor abundamiento, expuso que la parte actora no demostró que el infortunio se hubiere producido debido a deficientes condiciones de seguridad en las que laboraba el causante, y tampoco acreditó que la aseguradora incumpliera sus deberes de seguridad y vigilancia. Al contrario, estimó que ésta justificó haber dado adecuada satisfacción a tales obligaciones (sentencia, fs. 797 vta./798). b. Las precitadas definiciones no han sido objeto de una quienes, crítica en idónea realidad, por parte introducen de los recurrentes, nuevas alegaciones pretendiendo responsabilizar a la aseguradora de riesgos del trabajo por la supuesta falta de implementación de ciertas medidas de índole preventiva no invocadas en el escrito de demanda. Dicha argumentación constituye un planteo novedoso que ha sido introducido por primera vez ante esta instancia extraordinaria en forma extemporánea, resultando por ello inatendible (conf. causas L. 94.899, "Botelli", sent. del 22-XII-2008; L. 90.222, "Romero", sent. del 19IX-2007). 2. De igual modo, el agravio concerniente al acogimiento de la defensa de prescripción del premio por "veteranía" devengado en el año 1999, no es de recibo. Para resolver esta cuestión, el a quo sostuvo que el plazo de prescripción de un crédito se computa desde que el mismo es exigible, con cita de la doctrina legal sentada en el precedente "Juno" (conf. L. 80.604, sent. del 18-IX2002). En función de ello, juzgó que Berardo adquirió derecho al cobro de tal beneficio -consistente en el cobro de cinco sueldos- en enero de 1999, cuando alcanzó 30 años de antigüedad en la empresa. Asimismo, expuso que no obraba en el expediente prueba alguna denunciado que ante demostrara la que patronal, el ni trabajador ante la hubiera autoridad administrativa la modificación del premio en cuestión. En ese sentido avalado Obrera con señaló su Minera oponiéndose a que firma de su la no la constaba que presentación República aplicación y, Berardo de la -seccional ello sin hubiera Asociación Olavarría-, perjuicio de destacar, que no era tema controvertido que se desempeñó como personal jerárquico no convencionado. Luego, en atención a que la demanda fue iniciada el 9 de diciembre de 2004, y toda vez que no obraba en autos supuesto alguno de suspensión o interrupción del curso de la prescripción, juzgó cumplido el plazo bienal previsto en el art. 256 de la Ley de Contrato de Trabajo, acogiendo en tales términos la defensa opuesta por la empleadora a fs. 242 vta. Esas eficazmente conclusiones por los no impugnantes han que, sido como replicadas hemos visto, cimentan la crítica en que, por su condición de herederos, sólo pudieron reclamar tal beneficio a partir del deceso de Berardo. Tales argumentos, además de no haber sido esgrimidos en ocasión de evacuar el segundo traslado (fs. 330 y vta.), desatienden que el juzgador estimó que el causante estuvo habilitado para peticionarlo -y no lo hizodesde enero de 1999. 3. El cuestionamiento vinculado al rechazo de la pretensión de pago de la indemnización correspondiente al período de descanso proporcional del último año trabajado -2004-, no prospera. Advierto que los impugnantes modifican impropiamente la extensión del pedimento realizado en la demanda. En efecto, allí, en concreto, reclamaron el pago de la suma de $ 4.508 en concepto de las aludidas vacaciones, sin efectuar requerimiento alguno con relación al sueldo anual complementario (v. apartado 2° in fine, fs. 76 vta. de la demanda). En esta instancia, ante el resultado adverso de su pretensión, por haberse juzgado satisfecho el pago del aludido ítem, alegan los recurrentes la supuesta existencia de diferencias estimación- del que surgirían premio por del cómputo veteranía del -para año 2004 su y, además, por entender -equívocamente- que al causante le asistía derecho al cobro del total de la misma -35 días- y no de la parte proporcional de la fracción del año trabajada (conf. art. 156 de la L.C.T.). Por lo expresado, atento que el juzgador se expidió sobre el concreto reclamo formulado en la demanda, estimo que la decisión sobre esta parcela debe confirmarse. 4. El planteo que versa sobre las costas no corre mejor suerte. a. El tribunal de grado las impuso a Loma Negra C.I.A.S.A. en relación al reclamo por el que prosperó la demanda, y a la parte actora respecto de los desestimados (art. 19 de la ley 11.653), si bien a esta última con el beneficio previsto en el art. 22 de dicho plexo (sentencia, primera cuestión, fs. 802). b. Liminarmente, observo que si la solución que he propiciado en el apartado 1.3. del capítulo III., es compartida, no corresponde que me expida sobre el cuestionamiento de la imposición de costas por el rechazo de la acción de daños y perjuicios incoada contra Loma Negra C.I.A.S.A.. c. Hecha esa aclaración, no se verifica en la especie la violación de los arts. 20 y 22 de la ley 11.653, dado que expresamente se dispuso en el decisorio la aplicación a los actores del beneficio de gratuidad. Por imposición otra de parte, costas tal al beneficio vencido -como no impide la equívocamente interpretan los interesados-, sino que sus efectos sólo se proyectan de pleno derecho como un eximente de pago hasta que se mejore de fortuna (conf. causa L. 101.639, "Palavecino", sent. del 22-XII-2010). Respecto de la pretensión de que se les aplique la dispensa prevista en el art. 68, 2º párrafo del Código Procesal Civil y Comercial, cabe señalar que la atribución vinculada al análisis de la situación de cada parte y la decisión de imponer en consecuencia, a una u otra, las costas del juicio, valorando al mismo tiempo si se dan los supuestos como para hacer uso de las posibilidades de eximición total o parcial previstas por el ordenamiento procesal, constituye una facultad privativa de los tribunales de grado (conf. causa L. 76.973, "Recchioni", sent. del 8-VII-2008) y, por ende, insusceptible de revisión en esta instancia extraordinaria. Por último, deviene inatendible el agravio relativo a los estipendios fijados por el a quo -que los recurrentes consideran elevados-, pues, sabido es queála regulación de los honorarios judiciales de los profesionales no es revisable en casación, ya sea en lo que atañe a su monto como respecto a las bases adoptadas para fijarlos, sido salvo siquiera 57.679, circunstancias invocadas "Clemente", en sent. la del excepcionales especie que (conf. 19-XII-1995; no causas L. han L. 35.801, "Ibáñez", sent. del 1-IV-1986; L. 34.745, "Procopio", sent. del 13-VIII-1985; L. 33.231, "Goicochea de Romero", sent. del 30-XI-1984). Sumado a ello, los impugnantes omitieron la indispensable denuncia de la transgresión de la norma legal que se vincula con los agravios que exponen, exigencia esta última de insoslayable cumplimiento, de conformidad con las prescripciones establecidas por el precepto que regula el recurso extraordinario intentado (art. 279, C.P.C.C.; conf. causas L. 93.387, "Capodarco", sent. del 26-VIII-2009; L. 82.918, "M., "Zacarías", P.", sent. sent. del del 19-IV-2006; 13-XI-2002; L. L. 58.515, 74.966, "Ferrari", sent. del 21-IV-1998; entre muchas otras). IV. compartida, Por procede lo expuesto, hacer lugar si mi propuesta parcialmente al es recurso interpuesto y, en consecuencia, revocar la decisión de grado con el alcance determinado en el apartado 1.3. del capítulo III. de la presente, debiendo procederse al reenvío de las actuaciones a efectos que, con una nueva integración, procesales el tribunal necesarios y de origen dicte un renueve nuevo los actos pronunciamiento. Costas en esta instancia por su orden (arts. 68 y 289, C.P.C.C.). Con el alcance expresado, voto por la afirmativa. Los Pettigiani, señores por los jueces mismos doctores Soria, fundamentos del Negri señor y Juez doctor Genoud, votaron también por la afirmativa. Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente S E N T E N C I A Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, se hace lugar parcialmente al recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley traído con el alcance establecido en el apartado III. punto 1.3. del voto emitido en primer término. Vuelvan para que, con las actuaciones nueva al integración, tribunal renueve de origen los actos procesales necesarios y dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo a lo que aquí se ha resuelto. Costas de esta instancia por su orden, en atención al progreso parcial del recurso (arts. 68 y 289, C.P.C.C.). Regístrese y notifíquese. HECTOR NEGRI DANIEL FERNANDO SORIA LUIS ESTEBAN GENOUD EDUARDO JULIO PETTIGIANI GUILLERMO LUIS COMADIRA Secretario IG