SEGUNDO CONGRESO MUNDIAL SOBRE DERECHO

Anuncio
www.derecho.unam.mx
SEGUNDO CONGRESO MUNDIAL SOBRE DERECHO
FAMILIAR Y CIVIL.
Del lo. al 7 de octubre de este año, se celebró en Madrid, España,
el Segundo Congreso Mundial sobre Derecho Familiar y Civil, al que
concurrieron varios profesores de esta Casa de Estudios, encabezados
por su Director, doctor Pedro Astudillo Ursiia.
a)
b)
c)
d)
e)
Los temas generales del Congreso fueron:
el matrimonio y sus regimenes económicos
la patria potestad.
la filiación.
la adopción.
el divorcio.
Ahora trascribimos el escrito que a esos docentes de nuestra Facultad,
dedica al profesor Francisco Rico Pe'rez, de la Sociedad Iberoamericana de Filosofia.
LA FUERZA DE LA VERDAD
A los ilustres profesores de la Universidad Autónoma de M6xico que participaron en el 11 Congreso Internacional
de Derecho Familiar (Madrid, 1978).
amigos de verdad.
Este mundo de hoy, tecnificado, deshumanizado, ofrece, como paradoja, verdades por doquier. La propaganda nos ahoga de verdades.
Verdades que se han convertido en manifiestos de la publicidad. Pero
verdad no es solo utilidad: verdad es luz, claridad, necesidad. El
hombre no puede vivir sin la verdad. La conexión entre el ser humano y la verdad es íntima. El hombre se realiza por la verdad. La verdad cristalina en la realidad.
Los dos últimos Pastores Supremos de la Iglesia han hablado, en
poco tiempo con reiteración y pasión de la verdad. La verdad aparece
como su bandera, enarbolada. El Papa Luciani, para satisfacer el na-
tural derecho del hombre a la información, definió a la prensa como
"arma de la verdad". Karol Wojtyla, defensor de la dignidad humana,
lia insistido en "la verdad sobre el homhc"; ese hombre "único e
irrepetible".
En análogo sentido, los humanistas y los grandes filósofos siempre
se han ocupado, con preferente atención, de la verdad. No ha mucho
la prensa anunciaba, con expectación, que nuestro Zubiri tiene preparado un libro sobre la verdad, sin parangón en la literatura filosófica
de este siglo. Buen día será para el mundo intelectual cuando dicha
obra vea la luz.
Con tantas verdades a nuestro alrededor, cabe formularse aquí y
ahora, como Poncio Pilato muchos siglos antes, la siguiente pregunta:
"¿Qué es la Verdad?" Clásica resulta la definición atribuida a Isaac
Israeli, como "adecuación del entendimiento y la cosa". Atendiendo a
las palabras y al lenguaje, la verdad es la adecuación de lo que exteriormente se refleja o dice con lo que interiormente se piensa, Esta
verdad se opone a la mentira, como la verdad del conocimiento se
opone al error, y la de las cosas a la falsa apariencia. A la verdad de
la palabra o del lenguaje debía de referirse San Agustin cuando la
conceptúo diciendo: "'la verdad es lo que manifiesta lo que es". El
lenguaje de la verdad es sublime y sencillo, lo más natural.
La verdad, como valor absoluto, comporta la perfección máxima del
hombre: ella es el fin Último de todo el universo. Dios mismo se
autodefinió como "la Verdad. Pero también la verdad, aparte de su
valor en si, conlleva bienes inestimables para los hombres que la poseen. Veamos algunos:
Como principio, la uerdad nos hace libres. La verdad es el fundamento
de la libertad. Sobre todo de la libertad moral, que es la plena, la autkntica y verdadera libertad. El hombre no puede contenerse con la
mera libertad física, instrumental o de hecho, de Stuart Mil1 o de Heidegger. H a de aspirar a la libertad moral, ideal o final, con el grito de
Ramiro de Maeztu: "¡La verdad nos hará libresl". Exclamación con
resonancias bíblicas. Verdad supone victoria y liberación, jamás opresión.
Además, la verdad une a tos hombres, mientras que el error y la mentira los separa. La verdad tiene un carácter comunitario. Nadie puede
gozar del monopolio de la verdad; pero muchos quieren defenderse de
la Verdad con sus verdades. Todos desean tener la verdad, pocos estar
a su lado. La verdad es, por encima de todo, un bien común, abierto a
todos. Los poseedores de la verdad se hacen solidarios con ella, se unen
estrechamente en su derredor; pues lo que une es lo que se posee en
común. Más que la sangre, el amor o la tierra, une a los hombres la
verdad. Para ensalzar esta unión se habla de "amistad verdadera". Ver-
dad que ayuda a convivir y que es incompatible con el egoismo. La
mentira y el egoismo son como las penas de muerte del amor.
También la verdad a todos perfecciona. La verdad, en si misma, es
lo más valioso y apreciable que en el mundo existe. La verdad es imprescindible para la vida humana, y sin ella no tendríamos ni vida
racional. Recordemos que Aristóteles creia que quien rechazara toda
verdad se vería constreñido a la condición de una planta. Por eso, la
autkntica perfección del hombre consiste en la perfección de la verdad.
La misma Sabiduría de Dios hecha hombre rogó por nosotros, los hombres, a su Padre, diciendo: "perfecciónalos en la verdad".
Finalmente, la verdad nos hace fuertes. En el Libro 111 de Esdras,
incluido en algunas Biblias antiguas, se refiere que, en cierta ocasión,
contendieron tres jóvenes ante el rey Dario acerca de qué era lo más
fuerte. El primero dijo: "Lo más fuerte es el vino", aduciendo, como
argumentos en su favor, la euforia, la despreocupación y el arrojo que
produce la embriaguez. El segundo, como buen cortesano, adulador,
afirmó: "Lo más fuerte es el rey", y defendió su sentencia apelando
a la influencia y eficacia del poder real. Por fin, el tercero, Zorobabel,
se expresó así: "Más fuerte todavia son las mujeres, pero por encima
de todo está la verdad. Porque las mujeres, razonó, traen al mundo
a los reyes y a los demás hombres, y son preferibles a todas las riquezas, y manejan a su antojo la voluntad de sus amadores. Pero todavia
hay algo más fuerte y poderoso que las mujeres, y es la verdad, a la
que nadie puede vencer. La verdad es inmutable, firme como una roca
frente al mar.
El hombre de nuestros dias, como el de ayer y mañana, ama, ansia
la verdad. Los universitarios incluso la idealizan hablando constantemente de "autenticidad". La autenticidad de un profesor es anhelada,
pedida y medida por la juventud. La verdad de la Universidad consiste
en enseñar, autknticamente, "con" libertad y "para" la libertad. La
primera verdad que el estudiante debe saber es la de su libertad para
aprender las verdades. La sociedad entera, como siempre, desea hoy
políticos y dirigentes altamente veraces. Los consumidores se agrupan
para defenderse, exigiendo, con la verdad, productos auténticos. Instintivamente, inconscientemente, los hombres y la naturaleza misma cantan
a la verdad cada amanecer. Su existir y vivir es una auténtica verdad.
La autenticidad es como una sublimación de la verdad. La autenticidad
es la verdad de la vida.
Francisco Rico PÉREZ
Universidad Complutense (Madrid)
Miembro de la Sociedad Iberoamericana de
Filosofía.
Descargar