Investigaciones sobre el Cerebro

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Investigaciones sobre el Cerebro
¿CÓMO SE DESARROLLA EL CEREBRO?
El cerebro evoluciona a lo largo de toda la vida. Se desarrolla más rápidamente antes del nacimiento, mantiene un ritmo vertiginoso durante la primera infancia y continúa su desarrollo enérgico durante la niñez y la
adolescencia, pero nunca cesa completamente.
En la tercera semana de gestación, se activan los genes para transformar algunas de las células madre del
embrión — células “en blanco” con el potencial de convertirse en cualquier tipo de tejido — en neuronas y
células gliales. Estas células recién formadas se multiplican, migran y se conectan entre sí, guiadas por
señales químicas a la compleja estructura reticular de la anatomía cerebral. En la séptima semana pueden ya
distinguirse las formas primitivas de la corteza cerebral, el cerebelo y el tronco encefálico.
El nacimiento es solo el comienzo. El cerebro desarrolla su volumen a un ritmo inicial de un uno por ciento diario,
alcanzando las dos terceras partes de su tamaño en los primeros tres meses. Para alimentar su desarrollo, requiere
un 43 por ciento del aporte energético diario del cuerpo hasta la pubertad, lo cual, según opinan algunos expertos
explica por qué el crecimiento físico tarda tanto en los seres humanos, en comparación con otras especies.
No se obtiene un mayor número neuronas, de hecho tenemos más al nacer que en la edad adulta, sin embargo, estas crecen y se conectan entre sí formando circuitos especializados. Los centros sensoriales aparecen
temprano, mientras que el hipocampo y el núcleo amigdalino, regiones primitivas que juegan un papel primordial en las emociones y la memoria, no funcionan plenamente hasta los tres años. Es por este motivo por el
que no conservamos prácticamente ningún recuerdo de la infancia.
El desarrollo infantil supone una interacción dinámica entre el cerebro y el mundo. Durante períodos “críticos”
cuando las regiones que regulan los sentidos, las emociones y el lenguaje se amplifican para formar sinapsis,
deben recibir una estimulación ambiental adecuada para conectarse correctamente.
El desarrollo en la adolescencia define los circuitos cerebrales más claramente, añadiendo nuevas sinapsis,
eliminando las que no son necesarias y fortaleciendo las restantes. Los centros sensoriales, del lenguaje y emocionales maduran. Los axones añaden una vaina aislante de mielina para transmitir mensajes más eficazmente.
Al terminar la adolescencia, el cerebro continúa necesitando ajustes, lo cual es evidente en el comportamiento
arriesgado y poco juicioso demostrado por algunos jóvenes al comienzo de la veintena. El hecho de que la
corteza prefrontal, dedicada a la planificación y a la toma de decisiones, no madurará hasta transcurrida otra
década, explica parcialmente este comportamiento, pero las conexiones entre las regiones cerebrales deben
fortalecerse para permitir que el intelecto pueda ejercer un control significativo sobre los impulsos emocionales.
CUANDO EL DESARROLLO NO ES ADECUADO
Los percances durante este complejo proceso antes del nacimiento o durante la primera infancia resultan en trastornos del
neurodesarrollo, como la discapacidad intelectual, el autismo y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Algunos sugieren que la esquizofrenia, que suele manifestarse al final de la adolescencia, se desarrolla de manera similar.
Las causas de los trastornos del neurodesarrollo pueden incluir factores genéticos, exposición a sustancias tóxicas,
infecciones y trauma. La investigación sobre estos temas puede facilitar la intervención temprana y mejorar su tratamiento.
Reproducido con permiso de The Dana Alliance for Brain Initiatives, www.dana.org
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