1. Los cambios en la oligarquía terrateniente campiñesa ' 1.1. La importancia del tema y el problema de las fuentes La situación de la gran propiedad a mediados del siglo XIX, tanto a escala regional como en los municipios analizados con detalle, presentaba como cambios sustanciales con respecto a siglos anteriores la desaparición de la propiedad eclesiástica y de instituciones públicas, y el relativo afianzamiento, en contrapartida, del colectivo de grandes propietarios-labradores. Desde entonces hasta hoy las transformaciones operados han sido asimismo significativas, no sólo en lo que afecta a la titularidad de las fincas, sino, lo que es muy importante también, en lo que se refiere a procesos de parcelación, que han llevado en más casos de los que pudiera pensarse en principio a la desaparición de numerosas unidades de explotación de gran tamaño. Por ello, ántes de entrar en el estudio de la situación que en la actualidad define a la oligarquía rural campiñesa, parece oportuno'aportar alguna información sobre las mutaciones ope- 161 radas en el último siglo, incidiéndose, como se ha dicho, en los aspectos más interesantes del tema: los cambios de titularidad, las vías por los que se producen, y las características sociales de los nuevos propietarios; y los procesos de parcelación y desaparición de latifundios ocurridos en algunas comarcas. Para un enfoque dinámico como el que aquí se persigue, a través de más de 100 años, el problema documental es, obviamente, el primero a resolver. Ciertamente el análisis estructural de los Amillaramientos del siglo XIX, del Registro de la Propiedad Expropiable de la Segunda República (1933) y del actual Catastro de Rústica permite conocer en estos tres momentos el significado y los cambios operados en los distintos grupos de terratenientes; pero esos cortes en el tiempo poco aportan, sin embargo, sobre los agentes que intervienen en el mercado de la tierra, sobre su cronología y, menos aún desde luego, sobre la distribución de la propiedad resultante cuando la enajenación lleva aparejada la parcelación interna de grandes fundos. En un intento, pues, de desentrañar la dinámica real de la titularidad de la tierra quedaba por acudir al Registro de la Própiedad. Ahora bien, las ventajas del Registro de la Propiedad (1) sólo son aprovechables mediante un trabajo lento, difícilmente extensible a unidades territoriales muy amplias. Se ha optado consiguientemente por utilizar esta fuente para el análisis dinámico de tres tipos de gran propiedad que llegan al último tercio del siglo XIX prácticamente intactas. (1) Parte de las ideas aquí vertidas en ese sentido fueron ya ampliamente tratadas en nuestro trabajo rtExtinción dcl lat^ndio nobiliario andaluz y cambios contemporánms en la titularidad dc la tienow, Congreso de Historia Contemporánea de Andalucía, Cbrdoba, 1983, tomo I., págs. 91-104. Trabajo pionero y de gran valor para el estudio dinámico de la propiedad rústica mediante el Registro de la Propiedad, el de C. J. Cela Conde: Capitalismo y campesinado en la isla dt Mallorca, Madrid, siglo XXI ed., 1979. 162 Por una parte el latifundio de la Casa de Osuna en el término de Marchena, que tiene la ventaja, además de estar ubi.cado en un municipio que conocemos ya con cierto detalle, de haber sido objeto de un proceso general y rápido de desmantelamiento iniciado a comienzos de la década de 1870 como consecuencia de la crisis y quiebra posterior de la Casa Ducal (2). En'segundo lugar la gran propiedad de los Medinaceli en el término de Montilla (Alta Campiña de Córdoba), que presenta la peculiaridad de estar localizada en una comarca de notable implantación de pequeños propietarios; por esa y otras circunstancias que se analizarán posteriormente la enajenación de la propiedad ducal, poco después de la Guerra Civil, desembocó en un generalizado e interesante proceso de parcelación minifundista con intervención por parte del Estado. Por último, un numeroso grupo de cortijos cordobeses pertenecientes a distintos propietarios, pero todos ellos con el rasgo común de haber permanecido indivisos a lo largo de los últimos cien años (3). El acceso a estos tres ejemplos, distintos en su origen y más aún en su dinámica reciente, permite, cuando menos, aportar información exhaustiva -y un intento paralelo de interpretación- de las causas, cronología, formas y participantes en los cambios de titularidad del latifundio bético. (2) La identificacibn de la primera inscripción registral de las fincas de la Casa de Osuna en Marchena procede de la escritura de empréstito hipotecario otorgado por Estanislao de Urquijo a favor de la Casa Ducal en 1863-64. A.H. Protocolos de Madrid, notarios C. Sanz Barea, protocolo 27.468, escrituras de 31-X-1863 y 15-II-1864. (3) La identificación registral de las fmcas de Casa de Medinaceli en Montilla y de los cortijos de Córdoba proceden del Registro de la Propiedad Expropiable, I.R.A., 1933-34 (se conserva en los archivos del I.R.Y.D.A.). 163