LA CATEDRAL DE LEÓN, un Edificio Herido de Muerte" C{ A HISTORIA DE LA CATEDRAL DE LEÓN ES, COMO YA HEMOS COMENZADO A Lver en el capítulo precedente, un agitado y continuo proceso de inter- venciones en sus fábricas, fatalmente marcadas desde su origen por graves problemas de estabilidad. El reaprovechamiento de la cimentación de las construcciones anteriores, la debilidad de su piedra y el mismo carácter arriesgado de su construcción se resintieron con el paso del tiempo, especialmente en sus áreas más vulnerables, esto es, el crucero y su brazo sur. Las i mprudentes intervenciones ejecutadas en época barroca y la falta de una reparación radical que atajara estos males en su raíz llevó al edificio hasta el peligroso estado en que se encontraba a mediados del siglo XIX: varias bóvedas desmoronadas, otras agrietadas, pilares incurvados que habían perdido totalmente su verticalidad, las dos grandes fachadas exteriores desplomadas, infinidad de sillares descompuestos, prácticamente reducidos a tierra, varios ventanales tapiados y, sobre todo, la enojosa cúpula barroca gravitando pesadamente sobre los debilitados pilares del crucero, eran algunos de los alarmantes síntomas que amenazaban con convertir la esbelta fábrica catedralicia en un informe montón de escombros. La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, máxima institución artística del Reino, no dudó en calificar a la Catedral de León como "un edificio herido de muerte". Todos los arquitectos que desde 1859 hasta 1901 ocuparon la dirección de las obras de restauración dedicaron su atención al esclarecimiento de las razones de la penosa situación de semirruina que presentaba el edificio. En el intenso proceso de restauración arquitectónica de la Catedral de León, cada una de las intervenciones sobre sus fábricas está sustentada en un estudio históricoconstructivo y artístico, más o menos amplio, de las partes sometidas a restauración. Además de estas memorias histórico-artísticas comprendidas en los proyectos e informes, el deseo de los arquitectos restauradores de agrupar los conocimientos acumulados a lo largo de años de observaciones y estudio del edificio nos legó dos extensas monografías póstumas sobre la Catedral de León, como fueron la redactada por Matías Laviña, publicada en 1876, y, especialmente, la valiosa obra en dos volúmenes de Demetrio de los Ríos, que vio la luz en 1895. Juan de Madrazo también expuso en un breve opúsculo sus opiniones acerca del proceso constructivo de la catedral (1878) y Juan Bautista Lázaro pronunció dos extensas conferencias acerca de la Catedral de León y su restauración en la Sociedad Central de Arquitectos, publicadas entre 1884 y 1886, antes de ser nombrado arquitecto director de las obras de restauración. Estos escritos históricos redactados por los arquitectos 14 5 Izquierda: Vista interior del chapitel calado de la torre sur de la Catedral de León. [Foto: Archivo Edilesa/Norberto].