Pablo Latapí Nació en la Ciudad de México en el año de 1927. Es un investigador y formador de investigadores, fundador de varias instituciones, escritor infatigable, crítico independiente de la política educativa, que ha incursionado en el campo de la filosofía y la axiología; los problemas de la educación superior; la elaboración de planes institucionales, y la promoción de proyectos rurales de educación. Es una de las figuras más conocidas en el escenario educativo, no sólo en su patria, México, sino en toda América Latina. Cursó sus estudios de Humanidades y Filosofía en México y los EE.UU y realizó su Doctorado en Ciencias de la Educación en la Universidad de Hamburgo, Alemania. En 1963 fundó, y dirigió durante nueve años, el Centro de Estudios Educativos (CEE), institución privada pionera en el campo de la investigación educativa, que ha inspirado la creación de varias instituciones semejantes en otros países latinoamericanos. En 1971 fundó también, la entonces Revista del Centro de Estudios Educativos (actual Revista Latinoamericana de Estudios Educativos) que se ha publicado sin interrupción desde hace 23 años. Juntamente con otros colegas puso en marcha en 1975 las Reuniones de Información Educativa, instancia que promovió la comunicación y la formación de los investigadores de la educación en México. Su actividad se ha desarrollado generalmente desde la sociedad civil, el tema central de los escritos de Pablo Latapí ha sido la política educativa con ramificaciones hacia la distribución equitativa de las oportunidades escolares, los valores y la formación moral, la educación popular, el proceso de investigación educativa y su relación con la toma de decisiones, la enseñanza universitaria, la educación privada y la problemática de la educación organizada por la Iglesia, puesto que considera a la educación, más que una ciencia, un punto de encuentro entre muchas ciencias. Su preocupación fundamental ha sido la justicia y la contribución que a ella puede hacer la educación; pero también ha colaborado con el Gobierno de su país: fue Coordinador de Asesores del Secretario de Educación Pública (de 1978 a 1982), dirigió el Programa Nacional de Investigación Educativa del CONACYT (1977−1980) y fue Ministro en la Delegación Permanente de su país ante la UNESCO en París (1989−1991). Su trabajo académico ha estado acompañado de una constante actividad de periodismo editorial, primero en el periódico Excélsior y desde 1976 en el semanario Proceso. Además de un centenar de artículos en revistas especializadas, entre sus obras publicadas se encuentran las siguientes: Diagnóstico Educativo Nacional (1964); Educación Nacional y Opinión Pública (1965); Mitos y verdades de la educación mexicana (1973); Comentarios a la Reforma Educativa (1976); Política educativa y valores nacionales (1979); Análisis de un sexenio de la educación en México (1980); Temas de política educativa (1981); Lecturas sobre educación de adultos en América Latina (1984); Profesiones y sociedad 1 (1986, en colaboración); Educación y escuela: Lecturas básicas para investigadores de la educación (3vols., 1991−1992); El pensamiento educativo de Jaime Torres Bodet: Una antología (1993). Tras incursionar en el campo de la filosofía y la axiología y los problemas de la educación superior, recibió la distinción de Doctor Honoris Causa, por parte la de UNAM. Datos Curiosos de la Vida de Pablo Latapí Su esposa expresa que el platicar y estar cerca de personas sencillas, con poca educación o instrucción, le es muy fácil, pues siempre ha tenido una simpatía muy natural y muy cercana hacia la población indígena. Cuenta que a su esposo le costaba un poco más de trabajo conversar con los campesinos. Después, continúa, lo quisieron y reconocieron tanto que para él mismo también fue muy gratificante y una gran aportación a su propia experiencia. El doctor Latapí reconoce que esa experiencia lo marcó profundamente, porque eran modos de actuar, formas de concebir el tiempo y maneras de entender las ocupaciones, costumbres muy distintas a las suyas. Recuerda que un campesino, al verlo estudiar en su casa en Tequisquiapan, le dijo: "pues usted no trabaja, usted nada más piensa". Comprendió que el concepto de trabajo del indígena era estar con el azadón y la pala. Fue ese contraste de culturas lo que le enseñó muchas cosas. Sobre todo sintió una enorme satisfacción al contribuir para que un grupo de jóvenes terminaran su primaria, sobre todo gracias a la labor educativa de su esposa, en una comunidad muy pobre de 330 habitantes. Revive una anécdota: "Al terminar un curso de alfabetización, había entre los adultos una persona, un campesino de 72 años, don José. Cuando él cayó en la cuenta de que ya podía escribir, se soltó llorando porque decía entre sus lágrimas: ya soy persona. Escribir su nombre, era para él una experiencia muy profunda en toda su vida". La convivencia con las comunidades indígenas fue para él muy útil, pues aconsejaba a los funcionarios del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) para que alfabetizaran, primero que nada, por lo menos a un grupo de campesinos y a un grupo de adultos en las ciudades. El doctor Latapí sigue creyendo que si no se entiende la alfabetización por su significado; no se manejan los materiales en el contexto concreto; no se ven los condicionamientos culturales de un adulto que no sabe leer ni escribir, y no se entienden los bloqueos psicológicos, es imposible tomar decisiones sobre un asunto tan importante como la educación. 2