Retorno a Troya (A. Pérez

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RETORNO A TROYA
-Arturo Pérez Reverte"Nox atra cava circumvolat umbra". Me despierto con esas palabras en la
cabeza, como un soniquete. Latín, claro. Son viejas conocidas. Me ducho
repitiéndolas. "Nox atra cava", etcétera. Don Antonio Gil, mi profesor del
asunto, me las hizo traducir hace más de treinta años: "La noche negra nos
rodea con su envolvente sombra". Cojo la toalla. De pronto me detengo,
mirando en el espejo el careto de un fulano que ya en nada se parece al
muchacho que traducía a Virgilio. "Envolvente" por "cava" suena raro:
"envolvente sombra". ¿Es posible que lo recuerde mal? ¿O que la traducción que
hice entonces no fuera buena? "Nox atra cava circumvolat umbra". Toda la vida
recordándolo así, y ahora dudo. Siempre fue mi fragmento favorito, el verso
360, cuando Eneas y sus compañeros, sabiendo que Troya está perdida, deciden
morir peleando; y como lobos desesperados caminan hacia el centro de la
ciudad en llamas, no sin que antes Eneas pronuncie ese "Una salus victis,
nullam sperare salutem" que tanto marcaría mi vida, mi trabajo, las novelas que
aún no sabía que iba a escribir: "La única salvación para los vencidos es no
esperar salvación alguna".
"Cava umbra". El enigma me anima el día. Con los dedos hormigueantes voy a
la bblioteca, donde el viejo diccionario Spes, maltrecho pero fiel, me recuerda
que "cavo", transitivo de la primera, significa cavar, vaciar, ahuecar, horadar,
ahondar. Envolver, ni por el forro. Estoy perplejo. Don Antonio Gil -tres años
de latín en el instituto después de que me expulsaran de los maristas- era un
catedrático joven y comprensivo, pero también muy riguroso. Nunca me habría
dejado pasar una alegría, pienso. ¿Y si toda mi vida lo he recordado mal?
Consulto otras traducciones. La que tengo más a mano simplifica: "rodeados
por las tinieblas de la noche". No me vale. Recurramos al canon. Acudo a los
estantes de la biblioteca clásica Gredos. Volumen 166. Lo abro: "La negra noche
vuela en derredor ciñéndonos en su cóncava sombra". Recristo, me digo.
Doctores tiene la materia, pero lo de "volar en derredor" suena pretencioso,
libérrimo e inexacto. Aunque lo de cóncava, la verdad, es más literal que
"envolvente". Sólo literal, ojo. Pues lo cóncavo, si estás dentro, envuelve. Y vista
la cosa desde la perspectiva de los guerreros troyanos que se disponen a morir
en la oscuridad de la noche, que ésta sea cóncava o convexa se la debe de traer a
cada uno de ellos bastante floja. Lo que se ven es envueltos, claro. La imagen no
es casual. Caminan envueltos en la noche negra de sus vidas y su ciudad, hacia
la muerte.
Me voy a la parte menos acesible de la biblioteca, desempolvo cajas, pilas de
viejos libros desencuadernados y hechos polvo. Y al fin me alzo con el botín: mi
"Ilíada", mi "Odisea" y mi "Eneida" anotadas. "A. P-R. Preu. Letras". Abro el
Virgilio: "Arma virumque cano". Cuánto tiempo, pardiez. Cuántos años y
cuántas cosas. Con emocionada melancolía paso los dedos por las líneas de las
hexámetros virgilianos con mis trazos a lápiz marcando cada dáctilo, espondeo
y cesura, y con la traducción anotada a bolígrafo junto a cada verso. Y ahí está,
en el libro II. "Nox atra cava circumvolat umbra": la noche negra nos rodea con
su envolvente sombra. No hay duda. En aquel curso 1968-69, don Antonio Gil
dio por bueno el envoltorio que dispuse para los guerreros troyanos. Sonrío,
evocador. Luego recuerdo el título de un ensayo de don Manuel Alvar: "La
lengua como libertad". Sonrío más y me recuesto en la silla, pensando que tengo
el privilegio de poseer una lengua, la española, que es una herramienta eficaz y
maravillosa. Y qué profunda -envolvente y cóncava-, concluyo, es la deuda con
quienes me ayudaron a conocer sus nobilísimas claves y a utilizarla, antes de
que ministros y psicólogos imbéciles pasaran a cuchillo la formación de los
jóvenes, confundiendo renovación con igualitarismo educativo -igualitario por
abajo- y desmemoria.
Y así estoy, sentado con Virgilio, cuando regresa mi hija de clase, ve el libro y
charlamos un rato sobre aqueos, troyanos y peligrosos caballos de madera con
soldados cubiertos de bronce ocultos en su vientre. Mi vástaga estudia Historia
y Arqueología, pero en su facultad -tiene intríngulis la cosa- no puede estudiar
latín ni griego. Debe apañarse con lo que pudo estudiar en el colegio y buscarse
la vida por su cuenta. Ya lo definió Virgilio, claro: "Nox atra cava circumvolat
umbra". A todos.
Hijos de puta, pienso, cerrando la "Eneida". Hijos de la gran puta.
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