Manuel Belgrano

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RINCÓN DE LA CULTURA
Manuel Belgrano
Act Terap Dermatol 2006; 29: 422
Prof. Dr. Pablo A. Viglioglia
La finalidad de esta columna, es liberar momentáneamente al dermatólogo de los
temas exclusiva o puntualmente médicos, introduciéndolo en el fascinante
mundo de los acontecimientos históricos, artísticos, literarios, e inventos que han
conmovido la humanidad.
Manuel Belgrano
II Parte
A
unque Belgrano no era un
militar de carrera fue designado por la Primera Junta al
mando del ejército libertador que se
dirigiría al Paraguay, en agosto de
1810 y dice en su autobiografía "La
Junta puso las miras en mí para mandarme con la expedición auxiliadora,
como representante y general en jefe
de ella; admití porque no se creyese
que repugnaba los riesgos, que sólo
quería disfrutar de la Capital, y también porque entreveía una semilla de
desunión entre los vocales mismos,
que yo no podía atajar, y deseaba
hallarme en un servicio activo, sin
embargo de que mis conocimientos
militares eran muy cortos".
Rodeado de militares tan bisoños
como él mismo consiguió una campaña aceptable fundando las baterías
de Curuzú Cuatiá y Mandisoví, venciendo en la batalla de Campichuelo,
siendo derrotado luego en Paraguarí
y Tacuarí. Durante el mismo año de
1812, fue puesto a cargo del Regimiento de Patricios.
En 1812 fue nombrado comandante de la campaña al Alto Perú.
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Llegado a Jujuy e instalando allí su
cuartel general, hizo jurar fidelidad a
la bandera, creada por el mismo, a
sus soldados.
Belgrano comprendió rápidamente
que con sus pobres fuerzas y pertrechos no lograría vencer al enemigo y
por lo tanto organizó una de las
maniobras más audaces ayudado
por el pueblo de Jujuy. Esta página
gloriosa protagonizada por todos los
habitantes de la ciudad de Jujuy y
Salta y su entorno se llamó "Éxodo
Jujeño". Dejando atrás sus hogares y
todas las pertenencias se dirigieron
como podían hacia Tucumán arrasando los campos y quemando todo
lo que no podían transportar. Al llegar los realistas se encontraron sin
refugio ni alimentos.
Esperó a las tropas españolas en
las cercanías de Tucumán y el 2 de
septiembre los venció en la batalla
del mismo nombre.
Pese a que el gobierno central pretendía trasladarlo a Córdoba, Belgrano se mantuvo al frente de su ejército, siendo designado Capitán General. Derrotó nuevamente a los
españoles en la batalla de Salta (20
de febrero de 1813) y fue a su vez
vencido en Vilcapujio (1 de octubre
de 1813) y Ayohuma (el 14 de noviembre de 1813).
En enero de 1814 se encontró con
José de San Martín en la posta de
Yatasto (Salta) y entregó sus tropas al
nuevo comandante.
Cuando viajó a Buenos Aires, fue
sometido a juicio por sus derrotas
militares, aunque finalmente fue sobreseído y se le devolvieron grado
militar y honores.
Pese a su delicado estado de salud
(paludismo, tripanosomiasis) se le
comisionó para viajar a Europa en
misión diplomática para conseguir el
apoyo de las potencias enemigas de
España al recién nacido estado, pero
observó que las relaciones con las
naciones monárquicas era sumamente difícil, quizás por miedo al
desarrollo de democracias o estados
parlamentarios.
En ese momento Belgrano ideó el
plan de nombrar como soberano de
las nuevas naciones a un monarca
heredero del Imperio Inca. Su idea
ridiculizada por muchos, consistía en
una monarquía nominal con un real
gobierno parlamentario, semejante
al inglés. Con esta propuesta además
se aseguraba la adhesión de las
naciones de raigambre incaica en
Bolivia, Perú, Ecuador.
Junto con San Martín fue uno de
los principales promotores de la
declaración de la Independencia en
1816.
Además de su preparación en len-
Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano.
guas, derecho y economía, fue un
gran defensor de la educación del
pueblo y además de crear la Escuela
de Náutica y la de Matemáticas,
donó los 40.000 pesos fuertes que le
correspondían por sus servicios para
la construcción de cuatro escuelas en
el interior del país, voluntad que aunque parezca mentira aún no se ha
cumplido totalmente.
Belgrano murió en la más completa
inopia, debiendo pagar los servicios
del médico que lo atendió en sus últimas horas con su reloj.
Este hombre increíble que fue
capaz de dar su inteligencia, conocimiento, patrimonio y vida por la
defensa y constitución de su patria
debió finalmente soportar el agravio
a sus restos mortales en el momento
de su exhumación para que fueran
depositados en la Iglesia de Santo
Domingo donde ahora reposan, ya
que ciertos funcionarios del gobierno
de aquel momento tuvieron a bien
quedarse con algún que otro "souvenir" de esos restos. ‰
Prof. Dr. Pablo A. Viglioglia
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