Leopoldo Brizuela: escribir sobre indígenas y cautivas en el siglo XXI Hina Ponce 1 Universidad Nacional de Córdoba. hinita_ponce13@hotmail.com Resumen: Leopoldo Brizuela (1963) novelista, poeta, traductor y periodista cultural, es uno de los intelectuales que se inserta dentro de lo que podríamos llamar la nueva narrativa argentina, haciendo en su obra una personal reconstrucción de la literatura decimonónica. El escritor platense Leopoldo Brizuela (1963) es autor de numerosas obras como Tejiendo agua (1985), Fado (1995) Inglaterra. Una fábula (1999). Publicó también el libro de relatos Los que llegamos más lejos (2002), Lisboa, un melodrama, Una misma noche (2012), La locura de Onelli (2012). En este trabajo en particular me centraré en su libro de relatos Los que llegamos mas lejos del año 2002, en el que el autor reflexiona sobre el siglo XIX y en particular sobre las consecuencias de la conocida “Campaña del desierto” (1789) en el sur de nuestro país. De esta manera, mi interés se asienta en la revisión de personajes de las orillas, personajes marginales, indios, cautivas que poblaron la literatura decimonónica pero que, sin embargo, siguen teniendo vigencia en la obra del autor. ¿Por qué Leopoldo Brizuela vuelve sobre estos cuerpos cautivos e indios? Es un interrogante que intentaré resolver en el avance de este trabajo. Palabras clave: Indio - Cautiva Abstract: Leopoldo Brizuela (1963), novelist, poet, translator and journalist Is one of the most representative writers in Argentina during the last years. His personal work is a re-write of the nineteen century´s literature. The Argentinean writer Leopoldo Brizuela (1963) is the author of many books, as Tejiendo agua (1985), Fado (1995), Inglaterra. Una fábula (1999).He also published a book of short stories Los que llegamos más lejos; Lisboa, un melodrama, Una misma noche (2012), La locura de Onelli (2012). In this work, particularly, I will focus on Los que llegamos más lejos (2002). In this book, the nineteen century is reflected, as well as the consequences of the famous "Campaña del desierto" (1978) in the south of Argentina. In this way, my intention is to focus on the reviewing of marginals, outsiders, characters, as indians and captives, who abounded the nineteen literature but that, however, are still in use on the work of the author. Why he insists on these Indians and captives bodies? This is the question that motivated my research, and that I will try to give a successful answer. 1 Hina Ponce: Estudiante de Letras (FFyH). Universidad Nacional de Córdoba. Ayudante alumna de la cátedra Literatura Argentina I y del grupo de investigación “Heterodoxias y sincretismos de la literatura argentina del siglo XIX y XX” dirigido por la Dra. Cecilia Corona Martinez. Keywords: Indian - Captive Los que llegamos más lejos (2002) es una obra que reúne un conjunto de relatos, algunos cortos, otros casi nouvelles, que hablan de algún modo de sujetos que, históricamente han vivido en la marginalidad, son los “otros”, los invisibilizados, los silenciados. En este trabajo me centraré en el análisis de dos de ellos: “El placer de la cautiva” y “La historia”. Los protagonistas de estos relatos, cautivas e indios (además de políticos, científicos naturalistas, militares y religiosos) hacen explotar significaciones nuevas a la luz de las representaciones decimonónicas, que tan viciadas han sido por el binomio “Civilización y Barbarie”. Cautiva: una cristiana entre infieles La cautiva era, según los relatos del siglo XIX- una mujer blanca, cristiana arrancada por la fuerza de su espacio, el de la civilización, para ser insertada en un espacio “otro”, ajeno a ella: el espacio de los indios y la barbarie. Al mismo tiempo, el indio se construye casi como un animal, un ser demoníaco. Así, la figura de la cautiva encabalga la del indio, e incluso refuerza su violencia y la barbarie de sus actos: en La Cautiva de Esteban Echeverría los indios chupan sangre como vampiros, en Martin Fierro los indios les descarnan los pies a las cautivas y matan despiadadamente a sus hijos. Al mismo tiempo, experimentar la cautividad, cruzar la frontera, para toda blanca llevada al desierto, era una forma de experimentar la alteridad, como lo afirma Andrea Bocco en “Escrituras y cuerpos cautivos en la literatura argentina del siglo XIX y sus revisiones en el XX”. La cautiva acarrea dos destierros: el del otro lado de la frontera, y el del regreso a la civilización marcada a fuego por haber estado en el desierto. En el relato “El Placer de la cautiva”, encontramos una reescritura, relectura de la literatura del siglo XIX. En este relato Rosario una niña asentada en uno de los fortines de zona de frontera de fines del siglo XIX, entra tierra adentro con un soldado, allí se descubren perseguidos por un puñado de indios de la tribu de Calfulcurá. Al final, Rosario hace de ese encuentro traumático con el indio, el lugar para hacer explotar lo erótico y la seducción. Brizuela ya en el siglo XX toma algunos elementos de la representación canónica del indio, el que descarna los pies de la cautiva, chupa sangre de la yegua, come carne cruda, e imita los sonidos de los animales. Sin embargo, la cautiva se siente atraída por el desierto y por el indio, y así paradigmáticamente el indio se convierte en un sujeto “deseable”. El indio posee un conocimiento y una liberación, una experimentación con la sexualidad que los blancos no poseen. La cautiva en la persecución del indio se inicia sexualmente y descubre su cuerpo. Rosario se siente cautivada (en el sentido de “seducida”) por el indio, lo que produce que su cautiverio no sea involuntario, asume una posición ante el indio, toma una actitud presuntamente violenta: María de Echeverría mata con un puñal al indio, Rosario en cambio amenaza al indio con un facón y lo besa, y con esa decisión, se entrega al cautiverio. Finalmente el indio teme haber sido contagiado de una “enfermedad cristiana” -el sarampión- y a la cautiva a la manera decimonónica le descarnan los pies. La cautiva del XIX estaba atravesada por una serie de convenciones sociales, negaciones, prohibiciones, ya en el siglo XXI encontramos un llenamiento de esos vacíos, y una resignificación de las construcciones de personajes que han recorrido la Literatura Argentina como lo son, indios y cautivas. Aira por ejemplo, por medio de la reinvención de la tradición, Brizuela por medio del deseo, la sexualidad, del cuerpo de esta cautiva en su entrada a la pubertad. Brizuela vuelve sobre el cuerpo “inviolable” de la cautiva de Echeverría para contar algo nuevo, algo no dicho. Como ya adelanté, el indio que construye Brizuela es un sujeto “deseable” un sujeto que sin dejar de ser ese “otro” con el torso desnudo, es a los ojos de Rosario un sujeto que la cautiva, por como diría Guillermo Sacconamo, “La seducción que ejerce lo salvaje, cautivando”. En este sentido Rosario es una cautiva a la que le descarnan los pies, pero que además es seducida por ese indio a quien se entrega, como si en ese juego casi perverso entre poder, es decir, el poder que Rosario tiene sobre el indio por que va descubriendo sus estrategias, y la esclavitud a la que se entrega, fuera de algún modo un castigo, castigo del que se habla reiteradamente en el relato, el castigo por el pecado, por trasgredir un límite y desear lo prohibido. Sin embargo, hay un doble castigo, Rosario se entrega, digamos, a la esclavitud del cautiverio, pero el indio -al que las voces de los otros indios llaman “Namuncurá”- también tiene su castigo, es presuntamente “contagiado” de la enfermedad cristiana -sarampión- en ese beso final, que significa para él “el beso de la peste”. El indio es castigado por haber dejado que esa blanca conozca sus estrategias y lo haya vulnerado, e incluso por haber aprendido de ella, por esperar que la inteligencia de la niña resuelva los obstáculos que el desierto les iba montando. En ese retorcido juego de “esclavitud-poder” encontramos que en la persecución Rosario descubre su cuerpo, su ser mujer, pero también se prepara para entregarse como cautiva, ese acto, más allá de que finalmente se entrega a la esclavitud, ella podría haberse escapado del indio, sin embargo persigue hasta encontrarlo y entregarse a él. Rosario lejos de ser una cautiva representada decimonónicamente, se asume como una mujer fuerte y estratega, comienza a vigilar de cerca a su enemigo en la persecución y va descubriendo sus fortalezas y sus debilidades, incluso el narrador dice que Rosario con una sola mirada paralizaba a su contrincante. Al final la persecución se invierte y es Rosario quien persigue al indio quién huye temeroso: “Se abalanzó sobre él, lo aferró con una mano de los pelos mientras con la otra le posaba el facón sobre la nuez, y ahora (los indios que corrían hacia ellos se detuvieron, impávidos) larga, furiosamente, lo besó. Y ella rendida por el cansancio, él por la certeza de haber recibido el beso de la peste, cayeron uno en brazos del otro y luego, juntos, al fango de la orilla” (Brizuela “El placer de la cautiva” 71) En el único momento que Rosario se siente vulnerable es cuando comienza su sangrado menstrual, es para ella un signo de humillación frente a su enemigo, sin embargo, esa “debilidad” se va a volver una fortaleza y va a ser la herramienta de su venganza. Cuando el indio la cree terminalmente indefensa, ella se da vuelta con una mancha de sangre en la frente, sangre menstrual, pero es esa mancha lo que asusta al indio, porque es muestra de la supuesta enfermedad, el sarampión. En este sentido la reconstrucción de los personajes es novedosa en los dos casos, por un lado la cautiva que desea lo indeseable y el indio que tiembla de miedo ante la cautiva. Indios: los salvajes olvidables El relato “La historia” (ambientado en Tierra del Fuego, alrededor de 1902) trata de la historia de una familia indígena, el padre un famoso asesino (Ranquilef) que luego de escapar con su esposa y sus dos hijos de un asilo salesiano, es asesinado junto a su esposa por una cuadrilla de fusileros. Sus dos hijos tienen un final aún más trágico: la niña (Likán) encontrada colgando de una pierna a causa una trampa; el niño (Nipau) huye al bosque y como un “tarzán” de nuestra Patagonia, se integra a una manada de lobos. Likán en el asilo paralizó la actividad de los ancianos, que pasaron día tras día contemplándola y entendiendo su comportamiento: Los ancianos fueron comprendiendo, la tragedia de los nómades, y la angustia de la persecución y el exterminio, y esa secreta indefensión que les había ocultado siempre el rostro duro de sus enemigos” (Brizuela “La historia” 22) En este caso vemos un atisbo de humanidad puesta en Likán, que sirve de nexo entre su comunidad -india- y los blancos, porque estos blancos son ancianos y han sido también condenados al olvido. La niña además es atendida por distintas personas, una ex madama, un ex carpintero, una ex jefa de enfermeras, un ex poeta (producto del mal de Parkinson) que creen que nadie los entiende más que ella, que es una “exiliada de un mundo que sólo existía en su memoria” (BRIZUELA “La historia” 23), todas personas que son viejos exiliados de algún lugar de Inglaterra, Estados Unidos o Reino Unido. La niña es entonces la representación de todos ellos, los marginados de los marginados. Nipau que: “había sido adoptado por una manada y que por lo tanto había conservado 2 sus costumbres de salvaje y nómade” (Brizuela “La historia” 24), es atrapado y encerrado en una jaula. Luego como si los indios estuvieran a disposición de la diversión de los blancos, Nipau es obligado a verse con su hermana, en un macabro experimento, del cual se espera que por el reencuentro, él deje de lado sus instintos animales. El narrador concluye en que estos hermanos: “no son sino los personajes de una historia que otros han tramado” (Brizuela “La historia” 27). Pero Nipau clava sus dientes en el cuello de su hermana, cuando los pueden separar Likán ya había muerto. Likán se entrega a la muerte en manos de su hermano, de algún modo ellos no son los personajes de una historia de otros, sino protagonistas de la suya y responden de esa manera ante la manipulación de los blancos. Tanto en el relato de la cautiva como en este, hay un itinerario vinculado al desierto. Rosario va hacia el desierto, Likan es sacada de él para ser civilizada en el asilo. Así vemos, como el desierto se convierte en un espacio plurisémico y permeable a la resignificación. Pensar la-s frontera-s en el siglo XXI Volver al paradigmático lapso de tiempo, en el que el estado argentino realizó el corrimiento de la frontera en la conocida Campaña del desierto, es para Brizuela, es dialogar con los silencios y omisiones que sobrepoblaron la historia y la literatura decimonónica. En una entrevista que el autor dio para el diario La voz dice: “Todos los relatos parten de historias escritas sobre el exterminio indígena en la Pampa y la Patagonia a fines del siglo XIX, o mejor dicho, sobre las consecuencias infinitas de ese exterminio en los sobrevivientes y en las generaciones que vinieron después. (…) Mi intención no era reflejar a los indios sino poner en cuestión el 2 Subrayado mío. discurso, y sobre todo, el proyecto de nación de los genocidas: la nación en la que vivimos.” 3 Entendiendo entonces, que al autor le preocupa de manera deliberada los discursos escritos sobre estos personajes. Los relatos analizados hablan de historias de sujetos particulares, atravesados por sentimientos propios que los llevan a actuar de determinada manera. Así, volver sobre las líneas de fronteras, fronteras complejas, circuladas incansablemente, con fortines y asilos salesianos es entender que esa frontera es dinámica, que puede cambiar tantas veces como relatos se escriban sobre ella. Al leer tanto “El placer de la cautiva”, como “La historia” se entiende que son relatos que están buscando mostrar una historia “otra”, e intentan rastrear otros significados a discursos decimonónicos en los que la cautiva era arrastrada a la fuerza al desierto y los indios eran todos violentos y sanguinarios. Como dijimos, el autor toma elementos de todos los discursos del siglo XIX a la vez que genera líneas de fuga que rompen esos imaginarios prácticamente cristalizados, ahí se encontraría la originalidad del autor, además de darle vigencia y resignificación a indios y cautivas en el siglo XXI. Bibliografía Bocco, Andrea Escrituras y cuerpos cautivos en la Literatura Argentina del siglo XIX y sus revisiones en el XX. VI Encuentro Interdisciplinario de Ciencias Sociales y Humanas. Córdoba. 2009. Brizuela, Leopoldo. Los que llegamos más lejos. Buenos Aires. Alfaguara. 2003. Brizuela, Leopoldo. “Historias del fin del mundo” (Entrevista). Córdoba. Diario La Voz. 2003. 3 Leopoldo Brizuela en la entrevista “Historias del fin del mundo” en La voz.