ARTICLE IN PRESS Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Med Clin (Barc). 2010;135(2):63–64 www.elsevier.es/medicinaclinica Editorial ¿Dónde tratar a los pacientes diagnosticados de neumonı́a adquirida en la comunidad? Where do we have to treat patients with community-acquired pneumonia? Alberto Capelastegui y Pedro Pablo España Servicio de Neumologı́a, Hospital de Galdakao, Vizcaya, España La neumonı́a adquirida en la comunidad (NAC) es una enfermedad grave con un gran impacto económico debido al gran número de casos. Su incidencia es difı́cil de precisar, pero en estudios de base poblacional realizados en España en pacientes mayores de 14 años oscila entre 1,6–1,8 casos por 1.000 habitantes, según la edad y la existencia de comorbilidades1. En esta era reciente donde se constata un apreciable incremento de los costes en el cuidado de la salud, la decisión de hospitalizar a los pacientes con NAC ha recibido una considerable atención. Esta decisión a menudo condiciona la extensión de los estudios analı́ticos y microbiológicos, la vı́a de administración y duración del tratamiento antibiótico, ası́ como la intensidad de la observación clı́nica. El coste de los pacientes hospitalizados es 8 veces mayor que el de los tratados ambulatoriamente2,3. Además, los pacientes con neumonı́as no graves prefieren tratarse en su domicilio4 y presentan una más rápida recuperación clı́nica e incorporación laboral que los pacientes hospitalizados5. En la actualidad se hospitalizan entre un 30–60% de los pacientes diagnosticados de NAC en los servicios de urgencias, al considerar que presentan algún factor de riesgo que justifica su ingreso. La racionalización de decisión de ingreso es claramente un objetivo importante en el tratamiento de la NAC. Es comprensible, por tanto, el interés suscitado en elaborar estrategias que permitan aumentar el número de pacientes tratados ambulatoriamente, sin que se comprometa la evolución y el bienestar de los pacientes. Para estandarizar y mejorar el criterio se han desarrollado y se han validado varias escalas pronósticas de gravedad que pretenden estratificar a los pacientes en grupos de riesgo en relación con la mortalidad observada a los 30 dı́as. Las más conocidas son el Pneumonia Severity Index (PSI)6 y la escala CURB-65 (Confusión, Urea nitrogenada, Frecuencia respiratoria, Presión arterial, edad 465)7. El PSI utiliza 20 variables para determinar la escala y según el incremento de mortalidad define 5 clases (I-V). La escala Autor para correspondencia. Correo electrónico: alberto.capelasteguisaiz@osakidetza.net (A. Capelastegui). CURB-65 utiliza 5 variables y según el incremento de riesgo de mortalidad define 6 clases (0–5). Posteriormente se ha desarrollado en nuestro paı́s una nueva escala pronóstica denominada SCAP score (pPh o7,30; presión sistólica o90; confusión; BUN 430; condensación multilobular, PaO2/FiO2 o250 y edad Z80)8 que predice la mala evolución definida como mortalidad intrahospitalaria o necesidad de ventilación o desarrollo de choque séptico, y que recientemente se ha validado para predecir mortalidad a 30 dı́as y la identificación de pacientes con bajo riesgo de mortalidad9. Según el incremento de mortalidad establece también 6 clases (0–5) de riesgo. Las 3 escalas predicen mortalidad con una fiabilidad similar, y estratifican a los pacientes en clases de riesgo bajo, intermedio y alto. Las clases de riesgo baja podrı́an ser subsidiarias de tratamiento ambulatorio y las de alto riesgo podrı́an ser de ingreso hospitalario. Las clases de riesgo intermedio podrı́an requerir ingreso de estancia corta o tratamiento ambulatorio. Una serie de criterios adicionales, como pueden ser la hipoxemia, el derrame pleural, la comorbilidad descompensada o la intolerancia oral, podrı́an justificar el ingreso hospitalario en pacientes con bajo riesgo de mortalidad, según las escalas pronósticas10. Precisamente en estos 2 últimos grupos de pacientes, la NAC de riesgo intermedio y la NAC de bajo riesgo con criterios adicionales, es donde existen más dudas sobre dónde controlar al paciente. Las unidades de hospitalización a domicilio (HaD) podrı́an tener un papel como lugar terapéutico adecuado para algunos de estos pacientes. Estas unidades pretenden acercar al domicilio del paciente parte de los recursos humanos y técnicos del hospital, y pueden remitir con agilidad al paciente al hospital para la realización de pruebas o ingresarlo si se produjera una mala evolución clı́nica. Sin embargo, la eficiencia de la HaD con pacientes con NAC es poco conocida. El trabajo de Regalado et al11 publicado en este número de Medicina Clı́nica supone un avance en el conocimiento de la eficacia de la HaD en control de pacientes con NAC como alternativa al ingreso convencional. El artı́culo introduce una nueva e interesante opción: algunos de los pacientes más graves con criterios iniciales de ingreso hospitalario podrı́an tratarse en su domicilio atendidos por la modalidad asistencial de HaD. Nos 0025-7753/$ - see front matter & 2010 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.medcli.2010.03.003 ARTICLE IN PRESS Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 64 A. Capelastegui, P. Pablo España / Med Clin (Barc). 2010;135(2):63–64 presentan su experiencia de 8 años con 327 casos diagnosticados de NAC. Sus resultados son contundentes al demostrar que su intervención es efectiva, es decir, la gran mayorı́a de los pacientes tratados por su unidad de HaD evolucionaron favorablemente y la proporción de posteriores hospitalizaciones (7,7%) fue baja. Estos datos son especialmente relevantes si tenemos en cuenta que más del 50% de los casos tenı́a criterios de ingreso hospitalario en el momento de su diagnóstico. Las limitaciones que los propios autores reconocen, sobre todo la falta de validez externa y la falta de un grupo control, son asumibles si tenemos en cuenta que la intervención de la HaD en el tratamiento de los pacientes con NAC se ha investigado escasamente. Sin embargo, queda por demostrar si los médicos de atención primaria podrı́an atender, también en su domicilio, a este mismo tipo de pacientes con los mismos resultados. Los autores argumentan en el apartado )Introducción* que la HaD reúne una serie de caracterı́sticas diferentes a las de la atención primaria, que podrı́an justificar el éxito de la intervención (literalmente): la HaD está )conformada por personal de enfermerı́a y médicos especialistas hospitalarios*; )administran el tratamiento, incluido antibiótico intravenoso* y )la HaD proporciona al paciente en su domicilio unos cuidados comparables a los prestados en una planta de hospitalización*. La experiencia y la cualificación del personal son aspectos relevantes que, sin lugar a dudas, impactan en los resultados12. Sin embargo, la utilización de medicación intravenosa es fundamental solo si topamos con una intolerancia digestiva, por lo demás, podrı́amos recurrir perfectamente a la vı́a oral, especialmente en el caso de utilizar quinolonas. Tampoco queda muy claro que la atención y los cuidados que puede prestar la HaD sean comparables a los facilitados en el hospital. Es posible que el éxito alcanzado en el trabajo de Regalado et al11 se deba en parte a otros factores. De la lectura del artı́culo se desprende que existe una excelente coordinación entre el servicio de urgencias hospitalario y la unidad de HaD; los buenos resultados conseguidos podrı́an tener relación con la selección adecuada de los pacientes cuando se diagnostican en el servicio de urgencias del hospital y con la optimización de los criterios y las condiciones de la hospitalización en el supuesto de que se complique la evolución en el domicilio. Si consiguiésemos una mejor interrelación entre la atención primaria y la atención hospitalaria se podrı́a sustentar una nueva hipótesis: )la atención primaria podrı́a tratar adecuadamente en su domicilio a pacientes diagnosticados de NAC con un mayor nivel de gravedad*. Esta hipótesis tiene su trascendencia si tenemos en cuenta que muchos pacientes adscritos a las clases de riesgo III y IV del PSI6 o 2 de la escala CURB-657 evolucionan muy bien y tienen un buen pronóstico13 y podrı́an tratarse de forma ambulatoria. El reto al que nos enfrentamos es poder identificar con más precisión a este subgrupo de pacientes de las clases de riesgo intermedio o grave que van a evolucionar favorablemente. La introducción de los marcadores de la inflamación como nuevas variables de las escalas pronósticas, nos podrı́a permitir dar un paso más a la hora de clasificar con precisión la gravedad de los pacientes con NAC en el momento de su diagnóstico14–16. En resumen, el artı́culo de Regalado et al11 nos abre una nueva posibilidad de modelo asistencial que resulta efectivo y, podemos asumir, aporta satisfacción al paciente y ahorro al sistema sanitario. Su trabajo adquiere un especial relieve si consideramos que en nuestro paı́s el alto porcentaje de pacientes diagnosticados de NAC que se tratan hospitalariamente no se justifica por la gravedad clı́nica de los episodios y tiene más que ver con las prácticas locales y la organización de los servicios sanitarios. Bibliografı́a 1. Almirall J, Bolibar I, Vidal J, Sauca G, Coll P, Niklasson B, et al. Epidemiology of community-acquired pneumonia in adults: A population-based study. Eur Respir J. 2000;15:757–63. 2. BTS guidelines for the manegement of community-acquired pneumonia in adults. Thorax. 2001;56:1–64. 3. Bartolomé M, Almirall J, Morera J, Pera G, Ortun V, Bassa J, et al. A population based study of the cost of care for community-acquired pneumonia. Eur Respir J. 2004;23:610–6. 4. Coley CM, Yh Li, Medsger AR, Marrie AJ, Fine JM, Kapoor WN, et al. Preferences for home vs. hospital care among low risk patients community-acquired pneumonia. Arch Inter Med. 1996;156:1565–71. 5. 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