25 AÑOS DEL PONTIFICIO CONSEJO PARA LOS AGENTES SANITARIOS (para la Pastoral de la Salud) Institución Actividad Retos + José L. Redrado, OH Secretario del Pontificio Consejo Ciudad del Vaticano 11 febrero 1985 – 2010 2 INTRODUCCIÓN Antes de comenzar esta breve exposición de los 25 años de actividad del Pontificio Consejo, quiero expresar mi agradecimiento, en primer lugar al Papa Juan Pablo II, por la institución de este Pontificio Consejo. Ha sido él quien ha sentido la necesidad de este instrumento en la Curia Romana, para llevar a cabo una gran animación en el campo de la pastoral sanitaria. Ha sido él, precisamente porque en su formación sacerdotal, en su ejercicio pastoral como obispo y después en la cátedra de Pedro, ha manifestado siempre una solicitud excepcional hacia el mundo del sufrimiento, de los enfermos y de los agentes de la salud: médicos, enfermeros, voluntarios, capellanes, religiosos y religiosas. Ahí está todo su magisterio escrito y todos sus gestos. No puedo dejar de mencionar especialmente la gran cátedra de Juan Pablo II en este sector de la salud, la gran enseñanza que nos ha dejado con su magisterio, pero sobre todo con su testimonio. Creo que cuando hemos visto a este Papa sufrir desde un lecho de dolor en el hospital Gemelli, o en otras circunstancias, nos ha enseñado muchísimo con sus gestos: la experiencia del dolor ha sido una cátedra viviente mucho más rica que las palabras, que han sido tantas. Gracias, Santo Padre. Un gracias también a Su Eminencia el Cardenal Eduardo Pironio, que ha sido el primer Presidente del Dicasterio, desde su nacimiento, en 1985 – como Comisión Pontificia dependiente del Pontificio Consejo de los Laicos del cual él, asimismo, era Presidente – hasta el año 1988, en que nuestra Comisión pasó a ser Pontificio Consejo. Un gracias fraterno y afectuoso a Su Eminencia el Cardenal Fiorenzo Angelini quien durante once años, primero como Pro‐Presidente de la Comisión y después como Presidente del Pontificio Consejo ha desarrollado una fecunda labor en este neonato Dicasterio, alcanzando logros y metas importantes y abriendo caminos que recordarán siempre su incansable actividad pionera. En este iter de agradecimientos, no puedo dejar de mencionar al Cardenal Javier Lozano Barragán y al P. Felice Ruffini. Con el Cardenal Lozano como Presidente, el Pontificio Consejo comienza una segunda etapa que viene organizada de forma particular por un Plan de trabajo para cinco años. Con dicho Plan los diferentes Oficiales se responsabilizan de tareas propias y características, prosiguen los viajes a los diversos continentes, las visitas ad limina se mutiplican y el Pontificio Consejo crece poco a poco. El Cardenal Lozano se hizo cargo de la Presidencia el día 8 de enero de 1997 hasta el 18 de abril de 2009. 3 También cesa por razón de la edad el P. Felice Ruffini después de un largo y fructuoso trabajo como primer Subsecretario del Pontificio Consejo, desde el 19 de enero de 1986 hasta el 31 de agosto de 2009. Esta segunda etapa termina, pues, con el cambio del Presidente y del Subsecretario. Comenzamos, por tanto, una tercera etapa bajo la presidencia de S.E. Mons. Zygmunt Zimowski y del nuevo Subsecretario Mons. Jean‐Marie Musivi Mpendawatu y permaneciendo en el cargo de Secretario S. E. Mons. José L. Redrado. En la celebración de bienvenida al nuevo Presidente, hemos expresado la esperanza de que en esta tercera etapa se consoliden y abran nuevos horizontes a la Pastoral de la Salud al servicio de todo el mundo y, por ello, nos encaminamos a recorrerla con responsabilidad, creatividad y animación. Tres valores que esperamos serán motores para afrontar los retos y para que la finalidad del Pontifico Consejo sea una realidad. Proyectar el futuro del Dicasterio en esta tercera etapa nos lleva a descubrir el pasado y comprender el presente. Pasado y presente son plataformas del futuro. Por ello continuaremos a servir a la Iglesia agradeciendo el generoso, inteligente y fructífero servicio realizado por los primeros superiores del Dicasterio. Estos 25 años de trabajo en el Pontificio Consejo son fruto, es verdad, de líderes inspiradores, motores que hacen posible que la máquina pueda funcionar, pero sería imposible este funcionamiento sin el grupo de retaguardia que cotidianamente trabaja realizando con efectividad su misión. Me estoy refiriendo en primer lugar a todo el grupo de personas que trabajan en la Secretaría, tanto los que son miembros del orgánico como los que realizan un voluntariado prestigioso y eficaz. A ellos, a estas personas, he de añadir tantos prestigiosos Miembros, Consultores y expertos que de forma inteligente y sacrificada han hecho posible el desarrollo de mucho del trabajo que les quiero contar. Para contarles los 25 años de actividad del Pontificio Consejo y los retos partiremos del siguiente esquema: - La figura de Jesús ilumina con sus palabras y sus gestos nuestra acción pastoral al servicio de los enfermos. - La Iglesia recibe un mandato explícito que desarrolla de forma diversa a través de los siglos. - Dentro de esta historia de servicio a los enfermos nace el Dicasterio para la Pastoral de los Agentes Sanitarios en una fecha histórica e inolvidable – 11 de febrero de 1985. 4 25 AÑOS AL SERVICIO DE LA PASTORAL DE LA SALUD 11 de febrero de 1985 – 11 de febrero de 2010 I. NOTAS BÁSICAS Y FECHAS PRECEDENTES A LA INSTITUCIÓN DEL DICASTERIO 1. Jesús y los que sufren En su doble dimensión de asistencia espiritual al que sufre y de presencia de la Iglesia junto a los agentes sanitarios, especialmente al promover y ocuparse de la atención específica a la actividad teórica, práctica y legislativa en el mundo de la salud como respuesta a las nuevas fronteras abiertas por los progresos de la ciencia y de sus aplicaciones (Pastor Bonus n. 153; DH n. 3), la pastoral sanitaria es históricamente una dimensión integrante de la misión de la Iglesia (DH n. 1). Esto no debe asombrar visto que la presencia activa de la Iglesia en el mundo del sufrimiento, del dolor y de la enfermedad corresponde al actuar sanante de Jesús, que es elemento esencial de su ministerio terreno. Ravasi recuerda que «casi la mitad del Evangelio de Marcos es una narración del Cristo en contacto con los enfermos» (Fino a quando, Signore, p. 64). E.C. Vendrame confirma: «Cerca de una quinta parte de los Evangelios está dedicada a esta actividad curativa de Jesús» (Calisto Vendrame, Guarigioni, en Dizionario di teologia di pastorale sanitaria, p. 561). Por tanto, la actividad de curación de Jesús es central en el Evangelio del Reino. En el curso de su ministerio terreno, Jesús sana no sólo el cuerpo sino también y sobre todo el espíritu (Mt 9, 1‐7). De este modo se ponen de relieve diferentes categorías de enfermedades y dolencias que Jesús afronta públicamente y cura. Afronta el sufrimiento humano «no como problema por explicar, sino más bien como una situación por sanar» (F. Angelini, Quel soffio sulla creta, Tipografia Poliglotta Vaticana, Roma 1990, p. 163). A los enfermos en el espíritu, varios publicanos y pecadores públicos, se les reserva la acogida y se les pide la conversión (Lc 7, 34; 8, 1‐3; 9, 2‐10; Jn 8, 1‐11); a los que nada cuentan, a los pequeños, se les garantiza el privilegio de la revelación de los secretos divinos (Mt 11, 28). A los enfermos reales y verdaderos, con signos visibles de sufrimiento, no sólo se les anuncia el Reino de Dios, sino también y sobre todo son curados de sus enfermedades y dolencias (Mt 4, 23‐25; cf. F. Angelini, Ero infermo… p.44‐45). En las intervenciones de Jesús a favor de los que sufren encontramos también algunas resurrecciones. Se trata de gestos que tienden a revelar en un nivel más elevado la presencia del Reino de Dios en medio de los hombres (Mt 9, 18‐25; Lc 7, 11‐15; 8, 49‐55; Jn 11, 1‐44) 5 En su actividad Jesús no se contentó con afrontar el dolor y el sufrimiento de los demás. Él mismo experimentó el dolor y el sufrimiento atroz en su cuerpo y en su alma: las narraciones de la pasión del Señor (Mt 26‐27; Mc 14‐15; Lc 22‐23: Jn 18‐19). 2. La Iglesia ha recibido de Cristo un explícito mandato: “sanad enfermos” Al hacer manifiesta su voluntad de proseguir su obra de salvación en la historia humana hasta su retorno, Jesús confiere a los apóstoles el mandato de curar a los enfermos desde su primera misión, como componente esencial del anuncio del Evangelio del Reino de Dios: «Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, expulsad demonios. De gracia lo recibisteis; dadlo de gracia» (Mt 10, 8; cf Lc 10, 9; Mc 16, 17). Después de la muerte y resurrección del Señor y antes de ascender al Cielo, Jesús confirió a los discípulos el mandato de predicar el Evangelio a todo el mundo (Mt 28, 19‐20). De este modo, la Iglesia reunida en nombre de Cristo asoció el anuncio de la Buena Nueva a intervenciones extraordinarias de curaciones y de resurrecciones como había hecho Jesús (Hch 3, 1‐8; 9, 32‐34;9, 36‐41; 14, 8‐10; 20,10‐12; 28, 8). El grupo de los apóstoles, asociado desde el inicio a la misión de Cristo (Lc 10, 1), se lo recordó cuando fue llamado para proseguir la misión de Jesús después de su retorno al Padre: «Pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo» (Hch 10, 38). La comunidad cristiana de los primeros siglos nunca dejó de lado el testimonio de este Evangelio de la Vida (St 5, 13‐15). «El signo del reino de Dios, constituido por las curaciones milagrosas, no se quedó limitado a la vida terrena de Jesús. Él asoció a sus apóstoles desde su primera misión, a su poder de curar las enfermedades (Mt 10, 1). En el momento de la misión defintiva les promete la realización continua de este signo para acreditar el anuncio del Evangelio (Mt 16, 17). Por tanto los Hechos manifiestan en varias ocasiones las curaciones milagrosas (Hch 3, 1s; 9, 32s; 14, 8s; 28, 8s) que muestran la potencia del nombre de Jesús y la realidad de su resurrección» (Jean Giblet, Pierre Grelot, “Malattia – Guarigione”, en Xavier Leon‐Dufour, Dizionario di teologia biblica, Marietti, Genova 1976 (Ristampa 2002), p. 630). Más allá de las vicisitudes históricas, el camino de la Iglesia mantendrá encendida esta lámpara de la asistencia y cuidado del enfermo y del que sufre como testimonio de la misericordia de Dios hacia toda persona y de modo especial hacia quien están en la necesidad. 2.1 Evolución histórica de las estructuras eclesiales de asistencia y de cuidado a los más necesitados1 1 RIBUSTINI Jean, Les structures d’assistance de l’Eglise dans l’histoire, Cours études pour la mission, Cinquième leçon, 2004; MESSINA Rosario, “Storia degli ospedali cattolici”, en Dolentium Hominum, 52 (2003/1) 80-86; GAMEIRO Aires, “Ospitalità”, en CINA’ Giuseppe, LOCCI Efisio, 6 La mediación de la Iglesia apostólica La presencia de la Iglesia junto al que se encuentra en situación de necesidad y, de manera especial, la asistencia al que sufre, son una elección de fe que corresponde a diferentes instancias esenciales y complementarias del mensaje evangélico: el mandato misionero dado a los discípulos (Mt 10, 1), el mandamiento del amor por el prójimo sin el cual el amor hacia Dios es manco (cf Mt 22, 34‐40; Mc 12, 28‐31; Lc, 25‐37) y la atención a los pequeños y a los necesitados como criterio del juicio último (Mt 25, 31‐46), el ejemplo del Maestro y la secuela (Jn 15, 12‐16), etc. La meditación de la Iglesia apostólica sobre dichas instancias ha movido a las primeras comunidades cristianas al compartir fraterno de los bienes (Hch 4, 34‐35; 2Co 8, 1‐24). Luego del crecimiento y de la diversificación de proveniencia de los miembros de las comunidades, la organización de la hospitalidad y del compartir se volvió una necesidad (Hch 6, 1‐6). De algún modo todo esto se volvía como una prueba que confirmaba la eficacia y la fecundidad de la Palabra de Dios escuchada, acogida y vivida a la luz del Misterio Pascual. El camino trazado tuvo una larga trayectoria delante de sí. De la hospitalidad a los hospitales Sobre todo a partir del s. II d.C la organización de la hospitalidad y de la asistencia se estructura de manera permanente para responder más eficazmente a nuevas exigencias. La primera respuesta eclesial estructurada para salir al encuentro de las nuevas instancias de la hospitalidad evangélica se vuelve concreta en las diaconías que surgen alrededor de los oratorios y de las iglesias de los monasterios (s.I‐III d.C.). El diácono, que asiste al obispo en la administración de la Iglesia, tenía que ocuparse también de los enfermos, de las viudas y de los extranjeros, para afrontar sus necesidades de primera necesidad. Pero no pasó mucho tiempo que junto a las diaconías surgió y se impuso otra estructura sanitaria autónoma denominada “xenodoquio”, destinada por lo menos al comienzo, a la acogida, hospitalidad y cuidado de los peregrinos. Con el pasar del tiempo, sus finalidades se extenderán también a la acogida de los viajeros y comerciantes, que se detenían por cierto tiempo en la ciudad. Hablando históricamente, hasta el siglo IX d.C., el xenodoquio es considerado como la estructura que corresponde al hospital moderno. ROCCHETTA Carlo, SANDRIN Luciano (a cargo de) Dizionario di teologia pastorale sanitaria, Ed. Camiliane, Torino 1997, p. 811-814; PETRINI Massimo, “Ospedale cattolico”, en CINA’ Giuseppe, LOCCI Efisio, ROCCHETTA Carlo, SANDRIN Luciano (a cargo de) Dizionario di teologia pastorale sanitaria, p. 800-804. 7 El pasaje del feudalismo a las administraciones comunales, luego del declino de la autoridad imperial (s. IX – X) fue un período incierto desde el punto de vista político, dominado por particularismos y varias patrioterías. En lo que respecta el cuidado de los enfermos y su asistencia, esto provocó el surgimiento y el multiplicarse de estructuras en competencia fragmentadas de parte de las administraciones civiles. El desarrollo de las ciudades y de las comunas en los dos siglos sucesivos llevó de todos modos a la realización de hospitales de grandes dimensiones en lugar de las estructuras precedentes vinculadas a las iglesias monásticas o a las catedrales. Sin embargo, incluso en un contexto tan turbolento, la autoridad eclesiástica logró salvaguardar el control y la supervisión en las organizaciones de asistencia sanitaria. El período entre el s. XI y XIII, también con respecto a las empresas de las cruzadas con la finalidad de liberar los lugares santos, vio el nacimiento de órdenes militares creadas precisamente para proteger y cuidar a los peregrinos en su viaje hacia la Palestina. Las principales son la Orden Soberana y Militar de Malta, la Orden Teutónica, la Orden de Santo Espíritu y los Hospitalarios de San Lázaro. Con el surgimiento de la época del Renacimiento, asistimos a un desarrollo extraordinario de las estruturas sanitarias.2 De hecho, en este contexto de fermento surgió una novedad absoluta en el mundo sanitario, es decir, el nacimiento de órdenes religiosas exclusivamente hospitalarias. Entre las más conocidas sobresalen la de San Juan de Dios o Fatebenefratelli (1538‐40), y la de los Ministros de los Enfermos o Camilos, fundada por san Camilo de Lelis (1582). Su expansión mejoró ampliamente la calidad de los cuidados médicos y espirituales, y, al mismo tiempo, garantizó la continuidad del servicio. El período del Renacimiento puso en marcha numerosas y profundas transformaciones sociales y políticas que provocaron aspectos negativos en las relaciones entre Estado e Iglesia Católica. De hecho, después del 500, luego de la Reforma protestante en Inglaterra y en Alemania, la responsabilidad asistencial pasó a las Comunas3 y, a partir de este momento, la asistencia sanitaria se convirtió en tarea del Estado. No obstante las dificultades, la presencia de la Iglesia en este sector nunca disminuirá, gracias también a las nuevas congregaciones religiosas así como a las órdenes religiosas ya existentes. 2 No obstante la escasez de las fuentes históricas publicadas, se calcula que en el siglo XIV el número de los hospitales en Inglaterra alcanzaba las 600 unidades para una población de aproximadamente en 3.750. 000 almas. En Francia y en Italia eran mucho más. 3 En Inglaterra, Enrique VIII hizo cerrar todos los conventos y de este modo se derrumbó el sistema hospitalario y asistencial católico, salvo los hospitales londinenses de San Bartolomé, S. María de Betleem y S. Tomás, que pasaron a la administración de la Corona. En Alemania, donde se verificaron los mismos acontecimientos, en 1710 Federico I fundó el Hospital de la caridad de Berlín mientras en Francia la monarquía absoluta hizo construir hospitales propios en competencia con las organizaciones eclesiásticas. Pero también allí la situación degenerará a partir de la Revolución de 1789. 8 En el siglo XX, la medicina conocerá una profunda revolución gracias a los diferentes descubrimientos científicos, a la difusión de la anestesia, el desarrollo de los antibióticos, etc., pero también como resultado de la organización hospitalaria más adecuada al desarrollo de la investigación en medicina y cirugía. En el nuevo contexto, aún confirmando las orientaciones anteriores de su presencia en el mundo sanitario, la Iglesia se propone un fuerte empeño en la promoción de los derechos del hombre, de manera especial en lo que respecta la protección de la vida desde su concepción hasta su término natural. 2.2 Magisterio de Pio XII y Concilio Vaticano II Los progresos marcados por la evolución de la medicina en el curso de los últimos dos siglos han permitido resolver muchos problemas, pero al mismo tiempo han suscitado otros de difícil solución. Resuenan aún hoy los discursos del Papa Pío XII a las diferentes categorías profesionales, para recordar a todos el respeto absoluto de la vida personal en el desempeño de sus deberes profesionales en el ámbito médico‐sanitario. El motivo de sus intervenciones es la relación ética y religiosa de los argumentos indicados. A partir de ese momento, el tono que se da y el Magisterio eclesial al respecto, se sintonizarán siempre a dicho barómetro. Durante su desenvolvimiento, el Concilio Vaticano II no se ocupó directamente de la cuestión de pastoral sanitaria. Sin embargo, esto no significa que menciones sobre el compromiso de la Iglesia en ese campo no se puedan deducir en los diferentes documentos conciliares. Por lo demás, se sabe que el Concilio Vaticano II fue el punto de llegada de aquel “retorno a las fuentes” que caracterizó la renovación bíblica, litúrgica y teológica de la Iglesia del siglo XX. En esta perspectiva, no podía faltar un pensamiento de parte de los Padres conciliares en lo que se refiere a la presencia de la Iglesia junto a los que sufren y su servicio en el mundo contemporáneo. Baste pensar en la reforma conciliar del rito del sacramento de la Unción de los enfermos. Y no sólo esto. Por ejemplo, en la Lumen gentium (Lg) leemos lo siguiente: «Cristo fue enviado por el Padre a ‘evangelizar a los pobres y levantar a los oprimidos (Lc 4,18), para buscar y salvar lo que estaba perdido’ (Lc 19, 10); así también la Iglesia abraza con su amor a todos los afligidos por la debilidad humana; más aún reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procurar servir en ellos a Cristo» (LG, 8). Y la Gaudium et spes (GS), antes de ofrecer un pequeño pero real y verdadero tratado de antropología teológica (GS, 12‐22), el Concilio declara solemnemente: «Los gozos y las esperanzas, la tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los 9 discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón» (GS, 1). Declaraciones tan solemnes iban más allá de las acostumbradas afirmaciones de principio y estaban destinadas a traducirse en verdaderos programas de acción. La primera indicación se dio con la reforma del rito de la administración del sacramento de la Unción de los enfermos que encontramos en la Sacrosanctum Concilium (SC). Se declara que el sacramento de la Unción de los enfermos «no es sólo el sacramento de quienes se encuentran en los últimos momentos de su vida», sino de los fieles que sienten que su vida «por debilitamiento físico o por vejez, comienza a estar en peligro de muerte» (SC, 73). Junto a los ritos propios de la Unción de los enfermos y del Viático, el Concilio pide también que la composición de un rito continuado «según el cual la unción sea conferida al enfermo después de la confesión y antes del viático» (SC, 74). Estas indicaciones conciliares tienen como objetivo la mayor participación posible de los fieles que reciben el sacramento de la Unción de los enfermos. Pero esto presupone que ellos sean atentamente informados y formados para ser conscientemente partícipes de la celebración de los sacramentos que han solicitado. De igual modo, la formación se refiere a los agentes sanitarios, en sus diferentes niveles de intervención, para su crecimiento espiritual y con el fin de adaptar estructuras, métodos y contenidos a las nuevas exigencias y así responder mejor a las numerosas cuestiones de tipo ético‐religioso planteadas por los cambios sociales, por los progresos médico‐científicos y socio‐culturales. El empuje de dichas exigencias tenía que dejarse sentir impelentemente en el período sucesivo. 2.3 Acontecimientos inmediatos e importantes que inciden en la creación del Pontificio Consejo: ∗ Atentado y enfermedad del Papa (mayo 1981) Se trata de una fecha importante en lo que se refiere a la experiencia del dolor. Un Papa, además, sensible al mundo de los enfermos, cercano a la pastoral sanitaria, que practicó desde su ministerio sacerdotal. ∗ XV Congreso Mundial de Médicos Católicos (Roma 1‐5 octubre 1982) 10 En el discurso de clausura de este Congreso, el Papa Juan Pablo II indicó la necesidad de un trabajo programado, conjunto, constante, ya que “no es suficiente una acción individual”. Dijo el Papa: «Una coordinación a nivel mundial permitiría de hecho un mejor anuncio y una defensa más eficaz de vuestra fe, de vuestra cultura, de vuestro compromiso cristiano en la investigación científica y en vuestra tarea profesional». ¿Quién no ve en estas palabras una referencia a lo que sería el Pontificio Consejo? ∗ Sínodo de la Reconciliación (octubre 1983) El Hno. Pierluigi Marchesi, General de los Hermanos de San Juan de Dios, participa en el Sínodo y junto a su breve discurso presenta a los Padres sinodales un documento titulado “Reconciliación en el campo sanitario” (cf Revista Labor Hospitalaria n. 190/1983). ∗ Carta Apostólica Salvifici Doloris del Papa Juan Pablo II sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano (11 febrero 1984) A estas fechas que preceden a la Institución del Pontificio Consejo debemos añadir otras tres significativas que formarán parte importante del Dicasterio; ∗ son la Institución de la Jornada Mundial del Enfermo (cf Carta del Papa al Cardenal Angelini – 13 mayo 1992). ∗ Y la fecha del 11 de febrero de 1994 en la que el Papa Juan Pablo II firma el Decreto de Institución de la Pontificia Academia para la vida. Institución vinculada estrechamente al Pontificio Consejo durante sus primeros años, siendo su primer presidente el Prof. Jérôme Lejeune. ∗ Institución de la Fundación “El Buen Samaritano” (23 setiembre 2004) II. HISTORIA Y ACTIVIDAD DEL DICASTERIO 11 1. Una fecha importante para recordar y celebrar El 11 de febrero de 1985 es una fecha importante para la Iglesia, para los enfermos, para los Institutos religiosos sanitarios y para todos los profesionales de la salud. El Papa Juan Pablo II con el Motu Proprio Dolentium Hominum instituye la Pontificia Comisión para la Pastoral de los Agentes Sanitarios. Con la reforma de la Curia Romana (Pastor Bonus, 28 junio 1988), la Comisión Pontificia se convierte en el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios. El Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios ha sido instituido por Juan Pablo II con la tarea primaria de «manifestar la solicitud de la Iglesia hacia los enfermos, ayudando a los que desarrollan un servicio hacia ellos y hacia todos los que sufre, a fin de que el apostolado de la misericordia, al que están dedicados responda cada vez mejor a las nuevas exigencias» (Const. Apost. Pastor Bonus art. 152). 2. Razones que han movido al Papa a instituir este Dicasterio Las expresa el Papa en el mismo documento institutivo, Motu proprio Dolentium Hominum: 2.1 El vivo interés de la Iglesia por los hombres que sufren La Iglesia tiene en Cristo, que pasó haciendo el bien, un ejemplo a imitar. Desde siempre, en toda su historia, ésta ha favorecido las obras de misericordia, incluso a través de la presencia activa de muchos institutos que se dedican a los enfermos y a la misión de evangelización han asociado también la de asistencia y ayuda a los enfermos. 2.2 Destino de la persona humana En el servicio a los enfermos, la Iglesia está guiada por una concepción precisa de la persona y trata de que los profesionales de la salud tengan una visión integral del hombre y de su destino dentro de los planes de Dios. El dolor y el sufrimiento son fenómenos que al ser humano le plantean grandes interrogantes. La medicina debe tener como objetivo al hombre en su conjunto. 2.3 Cambios importantes realizados en el campo de la salud 12 El progreso en cuanto se refiere a la salud ha sido muy significativo en estos últimos años. La preocupación de los Estados ha sido igualmente mucho más intensa y abundante, constituyendo los diferentes Ministerios de la Sanidad y emitiendo leyes en favor de la misma. Todo ello es una riqueza para la persona y para la sociedad, pero todos estos cambios plantean delicados problemas que afectan no solamente al ámbito social e institucional, sino también al aspecto religioso y ético. Se trata de temas humanos como el dolor, la enfermedad y la muerte, e igualmente se trata de la función de la medicina, del médico ante las preguntas que plantean estos temas. 2.4 Coordinación de todos los organismos sanitarios Se impone una mejor coordinación de todos los organismos dedicados al mundo sanitario: congregaciones e instituciones religiosas, colegios y asociaciones médicas, enfermeros, farmacéuticos, voluntarios y organismos diocesanos nacionales e internacionales. La acción individual no es suficiente: se requiere un trabajo de conjunto inteligente, programado, constante y generoso: que facilite un mejor anuncio del Evangelio y que privilegie la formación ético‐religiosa más intensa de los agentes sanitarios, con una visión cristiana en favor del hombre, salvaguardando sus valores y sus derechos esenciales. 3. Funciones (Dolentium Hominum n. 6 y Pastor Bonus n. 152 y 153) • Estimular y promover las obras de formación, estudio y acción de las diferentes asociaciones e instituciones en el campo sanitario. • Coordinar las actividades de los diferentes Discasterios de la Curia Romana en relación con el campo sanitario. • Explicar, difundir y defender las enseñanzas de la Iglesia en materia de sanidad y favorecer su penetración en la práctica sanitaria; esto es, favorecer los aspectos espirituales y morales de la enfermedad y el significado del dolor humano • Colaborar con las Iglesias locales y particularmente con las comisiones episcopales de pastoral sanitaria. • Seguir con atención y estudiar los programas internacionales y nacionales de política sanitaria y ver su repercusión en la pastoral de la Iglesia. 4. Estructura del Pontificio Consejo La Pastor Bonus la describe en sus artículos 2‐10. El Dicasterio está compuesto por un Presidente, que lo dirige y representa (art. 3‐4); por Miembros y Consultores (art. 3), por el 13 Secretario que, con la colaboración del Subsecretario ayuda al Presidente a dirigir a las personas y a tratar los asuntos del Dicasterio (art. 4), por Oficiales (art. 3). «El Presidente, los Miembros, el Secretario y los demás Oficiales mayores, así como los Consultores, son nombrados por un quinquenio por el Sumo Pontífice» (art. 5). 5. Actividad del Pontificio Consejo El trabajo cotidiano se efectúa con la presencia del Presidente, del Secretario, del Subsecretario, de los miembros de Secretaría y de un grupo de voluntarios. La rica y amplia actividad de estos 25 años del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios comprende, además de la actividad en la sede, las relaciones con los Episcopados, las Nunciaturas, Organizaciones Católicas internacionales, Organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, Instituciones nacionales e internacionales interesadas en los problemas de la sanidad y de la salud, Facultades de Medicina y Centros de Bioética nacionales e internacionales, etc. 5.1. Los momentos y las ocasiones de colaboración con las Conferencias Episcopales son numerosos: además de las visitas ad limina y de las frecuentes visitas pastorales en las Iglesias particulares, la colaboración del Dicasterio se concreta tanto a través de las solicitudes de algunos Obispos o Conferencias episcopales acerca de temas de pastoral sanitaria o de bioética sobre las que desean tener una aclaración o una opinión autorizada, como implicando a las Conferencias Episcopales en las preparación de las Conferencias Internacionales anuales y en las Asambleas plenarias del Dicasterio, solicitándoles el envío de material e información que pueda ayudarnos a delimitar bien la temática teniendo en cuenta la variedad contextual de la problemática. Hoy, todas las Conferencias Episcopales tienen un Obispo Encargado de la Pastoral sanitaria. 5.2 La colaboración con los Representantes pontificios se ha revelado muy preciada, tanto por la obra de sensibilización sobre los problemas sanitarios en las respectivas legaciones, cuanto por la función trasmisora de las disposiciones, consultas e iniciativas del Pontificio Consejo con las Conferencias Episcopales. 5.3 El Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios es un lugar de promoción y de confrontación, a nivel científico y cultural, de muy alto nivel. Además de los estudios y de las iniciativas culturales, su actividad editorial es fecunda. La organización y la promoción de una Conferencia mundial anual sobre un tema de gran actualidad en el ámbito médico‐científico – con la participación de científicos, expertos, pastores y delegados de países, organismos y conferencias episcopales – ha hecho conocer en todo el mundo el apostolado particular de la Iglesia en el campo del sufrimiento y de la salud. 5.4 La animación de las diferentes Organizaciones y Federaciones Internacionales católicas (médicos, enfermeras, farmacéuticos, etc.) es una valiosa ayuda del 14 Dicasterio y «favorece la actividad teórica y práctica» (Const. Apost. Pastor Bonus art. 153) de las mencionadas organizaciones que tienen necesidad de un “alma complementaria” para desarrollar con autoridad y en nombre de la Iglesia el papel, difícil e insustituible, que tienen de asistir a los enfermos y a los que sufren. 5.5 5.6 5.7 5.8 5.9 Para poder «seguir atentamente las novedades en el campo legislativo y científico que afectan a la salud, con el provechoso fin de que se tenga en cuenta de ello oportunamente en la obra pastoral de la Iglesia» (Const. Apost. Pastor Bonus, art. 153), el Pontificio Consejo participa en congresos y reuniones organizados por los diferentes organismos eclesiales o laicos, a nivel tanto nacional como internacional y sobre diferentes argumentos de notable relevancia para la pastoral sanitaria y la bioética. Se puede recordar nuestra presencia y nuestras intervenciones en la OMS (Ginebra), la UNESCO (París), el Consejo de Europa (Estrasburgo y Viena), algunas prestigiosas Academias, como la de Moscú, etc. Por otro lado, el Dicasterio ha estado presente frecuentemente en las reuniones internacionales que afectan a la sanidad y a la salud en cuanto Observador, Delegado o Representante de la Santa Sede. El binomio salud y evangelización es una constante todavía verificable hoy. Antes aún de construir una capilla, muchos misioneros han hecho y hacen aún un pequeño dispensario. En los continentes visitados, siempre somos bien acogidos por todos, independientemente de las ideologías, religiones, culturas, etc. La salud es como un “preámbulo” para la evangelización; es más, la pastoral sanitaria es una fuerza de penetración allí donde la evangelización no lo logra. En muchos países de Africa, Asia y también de Europa, se está llevando a cabo una verdadera actividad ecuménica en torno a problemas graves de la sanidad y de la salud, como las amenazas a la vida, el SIDA, etc. El servicio de nuestro Dicasterio a las Iglesias particulares se ha llevado también a cabo mediante diversas ayudas. Además de las ayudas en medicinas, ambulancias, becas de estudio, material médico, varias formas de caridad, el Dicasterio ha organizado por primera vez un curso de actualización dirigido a los Agentes Sanitarios del Senegal donde ha enviado expertos y profesores para impartir un curso intensivo de pastoral sanitaria, etc. Cabe señalar, igualmente, entre las ayudas del Pontificio Consejo, la gran cantidad de material (revistas, libros, CDs, DVDs) que éste ha enviado gratuitamente a las Iglesias locales. Un curso de Pastoral Sanitaria permanente se ha iniciado desde 1990 en la Universidad Lateranense y en el Instituto Católico de Abdiján (Costa de Marfil), con la ayuda económica del Pontificio Consejo. Por otro lado, el Dicasterio está presente en el Camilianum y de forma esporádica en otros institutos como Regina Mundi así como en instituciones religiosas sanitarias y organismos eclesiales. 15 5.10 La Jornada Mundial del Enfermo. (Anexo 1) Es una iniciativa providencial del Papa para la promoción y la animación de la pastoral sanitaria en todo el mundo. Su celebración está siendo despertador y motor de muchas iniciativas pastorales en el campo de la Pastoral de la Salud. 5.11 Institución de la Pontificia Academia para la vida (11 febrero 1994) vinculada al nuestro Pontificio Consejo. 5.12 Institución de la Fundación “El Buen Samaritano” (23 setiembre 2004) con la finalidad de ayudar a los enfermos más necesitados. El Presidente de la Fundación es el Presidente del Dicasterio. 5.13 Actividades específicas: ∗ Revista Dolentium Hominum: se publica en cuatro lenguas (italiano, español, francés e inglés), aparecen tres números al año. Los temas importantes, siempre en el campo de la salud, son sobre todo de teología, ética, pastoral, magisterio de la Iglesia, testimonios y experiencias. Es un instrumento de conocimiento, información y coordinación. ∗ Viajes pastorales (Anexo 2) Bajo esta denominación podemos recordar los muchos viajes llevados a cabo por invitación de las autoridades eclesiásticas o civiles de los diferentes países. Normalmente se han hecho presentes en los encuentros el Presidente y el Secretario del Dicasterio; en algunas ocasiones también el Subsecretario, Oficiales y algunos Consultores. En los encuentros se establecen relaciones con las autoridades eclesiásticas y civiles, se visitan las estructuras sanitarias y se mantienen encuentros con los diferentes grupos: enfermeros, capellanes, voluntarios. ∗ Publicaciones (Anexo 3) El Pontificio Consejo ha publicado diferentes libros para la animación de la pastoral sanitaria, de los que señalamos algunos por su importancia y difusión: • Índex: un volumen de 1,156 páginas que catalogan 12,500 instituciones sanitarias que pertenecen a la Iglesia o donde ella está presente. Ha sido publicada una segunda edición del mismo (1994) que recoge datos sobre 22,000 estructuras sanitarias católicas. • Carta de los agentes Sanitarios: es fruto de una preparación larga, atenta y pluridisciplinar. El volumen ha sido traducido en diferentes lenguas con gran éxito en su difusión. Se desea que este instrumento de trabajo sea parte integrante de la 16 formación inicial y permanente de los Agentes Sanitarios, de tal forma que su testimonio sea una demostración de que la Iglesia, defendiendo la vida, abra su corazón y sus brazos a todos los hombres. • Iglesia, droga y toxicomanía (Librería Editrice Vaticana 2001), un manual de Pastoral, preparado por el Pontificio Consejo para el servicio sobre todo de los obispos, pastores de las Iglesias locales. • Otras publicaciones, también en diferentes lenguas, dignas de mencionarse son: Curate infirmos, Jornada Mundial del Enfermo, Formación sacerdotal y Pastoral sanitaria, Los laicos en el mundo del sufrimiento y de la salud, Jornada Mundial del Enfermo. La salud reproducida. • El Pontificio Consejo ha publicado un videofilm, cuyo título es: Juan Pablo II y los enfermos: el valor del sufrimiento, traducido en lengua española, francesa e inglesa. ∗ Conferencias Internacionales en Vaticano (Anexo 4) Desde que se instituyó el Dicasterio, el Pontificio Consejo ha organizado cada año en Vaticano una Conferencia Internacional de tres días de duración, sobre temas de gran actualidad en medicina, como por ejemplo: el SIDA, la mente humana, la humanización de la medicina, droga y alcoholismo, el niño en el futuro de la sociedad, de Hipócrates al Buen Samaritano. El tema de cada Conferencia es tratado por ilustres conferenciantes (premios Nobel científicos, teólogos, moralistas, pastoralistas). El argumento central de la Conferencia se analiza, por lo tanto, de forma científica, teológica, social, teológico‐pastoral. El Santo Padre concluye siempre estas Conferencias con un discurso. Los participantes son numerosos y proceden de más de cien países. Las Actas de la Conferencia se publican en el primer número de cada año de la revista Dolentium Hominum. A MODO DE CONCLUSIÓN: 25 años del Dicasterio. Detrás hay mucha vida, muchas personas, muchas ilusiones y esperanzas que han fructificado. Todo gracias a personas que han creído en esta mediación eclesial. Se han echado cimientos, se ha elaborado criterios, se ha trabajado, animado, construido. 17 Este final de reflexión de los 25 años del Pontificio Consejo lo quiero sintetizar manifestando la alegría por lo conseguido y deseando un futuro todavía mejor. Estas son las palabras finales: «Es siempre edificante llevar a los enfermos, al menos a aquellos que pueden ir, a los Santuarios, aunque no siempre son los que tienen más necesidad; hoy es necesario, sobre todo, que la Iglesia emprenda una peregrinación al hospital, donde, en muchos países, van muchas más personas que a las parroquias o donde permanece viva la presencia de Cristo que quiere la reconciliación» (Pierluigi Marchesi en el Sínodo de la Reconciliación, 1983). • La Iglesia siempre ha estado presente en el mundo del dolor. Toda la historia nos lo confirma. • Hoy la Iglesia toma conciencia y responsabilidad. Los últimos documentos (encíclicas y exhortaciones postsinodales), el trabajo realizado por el Pontificio Consejo y la participación de las Iglesias locales subrayan esta afirmación. • Existe una relación muy estrecha entre pastoral sanitaria y evangelización. En la Exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in Africa, el Papa recuerda (n. 38) que «aunque los católicos sean sólo el catorce por ciento de la población africana, las instituciones católicas en el campo de la sanidad representan el diecisiete por ciento del total de las estructuras sanitarias de todo el continente». Aún antes de construir una capilla, muchos misioneros han abierto y siguen abriendo un pequeño dispensario, primer “templo” de la presencia de Cristo médico de las almas y de los cuerpos. 25 años de vida del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Agentes Sanitarios han contribuido a poner en luz, sobre todo en las Iglesias particulares, qué perspectivas se abren a la evangelización en la que ésta ponga en primer lugar el acercamiento a los que sufren y al enfermo o, de todos modos, se acerque al hombre en su sufrimiento. 18 La deseada coordinación entre todas las instituciones sanitarias católicas se debe extender a la coordinación de todos los aspectos de la pastoral, porque no existe una verdadera y completa pastoral de conjunto cuando falta la debida atención al mundo del sufrimiento y al anuncio del Evangelio del sufrimiento que es el rostro más universal y accesible del Evangelio de la vida. • Y si es mucho lo conseguido en el campo de la Pastoral Sanitaria, de cara al futuro se le presenta a la Iglesia el reto de hacer un verdadero esfuerzo de consolidación, animación, integración, iluminación y coordinación. El Pontificio Consejo está llamado a ser un verdadero exponente de este trabajo, ya que «es el mismo Pontificio Consejo el que manifiesta la solicitud de la Iglesia hacia los enfermos, a fin de que el apostolado de la misericordia al que se dedican, responda cada vez más a las nuevas exigencias» (Pastor Bonus, 152). Una alta misión, una gran responsabilidad encomendada por el Papa a nuestro Pontifico Consejo. III. HACIA UNA TERCERA ETAPA EN EL PONTIFICIO CONSEJO – RETOS El Pontificio Consejo, en pocos años, ha realizado un intenso trabajo, admirado y apreciado por muchas personas y grupos. 19 En el futuro el trabajo no será menor: un tema en el que deberá insistir el Dicasterio es el de su organización interna, creando los sectores convenientes según la finalidad institutiva. El siguiente organigrama indica la dirección de trabajo y su posible organización en diferentes sectores. DIRECCIÓN Presidente, Secretario, Subsecretario Administración Miembros y Consultores Ayudas Viajes Publicaciones Religiosos‐as sanitarios Archivos y Protocolo Conferencias Episcopales Conferencia Internacional Asociaciones Sanitarias \ Organismos Internacionales Sanitarios Estudio y análisis de documentación RETOS La actividad del Pontificio Consejo debería tener muy presente dos realidades: la finalidad institutiva y los retos. 20 La finalidad institutiva está señalada en el Decreto Dolentium Hominum. Es una finalidad “pastoral”. Los retos se presentan en el campo donde debe realizarse esta pastoral: la salud y la enfermedad, todo el medio sanitario con su desarrollo vertiginoso, con su complejidad de estructuras y personas, con los consiguientes cambios e ideologías sobre la vida, la salud, la enfermedad, la muerte. Aquí está el campo de acción del Pontificio Consejo y desde aquí le llegarán los interrogantes, las llamadas a la reflexión, a la actuación. Señalamos a continuación algunos retos que nos ayudarán a completar nuestro organigrama y a actuar eficazmente como Instrumento que anima, ilumina y coordina a nivel Internacional la Pastoral de la Salud. 1. El primer reto; es cultural. De la Evangelium vitae en adelante, a menudo se ha debatido sobre el par de expresiones hechas famosas por el Siervo de Dios Juan Pablo II: “cultura de la vida” – “cultura de la muerte”; esta última indica todas las formas de pensamiento, prácticas, instituciones y movimientos socio‐culturales de índole materialista. El reinar de estilos de vida que limitan el horizonte de la vida humana únicamente a su curso terreno es un fuerte reto de la época contemporánea al anuncio del Evangelio en general y a la pastoral sanitaria en particular: leyes permisivas como las del aborto y la eutanasia, la empresarialización de los hospitales/clínicas, la protesta contra la sanidad pública, o la pretensión de reducirla a un selfservice según las necesidades reales o presuntas de los ciudadanos, etc. En dicho contexto, ¿cómo se puede garantizar la presencia pastoral de la Iglesia en las estructuras sanitarias que se inspiran en estas culturas? ¿Cómo hacer surgir la posibilidad de que el sufrimiento y el dolor pueden recibir un sentido positivo, que ellos pueden ser fecundos y constituir una riqueza interior y un testimonio de los valores elevados del sentido de la vida, del amor y de la solidaridad? 2. El cuidado de los enfermos y de los que sufren es a claras luces parte integrante de la misión de la Iglesia (DH, 1). ¿Cómo extender la presencia pastoral de la Iglesia en cada una de las estructuras sanitarias presentes en el territorio donde ella obra, pequeñas o grandes que sean? 3. Las instituciones sanitarias católicas son patrimonio precioso de la Iglesia y de la sociedad ya que garantizan los valores de la libertad, de la igualdad y de la solidaridad. Frente al fenómeno del envejecimiento de la población religiosa y de la vertiginosa disminución de las vocaciones, ¿cómo mantener y reforzar su existencia, extensión e identidad de testimonio de la caridad evangélica, garantizando siempre la calidad integral del servicio, sobre todo a los más necesitados? 21 4. Gracias a los progresos de las ciencias y de las tecnologías, la sanidad contemporánea conoce un desarrollo exponencial. Frente a la contradicción del persistir en muchas áreas pobres de enfermedades eliminadas en otras partes, así como a desigual goce de los beneficios del progreso médico – científico y tecnológico, la Iglesia ¿cómo puede mantener el paso de los desarrollos técnicos aplicados al ámbito sanitario en general y a la medicina en particular, especialmente allí donde la necesidad es impelente? 5. El mundo contemporáneo está dominado por el fenómeno de la comunicación. La Iglesia, ¿cómo puede recuperar, siempre en el ámbito sanitario, la capacidad de una comunicación pastoral al mismo tiempo eficaz y profética sin dejarse envolver en polémicas inútiles e infructíferas. 6. A los anteriores retos debemos señalar otros que inciden particularmente y de forma practica en el quehacer diario del hospital. Son los siguientes: • Secularización de la Medicina, con la consiguiente pérdida de mística y capacidad de atracción para el personal sanitario. Hoy no se va al enfermo principalmente por vocación, por misión, sino por otros motivos. • Deshumanización de la medicina: existe una hipertrofia técnica. El hombre ha sido desplazado por la máquina, se ha creado una mentalidad técnica, donde lo impersonal, el stress y el sentirse un robot impiden el acercamiento al enfermo y realizar una asistencia integral. La asistencia va haciéndose cada vez más técnica y menos humana. • La falta de preparación ética en los profesionales incide en criterios negativos en temas tan importantes para la vida como son la genética, la eutanasia, el aborto, la muerte. O en temas que derivan de la profesión: la responsabilidad, el respecto, la justicia, la lealtad. • El Proyecto Pastoral ‐ A un hospital nuevo, a una medicina nueva, debe responder un proyecto pastoral nuevo; pensado para las personas en sus diversas situaciones de enfermedad; un proyecto que tiene muy presente los animadores y los medios modernos a través de los cuales podemos escuchar a Dios. La acción pastoral requiere cauces que den amplitud, eficacia, permanencia. Apuntando a la necesidad, hemos de tener en cuenta que todas las 22 estructuras son contingentes y por ello recambiables, deben servir la vida y renovarse con ella. El proyecto debe tener presente el tipo de hospital, su dinámica, el tipo de enfermo que llega al mismo, la rapidez con la que pasa hoy el enfermo en muchos hospitales que hace pensar en un proyecto pastoral “de urgencia” para personas que permanecen poco tiempo en el hospital. ¿Qué cosa se puede hacer en el hospital? ¿Qué relación tiene el hospital con la Parroquia? Y viceversa. • Todos responsables: El Concilio Vaticano II pide al Obispo y a los sacerdotes que cuiden “de los enfermos y moribundos, visitándolos y animándolos en el Señor” (Presbyterorum Ordinis 6,8; LG. 38) El Derecho Canónico (Can. 529,1), recuerda a los párrocos el deber de asistir a los enfermos y hacerlo con generosa caridad. Esta solicitud pastoral la recuerda la Iglesia en sus documentos, en especial la Exhortación Apostolica Cristifideles laici n° 53 y 54, y en numerosos mensajes de la Jornada Mundial del Enfermo. • La Formación: Es difícil realizar hoy una nueva evangelización, según el criterio que estamos indicando, si los agentes no poseen una formación pastoral de base y si ésta no se actualiza periódicamente. El Concilio Vaticano II ha insistido mucho en esta formación pastoral, e indica que todos los otros aspectos de la formación deben estar dirigidos a la finalidad pastoral (Optatam Totius 4). En el decreto Apostolicam actuositatem n 28, 29 se dice que debe ser multiforme y completa, y adaptada a las diversas formas de apostolado (n 16‐19, 31). Los medios para esta formación hoy son muchos y variados; se forma desde la experiencia, desde la inserción en actividades pastorales donde existe una buena organización, coordinación y evaluación; esta es una cátedra muy importante. Se forma uno asistiendo a lecciones de buenos maestros, a cursos, cursillos, semanas de reflexión. Para la formación en Pastoral Sanitaria con los grados académicos de Licenciatura y Doctorado en Teología Pastoral Sanitaria existe en el mundo sólo un Centro, el Camillianum, en Roma, dirigido por los padres Camilos. Enhorabuena porque también están naciendo en muchas naciones escuelas y centros de Pastoral Sanitaria e igualmente el que este tema esté integrándose en los seminarios e institutos de pastoral. 23 El Agente de la Pastoral de la Salud ha de conseguir una completa y adecuada formación. Los contenidos de la misión deben orientarse a una dimensión teológica‐pastoral básica y a una adquisición de conocimientos especiales entre los que no puede olvidar la sociología en relación a las materias de salud, la psicología tanto del enfermo como de quienes están alrededor; el tema de humanización y bioética son esenciales para un buen ejercicio de Evangelización en el campo de la salud. • La vocación: sentirse llamado a evangelizar este sector del mundo de la sanidad. No sirve sólo el mandato, el envío; es necesario que el evangelizador se sienta atraído, vocacionado. Desde la “vocación” nacerá después un gran deseo de preparación, de estudio, de preocupación, de entusiasmo. Si no hay ardor, es difícil la integración y la organización pastoral; se va al “mantenimiento” y no a la creatividad y menos aún a la profecía. • La oración: La oración constante y perseverante, la conversión, son motores que dan fuerza, luz y entusiasmo al evangelizador; sin estos motores es difícil la evangelización, el evangelizador se convierte en un sociólogo, un psicólogo y no en un pastor. Un reto constante. Conducir, guiar, animar, curar, sólo puede realizarse desde la oración y contemplación, desde la continua escucha de la Palabra de Dios. El evangelizador es un “experto” de Dios que lo ha visto, lo ha tocado, lo vive y lo da a los otros – evangeliza, es testigo del Dios vivo en medio de la enfermedad. Los otros – enfermos, familiares, personal sanitario – deben ver y sentir el servicio pastoral, en las personas, un testigo que transmite con la vida la Buena Noticia, ésta: Jesús pasa y sana; Jesús pasa y acoge; Jesús pasa y salva. El evangelizador no transmite algo como moneda falsa, sino real. Se trata de que mi vida sea como papel secante, que penetre y no simplemente se moje. Todo va orientado a esto: Que los enfermos sean evangelizados. Pero antes los evangelizadores deben estar evangelizados. El Evangelio necesita hombres sencillos, humildes, “vulnerables”, heridos, creíbles, entusiastas, enamorados de las cosas de Dios. ANEXOS: 1.Jornadas Mundiales del Enfermo: Año Ciudad 1993 Lourdes 24 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 Czestochowa Yamusukro (Costa de Marfil) Guadalupe Fátima Loreto Harisa (Líbano) Roma Sídney Vailankanny (India) Washington Lourdes Yaundé (Camerún) Adelaida (Australia) Seúl (Corea) Vaticano Vaticano 2.Viajes Pastorales: 3. Publicaciones: y I Laici nel mondo della sofferenza y I Religiosi nel mondo della sofferenza e della salute y I Sacramenti farmaco di immortalità 25 y y y y y y y y y y y Formazione Sacerdotale e Pastorale Sanitaria La formazione del Sacerdote per la Pastorale della Famiglia Pastorale Sanitaria e nuova Evangelizzazione in Europa Prima Evangelizzazione in America Latina Giornata Mondiale del Malato Giovanni Paolo II e i Malati (Video‐Box) Curate Infirmos Carta degli Operatori Sanitari Index (Indice di Istituti Sanitari Cattolici nel Mondo) La Salute riproduttiva dei Rifugiati Chiesa, Droga e Tossicomania (Manuale di Pastorale) 4. Conferencias Internacionales: Año Tema 1986 “El fármaco a servicio de la Vida” 1987 “Humanización de la Medicina” 1988 “Longevidad y calidad de vida” 1989 “Vivir: porque? El SIDA” 1990 “La mente Humana” 1991 “Droga e alcoholismo contra la vida” 1992 “Los discapacitados en la sociedad” 1993 “El Niño es el futuro de la sociedad” 1994 “Conocer, amar y servir la vida” 1995 “De Hipócrates al Buen Samaritano” 1996 “A imagen y semejanza de Dios: ¿siempre? Los enfermos mentales ” 1997 “Iglesia y Salud en el mundo” 1998 “La Iglesia y la persona Anciana” 1999 “Economía e Salud” 2000 “Salud y Sociedad” 2001 “Salud y Poder” 2002 “La identidad de las Instituciones Sanitarias Católicas” 2003 "La Depresión" 2004 "Los Cuidados Paliativos" 2005 “El Genoma Humano" 2006 “Los Aspectos Pastorales de la Atención a las Enfermedades Infecciosas " 2007 "La Pastoral en el cuidado de los enfermos ancianos" 2008 "La Pastoral en el cuidado de los niños enfermos" 2009 “Effata! La persona sorda en la vida de la Iglesia”