La Pasión de Mel Gibson Comunicadores católicos / Cine, radio y televisión católicos Por: Juan Pablo Ledesma | Fuente: Buenas Noticias Tolkien se quedó corto. El “Retorno del Rey” abarrotó 4.200 salas cinematográficas. La “Pasión” de Mel Gibon ya ha superado las 4.500. Un éxito rotundo. Ha sido el estreno más grande de toda la historia de Hollywood. La película más taquillera. El tema más limpio que se puede imaginar. La mayor historia de amor jamás contada. Para un conocido y famoso actor de la talla de Mel Gibson, rodar una película religiosa supone todo un riesgo. Puede ser el fracaso de su carrera cinematográfica. Lo han tachado de: loco, soñador, fracasado, racista, antisemita... ¿Una película de Jesucristo en arameo y latín? Se le achaca incluso la “excesiva violencia” en diversas escenas, como la flagelación. Pero nadie como él se ha atrevido a llevar al cine las páginas del Evangelio con tanta fidelidad, retratando al hombre de la Sábana Santa de Turín. La Pasión revive las últimas doce horas de la vida de Cristo. Y también -¿por qué no decirlo?- el camino de Mel Gibson en los últimos doce años. Un día, el conocido actor leyó en las Escrituras el profeta Isaías: «No tenía apariencia... Despreciable y desecho de los hombres, varón de dolores... Por sus llagas hemos sido curados». Entonces experimentó que también sufrir puede ser una forma de amar. Interiormente se sentía “curado”. Comenzó a ir a Misa, a practicar su cristianismo. El rosario entro en su agenda diaria. Y, entonces, al madurar su conocimiento y su amor, experimentó la necesidad de comunicar ese fuego que le ardía dentro, esa inquietud que desde los 35 años no le dejaba tranquilo. De ahí la necesidad imperiosa de comunicar, de transmitir ese fuego interior a la gran pantalla. «Simplemente traté de mostrar el precio de esa sangre». Y Mel Gibson lo realizó. ¿Cómo? A su manera, con su genio y talento: «No soy un sacerdote, soy un actor de cine». Sin lugar a dudas, el testimonio más elocuente es el de Jim Caviezel, el “Cristo”. El actor ha comentado lo costoso que resultaba levantarse todos los días a las 3 de la madrugada, aguantar 3 horas de maquillaje, empezar a rodar al amanecer, repetir escenas... Por la tarde otras 2 horas para quitarse las sustancias cosméticas. Volver a casa, dormir poco. Y este ritmo desde marzo a septiembre de 2003. Pero lo más sorprendente es la huella que ha dejado en su vida. Decía Jim: «No he rodado una escena sin haber recibido antes la comunión. Y he ofrecido todas las horas de rodaje por la conversión de todos los que estaban a mi lado. Yo era consciente de que debía representar a Cristo y que debía actuar como Él, por eso he querido recibir todos los día la eucaristía, para asemejarme más a Él... Después de haber actuado como Cristo en la pasión, me es imposible hacer algo que le ofenda a Él o a su santísima Madre». Para toda persona de buena voluntad que vea la película, el amor, el dolor, el pecado, la misa ya no serán lo mismo... Esta filmación revive y actualiza la pasión de Cristo y también la “pasión” de Mel Gibson y la de cada uno.