Remontándose al Génesis

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LITERATURA
Remontándose al
Génesis
MERCEDES VALDIVIESO
ntentar una genealogía tiene
que ver con desnudarse de vanidades y atreverse y con ganas
a las sorpresas. Tiene que ver con
sacudir del irrfaltable papel dorado
el árbol de los ancestros para descubrir los muñones sin nombres
que se escondieron entre el ramaje. Permitir a la mutilación el escozor que persiste más allá de la
pérdida y enterarse de lo que
provocó esos cortes de.initivos,
retraer lo definitivo y otorgarle la
palabra. Las Genealogías1 que
hacen estas genealogías, judía
rusa y mexicana, se atreven con la
vanidad y las sorpresas y se allegan hasta el presente en una
avalancha de memorias iniciadas
en el Génesis. Irreverencia con la
edad histórica, osadía que permite a la escritura libres desplazamientos por el tiempo y el espacio,
categorías al alcance de una
memoria doliente y humorada ante
lo que es y fue.
Narrador de su estirpe es un
matrimonio judío, despejado de
amarras ortodoxas pero total y voluntariamente referido a sus horizontes fundacionales. Y remontarse al Génesis como anuncia
con humor el prólogo del libro, le
dará a su autora un mundo por
donde echar a deambular su estir-
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MENSAJE N°400. JULIO 1991
pe. No todos tienen tanta amplitud
en ios dedos de la palabra para
contarde ciudades, de barcos, de
absurdos y de coincidencias, y
para que sus ascendientes se
dejen mecer o remecer en toda
suerte de avatares.
Las Genealogías de Margo
Glantz han surcado mares, han
enseñando escenas tremendas y
sangrientas como la de los pogroms de Odessa, han sufrido el
hambre y las humillaciones, se
han trasladado de continente y de
lengua, de costumbres y de fervores. Las voces que narran relatan
sin aspavientos escenas dejadas
al borde de los recuerdos como la
de aquel "joven judío que yace
desnudo én lacalle.conelpelodel
pubis güerito y rizado después del
pogrom, y todas las muchachas
acuden a mirarlo con admiración;
mi padre ríe, recuerda como reían
todos en la Asociación de Escritores al oír a Babel, también cuando
el Babel niño relata como llega
con el barrendero Kozmay ve a su
abuelo Shoil, violáceo y despatarrado en la calle, después de que
pasan los cosacos, y Kozma le
peina la barba".
No es el espanto el que da su
tono a los recuerdos, es la lucidez
sabia deí que ha remontado todos
los estratos del quebranto para
poder regocijarse en las gozosas
ofrendas que también la vida ofrece. Jacobo o Yánkl o Ben Osher
Glantz y su m ujer Lucía o Lúcinka
y también Liz a, as isten auna época
de final y comienzo en su Rusia
natal con todos los desgarros que
se traen tales épocas. Sus paisanos judíos los sufren con la intensidad de quien se descubre de
pronto, transitorio sobre una tierra
que consideraban suya. Pero el
mundo no concluye en ninguna
parte o comienza en todas, y la
tierra es ancha aunque sea también ajena. Es la historia de los
inmigrantes que desembarcaron y
están desembarcando en distintas latitudes, también en una que
no habían imaginado como les
sucedió a los Glantz. Porque la
pareja pensó y deseó los Estados
Unidos pero como las visas los
hacían muy difíciles de arribar,
Cuba podría intentarse a cambio.
Luego de pasear por La Habana y
espantarse con su población tan
oscura, "con los ojos brillantes y
los dientes blancos, tan blancos
que me asustó" la pareja echa por
fin, pie a tierra en Veracruz y con
dinero prestado por el "zeil meister" del barco holandés que los
traía. 200 dólares que mostraron
en la aduana y que luego fueron
devueltos de inmediato a su dueño para que otros pasajeros hicieran lo mismo.
En México, Jacobo y Lucía
Glantz harán infinidad de oficios
para sobrevivir, dos siempre estarán presentes, el oficio de panadero que les servirá de apoyo en las
diversas y pintorescas búsquedas
de su sustento y el oficio de poeta,
pintor y autor teatral de Jacobo. El
restaurant que abrirán en el centro
de la ciudad acogerá a los bohemios de su época, les dará comida, charla y amistad. Los grandes
mexicanos que se iniciaban desvalidos en las letras y la pintura
tenían su asiento en el restaurant
de los Glantz a pesar de las protestas de Lucía.
"El linaje y la falta de linaje son
1. Las Genealogías por Margo Glantz.
Martín Casillas Editores, México, 247 páginas.
Primera edición, noviembre 1981.
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relativos", la historia de una familia
permanecerá mientras haya quien
la cuente, y Jacobo y Lucía se
esmeran en relatar las palabras
que registrará la hija escritora.
Discuten, no están de acuerdo a
veces, otras rompen a reír cuando
los sorprenden sus memorias. Las
palabras crecen desde lo profundo de estos inmigrantes, describen sus odiseas y también se
quejan, "costumbre ya vieja, de
cerca de cinco mil setecientos y
pico de años" judíos. Las Genealogías se entremezclan a los deseos y a los fantasmas de la que
escucha y que el interrogar a sus
padres aprende a reconocerse en
ellos. La narración es suelta, libre,
la voz que cuenta se atreve a
delatar su propio cuerpo y sus
irreparables jaquecas de madurez
como también, a regocijarse con
la Lucía que salía de paseo vestida de blanco y con grandes cuellos almidonados, la Lucía que dejó
otro nombre propio en la Rusia de
los Zares.
"Los judíos -dice en alguna
parte Bashevis Singer- no registran su historia, carecen del sentido cronológico. Parece como si,
instintivamente, supieran que el
tiempo y el espacio son mera ilusión". Margo Glantz nos señala
como horizonte fundacional de su
linaje, la Biblia. Largura de tiempo
en donde pueden representarse
todos los fantasmas que pueblan
el imaginario de todos.
De ahí que Las Genealogías
de Margo Glantz resulten ser de
una lectura sin término, lectura
que se inicia en el vértigo de la
extrañeza, Muerte y Vida por las
calles de Odessa, los cosacos, la
presencia de un Zar al que se
entona un himno cada mañana,
guerra civil, rusos blancos, y todas
las incertidumbres de decidir la
partida para abandonar la tierra en
donde se ha nacido. Pero la escritura sorbe también !a vida mezclándola al perfume del ajonjolí,
de la aibahaca y del sabor de las
rosas de pan dulce, de las crepas,
de los bocaditos de chocolate,
además de todos los guisos con
sus nombres judíos y rusos, porque "sin cocina no hay pueblo". El
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LIBROS
aroma de lo cotidiano es el revés
de lo dramático, el lago que amarra el relato con un hombre de risa
blanca y también negra. Inagotables genealogías. D
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