info document - Comisión Intereclesial de Justicia y Paz

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Quibdó, veintiocho (28) de octubre de dos mil catorce (2014)
Respetados Magistrados
TRIBUNAL ADMINISTRATIVO DE CHOCÓ
E. S. D.
REFERENCIA: ACCION DE TUTELA
DEMANDANTE: MARCO FIDEL VELÁSQUEZ ULLOA, miembro del Consejo
Comunitario de Cacarica, asociado en la Comunidad de Autodeterminación Vida y
Dignidad –CAVIDA-.
DEMANDADOS: Ejército Nacional de Colombia Brigada XVII, Ministerio de Defensa
Nacional.
Cordial saludo,
MANUEL ALEJANDRO GARZÓN CORREA, identificado con cédula de ciudadanía
1.019.026.039 de Bogotá y Tarjeta Profesional 215.977 del Consejo Superior de la Judicatura,
con domicilio en la ciudad de Bogotá, abogado de la COMISIÓN INTERECLESIAL DE
JUSTICIA Y PAZ organización de defensa y promoción de derechos humanos y de
acompañamiento a comunidades étnicas y campesinas, beneficiarios de las Medidas
Cautelares 629 de dos mil tres (2003), otorgadas por la Honorable Comisión Interamericana
de Derechos Humanos, actuando como APODERADO de MARCO FIDEL VELÁSQUEZ
ULLOA, miembro del Consejo Comunitario de Cacarica, asociado en la Comunidad de
Autodeterminación Vida y Dignidad –CAVIDA- reconocido como víctima por la Honorable
Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la Sentencia condenatoria en contra del
Estado colombiano por sus violaciones a la Convención Americana de Derechos Humanos,
cometidas en desarrollo de la Operación Génesis, llevada a cabo en 1997; por medio de este
escrito, respetuosamente, instauro ante su despacho ACCIÓN DE TUTELA en contra de las
siguientes personas jurídicas:
1.
2.
Ejército Nacional de Colombia, Brigada XVII.
Ministerio de Defensa Nacional.
Se instaura esta ACCIÓN DE TUTELA con el fin de que sean protegidos los derechos
fundamentales a la Consulta Previa, a la Propiedad Colectiva, a la Restitución de las tierras
despojadas, al cumplimiento del Bloque de Constitucionalidad, a la Dignidad Humana y a la
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Integridad Física y Psíquica de las comunidades ancestrales habitantes de la cuenca del río
Cacarica, vulnerados por la instalación inconsulta de la base militar “LA UNIÓN” en predios
del Título Colectivo, en el sector conocido como Cerro Mocho.
Quien interpone la presente acción de tutela es miembro del Consejo Comunitario de
Cacarica, asociado en la Comunidad de Autodeterminación Vida y Dignidad –CAVIDA-,
reconocido como víctima por la Honorable Corte Interamericana de Derechos Humanos, en
la Sentencia condenatoria en contra del Estado colombiano por sus violaciones a la
Convención Americana de Derechos Humanos, en desarrollo de la Operación Génesis,
llevada a cabo en 1997.
El presente amparo constitucional está dividido en cinco (5) grandes acápites, subdivididos a
su vez, en diferentes temáticas. En un primer momento, en el acápite titulado
CONSIDERACIONES FÁCTICAS: antecedentes, dividido a su vez en los capítulos Violación
sistemática y generalizada de los DDHH e infracciones al DIH: las Operaciones Génesis y
Cacarica, Proyectos empresariales y daños ambientales en el territorio, Obligación de reparar.
La condena al Estado de Colombia por parte de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, se hará una reseña de los antecedentes fácticos y jurídicos relativos tanto a la
violencia en la región –cometida por agentes estatales y paraestatales- como al despojo
material de los territorios colectivos y ancestrales de las comunidades de Cacarica, haciendo
especial énfasis en las reiteradas órdenes de distintos organismos de control, de la rama
judicial y de organismos internacionales, en los que se ha ordenado restituir de manera
efectiva, a los legítimos propietarios, los territorios usurpados.
En un segundo acápite se reseñarán los HECHOS CONCRETOS DE LA VIOLACIÓN DE
DERECHOS FUNDAMENTALES, que motivan la instauración del presente amparo.
En el tercero se desarrollarán las CONSIDERACIONES JURÍDICAS, en las que se
argumentará sobre la Procedencia de la Acción de Tutela, los Derechos Vulnerados, Derecho
Fundamental a la Integridad, Derecho Fundamental a la Dignidad, Derecho Fundamental a la
Consulta Previa, Derecho Fundamental al Territorio Colectivo y Derecho Fundamental a la
Restitución de las Tierras despojadas, trayendo a colación destacados pronunciamientos de
organismos judiciales nacionales e internacionales.
En el cuarto se elevarán las PRETENSIONES; y en el quinto se enunciarán, y solicitarán las
PRUEBAS.
Así las cosas, sustentamos la presente acción con base en las siguientes:
I. CONSIDERACIONES FÁCTICAS: Antecedentes
I.I El Territorio y sus habitantes
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El río Cacarica nace en la serranía del Darién, límites con Panamá, y desemboca sus aguas al
Atrato; bordea el Parque Nacional de los Katíos y ha sido poblado por comunidades
indígenas al principio, y luego por comunidades negras provenientes del sur del Chocó y el
Valle del Baudó. Este proceso de ocupación afrodescendiente se desarrolló desde el primer
cuarto del siglo XX.
La cuenca de Cacarica se encuentra entonces en el bajo Atrato. Hace parte del Chocó biogeográfico, con una riqueza biológica inmensa y la mayor biodiversidad del planeta, con
abundantes ecosistemas y variadas especies endémicas; millares de maderas, aves, especies
vegetales y peces1. Este espacio geográfico es considerado la región más húmeda del
geotrópico y probablemente del mundo. En este territorio se encuentra una de las mayores
concentraciones de diversidad de especies2, “la mayor concentración de aves endémicas del mundo
y una extraordinaria diversidad de especies de anfibios y de mariposas”3. Por lo anterior, el río
Cacarica, parte del Parque Natural Nacional de los Katíos, fue declarado como patrimonio de
la humanidad y reserva de la biosfera en 1994 por la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura – UNESCO. Recientemente, y como resultado de la
deforestación, consecuencia de la tala indiscriminada de árboles hecha por las empresas
madereras que ingresaron en la zona a raíz del desplazamiento; y debido a la
implementación de ganadería extensiva en los alrededores de la región como El Salaquí y la
proyección de otros agronegocios y obras de infraestructura; el territorio pasó a incluirse en el
listado de patrimonio de la humanidad en peligro, en el año 20094.
Esta región es reconocida por el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural – INCODER como “un sistema estratégico que debe ser conservado, porque valiosos recursos genéticos y de
Biodiversidad que hoy existen en esta zona constituyen bienes públicos vitales para el mejoramiento de
la calidad de vida de las comunidades allí asentadas, para el desarrollo del país y para el futuro de la
humanidad”5.
La principal vía de comunicación es el río Atrato, que desemboca en el océano Atlántico, en el
golfo de Urabá. La cuenca dista de Turbo a tres horas aproximadamente en lancha de motor
por los ríos Atrato y sus afluentes Perancho, Peranchito, Cirilo, La Raya, Cacarica y otros.
Esos ríos son las puertas de entrada y salida del territorio. Su ubicación es paso obligado de
Corte Constitucional. Sentencia T-955 de 2003. Folio 42 y siguientes
“La parte septentrional de su territorio puede contener la proporción más elevada de endemismos específicos.
Rico en herbáceas, epífitas, leguminosas, rubiáceas, aracaceaes, palmáceas, anonáceas, melastomatáceas,
sapotáceas, gutíferas, moráceas, lauráceas, lecitidáceas, miristicáceas, euforbiáceas, crisobalanáceas, mirtáceas,
aráceas y bombáceas. La dispersión con ayuda del viento es escasa, aunque por aves y mamíferos es muy alta”.
Tomado de GREENPEACE. Comentarios de Greenpeace España para la re-evaluación de certificación del manejo
forestal de Pizano S.A., versión mimeografiada, enero 25 de 2006, p. 4.
3 Ibíd.
4 Listado del patrimonio de la humanidad en peligro. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura – UNESCO.
5 Resolución de 26 de abril de 1999.
1
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comunicación entre el Atlántico y el Pacífico en Colombia. Por esta razón, y los potenciales
ambientales, es un apetecido lugar para operaciones empresariales de infraestructura,
agronegocios y operaciones extractivas, como se mostrará más adelante.
Estos intereses -muchas veces- no son compatibles, amigables ni respetuosos con la
mentalidad, usos y tradiciones de las comunidades negras, ni con la protección ambiental y la
riqueza biológica de los ecosistemas. Varios de estos modelos de economía se imponen con el
uso de la violencia y mecanismos fraudulentos, ausencia de información y de consulta y
consentimiento de las comunidades, y sin la adecuada mitigación de los dañinos efectos
ambientales y sociales que acarrea.
La cuenca del río Cacarica está habitada, principalmente, por descendientes de africanos
traídos como esclavos a las Américas durante la época de la colonia, que se organizaron en
comunidades y se asentaron en forma lineal a lo largo de las corrientes de agua, en caseríos o
en pueblos aferrados a los ríos, quebradas y caños.
Estos afrodescendientes llegaron a la cuenca del Cacarica en un proceso de búsqueda de
tierras, donde fuera posible su asentamiento y su libertad, luego de la abolición de la
esclavitud, el 1ro de Enero de 18506. A partir de ese momento se inició un proceso migratorio
desde el sur del pacífico de Colombia hacia el sur del Chocó, luego al medio y bajo Atrato.
Actualmente, la cuenca está compuesta por 23 poblados: Balsagira, Balsita, Bocachica,
Bendito Bocachio, Bogotá, Bocas del Limón Peranchito, Quebrada Bonita, Quebrada del
Medio, la Honda, las Mercedes Barranquilla, la Virginia, Perancho, las Pajas, Montaña Cirilo,
Puente América, Puerto Berlín, Puerto Nuevo, San Higinio, San José de Balsa, Santa Lucía,
Teguerré Medio, Varsovia, Vijao, Cacarica y Villa Hermosa la Raya, asociadas en el Consejo
Comunitario de la Cuenca del río Cacarica, a quien le fue titulado colectivamente su territorio
ancestral7.
Dichas comunidades negras que conforman el Consejo Comunitario de la Cuenca del río
Cacarica ejercen una economía de subsistencia donde se integran distintas prácticas
económicas y productivas relacionadas con la agricultura, el aprovechamiento forestal como
actividad fundamental de supervivencia, la caza, la recolección de productos naturales del
bosque y las actividades de pesca en las ciénagas y los ríos aledaños de donde sacan parte de
su alimentación diaria.
Antes del desplazamiento forzado del que fueron víctimas, las comunidades ubicadas a lo
largo de la cuenca, hacían parte de un proceso de apropiación del espacio, del tiempo y de la
técnica arquitectónica. Para los asentados desde hace más de 40 años en predios del Cacarica,
Ley 2 de 1881, de 21 de mayo de 1851, por la cual se liberta a todos los esclavos que existían en el territorio de la
República.
7 Resolución 00841. Instituto Colombiano de Reforma Agraria. INCORA.
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la tierra lo era todo. Estar allí en el norte del Chocó, era estar sin límites, con todo el espacio
para ellos y ellas; ocupar una tierra, moverse con libertad dentro de ella, levantar su vivienda
al lado de un río, en un intento de arraigo a su raíz más profunda proveniente del Congo.
Este grupo humano habitó la cuenca del río Cacarica donde desarrollaba su vida con
amplitud y sin limitaciones. El territorio les proveía alimentación suficiente, gozaban de
viviendas construidas por ellos mismos, contaban con medios de comunicación fluvial,
enfrentaban con la combinación de medicina tradicional y occidental, sus problemas de salud
y pagaban su educación primaria y secundaria. Gracias a su trabajo y su organización
comunitaria, satisfacían sus necesidades básicas individuales y colectivas.
I.II Violación sistemática y generalizada de los DDHH e infracciones al DIH: las
Operaciones Génesis y Cacarica.
La referida posición estratégica y la amplia oferta de recursos naturales, viendo desde una
perspectiva mercantilista la riqueza biológica de la región, han hecho que el Pacífico
colombiano, en donde se encuentra ubicado el Territorio Colectivo del Cacarica, se constituya
en una región donde confluyen múltiples intereses, visiones y actores, quienes luchan por la
definición y control del territorio. Ello ha desencadenado en las dos últimas décadas en
procesos de desplazamiento forzado, asesinatos y desapariciones forzadas, que ponen en
evidencia la estrecha relación que existe entre la crisis humanitaria y el deterioro y saqueo del
patrimonio natural de la región.
Así las cosas, la situación sistemática y generalizada de violación a los derechos humanos de
las comunidades ancestrales asentadas en la región del Bajo Atrato y en particular en la
cuenca del río Cacarica, ha sido la consecuencia nefasta que han asumido amplios sectores
empresariales, con respaldo institucional, en el marco de un lineamiento estratégico para la
movilización de capitales y su reproducción en nuevas zonas conquistadas con la intención
de obtener el máximo beneficio y provecho económico posible, a partir, sobre todo, de la
explotación y la extracción agroindustrial, debido a las enormes ventajas relativas, que por las
características geográficas descritas en precedencia, ofrece la región.
La comunidad del Cacarica, como casi todas las del Bajo Atrato, fue víctima de
desplazamiento forzado. Desde el 24 de febrero de 1997, las Comunidades fueron
desplazadas forzosamente de sus tierras como consecuencia de los ataques indiscriminados
realizados por la Brigada XVII del Ejército Nacional y los paramilitares de las denominadas
ACCU en el marco de las Operaciones Génesis y Cacarica, con lo cual se vieron obligados a
desplazarse a los municipios de Turbo y Bocas del Atrato y a la República de Panamá.
El desarrollo de la Operación “Génesis” y la simultánea incursión paramilitar a la cuenca del
río Cacarica estuvo antecedida de un clima de terror y zozobra que afectó de manera grave la
vida individual y colectiva de las comunidades del bajo Atrato chocoano.
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Por ser un corredor importante en el desarrollo del conflicto armado y la violencia socio
política debido a su ubicación geoestratégica, la guerrilla de las FARC hizo presencia allí.
Aunque las referencias testimoniales indican que entre 1996 y 1997 las operaciones
guerrilleras eran de paso dentro del territorio de Cacarica.
Para mediados de la década de 1990, en jurisdicción de los municipios de Riosucio, Ungía y
Acandí, se encontraba el Frente 57 de las FARC, perteneciente al entonces Bloque José María
Córdoba, del cual hacían parte además los Frentes 58, 34 y 5 de esa organización armada. La
presencia de las FARC en el departamento del Chocó se dio como consecuencia de la
expansión del Frente 5 y su posterior desdoblamiento, a partir de 1980, desde el Urabá
antioqueño hasta el límite bananero de Turbo.
Además de esta organización, hacia mediados de la década de 1990, en jurisdicción de los
municipios de Apartadó, Turbo y sus alrededores, delinquía el grupo “Bernando Franco”,
disidencia del desmovilizado EPL, con un pie de fuerza de aproximadamente 200
combatientes. Dicho grupo no tuvo mayor expansión ni presencia armada.
En cuanto a los grupos paramilitares, desde comienzos de los noventa se configuró esta
estructura armada en el norte de Colombia, con grupos como los Escorpiones, los
Guelengues, La 70, el Grupo de los 20 y la Casa Castaño; que se encontraban reunidos en las
Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, ACCU, comandadas por los hermanos
Castaño Gil y de las que hicieron parte Freddy Rendón Herrera alias “el Alemán”; Raúl
Hasbún alias Pedro Ponte o Pedro Bonito; y el ex Capitán del Ejército Nacional, Carlos
Mauricio García alias “Doble Cero”.
El 10 de febrero de 1996 se realizó el primer operativo de entrada paramilitar al Chocó, en el
norte de este departamento, en Ungía. Tres grupos que sumaban 90 hombres se tomaron
dicho municipio durante 3 días. El 17 de febrero siguiente, realizaron un segundo operativo,
esta vez en el municipio de Acandí. Durante todo ese año la presencia paramilitar en los dos
municipios mencionados fue evidente.
En consecuencia, a partir de 1996 se produjo una importante expansión de la estrategia
paramilitar en la región, que trajo como resultado la generalización de la violencia contra la
población civil. La rápida expansión de los grupos paramilitares fue posible gracias a la
evidente connivencia, tolerancia y aquiescencia, de la Brigada XVII del Ejército Nacional de
Colombia.
Así lo han reconocido varios paramilitares en el juicio que se adelantó por el homicidio de
Marino López Mena, poblador ancestral de la región y asesinado por paramilitares durante la
Operación Génesis. Fredy Rendón Herrera, alias El Alemán, sostuvo que “para finales de 1995
y parte de 1996 cuando yo era comandante en la zona de Urabá se coordinaron operativos con tropas de
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la Brigada XVII bajo el mando del señor RITO ALEJO DEL RÍO”8. En el mismo sentido, Carlos
Arturo Furnieles, otro paramilitar que operó en la región del bajo Atrato y Urabá, pero que
primero se desempeñaba como soldado del Ejército Nacional en la Brigada XVII, señaló que
durante la comandancia de Rito Alejo del Rio “Si hubiéramos combatido a las autodefensas con el
mismo rigor que combatíamos a las FARC, no hubiera pasado ni las autodefensas hubieran cogido toda
la fuerza que cogieron en su momento en la región (min 01:03:03 a 01:04:05)”9 .
Así, desde entonces se comenzó a sentir fuertemente en la zona la presencia de los
paramilitares de las llamadas ACCU, quienes iniciaron una persecución y hostigamiento
contra los campesinos de allí: los seguían cuando se desplazaban al puerto de Turbo a vender
o a comprar sus productos; les robaban su mercancía y a algunos los asesinaron o
desaparecieron, con el pretexto de que toda la población de la zona simpatizaba con la
presencia de la guerrilla. Como ya pocos se atrevían a salir, se produjo un bloqueo económico
y los alimentos comenzaron a escasear. Estos actos llevaban consigo un mensaje de terror a
sus habitantes y el anuncio de que llegarían al Cacarica.
En Turbo y Necoclí en Antioquia, desde febrero de 1996 se realizó el control territorial sobre
el norte del Chocó y el inicio de operaciones sobre el bajo Atrato, con el control del transporte
de alimentos y el cobro de extorsiones por los productos maderables o las cosechas de maíz
que los afrocolombianos vendían en este municipio. En medio de los asesinatos de
pobladores de Cacarica fuera de su territorio, iniciaron las amenazas de incursión a esta
subregión del bajo Atrato. Los asesinados o desaparecidos fueron habitantes de Cacarica que
prestaban el servicio de motoristas con el ingreso de alimentos o algunos líderes comunitarios
que eran concebidos como auxiliares o base de la guerrilla de las FARC.
En el segundo semestre de 1996 se inició una oleada de desplazamientos familiares por las
amenazas y el bloqueo económico en Cacarica. La lección era clara y precisa, no cumplir con
la cuota de ingreso de alimentos o los pagos por ventas de sus productos en el puerto,
acarreaba la muerte. Los paramilitares saqueaban alimentos que los pobladores ingresaban
por el río Atrato, si pasaba por encima de las cuotas por estos permitidas, obligando a las
proveedoras a llevar un registro de los compradores de alimentos. Así mismo, intimidaban
permanentemente a los afrocolombianos en la plaza de mercado y los centros de compra y
venta de Turbo.
En cada reunión a la que obligaban a asistir a los afrocolombianos, reiteraban que iban a
incursionar en la región. A algunos vendedores los obligaron a desplazarse, dando un plazo
de quince días para ello. A algunos de los motoristas –conductores- de embarcaciones los
asesinaron o los amenazaron de muerte.
Audio de la diligencia de declaración de Fredy Rendón Herrera dentro de la etapa de juzgamiento contra el
General Rito Alejo del Rio en el marco de la por el homicidio de Marino López Mena
9 Audio de la diligencia de declaración de Carlos Arturo Furnieles dentro de la etapa de juzgamiento contra el
General Rito Alejo del Rio en el marco de la por el homicidio de Marino López Mena
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Uno de los hechos más relevantes que inició una cadena de masacres y graves violaciones a
los derechos humanos en la región, está relacionado con la toma paramilitar al municipio de
Ríosucio, que se convirtió en el preludio de la operación “Génesis”. El 20 de diciembre de
1996, siendo las 6:00 de la mañana, paramilitares que se movilizaban en 4 pangas
incursionaron al casco urbano del municipio, donde allanaron y saquearon viviendas de los
pobladores. El ejército hizo presencia en el municipio, simulando enfrentamientos aire a
tierra con los paramilitares.
En esta acción paramilitar conocida como “la toma de Riosucio” fueron asesinadas, torturadas y
posteriormente desaparecidas, 5 personas; dentro de ellas, el alcalde encargado del
municipio10. También fueron asesinados, a las afueras del casco urbano tres habitantes del
pueblo11. En su recorrido hacia el norte del Chocó, los paramilitares retuvieron a dos jóvenes
de la cuenca del río Cacarica que se encontraban en el caserío de Puente América o Travesía;
los obligaron a embarcarse con ellos hacia Santa María la Antigua del Darién y los obligaron a
abrir las fosas en las que fueron depositados otros cuerpos, luego de ser objeto de tratos
crueles.
Realizada la toma al municipio de Ríosucio, los paramilitares tomaron el control integral en el
perímetro urbano del municipio. Así, controlaron los accesos por agua desde el norte y desde
el sur, a los lugares que habitaban los que posteriormente fueron víctimas de la operación
“Génesis”. Para testigos nacionales e internacionales, este control se mantiene hasta hoy, a
pesar de la presencia institucional. A raíz de ello, se incrementó el control a las actividades de
la población civil, el bloqueo económico con el control de alimentos, del comercio y la
realización de censos de las personas provenientes de la zona rural, entre ellas de Cacarica,
Salaquí y Truandó, afectadas directamente luego por la operación “Génesis”. Las acciones
que los grupos paramilitares realizaron en contra de la población civil del municipio contaron
con la tolerancia y aquiescencia de las autoridades civiles, militares y de policía de la región.
Tal como lo señala Fredy Rendón Herrera12, comandante paramilitar para la época: “la
operación, por ejemplo, que llevó a la incursión de tropas del Frente Chocó y Del Arles Hurtado a la
En la “Toma de Riosucio” los paramilitares desaparecieron, luego de retener y amarrar a JOSÉ LISNEO
ASPRILLA MURILLO, de 45 años de edad, padre de 11 hijos; a BENJAMÍN ARBOLEDA CHAVERRA, alcalde
encargado de Riosucio, padre de 5 hijos; a EDINSON RIVAS CUESTA, de 24 años, padre de 2 hijas; a ROBINSON
MARTÍNEZ MOYA, de 15 años; y, a FRANCISCO MARTÍNEZ MENA, de 21 años. El 22 de diciembre de 1996,
regresó a Riosucio el único sobreviviente del grupo de los 5 desaparecidos, FRANCISCO MARTÍNEZ MENA. De
los demás, hasta la fecha, se desconoce su paradero.
11 A las afueras del casco urbano, ese mismo día, los paramilitares asesinaron a EDILBERTO NEGRETE de 29
años, a quien bajaron de su caballo cuando se desplazaba por el camino carreteable hacia el aeropuerto y a
WILLIAM CUESTA VALENCIA, de 22 años de edad. Igualmente, retuvieron a LUIS ALBERTO MURRIA
CABRERA, le robaron su bote y el motor 40, y el mercado que llevaba para la tienda del sitio “La Nueva” sobre el
río Truandó. A ALBERTO lo amarraron a un árbol y al día siguiente lo asesinaron. Esta actuación ocurrió en
medio de una significativa presencia de las Fuerzas Militares.
12 Jefe Paramilitar desmovilizado del Bloque Elmer Cárdenas.
10
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toma del municipio de Riosucio el 20 de diciembre de 1996, contó primero con la coordinación con la
Policía Nacional, en ese momento el Coronel que se encontraba como Comandante Policía Chocó en
Quibdó, hasta allí me desplacé en compañía del señor Hasbun enviados por los señores Castaño, para
coordinar la eventual dentrada (sic) de los grupos a esa cabecera municipal, y de igual forma su señoría,
se llevó a cabo una reunión con el jefe de inteligencia de la Brigada XVII en ese momento, el coronel
Plazas, para coordinar lo que era la no intromisión por parte de la armada en el desarrollo de esa
operación a la cabecera municipal de Riosucio”.
En el mismo sentido, Raúl Hasbún, al ser interrogado sobre la colaboración del Comandante
de la Brigada 17, Rito Alejo de Río, con grupos paramilitares afirmó “no solamente el general
como lo he venido diciendo sino muchos otros miembros de la brigada (…) yo me atrevería a decir
doctora sin tener el listado de los generales desde el 96 hasta el 2004 fecha o época de mi pertenencia en
la organización que esa coordinación, repito no solamente fue con el general del Río sino con todos los
generales de la Brigada o comandantes de la Brigada XVII”.
De acuerdo con un reporte de la iglesia católica local, se encontraron decenas de cadáveres
decapitados en el río Atrato, debido a los cerca de 70 asesinados entre diciembre de 1996 y
enero de 199713. La incursión de tipo paramilitar de diciembre de 1996, el bloqueo económico,
las amenazas, los crímenes, los señalamientos crecientes, y las acciones posteriores hasta
mediados de enero de 1997, provocaron el desplazamiento de más de dos centenares de
personas del casco urbano de Riosucio a Turbo, Apartadó, Chigorodó, Belén de Bajirá,
Barranquilla, Cartagena, Panamá y Quibdó14.
Así, antes del desarrollo de la operación “Génesis” se produjeron por lo menos tres oleadas
de desplazamiento forzoso de afrocolombianos. Como consecuencia de los hechos reseñados,
a los que se sumaría la operación “Génesis” y otros hechos de violencia, entre 15.000 y 17.000
personas se vieron forzados a salir de la región del bajo Atrato, durante los primeros cuatro
Secretariado Nacional de Pastoral Social Bogotá. Situación de Guerra y de Violencia en el Departamento del Chocó
1996-2002. Noviembre 2002, p. 56 y ss.
14 A los paramilitares bajo el nombre de “Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá” se les atribuye un
altísimo porcentaje de los desplazamientos que se han presentado en el Chocó entre 1996 y 2002. Si se calcula,
hasta antes de 2002 se habían presentado un número aproximado de 40.000 casos de personas en situación de
desplazamiento en el departamento del Chocó; se estaba hablando de un poco más del 12% de la población del
Departamento. Al respecto véase. Situación de Guerra y de Violencia en el Departamento del Chocó 1996-2002.
Secretariado Nacional de Pastoral Social Bogotá. Noviembre 2002. Entre los años 1996 y 1997 en el municipio de
Riosucio -Cuencas de Salaquí Truandó, Curvaradó, Jiguamiandó y Cacarica- fueron desplazadas entre diez mil y
veinte mil personas de la zona por diversas operaciones militares y paramilitares dirigidas en contra de sus
pobladores. Las rutas tomadas por los grupos paramilitares apuntan a establecer el control de las zonas
delimitadas en los planes de apertura económica y coinciden con los megaproyectos propuestos para estos tres
Departamentos –Córdoba, Antioquia y Chocó- que por su posición geográfica, geopolítica y física, ocupan la
mejor esquina de América. Situación de Guerra y de Violencia en el Departamento del Chocó 1996-2002. Secretariado
Nacional de Pastoral Social Bogotá. Noviembre 2002, p. 60 y ss.
13
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meses del año 199715.
Así lo constató la honorable Comisión Interamericana de Derechos Humanos durante su
visita in loco realizada en Colombia en 1997. Después de observar las condiciones de violencia
padecidas en el territorio nacional, el organismo interamericano sostuvo que “la violencia ha
sido la principal causa de desplazamiento forzoso interno de una gran cantidad de personas. En su viaje
a Urabá, por ejemplo, la Comisión tuvo la oportunidad de hablar con personas desplazadas en San José
de Apartadó (Comunidad de Paz) y de visitar en Turbo el campamento de desplazados provenientes de
Riosucio. En estas localidades, la Comisión constató que la mayoría de desplazados son mujeres y niños
que viven en condiciones inhumanas. Ellos denuncian que huyeron de sus lugares normales de
residencia como resultado de los actos y amenazas de violencia perpetrados en su contra por el Ejército
operando en colaboración con las fuerzas paramilitares16.
En el mismo sentido lo advirtió la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas en
su Informe de Derechos Humanos de 1997, en el que señaló que en esta región el fenómeno
de desplazamiento forzado se incrementó de manera considerable. “Desde diciembre de 1996
sucedieron varios desplazamientos masivos en el Departamento del Chocó debido a la presencia
paramilitar en la zona del bajo y medio Atrato, a los combates entre guerrilla y paramilitares en enero
de 1997 y a los bombardeos indiscriminados efectuados por el ejército en el marco de la Operación
“Génesis” iniciada el 23 de febrero de 1997, a la cual se sumó el control del abastecimiento de alimentos
y medicamentos por parte del ejército y los paramilitares como forma de combatir a la guerrilla. Como
consecuencia de los hechos reseñados, entre 15.000 y 17.000 personas se vieron forzadas a salir de la
zona, la mayor parte de las cuales lo hicieron en los primeros cuatro meses del año” 17.
En efecto, la Operación “Génesis” fue un operativo coordinado y desarrollado por el Ejército
Nacional, de manera conjunta con paramilitares de las llamadas Autodefensas Campesinas
de Córdoba y Urabá. La planeación de esta operación militar contó con el apoyo y
seguimiento del alta estamento militar y autoridades del más alto nivel. El propio defensor de
Rito Alejo Del Río, en el marco del juicio que se adelanta en su contra, sostuvo que el
entonces Gobernador de Antioquia, ex Jefe de Estado, Álvaro Uribe Vélez, estaba al tanto de
la Operación “Génesis” mientras ésta estaba teniendo lugar: “...el señor Álvaro Uribe hoy en día
presidente de la República, para la época de los hechos era gobernador de Antioquia, no solo tuvo
conocimiento del desarrollo y de los resultados operacionales, sino que además como autoridad civil de
la región recibió y conoció de una serie de informaciones y de quejas de la comunidad”. “Durante el
desarrollo de la operación génesis (…) el señor Gobernador de Antioquia de la época tenía
Informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
E/CN.4/1998/16, párr. 103. Si se calcula hasta antes de 2002, se habían presentado un número aproximado de
40.000 casos de personas en situación de desplazamiento en el departamento del Choco; se estaba hablando un
poco mas del 12% de la población del Departamento.
16 CIDH. Tercer Informe sobre la Situación de Derechos Humanos en Colombia, Anexo Comunicado de Prensa Nº 20 /97.
17 Al respecto véase, Informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos. E/CN.4/1998/16, párrafo 103.
15
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comunicación permanente sobre el desarrollo de la operación misma con quien comandaba la operación
el señor general Rito Alejo del Rio Rojas y con las demás autoridades tanto de policía judicial como de
orden nacional”, en la misma diligencia también sostuvo que Ernesto Samper Pizano, entonces
presidente de Colombia, tenía pleno conocimiento de dicho operativo18.
Según declaraciones rendidas por Freddy Rendón Herrera ante la Unidad de Justicia y Paz;
Rito Alejo del Rio, el Comandante de la Brigada XVII y quien suscribió la orden de
operaciones “Génesis”, se reunió a finales de 1996 con Raúl Hasbún y con el propio Fredy
Rendón, en la sede de la Brigada en carepa. El objeto de la reunión era “tratar el tema de la
operación que desarrollaríamos nosotros para la toma de Ríosucio el 20 de diciembre de 1996 y
posterior la operación génesis”19. De manera simultánea al desarrollo de la operación “Génesis”,
miembros de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá realizaron un amplio
recorrido en la cuenca del río Cacarica, a la que denominaron “Operación Cacarica”.
La operación “Cacarica” se desarrolló del 23 de febrero al 5 de marzo de 1997 y en ella
participaron 60 hombres pertenecientes a las “Autodefensas Campesinas de Córdoba y
Urabá.
El recorrido paramilitar contó con apoyo logístico del ejército de Colombia. En efecto, para la
operación “Cacarica” se utilizó una frecuencia de coordinación con el ejército que fue la 14.00020.
Adicionalmente, los helicópteros de las fuerzas militares sirvieron para movilizar a
integrantes del grupo paramilitar que participó en el desarrollo de la Operación “Génesis”.
Durante la operación “Génesis” y la incursión paramilitar a la cuenca de Cacarica, hubo
saqueos, quemas de casas y tiendas comunitarias, hostigamientos y crímenes de lesa
humanidad, que provocaron el desplazamiento masivo.
Éste fue realizado de manera deliberada y premeditada por miembros del Ejército Nacional y
grupos paramilitares. Los paramilitares en su paso por la cuenca del río Cacarica, profirieron
la orden expresa a la comunidad de abandonar, de inmediato, su territorio. De forma
simultánea, los militares en tierra, en Travesía y Bocachica (Puente América), dieron órdenes
en el mismo sentido. El diseño de la operación y los bombardeos indiscriminados realizados
en desarrollo de la misma, desconocieron principios mínimos del derecho internacional
humanitario y provocaron el desplazamiento forzado de las comunidades.
La ola de desplazamiento provocada durante los días 24, 25, 26 y 27 de febrero de 1997 fue
reportada por la Defensoría del Pueblo, entidad que en un informe del 27 de abril del mismo
Audiencia preparatoria. Juzgado 8 del Curcuito Especializado de Bogotá. Juicio contra Rito Alejo del Rio por el
homicidio de Marino López Mena. En Http://noticiasunolaredindependiente.com/noticias/defensa-de-ritoalejo-del-ro-pidi-testimonio-del-presidente-uribe.html,
19 Declaraciones rendidas por Freddy Rendón Herrera ante la Unidad de Justicia y Paz 3 de junio de 2010.
20 Ibídem. Diapositiva Nro. 46.
18
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año, dio cuenta de la relación de censos y atención a desplazados de manera forzada del
Municipio de Río Sucio, Chocó, a otras localidades. En dicho informe la Defensoría se refirió
al desplazamiento forzado de la zona rural de Ríosucio, en el Bajo Atrato a Bocas del Atrato y
Turbo desde el 28 de febrero al 25 de Marzo de 1997. Precisa el informe además que: “la
población desplazada de las comunidades o veredas de Bijao, La Raya, San Higinio, Barranquilla,
Quebrada del Medio de Riosucio Chocó a Turbito o Bocas del Atrato, corregimiento de Turbo, es de 84
familias, que con un promedio de cinco miembros por familiza totaliza 420 personas expulsadas de
manera forzosa”. La Defensoría también reportó el desplazamiento de las comunidades
habitantes de Cacarica, Perancho y Salaquí, al coliseo cubierto de Turbo, desde el 2 hasta el 20
de marzo de 1997. “Los desplazados por la violencia albergados en el Coliseo Cubierto de Turbo, el
cual cuenta con amplia zona verde y tres servicios sanitarios, son 1.139 personas”.
Aunado a ello, la ausencia de las comunidades en sus territorios ancestrales provocó graves
daños ambientales. “Debido a la imposibilidad de las comunidades del Cacarica para realizar el
mantenimiento de las vías fluviales, durante los años que permanecieron en situación de
desplazamiento forzado, y debido a la tala indiscriminada de especies maderables, los afluentes
Perancho y Peranchito del río Cacarica se sedimentaron, Esto ha generado serias dificultades de acceso
a los asentamientos Esperanza en Dios y Nueva Vida, con graves consecuencias para la seguridad y
protección de las comunidades, la contaminación de las aguas, y la migración de los peces hacía otros
ríos”.
Con posterioridad al desarrollo de la operación “Génesis”, los miembros de la cuenca de
Cacarica continuaron siendo objeto de graves violaciones a los derechos humanos,
individuales y colectivos. Estos hechos aumentaron la zozobra y el terror colectivo e
impidieron el regreso en condiciones de dignidad y seguridad de los habitantes ancestrales al
territorio colectivo. Es más, habitantes de territorios vecinos de Cacarica como es el caso de
Salaquí no regresaron a su territorio de origen por las mismas razones.
Ocurrida la operación “Génesis”, los paramilitares instalaron de manera permanente una
base paramilitar en San José La Balsa. Este lugar se convirtió en epicentro de operaciones
paramilitares. Allí, las llamadas Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, ACCU,
adelantaron torturas, desapariciones forzadas y asesinatos selectivos. Era el lugar, además,
donde recibían el pago de extorsiones; se convirtió también en el cimiento de las fosas
comunes de las víctimas inmoladas.
Desde esa base se desataron actuaciones de persecución a las comunidades que regresaron a
Cacarica. Tal como lo referencia el Informe de la Defensoría del Pueblo, reseñado
anteriormente, “Desde el año 1999, presuntos miembros de autodefensas han instalado un retén ilegal
en el caserío Tumaradó, ubicado en una de las márgenes del río Atrato, a escasos treinta minutos de la
cuenca del Cacarica, donde han sido detenidas y saqueadas las embarcaciones que circulan por la
región. En el mes de junio de 2000, se incrementó el accionar de este grupo armado en dicho lugar y
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prohíben a los campesinos el ingreso a la zona. Amenazaron con una nueva incursión al Cacarica”21.
El 17 de diciembre de 1997, a raíz de la grave situación de riesgo padecida por los
afrodescendientes ubicados en los campamentos de desplazados en Turbo, la Honorable
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, otorgó medidas cautelares en consideración
a la información recibida en ese entonces, según la cual “varios miembros de la comunidad
desplazada en turbo fueron asesinados durante el presente año. Recientemente el jueves 11 de
diciembre, dos individuos armados, reconocidos por la comunidad como paramilitares entraron en el
coliseo deportivo de Turbo diciendo que buscaban a una de las personas que vive en ese lugar. El
domingo 14 de diciembre, otro individuo reconocido como paramilitar fue visto inspeccionando el
albergue “Unidos retornaremos”22.
La CIDH, considerando la situación de urgencia de los y las afrocolombianas desplazadas en
el municipio de Turbo, solicitó al Estado adoptar todas las medidas necesarias para preservar
la vida e integridad personal de los miembros de la comunidad. Adicionalmente, solicitó al
Estado i) investigar los hechos cometidos en contra de las personas desplazadas a fin de
individualizar, y en su caso sancionar a los responsables, ii) tomar medidas para asegurar que
las personas armadas ajenas a los campamentos desplazados no entren en los mismos, y iii)
asegurar que tanto agentes estatales como actores armados respeten los campamentos de
desplazados, como sitios humanitarios que gozan de especial protección.
Pese a la vigencia de las medidas cautelares, las desapariciones forzadas, los asesinatos y en
general, las graves violaciones en contra de las comunidades de la Cuenca del río Cacarica
continuaron.
Además de los hechos narrados anteriormente, durante el proceso de regreso, después de
este y aún en la actualidad, el accionar de los grupos paramilitares y las actuaciones de la
guerrilla de las FARC dentro del territorio colectivo de Cacarica ha continuado. Igualmente,
la campaña de desprestigio y estigmatización en contra de las víctimas es latente.
I.III Proyectos empresariales y daños ambientales en el territorio.
Desarrollada la fase de control paramilitar con una base en el sitio conocido como La Balsa,
los ilegales emprendieron la constitución de empresas propias para proyectar el desarrollo de
agronegocios en acuerdo con sectores comunitarios que participaron avalando operaciones
ilegales de empresas como Maderas de Darién- Pizano S.A. y Multifruits S.A.
En efecto, la relación entre violaciones de derechos humanos y saqueo de recursos naturales
que se presenta en la región, se refleja claramente en los hechos ocurridos por la operación
Defensoría del Pueblo. Resolución Defensorial No. 025 del Pueblo. Parr. 40
Comunicación de la CIDH al Estado de 19 de diciembre de 2001 en el trámite de las medidas cautelares MC
70/99
21
22
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“Génesis”. Luego del desplazamiento forzado, se produjo el arrasamiento con la extracción
irracional, ilegal y mecanizada de madera por parte de la empresa Maderas del Darién, filial
de Pizano S.A. La extracción se desarrolló justo en los caseríos de la Balsa y San José de Balsa
donde se constató la presencia de una base paramilitar, dentro del territorio de comunidades
negras23.
La explotación ilegal e irracional de madera realizada por Maderas del Darién en territorio
ancestral de las comunidades desplazadas de la cuenca de Cacarica, además del respaldo que
prestaron los paramilitares, contó con la complicidad de la Corporación Autónoma Regional
para el Desarrollo Sostenible del Chocó-Codechoco24.
En 2001, la Procuraduría General de la Nación, inició proceso disciplinario contra la junta
directiva de Codechocó, por su complicidad con la actuación ilegal de la empresa Maderas del
Darién S.A.- Pizano S.A., mediante el otorgamiento de permisos de extracción, la legalización
de la madera a través de mecanismos irregulares, la contribución al enriquecimiento de
terceros; lo que llevó al organismo de control en agosto de 2003, a sancionar la junta directiva.
Según este organismo de control, la conducta desplegada por la Corporación Codechocó, a
través del entonces Director General Jesús Lacides Mosquera Andrade, en el caso de
Cacarica, constituyó una violación directa al ordenamiento legal y constitucional así como el
Régimen de obligaciones y deberes de los funcionarios oficiales.
En dicho proceso, se demostró claramente que la Corporación para el Desarrollo Sostenible
del Chocó, Codechocó, permitió y favoreció la explotación maderera extractiva, ilegal e
insostenible realizada por las compañías Maderas del Darién S.A. Pizano S.A.,
Así, en razón a las insistentes denuncias de la comunidad, sobre la explotación ilegal de
maderas en su territorio, finalmente el 19 de diciembre de 2002 la Procuraduría General de la
Nación, mediante Fallo Disciplinario, resolvió declarar disciplinariamente responsables como
autores de faltas gravísimas y graves, y en consecuencia destituir, al Director General, al
Secretario General y al Subdirector de Desarrollo Sostenible de la Corporación Autónoma
Regional del Chocó, CODECHOCÓ.
En versión libre rendida por Fredy Rendón Herrera alias “el Alemán” ante la Unidad de Justicia y Paz, sostuvo
que la empresa Maderas del Darién contribuyó al financiamiento del bloque Elmer Cárdenas de las Autodefensas
Campesinas de Córdoba y Urabá- Accu, que operaba en la zona. “Inicialmente utilizamos de manera inconsulta las
frecuencias de Maderas del Darién, pero ellos nunca cambiaron de frecuencia. A partir de nuestra entrada a Riosucio (Chocó),
ellos se convirtieron en uno de nuestros grandes aportantes para la guerra en esa región”.
24 La Corporación Autónoma Regional para el Desarrollo Sostenible del Chocó, Codechocó, es una entidad de
carácter público, creada por la Ley 99 de 1993, encargada de la protección y uso sostenible de los recursos
naturales, ambientales y geográficos en el área comprendida en el Departamento del Chocó. El Gobierno Nacional
delegó en esta entidad a partir de 1985, el manejo de los recursos forestales de la cuenca del río Atrato, lo que se
encontraba anteriormente bajo la responsabilidad del Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y
del Ambiente (INDERENA).
23
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La investigación disciplinaria, que no penal, nunca generó una investigación eficaz o cierta de
las conductas delictivas en las que habrían incurrido los funcionarios públicos y los sectores
empresariales. Nunca se adelantó investigación penal por los fraudes procesales, los delitos
ambientales y la relación o vínculos entre los paramilitares y las empresas madereras.
Integrantes de las comunidades después de realizar múltiples denuncias y una acción judicial
ante el Tribunal Contencioso Administrativo del Chocó, instauraron ante la Corte
Constitucional una acción de tutela en contra del entonces Ministerio del Medio Ambiente, de
la Corporación Autónoma Regional para el Desarrollo Sostenible del Chocó, CODECHOCÓ y
de Maderas del Darién S.A. Con esta acción judicial del orden constitucional se buscó “la
protección transitoria de los derechos fundamentales a la integridad étnica, social, económica y
cultural, a la subsistencia, a no ser sometidos a desaparición forzada, así como los derechos a la
participación y debido proceso”25.
La Corte Constitucional falló mediante Sentencia T-955 de 2003, después de un estudio
pormenorizado de los efectos negativos que acarreó la extracción mecanizada de los recursos
maderables, y consideró, entre otros aspectos, lo siguiente:
“De suerte que atendiendo los dictados del artículo 4º del Convenio 169 de 1969 el
Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial y la Corporación Forestal para
el Desarrollo Sostenible del Chocó- Codechocó, dentro de sus competencias, i) suspenderán
las explotaciones forestales que se adelantan en el territorio colectivo de las comunidades
negras de la Cuenca del Río Cacarica, salvo los usos de los integrantes de las comunidades
por ministerio de la ley, ii) mantendrán la medida hasta tanto reglamente la utilización de
los bosques colectivos, previa consulta con las comunidades como más adelante se indica, y
iii) autorizará nuevas extracciones, siempre que las condiciones demuestren que serán las
comunidades negras y su proceso cultural los beneficiarios reales de la explotación”26.
La explotación mecanizada de madera realizada de manera ilegal por Maderas del Darién
S.A, con la complicidad de Codechó en el territorio colectivo de las comunidades negras de
Cacarica, no solo afectó los ecosistemas frágiles y estratégicos donde esta se realizó, sino que
comprometió la posibilidad de existencia de los habitantes de la cuenca y lesionó principios
culturales que sustentan las relaciones sociales de los afrodescendiente, como la unidad y
solidaridad. Fue como el desplazamiento una confirmación del desarraigo, del destierro por
la ocupación ilegal empresarial.
Por otra parte, a mediados del año 2005, en la vereda la Balsa se implementó y desarrolló la
siembra extensiva de banano tipo “baby” en 22 mil hectáreas y se proyectó continuarla en
las comunidades de Balsita, San José de Balsa, Varsovia y Bendito Bocachico, todas ellas
pertenecientes al Consejo Comunitario de la Cuenca del río Cacarica. Se gestó además, la
25
26
Corte Constitucional. República de Colombia. Sentencia de Tutela T-955 de 2003. Página 6.
Ibídem. folio 98.
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posibilidad de la ampliación a otras de las 23 comunidades que comprenden esta cuenca, la
siembra de hortalizas, frutas, plátano, palma de aceite, caucho y cacao, a través de la empresa
CI MULTIFRUITS LTDA, quién a su vez había suscrito un convenio para la comercialización
con la empresa transnacional DEL MONTE FRESH PRODUCE. Este millonario proyecto,
auspiciado por paramilitares27, se concibió y trató de desarrollarse en medio de la ilegalidad.
Estos hechos fueron denunciados penalmente por las comunidades sin que haya habido
pronunciamientos de fondo por parte de la Fiscalía.
Como se evidencia, la riqueza de los territorios en los que habitan las comunidades
afrodescendientes de la cuenca del río Cacarica ha provocado el interés por la
implementación de obras de infraestructura y la explotación de recursos naturales y
minerales. Tras hacer este breve recorrido histórico a partir de la operación “Génesis”,
tenemos además que en la actualidad, se encuentran en desarrollo tres grandes
megaproyectos trasnacionales que perjudicarán de manera directa e irreversible a las
comunidades del Cacarica y a los ecosistemas de la región: la construcción de la llamada
“Transversal de las Américas” y el “Proyecto de Interconexión Eléctrica Colombia-Panamá”.
Respecto al primer megaproyecto, la Transversal de las Américas, tenemos que éste se
extiende a lo largo de los departamentos de la costa norte del país, conectando por medio de
una red vial unificada, a los países de Panamá, Colombia y Venezuela; comprende la
rehabilitación y mantenimiento de 930,5 km de vías, la construcción de 703,5 km de segundas
calzadas, la construcción de 161 km de nuevas vías, la construcción de dos puentes
vehiculares, la operación y mantenimiento de los corredores, y los estudios, diseños y
licenciamiento ambiental del tramo Palo de Letras – Cacarica – Lomas Aisladas, sobre el
Tapón del Darién, en una extensión de 81.4 Km; cerca de allí se construirá el “Puente
Cacarica”, sobre el río Atrato en el lugar tradicionalmente conocido como Travesía o Puente
América.
El desarrollo de este proyecto de infraestructura sin conocimiento de las comunidades,
coincide nuevamente en puntos estratégicos de operación paramilitar en el día de hoy, sobre
el río Atrato. Uno de los puntos de acceso a las comunidades como es Travesía o Puente
América.
Pese a que el propósito del proyecto ha sido planeado desde hace décadas y que finalmente
en agosto de 2010 se adjudicó uno de los contratos por medio del cual será ejecutado, hasta la
fecha, la participación de las comunidades del Cacarica ha sido nula. No han sido
El tiempo, Jairo de Jesús Rendón Herrera, 'Germán Monsalve', el otro hermano de 'Don Mario'. Informes
oficiales señalan que los proyectos productivos desarrollados con el acompañamientos social de Asocomun,
benefician a 3.219 familias de Turbo y Necoclí (Antioquia) http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS4639750 Noviembre 1 de 2008
27
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consultados, ni informados sobre los alcances de la obra y pese a su solicitud de participar en
el proceso y ser tenidos en cuenta, éste ha continuado su curso de manera inconsulta. Las
afectaciones ambientales y socio-culturales que traería la construcción de una carretera en
medio de uno de los lugares con los ecosistemas más ricos del mundo, serían devastadores.
En similares circunstancias se ha venido desarrollando el proyecto de Interconexión Eléctrica
Colombia – Panamá, por parte de las empresas ISA (de Colombia) y ETESA (de Panamá). El
Proyecto consiste en la construcción de una línea de transmisión eléctrica de
aproximadamente 614km (340km en territorio Colombiano y 274km en territorio Panameño),
en corriente directa (HVDC), entre las subestaciones Cerromatoso en Colombia y Panamá II
en Panamá. La capacidad de transporte de la línea será de 300 MW en su primera etapa (con
posibilidad de ampliación a 600 MW en una segunda etapa)28. Pese a que en ambos países
fueron aprobados los Estudios de Impacto Ambiental, éstos nunca han sido socializados ni
conocidos por las comunidades tribales que se verán afectadas por su implementación. Por
tanto, es también un proyecto que se viene desarrollando de manera inconsulta.
Aunado a lo anterior, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anunció el interés de
China de construir una conexión ferroviaria de 220 kilómetros, para unir los océanos
Atlántico y Pacífico, lo que implicaría abrir paso por el Tapón del Darién, lugar de
asentamiento de las víctimas del presente caso y una de las zonas más ricas en biodiversidad
y en la cual habitan además comunidades campesinas, negras e indígenas como los emberá y
los katíos.
La propuesta que discute el Gobierno Nacional con el de China y que se ha denominado
“Canal Seco” consiste en la construcción de un ferrocarril de 220 kilómetros de longitud, que
una el Pacífico con una nueva ciudad cerca a Cartagena, la cual se convertiría en una
alternativa al paso por el Canal de Panamá, que actualmente adelanta su ampliación para
permitir el paso de naves de mayor calado y así duplicar su capacidad de transporte.
Según la información publicada en el diario británico Financial Times, el ‘canal seco’ es tan
sólo uno de los proyectos de China para reforzar el comercio con Asia y mejorar la
infraestructura de Colombia, pues las conversaciones para la construcción de una línea férrea
de 791 kilómetros y la ampliación del puerto de Buenaventura van más adelantadas. El
proyecto, que costaría 7.600 millones de dólares, cuenta con financiamiento del Banco de
Desarrollo de China y sería operado por el Grupo Ferroviario de China29.
En “Avance Proyecto Interconexión Colombia-Panamá”. Agosto de 2009. VII Encuentro Latinoamericano de Energía:
“Energía
sin
Fronteras”
San
José,
Costa
Rica.
Consultado
en
http://www.acce.com.co/descargas/Presentaciones%20VII%20Encuentro/Interconexiones%20Internacionales/ICPAvance%20Col-Pan.pdf
29 Artículo titulado “Revive Propuesta de un Canal Seco”. En http://www.portafolio.co/revive-propuesta-un-canal-seco.
28
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I. IV Obligación de reparar. La condena al Estado de Colombia por parte de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
Las violaciones a los derechos humanos y las infracciones al derecho internacional
humanitario que se han presentado en la región, han sido un hecho notorio de tal magnitud
que han llevado a que importantes organismos institucionales internacionales y nacionales se
pronuncien al respecto y requieran u ordenen, según el caso, tomar diferentes y eficaces
medidas.
Efectivamente, el Estado colombiano, ante la grave y evidente situación de violación
sistemática y generalizada de derechos humanos en la región, se vio en la obligación de
emitir distintos pronunciamientos en los cuales es reiterativo un mismo planteamiento, que
tiene plena vigencia aún: los territorios ancestrales de las comunidades de la cuenca del río
Cacarica fueron violentamente despojados a sus habitantes tradicionales; allí se desarrollaron
posteriormente megaproyectos agroindustriales de extracción de madera y siembra de
plátano y banano. En la actualidad los territorios no pueden ser dispuestos materialmente
con plenas garantías por las comunidades ancestrales pues estructuras criminales continúan
ejerciendo un inmenso poder en el territorio, con la tolerancia, aquiescencia y complicidad
del Ejército Nacional.
Es importante hacer hincapié en que pese a las reiteradas órdenes que teóricamente
pretenden hacer que tal situación cese, parte de las comunidades continúan en situación de
desplazamiento forzado, no han logrado regresar a sus territorios ancestrales y las presiones
para instaurar allí proyectos agroindustriales y torpedear los procesos de restitución, es aún
inmensa y vigente.
Como se viene planteando de manera reiterada, tanto lo operación militar “Génesis” como la
incursión paramilitar a la cuenca del Cacarica, fueron acciones coordinadas bajo un plan de
acción conjunto, entre miembros del Ejército Nacional de Colombia y paramilitares de las
“Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá”.
Los bombardeos de la “Operación Génesis”, las violaciones a los derechos humanos
cometidas a propósito de la incursión paramilitar, y los asesinatos y torturas de la que fueron
víctimas pobladores, generaron un clima de zozobra y terror generalizado, que provocó el
desplazamiento masivo de los miembros de la comunidad del Cacarica.
Así las cosas, tal como se reseñó en precedencia, tanto en el orden jurídico interno, como en el
internacional, varios pronunciamientos de autoridades judiciales, de entes de control, e
inclusive administrativas, han dado cuenta de la vulneración a los derechos fundamentales,
humanos, colectivos y territoriales, de los que ha sido víctima la población ancestral de
Cacarica y la consecuente responsabilidad reforzada que tiene el Estado de Colombia en su
deber de reparar las graves afectaciones sufridas y garantizar el efectivo goce de los derechos.
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Muestra de ello son los informes de la Defensoría del Pueblo, la sentencia de la Corte
Constitucional, el fallo disciplinario de la Procuraduría General de la Nación, y los informes
de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Organización de las Naciones
Unidas, reseñados en precedencia.
Ahora bien, colofón de lo anterior es la reciente Sentencia de 20 de noviembre de 2013,
mediante la cual la honorable Corte Interamericana declaró responsable internacionalmente
al Estado de Colombia por las violaciones de derechos humanos cometidas por haber
incumplido con su obligación de garantizar los derechos a la integridad personal y a no ser
desplazado forzadamente, en perjuicio de los miembros de las Comunidades
afrodescendientes desplazadas del Cacarica. Los hechos del caso también se refieren a la
desposesión ilegal de los territorios ancestrales pertenecientes a las comunidades
afrodescendientes de la cuenca del río Cacarica. Del mismo modo, la Corte declaró que los
actos crueles, inhumanos y degradantes a que fue sometido el señor Marino López en el
poblado de Bijao, así como la privación de su vida, cometidos por miembros de grupos
paramilitares, son atribuibles al Estado por la aquiescencia o colaboración que prestaron
agentes de la fuerza pública para las operaciones de esos grupos, lo cual les facilitó las
incursiones a las comunidades del Cacarica y propició o permitió la comisión de este tipo de
actos. Como consecuencia de lo anterior, la Corte concluyó que el Estado es responsable por
la violación de los derechos reconocidos en los artículos 4, 5, 8.1, 19, 21, 22 y 25 de la
Convención Americana30.
Asimismo, constató la Corte que simultáneamente a la operación “Génesis”, grupos
paramilitares de las Autodefensas Unidas de Córdoba y Urabá (ACCU), en el desarrollo de la
llamada “operación Cacarica”, emprendieron un avance de norte a sur desde el Parque
Nacional de los Katíos a lo largo del río Cacarica, pasando por Bijao y otras comunidades
ubicadas en la ribera de ese río, para finalmente llegar a las riberas de los ríos Salaquí y
Truandó, donde desarrollaron operaciones conjuntas con el Ejército. En el marco de la
“Operación Cacarica”, los paramilitares ejecutaron a Marino López en Bijao y desmembraron
su cuerpo.
Posteriormente a esos hechos, varios centenares de pobladores de la cuenca del río Cacarica
se vieron forzados a desplazarse a Turbo, Bocas de Atrato y Panamá, donde permanecieron
en diferentes asentamientos por varios períodos durante los cuatro años posteriores. En
Turbo las condiciones de vida de los desplazados se caracterizaron por falta de atención por
parte del gobierno, hacinamiento, malas condiciones y falta de privacidad. Posteriormente,
muchas de las personas desplazadas retornaron a otras comunidades de paz en territorios del
Cacarica. Además, con posterioridad a los hechos de febrero de 1997, los desplazados
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. CASO DE LAS COMUNIDADES
AFRODESCENDIENTES DESPLAZADAS DE LA CUENCA DEL RÍO CACARICA (OPERACIÓN GÉNESIS) VS.
COLOMBIA. SENTENCIA DE 20 DE NOVIEMBRE DE 2013 (Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas) RESUMEN OFICIAL EMITIDO POR LA CORTE INTERAMERICANA.
30
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siguieron siendo objeto de actos de hostigamiento, amenazas y violencia por parte de grupos
paramilitares.
Asimismo, como consecuencia de los desplazamientos forzados se produjeron afectaciones
tanto a los bienes individuales como a los bienes colectivos de las comunidades del Cacarica
por las destrucciones y saqueos que se produjeron en el transcurso de la operación
“Cacarica”, así como por los daños que se habrían producido por el desuso de los mismos, en
particular a sus territorios comunitarios. Del mismo modo, esas mismas comunidades fueron
desposeídas de sus territorios ancestrales, los cuales fueron objeto de explotación ilegal por
parte de empresas madereras con permiso o tolerancia del Estado.
Ahora bien, sobre el punto en particular de la propiedad y el uso y disfrute de las tierras, la
Corte indicó que el Estado de Colombia es responsable por la violación al derecho a la
propiedad colectiva protegido por el artículo 21 de la Convención, en relación con el artículo
1.1 de la misma, en perjuicio de los miembros del Consejo de las Comunidades de la Cuenca
del Cacarica.
En efecto,
459. La Corte señala que, producto del incumplimiento del deber estatal de garantizar el
derecho a la propiedad colectiva (supra párrs. 353 y 358), las comunidades del Cacarica
han sufrido un daño que va más allá del mero detrimento patrimonial. Del acervo
probatorio se evidencia que éstas tienen una relación especial con los territorios que
habitaban y que, por ende, se vieron profundamente afectadas no solo al ser despojadas de
los mismos, sino también al haberse permitido la realización de acciones de explotación
ilegal de recursos naturales por parte de terceros. Por lo anterior, y en aras de evitar que
estos hechos se repitan, el Tribunal ordena al Estado que restituya el efectivo uso, goce y
posesión de los territorios reconocidos en la normativa a las comunidades
afrodescendientes agrupadas en el Consejo Comunitario del Cacarica.
460. Asimismo, la Corte es consciente de que los miembros de las comunidades del
Cacarica se sienten inseguros, en particular debido a la presencia de actores armados. Es
posible que esta situación no cambie hasta que se restablezca el órden público y hasta que
se efectúen investigaciones y procesos judiciales efectivos que tengan como resultado el
esclarecimiento de los hechos y la sanción de los responsables. Por tanto, el Tribunal
considera, como lo ha hecho en otros casos732, que el Estado deberá garantizar que las
condiciones de los territorios que el Estado debe restituirles, así como del lugar donde
habitan actualmente, sean adecuadas para la seguridad y vida digna tanto de quienes ya
han regresado como de quienes aún no lo han hecho. A tales efectos, el Estado deberá
enviar periódicamente, al menos una vez al mes, representantes oficiales a los territorios
de los cuales fueron desplazados, y en particular a las Comunidades de Paz (“Esperanza
de Diós” y “Nueva Vida”), durante los cinco años siguientes a la notificación de esta
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Sentencia para verificar la situación de orden público, para lo cual deberán reunirse
efectivamente con las comunidades o los representantes por éstas designados. Si durante
esas reuniones mensuales los habitantes de las comunidades expresan preocupación en
relación con su seguridad, el Estado debe adoptar las medidas necesarias para
garantizarla, las cuales serán diseñadas en acuerdo con los destinatarios de las medidas31.
En consecuencia, el Estado de Colombia, por orden de la Honorable Corte como medida de
reparación, adquirió la obligación de
v) restituir el efectivo uso, goce y posesión de los territorios reconocidos en la normativa a
las comunidades afrodescendientes agrupadas en el Consejo Comunitario de las
Comunidades de la Cuenca del río Cacarica.32
Los anteriores antecedentes son fundamentales para analizar en su contexto los
II. HECHOS CONCRETOS DE LA VIOLACIÓN DE DERECHOS FUNDAMENTALES
Instalación de la Base militar “LA UNIÓN” de manera inconsulta en predios cuyo uso, goce
y posesión deben ser restituidos a las comunidades afrodescendientes agrupadas en el
Consejo Comunitario de las Comunidades de la Cuenca del río Cacarica
1. El domingo veinticuatro (24) de noviembre de dos mil trece (2013) en el casco urbano
del municipio de Ríosucio, pobladores fueron abordados por dos (2) paramilitares
vestidos de civil, con armas cortas, quienes expresaron que se mantenían en Cacarica,
Salaquí y Truandó, que se iban a enfrentar con la guerrilla que se mueve en la frontera
con Panamá.
2. Aseguraron que se iba a instalar una base en la frontera que les permitiría actuar con
mayor seguridad. Agregaron que su reciente presencia en los territorios era una
demostración de su poder.
3. El lunes veinticuatro (24) de febrero de dos mil catorce (2014), hacia las 12:00m,
caminantes participantes de una conmemoración a las víctimas de la Operación
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. CASO DE LAS COMUNIDADES
AFRODESCENDIENTES DESPLAZADAS DE LA CUENCA DEL RÍO CACARICA (OPERACIÓN GÉNESIS) VS.
COLOMBIA. SENTENCIA DE 20 DE NOVIEMBRE DE 2013 (Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas) folio 151.
32
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. CASO DE LAS COMUNIDADES
AFRODESCENDIENTES DESPLAZADAS DE LA CUENCA DEL RÍO CACARICA (OPERACIÓN GÉNESIS) VS.
COLOMBIA. SENTENCIA DE 20 DE NOVIEMBRE DE 2013 (Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas). Reparaciones.
31
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Génesis, descubrieron una base militar en predios del territorio colectivo del Consejo
Comunitario de Cacarica.
4. En efecto, en los límites del Título Colectivo, en el lugar conocido como Cerro Mocho,
una delegación de ciudadanos de Estados Unidos, España, Noruega, México y
Colombia, junto con delegados de los Consejos Comunitarios de Cacarica; hicieron el
descubrimiento.
5. La comunidad no tenía conocimiento alguno de la existencia de la base militar,
instalada inconsultamente en su territorio ancestral.
6. Al descubrir la base inconsulta fueron agredidos verbalmente e intimidados por
militares colombianos y panameños.
7. Los militares indicaron que tal base militar tiene por nombre “LA UNIÓN”.
8. Uno de los militares, al ser descubiertos, expresó: “si yo los hubiera visto venir los hubiera
agarrado a plomo; de aquí en adelante no pueden dar un paso más”.
9. Entre tanto, otros militares hacían registros fotográficos de los caminantes
participantes de la Caminata Ecológica en desarrollo de la Conmemoración de la
Operación Génesis.
10. Un militar de apellido PÉREZ empujó a uno de los jóvenes afro colombianos que
encabezaba el grupo.
11. Al ser cuestionados por delegados del Consejo Comunitario de Cacarica sobre la
instalación de una base militar en su territorio, sin su consulta, manifestaron que
estaban en Panamá.
12. El lugar de instalación de la base militar conforme a los planos del título colectivo
adjudicado por el INCORA en 1999 a las Comunidades Negras de Cacarica, y de
acuerdo al conocimiento que las comunidades tienen de su territorio, indica que la
base está en predios del Título Colectivo.
13. Tres meses atrás, los afrocolombianos denunciaron las operaciones aéreas en los que
se transportaba material de construcción, sin conocer su destino. Para las
comunidades existía el temor que se estuvieran desarrollando ya operaciones
extractivas inconsultas.
14. Los militares impidieron continuar a los Caminantes hasta el nacimiento del del río
Perancho, por la existencia de la base militar.
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15. Dentro de los agresivos militares ubicados en el lugar conocido como Cerro Mocho, se
identificaron los sargentos viceprimeros SOTO y MOSQUERA.
16. Una hora después de este incidente y ante el impedimento a la libertad de
movilización de los Caminantes estos emprendieron el regreso al caserío La Virginia,
dentro del territorio Colectivo de Cacarica en el que pasaron la noche.
17. En la Caminata participaron integrantes de los consejos comunitarios de Cacarica y las
comunidades indígenas Emberas que habitan también en este territorio.
18. Días, semanas y meses después del descubrimiento de la base militar inconsulta, la
intimidación por parte de militares de la Brigada XVII en contra de indígenas y
afrocolombianos, habitantes ancestrales del territorio, se ha incrementado.
19. Indígenas y afros, en ejercicio de sus derechos y deberes constitucionales y legales,
han afirmado sus derechos a la Propiedad Colectiva, a la Restitución de la Tierras, a la
Dignidad, a la Integridad, a la Consulta Previa, y al cumplimiento del Bloque de
Constitucionalidad, frente a la instalación de la base militar “LA UNIÓN”, sin
consentimiento, ni consulta con las comunidades.
20. Estos hechos evidencian la incapacidad institucional para asegurar las libertades de
movimiento, de uso del territorio y de protección ambiental a las comunidades negras
e indígenas que son poseedores y propietarios legítimos del territorio colectivo,
debido al desconocimiento de los derechos de estas por parte de la brigada XVII del
Ejército Nacional.
21. La instalación inconsulta de una base militar en predios del título colectivo de las
comunidades ancestrales de Cacarica, es un elemento más que impide la reparación
integral y el derecho fundamental a la restitución de los territorios despojados de tales
comunidades, a la par que vulnera los derechos fundamentales a la Consulta Previa, a
la Propiedad Colectiva, a la Restitución de las tierras despojadas, a la Dignidad
Humana, a la Integridad; y constituye un DESACATO a las órdenes dadas por la
Honorable Corte Interamericana de Derechos Humanos en las obligaciones que le
impuso al Estado de Colombia.
III. CONSIDERACIONES JURÍDICAS
III.I Procedencia de la Acción de Tutela.
En reiteradas ocasiones, la Honorable Corte Constitucional ha señalado que como grupos
étnicos diferenciados, las comunidades negras son titulares de varios derechos ligados al
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principio de protección de la diversidad étnica y cultural de la Nación, reconocidos por la
Constitución y el Convenio 169, entre los que se encuentran el derecho a la propiedad
colectiva sobre sus territorios, el derecho a la participación, el derecho a la educación, el
derecho a la salud, el derecho al medio ambiente sano, el derecho a la protección de la
biodiversidad, el derecho a determinar el modelo de desarrollo que desean seguir, entre
otros33, siendo estos derechos de carácter fundamental para la existencia de estas
comunidades étnicas, que merecen además una especial protección cuando éstas han sido
víctimas de las conductas delictivas de grupos paramilitares y fuerzas militares del Estado
Colombiano, lo que configuró el “Estado de cosas inconstitucional”, como lo describe la
sentencia T 025 de 2004, y lo que en su posterior desarrollo jurisprudencial, nacional e
internacional, se expresó en medidas especiales de protección y garantía de derechos, a favor
de las comunidades negras de Cacarica.
Además de la jurisprudencia nacional desarrollada al respecto, los tratados ratificados por
Colombia que integran el ordenamiento jurídico interno gracias al bloque de
constitucionalidad, refuerzan el compromiso y deber de protección del Estado colombiano.
Así, el artículo 6 del Convenio 169 de la OIT reza:
“1. Al aplicar las disposiciones del presente Convenio, los gobiernos deberán: a) consultar a
los pueblos interesados, mediante procedimientos apropiados y en particular a través de sus
instituciones representativas, cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas
susceptibles de afectarles directamente;…”
En este caso la acción de tutela es procedente como mecanismo para reclamar la protección
inmediata de los derechos fundamentales que están siendo vulnerados por las entidades del
Estado demandadas, con su acción violatoria han determinado la consumación del perjuicio
que como comunidad afrodescendiente y población civil en medio del conflicto armado han
tenido que soportar las comunidades de la Cuenca del río Cacarica, siendo este un Estado
Social de Derecho, pluriétnico y multicultural, con protección reforzada derivada de la
reiterada jurisprudencia de la Honorable Corte Constitucional en desarrollo de la Sentencia T025 de 2004, y en atención a lo dispuesto por el Convenio 169 de la OIT cuyo artículo 14 reza:
“1. Deberá reconocerse a los pueblos interesados el derecho de propiedad y de posesión sobre
las tierras que tradicionalmente ocupan. Además, en los casos apropiados, deberán tomarse
medidas para salvaguardar el derecho de los pueblos interesados a utilizar tierras que no estén
exclusivamente ocupadas por ellos, pero a las que hayan tenido tradicionalmente acceso para
sus actividades tradicionales y de subsistencia. A este respecto, deberá prestarse particular
atención a la situación de los pueblos nómadas y de los agricultores itinerantes. 2. Los
gobiernos deberán tomar las medidas que sean necesarias para determinar las tierras que los
pueblos interesados ocupan tradicionalmente y garantizar la protección efectiva de sus
derechos de propiedad y posesión. 3. Deberán instituirse procedimientos adecuados en el
33
Sentencia T 823 de 2012 MP JORGE IGNACIO PRETELT CHALJUB.
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marco del sistema jurídico nacional para solucionar las reivindicaciones de tierras formuladas
por los pueblos interesados.”
Además de los principios de precaución, distinción y necesidad militar abordados con
suficiencia por la Corte Interamericana de Derechos Humanos así:
El principio de distinción
“De acuerdo a lo establecido por el Derecho Internacional Humanitario, el principio de
distinción se refiere a una norma consuetudinaria para conflictos armados internacionales y
no internacionales en la cual se establece que “Las partes en conflicto deberán distinguir en
todo momento entre personas civiles y combatientes”, que “Los ataques sólo podrán dirigirse
contra combatientes” y que “Los civiles no deben ser atacados”. Además, son normas de
Derecho Internacional Humanitario consuetudinario las que disponen que “Las partes en
conflicto deberán hacer en todo momento la distinción entre bienes de carácter civil y objetivos
militares”, de tal forma que “los ataques sólo podrán dirigirse contra objetivos militares”,
mientras que “los bienes de carácter civil no deben ser atacados”. Del mismo modo, el párrafo
2 del artículo 13 del Protocolo Adicional II a los Convenios de Ginebra prohíbe que tanto las
personas civiles como la población civil como tal sean objeto de ataques…”
En el caso sub exámine la población civil en medio de la que fue instalada la Base Militar
resulta ser blanco de ataques de fuerzas irregulares, o expuestas a fuego cruzado en combates
armados, más aún en una zona de alto conflicto como es el caso de Urabá.
De las demás normas de DIH que hacen parte del ordenamiento nacional (artículo 93.1 de la
Carta), las normas legales vigentes y la jurisprudencia de la Corte Constitucional sobre la
materia, se infiere que es ostensible la vulneración a derechos fundamentales, lo que pone a la
comunidad en situación de riesgo inminente.
Tomando como referencia la posición de la Honorable Corte Constitucional en esta materia,
el carácter fundamental de los derechos vulnerados y el riesgo inminente además de la
necesidad de prevenir la continuación del perjuicio causado a las comunidades
afrodescendientes del Cacarica resulta pertinente y necesaria la acción de Tutela.
Finalmente, ante el desacato de una orden emanada por la Honorable Corte Interamericana
de Derechos Humanos, la única vía judicial posible es recurrir al amparo otorgado por la
Acción de Tutela.
III.II Derechos Vulnerados
III.III Derecho Fundamental a la Integridad.
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El derecho fundamental a la integridad, comprende el sentido amplio de la existencia de
seres humanos con calidad de ciudadanos sujetos de protección dentro del Estado Social de
derecho, pero no se limita al ámbito de lo físico sino que aborda el bienestar psíquico, moral,
étnico, cultural, social y territorial; lo que lo convierte en un derecho que no debe ser
entendido únicamente en la esfera de lo individual, sino que en el caso de las minorías étnicas
su cosmovisión, relaciones espirituales, ancestrales y de producción sobre la tierra, le dan un
carácter de derecho fundamental colectivo. Lo anterior sumado a la carga histórica de
marginación y segregación de la que han sido víctimas estos grupos poblacionales, como es
particularmente grave en el caso de las comunidades de Cacarica.
Su carácter fundamental para la comunidad, emana de que está estrechamente ligado a su
subsistencia como grupo humano y como cultura:
La intervención “en estos territorios protegidos, debe hacerse compatible con la protección que el
Estado debe dispensar a la integridad social, cultural y económica de las comunidades nativas,
integridad que como se ha visto antes configura un derecho fundamental para la comunidad, por estar
ligada a su subsistencia como grupo humano y como cultura.”
En el sentido amplio del derecho fundamental a la integridad confluye el desarrollo y pleno
alcance de otros derechos fundamentales, como es el caso de la consulta previa que dentro de
un proceso histórico jurisprudencial encuentra su sustento en la protección de la
autodeterminación y el mantenimiento de la integridad social, cultural, económica y étnica de
los pueblos tribales en Colombia. Así las cosas, al verse socavado el derecho fundamental a la
consulta previa (como se desarrollará más adelante) resultan afectados otros derechos como
el derecho a la integridad dado que a estas comunidades les fue negada la posibilidad de
decidir sobre el uso de su territorio ancestral y no solo eso, sino que se obvió su derecho a la
participación democrática en la toma de una decisión que afecta de manera directa sus vidas,
impide el desarrollo de su proyecto de vida en la búsqueda de la paz luego de ser víctimas
constantes del conflicto armado y les impide el acceso a su territorio, que está en proceso de
restitución. Proceso reforzado por la orden de la Honorable Corte Interamericana al Estado
de Colombia de restituir el efectivo uso, goce y posesión de los territorios reconocidos en la normativa
a las comunidades afrodescendientes agrupadas en el Consejo Comunitario de las Comunidades de la
Cuenca del río Cacarica, como se estableció en precedencia y se profundizará más adelante.
Al respecto afirma la Honorable Corte Constitucional:
“… en cuanto a la consecuencia jurídica de la omisión frente al deber de consulta, esta
corporación precisó que el desconocimiento generaría una situación de incumplimiento
susceptible de evaluación y control, a través de las correspondientes instancias
internacionales.
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Sin embargo, como el deber de consulta del Convenio 169 de la OIT se integra a la
Constitución y que, específicamente, “ha sido considerado como una expresión de un
derecho fundamental de participación, vinculado en este caso específico al también
fundamental derecho a la integridad cultural, social y económica”, la omisión de la
consulta en aquellos asuntos en los que la misma resulte imperativa a la luz del
Convenio, tiene consecuencias inmediatas en el ordenamiento interno.”34 (subrayas
fuera del texto)
Igualmente, la Corte Constitucional puntualizó frente a los rasgos especiales del derecho de
participación de la consulta previa, que
“…constituye un instrumento básico para preservar la integridad étnica, social,
económica y cultural de las comunidades de indígenas y para asegurar, por ende, su
subsistencia como grupo social.”
En ese sentido, resulta una obligación para el Estado colombiano tomar medidas para
procurar el cumplimiento de los derechos fundamentales de las comunidades étnicas. El fin
último es que su integridad se mantenga incólume porque esta es la expresión de su
existencia misma lo que solo es posible si tiene mecanismos de participación,
autodeterminación y formas de vivir dignamente, frente a lo que la Corte ha dicho que;
“El derecho de participación de la comunidad indígena como derecho fundamental tiene
un reforzamiento en el Convenio número 169, aprobado por la Ley 21 de 1991, el cual
está destinado a asegurar los derechos de los pueblos indígenas a su territorio y a la
protección de sus valores culturales, sociales y económicos, como medio para asegurar su
subsistencia como grupos humanos. Ahora bien corresponde a cada Estado señalar, ya sea
en la Constitución y en la ley los mecanismos idóneos para hacer efectiva la participación
de las comunidades como un instrumento de protección de los intereses de éstas que como
ya se expresó configuran proyección de los intereses de la propia sociedad y del Estado.”35
Sumado al perjuicio ya consumado al menoscabar el derecho fundamental a la integridad
territorial, cultural y social de las comunidades de la cuenca del río Cacarica al imponer de
manera inconsulta la base militar en cuestión, se pone en riesgo inminente la integridad física
de los habitantes de la región al exponerlos a un eventual fuego cruzado entre el ejército y la
guerrilla, convirtiéndolos en blanco de ataques militares reviviendo la desoladora situación
del pasado reciente.
Finalmente, el bienestar psíquico de la comunidad se ve gravemente perturbado por la
instalación inconsulta de la base. En un principio, la angustia, incertidumbre y zozobra de no
saber qué era lo que se trasportaba, hacia dónde, para quiénes y para qué, generó graves
34
35
Sentencia T 769 de 2009. MP: DR NILSON PINILLA.
Ibidem.
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malestares; en un segundo momento, ir en búsqueda de algo incierto, con la inversión de
tiempo y el agotamiento físico y psíquico que eso implica, es también una vulneración al
bienestar psíquico.
Las posteriores agresiones por parte de militares por la exigencia de derechos fundamentales
que ha hecho la comunidad es la culminación de la vulneración al derecho a la integridad, en
sentido amplio.
III.IV Derecho Fundamental a la Dignidad.
El artículo 1 de la Constitución Política dispone:
ARTICULO 1. Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de
República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales,
democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en
el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés
general. (Negrillas fuera del texto).
Dice además la Honorable Corte Constitucional que la dignidad humana, al ser principio
fundante del Estado Social de Derecho resulta un presupuesto esencial de la consagración y
efectividad del sistema de derechos y garantías contemplado en la Constitución. Así las cosas,
este es un derecho fundamental que tiene
“valor absoluto no susceptible de ser limitado bajo ninguna circunstancia, lo que sí
ocurre con derechos que necesariamente deben coexistir con otros y admiten variadas
restricciones”36.
En conclusión, el respeto a la dignidad humana no sólo es una declaración ética sino una
norma jurídica de carácter vinculante para todas las autoridades. Su acato debe inspirar a
todas las actuaciones del Estado. Por lo tanto, "La dignidad del ser humano constituye razón de
ser, principio y fin último de la organización estatal"37. Sobre el tema, ha dicho la referida Corte lo
siguiente:
"El hombre es un fin en si mismo. Su dignidad depende de la posibilidad de
autodeterminarse (CP art. 16). Las autoridades están precisamente instituídas para
proteger a toda persona en su vida, entendida en un sentido amplio como "vida plena".
La integridad física, psíquica y espiritual, la salud, el mínimo de condiciones materiales
necesarias para la existencia digna, son elementos constitutivos de una vida íntegra y
presupuesto necesario para la autorrealización individual y social. Una administración
36
Sentencia T 317 de 2006. Magistrada Ponente Clara Inés Vargas Hernández.
Benda, E., “Dignidad humana y derechos de la personalidad”, en Manual de Derecho Constitucional, Madrid, Edit.
Marcial Pons, 2001, p. 125.
37
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burocratizada, insensible a las necesidades de los ciudadanos, o de sus mismos empleados,
no se compadece con los fines esenciales del Estado, sino que al contrario, cosifica al
individuo y traiciona los valores fundantes del Estado Social de Derecho (CP art. 1°)38 .
En ese sentido, resulta imperante que el Estado Colombiano a través de sus instituciones y
autoridades tome medidas que se encaminen a garantizar el pleno goce de este derecho
fundamental mediante un trato acorde a la condición de seres humanos miembros de la
sociedad.
Teniendo en cuenta que las comunidades de la Cuenca del río Cacarica han sido víctimas de
múltiples injustos: desplazamiento forzado, despojo de sus territorios colectivos, asesinato de
sus seres queridos, devastación de su territorio ancestral, estigmatización y persecución
judicial y mediática; por parte de estructuras paramilitares y empresariales, se ha
desarrollado una amplia jurisprudencia que busca no solo restablecer los derechos
fundamentales de estas comunidades, sino permitir el libre desarrollo de su forma de
organización social con base en su cultura y al uso ancestral del territorio. Necesario resulta
hacer hincapié en que recientemente el Estado de Colombia fue declarado responsable
internacionalmente por estas y otras graves vulneraciones y adquirió la obligación de restituir
los derechos vulnerados.
Resulta entonces, un retroceso en el proceso de reconstrucción de la vida digna de estas
comunidades la instalación inconsulta de la Base militar en cuestión porque no solo extiende
la vulneración continua que han padecido burlando su derecho a la autodeterminación, sino
que les pone en un riesgo inminente de ser blanco de ataques armados además de estar a
merced de las estructuras paramilitares, directos victimarios que como ha denunciado
públicamente nuestra Comisión, han sido vistos departiendo con miembros activos del
ejército adscritos a la Brigada de la cual es parte la base Militar en cuestión39. En
consecuencia, estas comunidades sufren revictimización y se les niegan las garantías de no
repetición a las que tienen derecho.
Además de ello, desde el descubrimiento de la base inconsulta, las intimidaciones por parte
de militares de la cuestionada Brigada XVII en contra de indígenas y afrodescendientes se ha
incrementado preocupantemente.
III.V Derecho fundamental a la Consulta Previa
El Convenio 169 de 1989 aprobado mediante Ley 21 de 1991, consagró el derecho a la
Consulta Previa que tienen los pueblos indígenas y tribales que es, además, una garantía
especial de participación que se les brinda a dichas comunidades para que hagan parte y sean
informadas de los proyectos que vayan a afectar tanto su territorio como su vida en
38
39
Sentencia T-499 de 1992. Magistrado Ponente: Eduardo Cifuentes Muñoz
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comunidad; proyectos ya sea de orden público o privado, o proyectos de ley que afecten de
manera directa o indirecta su subsistencia.
En la Sentencia del Pueblo Saramaka Vs. Surinam, la Honorable Corte Interamericana de
Derechos Humanos cita al relator especial de la ONU sobre la situación de derechos humanos
y las libertades fundamentales de los pueblos indígenas, diciendo que:
“Siempre que se lleven a cabo (proyectos a gran escala) en áreas ocupadas por pueblos
indígenas, es probable que estas comunidades tengan que atravesar cambios sociales y
económicos profundos, que las autoridades competentes no son capaces de entender, mucho
menos de anticipar. Los efectos principales (…) comprenden la pérdida de territorios y tierra
tradicional, el desalojo, la migración y el posible reasentamiento, agotamiento de recursos
necesarios para la subsistencia física y cultural, la destrucción y contaminación del
ambiente tradicional, la desorganización social y comunitaria, los negativos impactos
sanitarios y nutricionales de larga duración y, en algunos casos, abuso y violencia” 40
Partiendo de que las comunidades afrodescendientes perciben la necesidad de la tierra y la
protección a la misma de manera distinta que el mundo occidental, se puede inferir el
impacto negativo que genera para ellos y ellas el uso exagerado de la misma, la necesidad de
cuidarla, de respetarla y de evitar que sea desgastada por intereses meramente económicos,
sumando a esto la condición de desplazamiento y vulneración de derechos humanos de la
que fueron víctimas.
Se observa entonces que las comunidades han atravesado una serie de problemáticas tanto de
violencia social como de despojo y falta de presencia estatal frente a los territorios que les
pertenecen ancestralmente, peor aún que la presencia estatal se lleva a cabo mediante sus
fuerzas armadas, alimentando el conflicto armado que tiene como blanco a la población civil.
La presencia de la Base militar inconsulta, en la cual no se agotó legalmente el proceso de
consulta previa con las comunidades afrodescendientes de la Cuenca de Río Cacarica,
evidencia la vulneración a su derecho fundamental a la Consulta Previa, entre muchos otros.
La Corte Constitucional en sentencia SU 039 de 1997, mediante la cual elevó el derecho a la
consulta previa a la categoría de derecho fundamental, sostuvo que:
“La explotación de los recursos naturales en los territorios indígenas debe hacerse compatible
con la protección que el Estado debe dispensar a la integridad social, cultural y económica de
las comunidades indígenas, integridad que configura un derecho fundamental para la
comunidad por estar ligada a su subsistencia como grupo humano y como cultura. Para
asegurar dicha subsistencia se ha previsto, cuando se trate de realizar la explotación de
recursos naturales en territorios indígenas, la participación de la comunidad en las
decisiones que se adopten para autorizar dicha explotación. De este modo, el derecho
40
Sentencia Caso del Pueblo Saramaka Vs. Surinam. Corte Interamericana de Derechos Humanos.
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fundamental de la comunidad a preservar la integridad se garantiza y efectiviza a través del
ejercicio de otro derecho que también tiene el carácter de fundamental, como es el derecho de
participación de la comunidad en la adopción de las referidas decisiones. La participación de
las comunidades indígenas en las decisiones que pueden afectarlas en relación con la
explotación de los recursos naturales ofrece como particularidad el hecho de que la referida
participación, a través del mecanismo de la consulta, adquiere la connotación de derecho
fundamental, pues se erige en un instrumento que es básico para preservar la integridad
étnica, social, económica y cultural de las comunidades de indígenas y para asegurar, por
ende, su subsistencia como grupo social. De este modo la participación no se reduce
meramente a una intervención en la actuación administrativa dirigida a asegurar el derecho
de defensa de quienes van a resultar afectados con la autorización de la licencia ambiental,
sino que tiene una significación mayor por los altos intereses que ella busca tutelar, como
son los atinentes a la definición del destino y la seguridad de la subsistencia de las referidas
comunidades.”41
Así mismo en sentencia del Caso del Pueblo Saramaka Vs. Surinam, del 28 de Noviembre de
2007, la Corte Interamericana de Derechos Humanos expresó que: “la subsistencia cultural y
económica de los pueblos indígenas y tribales, y por lo tanto de sus integrantes depende del acceso y el
uso a los recursos naturales de su territorio que están relacionados con su cultura y se encuentran
allí”42.
En la citada sentencia SU 039 de 1997, la Corte Constitucional menciona que el
procedimiento de la Consulta Previa se debe realizar bajo ciertos parámetros a saber:
“La institución de la consulta a las comunidades indígenas que pueden resultar afectadas
con motivo de la explotación de los recursos naturales, comporta la adopción de relaciones de
comunicación y entendimiento, signadas por el mutuo respeto y la buena fe entre aquéllas y
las autoridades públicas, tendientes a buscar: a) Que la comunidad tenga un conocimiento
pleno sobre los proyectos destinados a explorar o explotar los recursos naturales en los
territorios que ocupan o les pertenecen, los mecanismos, procedimientos y actividades
requeridos para ponerlos en ejecución. b) Que igualmente la comunidad sea enterada e
ilustrada sobre la manera como la ejecución de los referidos proyectos puede conllevar una
afectación o menoscabo a los elementos que constituyen la base de su cohesión social,
cultural, económica y política y, por ende, el sustrato para su subsistencia como grupo
humano con características singulares. c) Que se le de la oportunidad para que libremente y
sin interferencias extrañas pueda, mediante la convocación de sus integrantes o
representantes, valorar conscientemente las ventajas y desventajas del proyecto sobre la
comunidad y sus miembros, ser oída en relación con las inquietudes y pretensiones que
41
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Sentencia SU 039 de 1997, M.P. Antonio Barrera Carbonell.
Sentencia Caso del Pueblo Saramaka Vs. Surinam. Corte Interamericana de Derechos Humanos.
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presente, en lo que concierna a la defensa de sus intereses y, pronunciarse sobre la viabilidad
del mismo.”43.
Ahora bien, una interpretación garantista que se rija por los estándares internacionales y el
espíritu del Convenio 169 de la OIT, comprende que la protección en la relación con el
territorio y el deber de consulta no se restringe a los casos en que las tierras vayan a ser
explotadas. Por el contrario, es deber consultar también cuando se vayan a ver afectadas de
alguna manera que pueda contravenir la cosmovisión de la comunidad particular.
Al respecto, el Convenio 169 nos dice que:
ARTÍCULO 13. 1: Al aplicar las disposiciones de esta parte del Convenio, los gobiernos
deberán respetar la importancia especial que para las culturas y valores espirituales de los
pueblos interesados reviste su relación con las tierras o territorios, o con ambos, según los
casos, que ocupan o utilizan de alguna otra manera, y en particular los aspectos colectivos
de esa relación.
Es claro que para las comunidades demandantes la instalación de una base militar en su
territorio, de manera inconsulta, vulnera la relación que histórica y colectivamente han tenido
con el territorio.
Sobre la procedencia de la acción de tutela frente a la violación del derecho a la Consulta
Previa, la Corte Constitucional en sentencia SU 383 de 2003 expresó que: “… no existe en el
ordenamiento un mecanismo distinto a la acción de tutela para que los pueblos indígenas y tribales
reclamen ante los jueces la protección inmediata de su derecho a ser consultados, a fin de asegurar su
derecho a subsistir en la diferencia, por consiguiente compete al Juez de Tutela emitir las órdenes
tendientes a asegurar su supervivencia, en los términos del artículo 86 de la Carta”. Además “La
Corte Constitucional ha sostenido de manera reiterada, dada la especial significación que para la
subsistencia de los pueblos indígenas y tribales comporta su participación en las decisiones que puedan
afectarlos, mediante el mecanismo de la consulta previa, que éste es un derecho fundamental, “pues se
erige en un instrumento que es básico para preservar la integridad étnica, social económica y cultural
de las comunidades indígenas y para asegurar por ende su subsistencia como grupo social”44
III.VI Derecho fundamental al Territorio Colectivo
La Corte Constitucional ha reconocido el derecho al territorio de comunidades negras como
un derecho fundamental. En la sentencia T-955 de 2003, que precisamente se refiere a
Sentencia SU 039 de 1997, M.P. Antonio Barrera Carbonell.
Sentencia SU-039 de 1997 M.P. Antonio Barrera Carbonell, la Corte tuteló transitoriamente los derechos de
participación, integridad étnica, cultural, social y económica y debido proceso del pueblo indígena U´WA,
ordenando que éste sea consultado antes de proferir una resolución de exploración en su territorio. En igual
sentido, entre otras, T-652 de 1998 —notas 92 y 160-
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situaciones de vulneración de derechos fundamentales de comunidades de Cacarica, señaló
que los derechos colectivos al territorio de los grupos étnicos son derechos fundamentales
que se derivan de los principios de protección de la diversidad étnica y cultural que consagra
el Estado social de derecho.
Este derecho al territorio ha sido considerado un derecho vector que en palabras de Sergio
Andrés Coronado significa “que la garantía de este tipo de derechos genera condiciones para la
garantía de un catalogo más amplio y más ambiciosos de derechos fundamentales. Esta definición se
relaciona directamente con el concepto de integralidad e interdependencia de los derechos humanos, que
define la existencia de relaciones intrínsecas entre los derechos fundamentales, hasta el punto de
afirmar que la violación o vulneración de un derecho fundamental, acarrea necesariamente la violación
o vulneración de otro derecho fundamental”45.
En sentencia T 433 de veintitrés (23) de mayo de dos mil once (2011), la Honorable Corte
Constitucional se refirió al alcance del derecho al territorio colectivo en los siguientes
términos:
La jurisprudencia de esta Corporación, articulando los preceptos 1°, 7°, 8°, 10, 13, 63, 67, 68
y 333 de la Carta a fin de establecer la génesis del derecho de los indígenas a la propiedad
colectiva y sus alcances, ha puntualizado lo siguiente: - Que en la base de nuestro Estado
Social de Derecho se encuentra la diversidad étnica y cultural de la nación colombiana, y que
ésta no puede concebirse sin el reconocimiento integral del derecho territorial de los grupos
étnicos a las tierras que tradicionalmente ocupan. - Que la Carta Política, a la par que
garantiza la propiedad privada, protege las formas asociativas y solidarias de propiedad, el
patrimonio cultural y natural de la nación, las tierras de resguardo y las comunales de los
grupos étnicos y la diversidad e integridad del ambiente. - Que el ordenamiento constitucional
entiende la cultura pluralista de la nación colombiana como una riqueza que se debe
conservar, mediante la promoción, investigación, la ciencia y el desarrollo de todas las
expresiones y valores culturales. - Que el derecho de las comunidades indígenas sobre su
territorio colectivo se funda en la Carta Política y en el Convenio 169 de la OIT.
Las consideraciones referentes a los pueblos indígenas son análogas a las comunidades
afrodescendientes, ya que la relación especial con la tierra que busca salvaguardarse, es
igualmente un derecho de la población afro.
Continúa la Corte sosteniendo que:
La doctrina y jurisprudencia de la Corte Constitucional en punto a la protección de los
grupos indígenas que sirve de marco conceptual a este fallo es la siguiente: (i) para las
Comunidades indígenas resulta importante destacar la vinculación estrecha entre su
45
Investigador del centro de investigación y educación popular CINEP.
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supervivencia y el derecho al territorio como el escenario donde se hace posible la existencia
misma de la etnia;(ii) de manera reiterada la jurisprudencia constitucional ha sostenido que
del reconocimiento a la diversidad étnica y cultural depende la subsistencia de los pueblos
indígenas y tribales y que son éstos quienes pueden conservar y proyectar en los diferentes
ámbitos el carácter pluriétnico y multicultural de la nación colombiana, sustrato del Estado
social de derecho acogido en la Carta; (iii) el Estado colombiano, se encuentra obligado a
respetar la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas y a contribuir realmente
con la conservación del valor espiritual que para todos los grupos étnicos comporta su
relación con la tierra y su territorio, entendido este como “lo que cubre la totalidad del
hábitat de las regiones que los pueblos interesados ocupan o utilizan de alguna u otra
manera.”; (iv) que la Ley 31 de 1967, mediante la cual fue incorporado a la legislación
nacional el Convenio 107 de 1957 de la OIT, desarrolla ampliamente el derecho de estos
pueblos a que los Gobiernos i) determinen sus propiedades y posesiones mediante la
delimitación de los espacios efectivamente ocupados, ii) salvaguarden sus derechos a utilizar
“las tierras que no estén exclusivamente ocupadas por ellos, pero a las que hayan tenido
tradicionalmente acceso para sus actividades tradicionales y de subsistencia”; y iii) protejan
especial y efectivamente sus facultades de utilizar, administrar y conservar sus recursos
naturales. (…) No se concibe a la comunidad indígena sin su tierra. En el Auto 004 de 2009,
la Corte señaló a este respecto, que la pérdida del territorio tradicional rompe las pautas
culturales directamente asociadas al territorio, lo que significa que podría desaparecer como
tal sin el ámbito espacial y territorial.
(…) La Corte reitera de esa manera, (i) que los grupos indígenas gozan de una especial
protección por parte del Estado, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 13 superior y
(ii) que el derecho de propiedad colectiva sobre los territorios indígenas, como ya se ha dicho,
reviste la mayor importancia dentro del esquema constitucional al ser esencial para la
preservación de las culturas y los valores espirituales de estos pueblos. Por ende, el dominio
comunitario sobre tales territorios debe ser definido claramente por el Estado, en tanto su
desconocimiento quebrantaría de manera grave la identidad misma de la comunidad,
implicaría ruptura del principio constitucional que la reconoce y, en el fondo, llevaría a
destruir la independencia que los caracteriza, con notorio daño para la conservación y
adecuado desarrollo de sus culturas y creencias. Atendiendo lo reseñado, al tenor de lo
dispuesto en el numeral 2º del artículo 14 del Convenio 169 de la OIT, el Estado
Colombiano como Estado parte de la Convención se ve obligado a asegurarle a esta
comunidad, la protección efectiva de su derecho de propiedad.
Como se evidencia, el sistemático desconocimiento de la propiedad colectiva de las
comunidades ancestrales de Cacarica, es una vulneración a su derecho fundamental que se
perpetúa al instalar en su territorio, sin su consentimiento, una base militar en predios
usurpados a sus legítimos propietarios, y sobre el cual hay múltiples órdenes, nacionales e
internacionales, de ser restituido a favor de la comunidad.
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III.VII Derecho Fundamental a la Restitución de Tierras Despojadas.
Por ser evidente al hacer un simple contraste entre el derecho fundamental a la restitución de
tierras y su perpetua vulneración respecto a las comunidades ancestrales de Cacarica,
reconocida nacional e internacionalmente, como ampliamente se reseñó en precedencia, y
agravada por el hecho de que se haya construido una base militar en predios usurpados a las
comunidades, haremos una muy breve reseña sobre éste derecho.
Al tenor de lo dispuesto por la Honorable Corte Constitucional, las víctimas del
desplazamiento forzado tienen el derecho fundamental a obtener la restitución y explotación
de la tierra de la cual fueron privados y expulsados por situaciones de violencia que no
estaban obligados a soportar y que desencadenó una vulneración masiva de sus derechos
fundamentales.
Sostiene la Corte que:
La respuesta a la problemática del desplazamiento no solamente fue desde el ámbito nacional,
sino que también se buscó ampliar la protección a la esfera internacional, por lo que fue
necesario adoptar diferentes instrumentos de carácter internacional que igualmente
reconocieron la protección a los derechos de reubicación y restitución de la tierra para los
desplazados como una alternativa optima de estabilización socioeconómica. Dentro de las
decisiones adoptadas se encuentran los Principios Rectores de los Desplazamientos Internos,
formulados en 1998 por el representante del Secretario General de las Naciones Unidas sobre
el desplazamiento interno, los cuales hacen parte del bloque de constitucionalidad en la
medida que concretan el alcance de tratados sobre derechos humanos y derecho internacional
humanitario respecto de los desplazados internos. En relación con los derechos al retorno y la
reubicación de la población desplazada, resulta pertinente la aplicación de los Principios 18,
28 y 29 que precisan las pautas de comportamiento que deben seguir las autoridades al
diseñar, implementar y ejecutar medidas y programas orientados a asegurar el goce efectivo
de estos derechos a la población desplazada.
En conclusión, la instalación de la Base militar adscrita a la brigada XVII, impuesta a las
comunidades de la cuenca del río Cacarica contrariando las disposiciones del Estado Social y
Democrático de Derecho y la Jurisprudencia que busca superar el estado de cosas
inconstitucional, la constitución y las disposiciones internacionales que integran el
ordenamiento jurídico en razón del bloque de constitucionalidad; luego de haber vulnerado
sus derechos fundamentales a la consulta previa, al territorio colectivo, a la restitución de sus
tierras despojadas, a su dignidad e integridad, pone además en riesgo sus vidas, mancilla su
dignidad como miembros de una comunidad étnica, víctimas de desplazamiento forzado y
violaciones de derechos humanos.
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La instalación de esta Base militar y el desarrollo de las actividades con ocasión de la misma
mantienen esta situación de vulneración lo que la hace sistemática y contraria a las órdenes
de la Honorable Corte Constitucional, la Constitución misma y la reciente sentencia de la
Honorable Corte Interamericana de Derechos Humanos en la que se ordenó al Estado de
Colombia,
v) restituir el efectivo uso, goce y posesión de los territorios reconocidos en la normativa a
las comunidades afrodescendientes agrupadas en el Consejo Comunitario de las
Comunidades de la Cuenca del río Cacarica.46
Es con base en las anteriores consideraciones fácticas y jurídicas que respetuosamente
Señores Magistrados formulamos las siguientes
IV. PRETENSIONES
Que se tutelen los derechos fundamentales de los miembros del Consejo Comunitario de
Cacarica a la Consulta Previa, a la Propiedad Colectiva, a la Restitución de las Tierras
despojadas, a la Dignidad Humana y a la Integridad y en consecuencia se ORDENE:
1. RETIRAR la Base Militar denominada “LA UNIÓN” adscrita a la Brigada XVII del
Ejército Nacional ubicada en predios del Título Colectivo de la comunidad de
Cacarica, en el sector de Cerro Mocho.
2. CONMINAR al Ministerio de Defensa y al Ejército Nacional a que cumpla lo
ordenado en la Sentencia proferida por la Honorable CORTE INTERAMERICANA
DE DERECHOS HUMANOS en el CASO DE LAS COMUNIDADES
AFRODESCENDIENTES DESPLAZADAS DE LA CUENCA DEL RÍO CACARICA
(OPERACIÓN GÉNESIS) VS. COLOMBIA. SENTENCIA DE 20 DE NOVIEMBRE DE
2013.
3. COMPULSAR copias a la Procuraduría General de la Nación para que investigue
presuntas fallas disciplinarias, por acción u omisión, de funcionarios públicos civiles y
militares.
4. COMPULSAR copias a la Fiscalía General de la Nación para que investigue los
presuntos delitos cometidos por funcionarios públicos civiles y militares.
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. CASO DE LAS COMUNIDADES
AFRODESCENDIENTES DESPLAZADAS DE LA CUENCA DEL RÍO CACARICA (OPERACIÓN GÉNESIS) VS.
COLOMBIA. SENTENCIA DE 20 DE NOVIEMBRE DE 2013 (Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas). Reparaciones.
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5. CONVOCAR a la realización de una CONSULTA PREVIA con plenas garantías de
participación y transparencia, con veeduría de instituciones de control, que permita la
materialización de los derechos al consentimiento libre, previo e informado; de las
comunidades ancestrales del Cacarica.
V. PRUEBAS
Respetuosamente solicito se practiquen o tengan como pruebas las siguientes,
1. INSPECCIÓN JUDICIAL al lugar donde se construyó la base militar LA UNIÓN.
2. OFICIO al INCODER para que certifique si la base militar LA UNIÓN se encuentra o
no, en el Título Colectivo del Cacarica.
3. OFICIO a la Brigada XVII para que allegue la documentación en la que conste que
consultó a la comunidad étnica afectada para la instalación de la base militar
denominada “LA UNIÓN”.
4. OFICIO a la Brigada XVII para que allegue la documentación mediante la cual obtuvo
la propiedad, posesión, arriendo, usufructo o cualquier negocio jurídico, que le haya
permitido instalar la base militar “LA UNIÓN” en predios colectivos de comunidades
étnicas.
5. OFICIO al Ministerio de Relaciones Exteriores para que allegue copia del eventual
tratado de cooperación militar binacional entre Colombia y Panamá que haya dado
pie a la construcción de la referida base militar de “LA UNIÓN”.
6. La documental que se anexa.
VI. ANEXOS
1. Video de las instalaciones de la Base Militar realizado en desarrollo de la
conmemoración a las víctimas de la Operación Génesis, en la que se descubrió la base
militar en predios del territorio colectivo del Consejo Comunitario de Cacarica, en el
sector de Cerro Mocho, que se encuentra también en el siguiente link
http://www.youtube.com/watch?v=-f7u4BGhjNQ&feature=youtu.be
2. Sentencia proferida por la Honorable CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS
HUMANOS en el CASO DE LAS COMUNIDADES AFRODESCENDIENTES
DESPLAZADAS DE LA CUENCA DEL RÍO CACARICA (OPERACIÓN GÉNESIS)
VS. COLOMBIA. SENTENCIA DE 20 DE NOVIEMBRE DE 2013.
Por razones ecológicas y en aras de materializar el principio de la economía procesal, los
mencionados anexos serán entregados en medio magnético.
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NOTIFICACIONES
Recibo notificaciones en la calle 61 a # 17-26 de Bogotá, en el correo electrónico
manuelgarzon@justiciaypazcolombia.com y en el telefax 3463613 extensión 108.
Los demandados las reciben en las siguientes direcciones.
Ejército Nacional de Colombia, Brigada XVII: Sede Carepa. Kilómetro 43 vía al mar.
Ministerio de Defensa Nacional. Carrera 54 Nº 26 – 25 CAN, Bogotá.
De los señores Magistrados,
Cordialmente,
MANUEL ALEJANDRO GARZÓN CORREA
C.C. 1.019.026.039 de Bogotá
T.P. 215.977 del Consejo Superior de la Judicatura.
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