Ora et Labora Rafael Mies M., Ph.D. ESE - Escuela de Negocios, Universidad de los Andes La frase que antecede esta columna significa: “ora y trabaja” y fue escrita por San Benito el año 547 D.C. en medio del desplome del imperio romano en occidente. Se trata de lo que yo llamaría una primera regla de oro del arte del “management”, que se inicia precisamente con la caída del imperio romano y la consolidación de la cultura cristiano-occidental como formadora de lo que hoy entendemos por occidente. Estoy plenamente convencido de que no se trata en absoluto de algo profano mezclar la dimensión espiritual con el desarrollo material del ser humano a través del trabajo que diariamente cada uno realiza. Por el contrario, la consideración de los planos temporales y trascendentes en el análisis de la acción humana me parece no sólo deseable, sino además necesaria. Sin duda, ha sido el cristianismo el que logró la primera gran síntesis entre ambas dimensiones. Por ello, no nos debe resultar extraño que desde sus filas aparecieran verdaderos “revolucionarios” en el tratamiento de la cuestión del trabajo. Uno de ellos fue San Benito y su “Regla”, esa que debía regir la conducta de los monjes en los monasterios. San Benito desarrolla una íntima relación entre la temporalidad y la trascendencia del trabajo humano, estableciendo que el quehacer diario –profano por naturaleza- encuentra su pleno sentido y, por tanto, perfecciona a quien lo realiza, cuando es ofrecido en la oración diaria del monje a Dios. Su idea de que la existencia humana se da simultáneamente en el tiempo y fuera de él, explica de una manera bastante acertada la visión benedictina de un hombre llamado a trabajar la tierra y producir frutos, sirviendo a su comunidad y la sociedad concreta donde el monasterio se encuentra. De igual manera, para San Benito, un trabajo sin una dimensión trascendente que le dé un sentido más allá de la precariedad del fruto directo de la labor realizada, sólo alienaría e impediría un verdadero “progreso” del que realiza esta labor. San Benito, a través de su “ora et labora” mantiene el equilibrio entre la vida espiritual y social del sujeto, respetando los límites y las autonomías propias de ambas dimensiones. La dedicación actual a disciplinas con claros imperativos y consecuencias éticas, como el management, constituye un claro ejemplo de este equilibrio al cual debe aspirar toda ciencia del trabajo humano. En contraposición a una visión antitética entre la espiritualidad y la teoría del trabajo, San Benito nos propone una integración que llena los vacíos dejados por el instrumental analítico moderno -principalmente económico- que ha intentado explicar el gran proceso histórico de la evolución económica de occidente, dejando de lado los verdaderos motivadores que se encuentran detrás del progreso material de nuestra sociedad. En otras palabras, la abstracción de la realidad espiritual del ser humano y su reemplazo por fenómenos explicados desde perspectivas meramente estacionarias (o separadas de la complejidad de variables que dan cuenta de la acción humana) reduce, a mi juicio, el campo de validez de muchos estudios acerca del trabajo y el verdadero sentido del management. Fuera de toda lógica contingente, la Regla de San Benito, con casi mil quinientos años de antigüedad, me sigue pareciendo tremendamente actual y sus consejos, muy prácticos y aplicables a las necesidades contemporáneas de la mayoría de los conflictos entre personas y trabajo: dar un sentido trascendente a lo que se realiza, tener presente el efecto de mi trabajo sobre terceros, buscar siempre el bien del otro y recibir consejos del maestro antes de emprender una iniciativa… ¿No podrían ser éstas acaso las recomendaciones de algún profesional en temas laborales, sicológicos o sociológicos? ¿No nos parecerían ellos muy atingentes a la problemática actual del trabajo en la empresa? Más aún, ¿no podrían convertirse en el libro de cabecera de una nueva generación de directivos -visionarios y realistas-, comprometidos con un sentido pleno del trabajo y de la verdad del hombre? Publicado en la "Columna de Recursos Humanos", Diario Financiero. Septiembre 2004.