LA IGLESIA PARTICULAR RESPONSABLE DE LA MISIÓN 1. Misión Trinitaria de la Iglesia Espìritu Santo Padre Misión Espìritu Santo Hijo Misión Iglesia Jn 17,18 / Jn 20,21-23 / Lc 4,1-18 / RMi 1/ EN 26 Misión = actividad de la Iglesia = identidad de la Iglesia LA IGLESIA ¿Responsable de la Misión? = Fernando + María + Nicolás + P. Claudio + Hna. Silvia + Mons. Luis + ... - “entorno” (su pueblo) La Iglesia particular = responsable DP 363 - “más allá del entorno” (los no cristianos) 2. La Iglesia particular, expresión concreta de la Iglesia Universal “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá a ustedes. Y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra” (Hch 1,8) “Jerusalén” = aquí = nuestra comunidad de origen “en Judea y Samaría” = allí = nuestra patria “hasta los confines de la tierra” = allá = más allá de las fronteras 3. Dimensiones misioneras de la Iglesia particular 3/1. Dimensión personal A) BAUTISMO (Hch 2,37-39) - remisión de los pecados - efusión del Espíritu Santo B) AGREGACIÓN Y PERTENENCIA A LA IGLESIA C) PARTICIPACIÓN A LA SALVACIÓN Doble tarea y compromiso ulterior: 1Pe 2,4-5.9 3/2. Dimensión comunitaria INDIVIDUO (LG 17; AG 36) SACRAMENTOS IGLESIA Todo miembro de la Iglesia es misionero 3/3. Dimensión intercomunitaria (interexperiencia) PLENITUD Y MADUREZ ECLESIAL Como prerrequisito de Como consecuencia de APERTURA MISIONERA 4. La apertura Ad Gentes permite a la comunidad renovarse Cuando el Documento de Puebla habla de “formar una comunidad viva... que sea fermento en el mundo y de a la Evangelización vigor y extensión” (DP 364), orienta esta comunidad hacia las situaciones misioneras dentro de ella –situaciones permanentes, nuevas, y especialmente difíciles- y la impulsa a proyectarse más allá de sus propias fronteras (DP 365-368). Este movimiento misionero hace soplar un aire nuevo en las comunidades, las hace más universales, más maduras, les ofrece la gracia inmensa de la renovación. Son fuertes estas palabras de Ad Gentes: “La gracia de la renovación entre las comunidades –sobre todo diocesanas y parroquiales- no puede crecer si no expande cada una los campos de la caridad hasta los últimos confines de la tierra y no tiene, de los que están lejos, una preocupación semejante a la que siente por sus propios miembros. De esta manera, toda la comunidad ruega, coopera y actúa entre las gentes por medio de sus hijos que Dios exige para este altísimo servicio” (AG 37). Comunidad viva 5. La Iglesia particular, sujeto y objeto de la Misión La Iglesia particular se halla por su misma naturaleza escencialmente comprometida en la Misión. Por el término misión se entiende la acción pastoral, la nueva evangelización, pero sobre todo la misión ad gentes, hacia la cual apuntan todos los elementos constitutivos de la Iglesia particular (RMi 33 y 34). Donde falte el sentido misionero no se acepta la Palabra de Dios, no se realiza una Eucaristía vital, y la unión con el obispo no llega a su plenitud. “Cuanto más viva sea la Iglesia particular, tanto más hará visible la Iglesia universal y más fuerte será su movimiento misionero hacia otros pueblos” (DP 363). Este es el ejemplo que nos dan las primeras comunidades que consideraban la misión a los gentiles como un “fruto normal” de la vida cristiana (RMi 27;2;21;61). La Iglesia es una familia de iglesias locales en la que cada una debería estar abiertas a las necesidades de la otra y a la coparticipación de los bienes meteriales y espirituales. Todas las iglesias, las antiguas y las nuevas, están llamadas a recibir, toda son al mismo tiempo, sujeto y objeto de la misión. Desde esta comunión nace una responsabilidad común y la fuerza para ir a la misión ad gentes, muchas veces definida, y muy pocas veces realizada, como “primaria, escencial y nunca concluida”, “tarea primordial de la Iglesia” (RMi 31;34). 6. Pastoral y Pastoral Misionera Pastoral Pastor Cristo Ser discípulos Buen Pastor Hacer discípulos Evangelización Actividades Pastoral Misionera Recursos Organización Para realizar la Evangelización La Pastoral Misionera se realiza mediante cuatro servicios y medios que son entre sí complementarios (RMi 83): F O R M A C I Ó N M I S I O N (2) E R A COMUNIÓN MISIONERA (3) Pastoral Misionera (1) ANIMACIÓN MISIONERA C O O P E R (4) A C I Ó N M I S I O N E R A 7. Responsables y agentes de la Pastoral Misionera ¿Quiénes? El Obispo Los institutos misioneros y los misioneros Los Sacerdotes diocesanos Los Institutos de Vida Consagrada Los laicos 8 Análisis de la realidad Muchas comunidades cristianas arrastran todavía un grave fallo: en ellas la dimensión misionera no es una constante de su vida, sino que se reduce a situaciones meramente puntuales con motivo de las campañas misioneras. Por otra parte, las circunstancias que envuelven la acción pastoral, abocadas las comunidades a la solución de los problemas y necesidades concretas e inmediatas, provocan insensiblemente una tendencia a cerrarse sobre si mismas dejando de lado las perspectivas universales. Vivimos, además, en una época en que los términos misión y misionero todavía tienen un uso restrictivo, reduciéndose en sus horizontes a los limites geográficos y personales en que trata de actuar y caminar cada comunidad. Efecto consecuente de todo ello es la perdida de vitalidad, el anquilosamiento, la falta de ilusión que se detectan en el extremo abanico de las Iglesias particulares y, mas doloroso aún, la pérdida progresiva de su identidad como Iglesia de Jesucristo: ser Iglesia de Cristo, ser comunidad cristiana, es ser misionero. Las Iglesias particulares han de incluir la animación y la cooperación misionera como elemento primordial de su pastoral ordinaria en las parroquias, asociaciones y grupos. 9) Dimensión misionera de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica en la misión "ad gentes" La misión, en efecto , renueva la vida consagrada, así como la Iglesia local es dinamizada por la presencia de las personas consagradas. «Así como la fe se fortalece dándola, también la misión refuerza la vida consagrada, le infunde un renovado entusiasmo y nuevas motivaciones, y estimula su fidelidad. Por su parte, la actividad misionera ofrece amplios espacios para acoger las variadas formas de vida consagrada» (Vita Consecrata, 78). “Invito a los Institutos de consagración especial a comprometerse aún más en la misión ad gentes, convencido de que este celo misionero, les traerá vocaciones auténticas y será levadura verdadera renovación de las comunidades” (Juan Pablo II) «En la inagotable y multiforme riqueza del Espíritu se sitúan las vocaciones de los institutos de vida consagrada, cuyos miembros, dado que por su misma consagración se dedican al servicio de la Iglesia, están obligados a contribuir de modo especial a la tarea misional, según el modo propio del Instituto» (RMi 69). «El obispo debe respetar y promover los carismas, reconociendo la debida autonomía y favoreciendo la coordinación eclesial. Esta integración debe ser respetada también allí donde continúa la asignación. La comunión y la concertación apostólica deben ser promovidas en el diálogo mutuo para responder a las necesidades locales según el carisma de cada Instituto» (VC 48-49). El Papa, desde el inicio de la Exhortación post-sinodal, afirma: "En el Sínodo se ha afirmado en varias ocasiones que la vida consagrada no sólo ha desempeñado en el pasado un papel de ayuda y de apoyo a la Iglesia, sino que es un don precioso y necesario también para el presente y el futuro del Pueblo de Dios, porque pertenece íntimamente a su vida, a su santidad y a su misión» (VC 72). La Iglesia local debe favorecer la identidad y la variedad de los carismas. «La vida consagrada está en el corazón mismo del la Iglesia» (VC 3). Toda forma de vida consagrada tiene una dimensión misionera (cf. VC 72). Se inserta en la Iglesia particular, dando la propia contribución específica. En el umbral del tercer milenio, los Institutos de vida consagrada están llamados a dar nuevas respuestas y a encontrar nuevas actitudes de cara a los cambios del mundo en que vivimos, a las exigencias de las Iglesias locales y a las transformaciones que tienen lugar dentro de los Institutos de vida consagrada. P. Jairo Calderón Benavides, IMC Director Nacional de las O.M.P.