Edwin Ortega fantería de Marina, me acerqué a mi Comandante para solicitarle me permita seguir el entrenamiento en Fuerzas Especiales, pero no como alumno, sino como Comandante de Pelotón o de una Compañía disminuida, muy perspicazmente me respondió: –Pero Teniente, usted apenas está empezando, es mejor que conozca los batallones de la Infantería de Marina y luego decida que hacer de su destino. –Mi Comandante, considero el momento adecuado para dar todo mi potencial en el Batallón de Operaciones Especiales “Jaramijó”. –La verdad, muchacho, ya había pensado en que su presencia en tan importante Batallón sería muy útil, usted aprenderá de los comandos antiguos, aprenderá a conocer las fortalezas y debilidades de la tropa y sobretodo aprenderá a conocerse a sí mismo; para lo cual, cuando entrene a su tropa, usted deberá estar a la cabeza y primero, siempre guiando y liderando a su personal, deberá esforzarse en todos los aspectos, siempre tratando de ser íntegro y solvente en su proceder. El Comandante, al observar mi mirada firme, llena de ansiedad, extendió su mano con el sobre de presentación. –Ahora es su responsabilidad, comando, piense en las muchas expectativas, no en las que tiene la Fuerza ni el reparto en usted, sino en las que usted tiene en la vida militar, ahora que ha sido trasbordado a la unidad élite de la Infantería de Marina, tendrá que plasmar todos sus conocimientos. Deberá ser generoso y comenzar una nueva etapa en su vida: entrenarse a cabalidad y ¿por qué no?, la de emplearse cuando la Patria así lo disponga. Nuevamente lo felicito, que nunca decaiga su mística, entienda a su gente, pero también sea duro cuando haya que serlo, especialmente, a la hora de entrenar. ¡Buen viento y buena mar Infante de Marina! Fueron las palabras de alguien que había pasado por todo aquello y para quien lo más importante, quizá lo único, era mantener vivos los valores intrínsecos del Infante de Marina, más allá de la misma logística, más allá de nosotros mismos y de nuestros intereses personales. 176