Contra viento y marea Tras 48 horas de suspenso generado por la propia Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), finalmente se conocieron los resultados electorales de los comicios municipales de Lima, realizados el domingo pasado. Como se supo desde un primer momento, todo indica que la vencedora es Susana Villarán, candidata de Fuerza Social. 31,164 votos, el 0.9% de diferencia, la distancian de su competidora Lourdes Flores de Unidad Nacional. Decimos todo indica porque el suspenso, y con él las esperanzas de Lourdes Flores, se prolongará un tiempo más, habida cuenta que en un hecho insólito, 8,384 actas fueron observadas. En otras palabras, de las más de 39,000 mesas electorales habilitadas, el conteo se ha detenido en poco más de 31,000, porque como nunca antes en nuestra historia electoral, el 21% de aquellas fue observado fundamentalmente por los funcionarios de ONPE (6,340 actas), argumentando ilegibilidad u otras observaciones. Esta decisión que retrasó el recuento de los votos y alimentó mutuas acusaciones entre los personeros de ambas listas, generó fundadas suspicacias y perplejidad en parte importante del electorado limeño que se sintió, por largas horas, a puertas de un fraude inminente. Esta sensación que fue el resultado inevitable de una campaña fuertemente teñida por los agravios y la satanización de la que fue objeto Villarán, especialmente durante la semana anterior a la votación, donde la mayoría de medios de comunicación devinieron en espacios de apoyo desembozado a la candidata de Unidad Nacional y en coro y voceros de las múltiples e inverosímiles acusaciones contra la virtual alcaldesa de Lima, se vio reforzada por el evidente respaldo dado por el alcalde de Lima y el Presidente de la República a la candidata derrotada, el mismo día de los comicios. La candidata de Fuerza Social, terminó imponiéndose contra viento y marea en las mesas escrutadas a partir del significativo respaldo electoral que logró entre los jóvenes limeños, así como en los sectores populares, aunque fuera denunciada simultáneamente por su militancia pasada en un partido de izquierda, –el mismo del que fue militante el asesor político de Flores, un dirigente de los más vociferantes– como por su origen social acomodado, como si esto fuera un delito. Es verdad que su agrupación no ganó en ningún municipio distrital, como también lo es que Unidad Nacional perdió la votación metropolitana en buen número de los distritos que obtuvo. Los resultados, aunque ajustados, no dejan lugar a dudas. Como en otros lugares del país, el electorado demostró estar harto de la satanización y la descalificación fácil del adversario que en nuestro país, adquirió carácter de fábula con el discurso del perro del hortelano. La virtual victoria de Susana Villarán, que ha desnudado el carácter intolerante y absolutamente antidemocrático de importantes sectores de nuestra sociedad y de la clase política, es la demostración de un cambio significativo en la «temperatura» de parte importante de la ciudadanía que entendió que no se trataba de optar entre un modelo económico y otro, entre la inversión privada y el estatismo, sino que se estaba eligiendo un equipo para gobernar y gestionar la ciudad y construir democráticamente su futuro con transparencia y con propuestas que deben incorporar a toda la población metropolitana. Sin embargo, la victoria es aún virtual porque los votos restantes, más de un millón de ellos, dependerán ahora de la decisión del Jurado Electoral Especial, designado por el Presidente de la Corte de Lima, el doctor César Vega, conocido por su cercanía al partido de gobierno, que no ha mostrado precisamente neutralidad a lo largo de la campaña. Los ciudadanos y ciudadanas de Lima, deberemos estar vigilantes y atentos al desempeño de los magistrados encargados de esta tarea porque el cumplimiento de la voluntad popular no está necesariamente garantizado. La importancia del triunfo de Villarán, que la convertiría en la primera alcaldesa elegida de nuestra ciudad, sin desconocer los indudables méritos que tiene, ni tampoco aquellos mostrados por Fuerza Social y las otras agrupaciones comprometidas en la campaña, no deben llevar a error. El éxito alcanzado no habría sido posible sin la movilización espontánea de miles de limeños y limeñas que ciertamente quieren un futuro mejor para ellos y su ciudad, un futuro sin corrupción, sin exclusión y con tolerancia. Eso es lo que no entendieron la señorita Flores y sus voceros, que despreciando la inteligencia y la información de la gente, pretendieron ganar la contienda aterrorizando al electorado. Lamentable final de una política que en el pasado se caracterizó por su inteligencia, pero también por su defensa de la democracia y su respeto a la diferencia. Los desafíos de la señora Villarán, de confirmarse su victoria y no ocurrir nada extraño, serán indudablemente grandes. En estas semanas ha mostrado su capacidad y su resistencia, que le serán indispensables para atender los variados y complejos problemas que aquejan a nuestra ciudad. Desde el lado de los electores, están advertidos de lo que puede esperarlos en el proceso electoral del próximo año. Una especie de «vale todo» para impedir cualquier opción que sea distinta a lo que hemos conocido los últimos años. Su ventaja es que están dispuestos a defender su voluntad, habiendo ya quedado demostrado que la satanización del adversario es el mejor camino al infierno. desco Opina / 6 de octubre de 2010 2