EL LUGAR DEL ANALISTA ENTRE EL PODER Y LA IGNORANCIA

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EL LUGAR DEL ANALISTA
ENTRE EL PODER Y LA IGNORANCIA
Autores:
Lic. Cristina Aguirre – Universidad Católica de Córdoba
Dra. Mónica Andreoli – Asociación Psicoanalítica de Córdoba
Dr. Julio Avalos - Asociación Psicoanalítica de Córdoba
Mgter. Psic. Amalia Giorgi – Universidad Empresarial Siglo XXI-Córdoba
Psic. Niris Peralta - Asociación Psicoanalítica de Córdoba
Correo Electrónico:
nirisperalta@hotmail.com
Eje temático: Transferencia, vínculo y alteridad en la clínica de niños y adolescentes
El colapso de los paradigmas modernos ha venido a colocar en un lugar de
cuestionamiento a las teorías y las prácticas científicas mantenidas como “certezas”, a
veces por siglos. Por supuesto, lo mismo ha ocurrido con el Psicoanálisis.
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Y no es sencillo entendérselas con la incertidumbre. Una cosa es pregonar la
necesidad de tolerarla y otra, muy diferente, tolerarla de verdad y trabajar cotidianamente
inmersos en ella. Sin el faro iluminador de los postulados convertidos en dogmas, sin el
conocimiento in-dudado, de nuestra habilidad para descifrar, uno por uno, todos los
enigmas del inconciente.
Sin el marco protector (aunque sojuzgante) del superyó psicoanalítico que, por
epocal (Waisbrot, D-2002) ha caducado y nos ha dejado sin saber ya más “cómo debe
ser” un psicoanalista.
Las alternativas ante las que nos encontramos parecen ser, al menos, dos: o nos
recluimos en algún claustro, empeñados en seguir sosteniendo la ilusión de que todo nos
sigue siendo otorgado por los padres- psicoanalíticos- eternamente- proveedores, o nos
transformamos, a nosotros mismos y a nuestro quehacer, de modo tal que las teorías y
prácticas que nos fueron transmitidas, se conviertan en herramientas heurísticas, usadas
para crear y descubrir lo que está por delante nuestro, no detrás. Teniendo en cuenta que
ello estará entramado en conflictos, impregnado de ambivalencia, con pasiones y con
terror.
Nuestra identidad analítica se ha construido a partir de los cimientos brindados
por los que nos antecedieron. Pero resulta imprescindible que produzcamos
transformaciones de lo recibido si pretendemos sobrevivir y servir para algo más que
formar parte de la historia. El contexto de la clínica con niños nos pareció particularmente
propicio para encontrar ejemplos de la necesidad de tales transformaciones y comparar
distintas formas de abordarlo.
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Así, nos encontramos con Pedro, un niño de 7 años que, después de unos meses
de psicoterapia, comenzó a negarse a entrar a las sesiones afirmando enfáticamente que
no quería ir más “porque no le servía para nada”. Los padres habían recibido verbalmente
(de
quien lo trataba) el diagnóstico de psicosis con la indicación de medicación y un
acompañante terapéutico escolar. Atemorizados por la gravedad, lo obligaban a asistir a
las sesiones, hasta que en el último encuentro, en presencia de los padres y del
propuesto acompañante terapéutico, el niño empezó a gritar, patear sillas y revolcarse
diciendo: “yo no quiero ir a la escuela con nadie”, “yo no estoy loco, yo no estoy loco”,
“me quiero ir”, mientras se tapaba la cabeza con el buzo. Todo lo cual fue interpretado
por su entonces terapeuta, como una confirmación del diagnóstico dado y así fue dicho a
los padres en medio del pandemonium de gritos y puntapiés. Ante esta situación y
atendiendo a las expresiones de Pedro, (que los padres entendieron como de angustia y
desesperación), lo retiraron del tratamiento, pidieron un informe por escrito y decidieron
hacer otra consulta, ya que a ellos también les preocupaba el futuro escolar del niño y les
extrañaba que en su casa él nunca hubiera tenido una conducta semejante.
El informe también había sido remitido a la institución escolar que, basándose en
su contenido, había exigido a los padres que cumplieran con las indicaciones so pena de
no permitirle la continuación del cursado.
Hemos tomado algunos párrafos del escrito que fue entregado a los padres y a la
escuela porque lo encontramos una muestra ejemplar del uso de una teoría y una
práctica al servicio del poder, un poder supuestamente basado en un cierto saber y del
cual, es probable, todos hayamos hecho uso alguna vez. Las certezas son muy atractivas
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y nadie está exento. Pero entendemos que es una necesidad técnica y ética desarraigar
al analista del lugar del poder, para ubicarlo cada vez más en el lugar de la ignorancia,
con todas las turbulencias que esto pueda conllevar.
Transcribimos algunos párrafos del informe:
“Del material obtenido se arriba a las siguientes características: el paciente
presenta severo trastorno de la personalidad caracterizado por un déficit
significativo en la constitución de su aparato psíquico”…“La situación crítica de su
estado
emocional
podría
posibilitar
el
desarrollo
de
delirios
y
alucinaciones”…“Teniendo en cuenta la edad cronológica del paciente y por
tratarse de un aparato psíquico en constitución, su psiquismo se correspondería
con un funcionamiento de tipo psicótico”. Luego de recomendar la continuación de la
psicoterapia (dos sesiones semanales)
se agrega que debe incorporarse un
acompañante terapéutico escolar “y valoración psicofarmacológica con un psiquiatra
infantil con el objetivo de reducir su impulsividad, posibilitar una mayor
organización de sus pensamientos y disminuir su padecer psíquico”. (Fin de la
transcripción).
Los padres de Pedro solicitaron una entrevista con otra profesional a la que
explicaron la situación, ella aceptó conocer al niño y realizar una hora de juego,
negándose a leer previamente el susodicho informe.
A continuación, transcribimos la reconstrucción que la profesional hizo de la
primera entrevista que realizó con el niño y a la que tituló: “¡Sorpresa!!!”
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“Pedro entra al consultorio y mira un poco la habitación y los juguetes dispuestos
pero no les presta mucha atención. Ha traído de su casa un conjunto de 5 imanes, 3 con
forma de esfera y 2 alargados. Me los muestra y empieza a moverlos sobre la mesa, los
aproxima para ver cuál es el punto de distancia en que se atraen mutuamente, qué efecto
produce que los haga rodar, cuándo se repelen. Luego coloca algunos sobre la superficie
de la mesa y otro debajo, los mueve para ver si la atracción se ejerce, de todos modos,
con la madera entre medio. Comenta: “el de abajo no se ve, pero igual tiene fuerza”, le
digo: “sí, a veces pasan esas cosas, hay unas fuerzas que no podemos ver pero que nos
hacen mover sin que sepamos cómo”. Me pide que le tenga uno en la mano y él va
acercando otros para ver cuándo se juntan con el mío, después él tiene uno y le tengo
que aproximar los otros y va estimando algo así como la „distancia óptima‟ a la que
pueden permanecer sin ejercer influencia unos sobre otros. Le hago comentarios del tipo:
“así es demasiado cerca, se pegan”, o: “ahora se han alejado demasiado y no se pueden
juntar”, etc…
Sobre una mesita cercana hay un montón de clips de metal, me pregunta si los
podemos usar para ver qué cantidad puede alzar cada imán. Se los alcanzo y los somete
a la influencia de un imán, para ver cuántos puede retener, primero uno, luego dos,
hasta que junta los cinco y así consigue atraer a todos los clips. Dice: “así son más
poderosos”.
Prueba usando un imán para atraer todos los clips y se le caen varios, dice: “sí,
uno solo no tiene tanta fuerza”. Comento: “sí, a veces lo que uno solo no puede hacer,
entre varios sí se consigue”. Me pide que le sostenga los imanes y él acerca los clips y
luego nos los intercambiamos: él sostiene los clips y le tengo que acercar los imanes
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hasta que los atraigan. Está muy atento a todo esto y lo sigue con mucho interés. Se me
ocurre que está realizando una investigación, una exploración acerca del espacio, de la
fuerza de la
gravedad, de los campos magnéticos “invisibles” pero eficaces ( pienso: de tonto
no tiene nada!... pero no lo digo). Pienso también, que hay algo acerca de las fuerzas
“invisibles” e “incoercibles” que ligan a las personas: cómo se pueden separar, cómo se
pueden acercar sin “pegarse”. Si muchos pueden sostener a uno, hasta dónde es posible
sostener, cuánta fuerza hay que poseer para sostener… ¿a quién?, ¿a cuántos?... algo
de esto está en juego y me cuido de saturar rápidamente con la respuesta consabida: a la
madre.
También está en juego algo acerca de investigar qué puede pasar entre nosotros,
algo acerca de atraernos o repelernos, cómo mantenernos cerca sin pegotearnos, qué
puede esperar de mí y de esta relación que estamos iniciando… si me interesan sus
preocupaciones. Me está sondeando y tiene razón: no nos conocemos.
Podría decir que es un encuentro exploratorio que despierta en mí más preguntas
que respuestas.” (Fin de las notas de la reconstrucción).
Pedro y sus imanes, nos recordaron aquello de que el paciente es “una unidad
satelital de navegación que nos informa constantemente acerca del funcionamiento del
campo” (A. Ferro). Considerar la situación analítica como “campo” implica entenderla
como co-construída, por paciente y analista, co-determinada por el funcionamiento
psíquico de ambos.
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La nueva terapeuta se había negado a leer previamente el informe, sin embargo…
¿por qué la sorpresa cuando entra el niño?, ¿algo de la “psicosis” que los padres de
Pedro le habían transmitido verbalmente quedó „flotando‟ en su mente?, ¿algo acerca de
que era incapaz de aprender, cuando estima para sí que: “de tonto no tiene nada”?, ¿por
qué dice que “se cuida” de no saturar con la respuesta consabida: la madre?
Todos conocemos la recomendación técnica de Bion, acerca del ejercicio activo
para disminuir la pregnancia de la memoria, del deseo y de lo “ya sabido” para ejercer la
práctica
psicoanalítica. Pero… no es fácil actuar en consecuencia.
Por otra parte, ¿qué ocurrió en la primera entrevista de la nueva terapeuta con los
padres de Pedro?, ¿qué le transmitieron para que él aceptara conocerla sin vociferar: “no
quiero ir”, “yo no estoy loco”?
Este punto resulta interesante porque, tomando la teoría de la situación analítica
como campo y, con especial referencia al análisis de niños, nos parece necesario
incluir a los padres en su configuración. Aunque no estén físicamente presentes, lo
que ellos transmiten al niño (verbalmente o no, concientemente o no), también incide, a
veces de manera determinante, tanto sea para favorecer como para obstaculizar la
puesta en marcha y la continuidad de un proceso.
En este caso parece haber sido decisivo el modo en que propusieron a Pedro ir a
otra consulta y, sobre todo, para que él acudiese con una actitud “exploratoria”, munido
de los imanes. Llama la atención cómo aparece interesado en investigar “de quién se
trata”, “quién será” esta desconocida. En un movimiento de indagación recíproca, ambos
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se exploran mutuamente, al mismo tiempo que exploran las características del campo en
construcción.
Volviendo a lo que se dice de Pedro en el Informe, nos interesa destacar que
quien lo escribe, lo hace después de un tiempo de tratarlo y para entregar a los padres y
al colegio. Entonces,
la expresión “aparato psíquico” que remite a una teoría, la
psicoanalítica ¿cómo puede ser entendida por los padres?, ¿qué utilidad les presta el
conocimiento de que su hijo tiene un “déficit significativo en la constitución de su aparato
psíquico”? ¿Debería primero explicárseles el texto de “El yo y el ello? ¿Deberían sentirse
infelices (porque tienen un hijo de alguna manera “deficitario”) y, además ignorantes y
confundidos porque no entienden nada? Tampoco queda claro si es “deficitario” porque el
niño tiene 7 años y aún no ha finalizado su „aparatización‟ psíquica, o es deficitario
porque el niño es psicótico.
Pedro no presenta delirios ni alucinaciones en el momento en que se hace el
informe transcripto. El uso del condicional “podría”: ¿debería tomarse como una hipótesis
o como una amenaza?, ¿cuáles serían las condiciones necesarias para evitar que se
produzcan los mencionados fenómenos?, ¿acaso forzar al niño para que continúe en
tratamiento con quien efectúo la evaluación?. Si está enunciado como pronóstico
¿anuncia un brote psicótico?, en ese caso ¿no podría usarse la descripción de conductas
que dieran cuenta de ello y pudieran ser „consensuadas‟ con los padres? Por otra parte
aunque se alude a una “valoración psiquiátrica”, en realidad ya se está indicando
medicación psicofarmacológica y para qué. Además, la recomendación de acompañante
terapéutico tiene consecuencias difíciles de calcular en el ámbito escolar.
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Finalmente, ¿hay dos niños?: ¿uno, el psicótico y otro, el explorador?... ¿hay dos
campos?: el de la certeza autoritaria y el de la expectativa no-saturada co-construído con
los padres? ¿Cómo y para qué son usadas las teorías por los psicoanalistas? ¿Para
ejercer el poder sobre el paciente amparándose en la transferencia? ¿Como dogmas,
funcionando cual refugios frente a los temores que produce el contacto cercano con las
emociones?
Hay momentos dogmáticos fundacionales, tanto en el desarrollo de una teoría
como de cada analista. Deberían estar “destinados a desaparecer porque si no
desaparece el analista”. (Waisbrot, D)
Al modo de Pedro, el niño de nuestra viñeta, el analista necesita realizar la tarea
de acercamiento-alejamiento, probar la distancia óptima (como el niño con los imanes),
para no quedar cegado por sus teorías, perdiendo la mirada de lo que va sucediendo en
el encuentro privilegiado de la sesión.
BIBLIOGRAFÍA
Bion W. R (1967) Notas sobre la memoria y el deseo. En: (1996) Cogitaciones
(pp.404-409) Valencia: Promolibro
-------------- (1989) Addomesticare i pensieri selvatici. Milano: Franco Angelli
Ferro, A (1998) La técnica en el psicoanálisis infantil. Madrid: Biblioteca Nueva
----------- (2009) Convergencias y divergencias en la práctica psicoanalítica y en
las teorías que la sustentan. Revista de psicoanálisis de APdeBA Vol XXXI-Nº1(pp.21-49)
Waisbrot, D (2002) La alienación del analista. Buenos Aires: Paidos
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Resumen: Tomando la teoría de la situación analítica como campo y, con
especial referencia al análisis de niños, los autores proponen incluir a los padres en su
configuración.
Presentan material clínico, comparando diferentes actitudes de los psicoanalistas,
preguntándose cómo y para qué pueden ser usadas las teorías lo que, sostienen, tendrá
decisiva importancia en su actitud clínica
Descriptores: Campo-03.03.01 Poder-07.01.02/05.02.01 Padres07.01.03
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