¿Cómo formar estudiantes comprometidos con la transformación de la sociedad a través de su participación en la cultura literaria? Para atender a esta inquietud durante el año escolar, desarrollé una estrategia que incluyó las siguientes dimensiones en el aula: coherencia, vínculo, motivación, creatividad, diversidad de caminos para llegar al conocimiento, pensamiento crítico y sentido. Y, también aproveché espacios abiertos por el colegio, para brindar experiencias que permitieran aprendizajes significativos tales como: What if, con los proyectos: Libro arte y Social coin; y, El día del idioma, con la inauguración de la Visual Thinking School- Kids en Bogotá. La coherencia tuvo lugar en el aula en la relación entre mi discurso y mis acciones. Específicamente se vio en la encarnación de los valores acordados en la constitución de aula: respeto, comunicación, trabajo en equipo, excelencia, inclusión, compromiso, solidaridad y trato amable. En el desarrollo de cada una de las clases, velé por ser ejemplo de estos valores, a partir de una serie de políticas personales tales como: utilizar siempre un volumen moderado y una voz cálida; propiciar el respeto, favoreciendo que se asuma la diferencia como una oportunidad de crecimiento; brindar un trato amable; y, estimular los esfuerzos realizados. La coherencia también estuvo vinculada a mis prácticas de lectura y escritura, pues un docente de lengua debe ser un ejemplo para sus estudiantes en estos ámbitos. De esta manera, compartí con mis estudiantes diversos textos que he escrito (poesía, cuento, ensayo, autobiografía) y aproveché cada espacio para socializar mi experiencia como lectora, hablando por ejemplo de mis libros favoritos y mi interpretación de los mismos. El vínculo, fue crucial en el aula, siendo el elemento facilitador para generar interacciones fluidas, que dieron grandes frutos en el plano personal y académico para todos los que participamos. El desarrollo del vínculo se gestó desde una preocupación genuina de mi parte por involucrar a todos los estudiantes con el espacio de la clase, esto se materializó en una atención individualizada que respondía a las necesidades y el estilo de cada uno de los estudiantes. También, este vínculo se fue fortaleciendo a través de la escucha activa a los estudiantes, cada vez que intervenían en clase o me buscaban para resolver una inquietud; siempre me preocupé por hacerles sentir lo importante que era para mí nuestra comunicación y por hacer ejercicios de parafraseo y retroalimentación. Así fue como se generó una relación afectuosa, en la que la confianza y el cariño, llevaron a que todos diéramos lo mejor de nosotros e hiciéramos siempre nuevos esfuerzos para seguir construyendo nuestro vínculo. La gratuidad, entendida como una acción que se da sin esperar nada a cambio, es decir, que no está enmarcada en un ámbito transaccional, fue fundamental para que se hiciera más sólido ese vínculo. De esta manera, a veces podía llegar con un dulce para mis estudiantes, sólo porque los había recordado o podía cantar el pedazo de una canción al final de la clase, porque ellos me lo solicitaban. Otro elemento del trabajo en el aula fue la motivación, que incluí como una estrategia porque sin ella no es posible lograr procesos de aprendizaje. Muchas de las actividades relacionadas con la lectura y la escritura, suelen estar obstaculizadas por una resistencia que se ha forjado en el estudiante desde años atrás. Así, es preciso que el docente, deconstruya y desvirtúe con el estudiante los prejuicios e imaginarios que ha construido alrededor de la lectura y la escritura; y, lo invite con entusiasmo a construir una nueva relación con la literatura y la escritura. Así, al darse esa motivación extrínseca, es más sencillo que se desarrolle la motivación intrínseca o voluntad. Una vez se cuente con la voluntad del estudiante se podrá garantizar un genuino proceso de aprendizaje. Así, para crear esa nueva relación con la lectura y la escritura, inicié el primer trimestre abordando las siguientes preguntas con los estudiantes: ¿Qué es la literatura? y ¿Qué es el lenguaje? ¿Qué lugar tienen en nuestras vidas la literatura y el lenguaje? Una vez acordamos una definición colectiva de la literatura y del lenguaje; y, nos hicimos conscientes de su lugar en nuestra vida y su poder transformador, continuamos con el desarrollo de un plan de unidad provisto de sentido. Un plan vivo, en el que partiendo de lo que yo había construido, se incluía la voz de los estudiantes quienes proponían, desde sus intereses, caminos para acercarnos a los contenidos y al desarrollo de las competencias de los procesos. Todo esto favoreció el involucramiento de los estudiantes en su ruta de aprendizaje. En consecuencia, la participación activa de los estudiantes llevó al desarrollo de su creatividad, manifiesta en diversidad de actividades y proyectos que permitieron el desarrollo de habilidades artísticas, procesos de diferenciación y ejercicios interdisciplinares. Algunos ejemplos de los proyectos desarrollados en los grados quinto y sexto, son los siguientes: digitales: Revista académica (compilación de texto argumentativo, noticia y entrevista), Libro álbum (cuento ilustrado sobre el Amazonas) y Recetario poético (investigación sobre diversas ciudades del territorio cundiboyacense, exploración de la gastronomía de este territorio y poemas, sobre los platos típicos incluidos en el libro). Y, proyectos manuales: Diario de viaje (recreación de la experiencia de una viaje a un ambiente natural), Londres: una ciudad de dulce (Maqueta de dulce de la sociedad londinense del siglo XIX, a partir de la lectura de Oliver Twist) y Bestiario-Herbario de Bogotá (libro ilustrado sobre los monstruos de la ciudad, por ejemplo: la pobreza, la indiferencia y la corrupción; y, plantas con propiedades curativas, para hacer frente a los monstruos nombrados en el bestiario), entre otros. La otra dimensión que contemplé fue la construcción de diversos caminos para llegar al conocimiento. Por ejemplo, una de mis propuestas fue El taller de creación poética, que consistió en ir desarrollando un mapa mental conformado por preguntas detonantes, que permitían al estudiante llegar a la construcción de un poema, a partir de sus experiencias sensoriales, sus recuerdos, sus vivencias y sus ideas con respecto a un tema en específico. Otro camino al conocimiento fue el uso de herramientas tecnológicas tales como: Smart board, Aula móvil, Prezi y Powtoon. A lo largo del año, en cada una de las actividades desarrolladas, también propendí por el desarrollo del pensamiento crítico en los estudiantes, para construir en ellos una visión contextualizada frente a la realidad, abordando con ellos reflexiones frente a la desigualdad social y sus consecuencias, el acceso a los recursos naturales, la contaminación mediática, el consumismo, las lógicas del mercado capitalista, la imagen de ser humano construida en diversas épocas y sociedades, la historia de Colombia, el papel de la política, las multinacionales y la nueva organización económica del mundo. Tratamos todos estos temas articulados a las lecturas, las películas, los escritos y, en general, los diversos trabajos desarrollados en clase. Todo esto con miras a generar en ellos una posición crítica informada, que les permita hacer transformaciones en la sociedad, desde este momento y en el futuro. Aparte de las reflexiones de la clase y los espacios de discusión, me serví de diversos cortos y canciones que pudieran conectar emocionalmente a los estudiantes con estos temas y los hicieran conscientes de su rol como constructores de la sociedad. La última dimensión en la que me enfoqué en mi estrategia fue devolver el sentido a la lectura, la escritura creativa y académica; la literatura; y, el arte en general, como medios expresivos poderosos para la transformación de nuestra sociedad. Esta idea fue transversal a todas las clases y tenía como objetivo lograr que los estudiantes reconocieran que la literatura necesita de ellos: de sus ideas, de su imaginación, de sus experiencias, de sus sueños, de su cotidianidad. Todo esto en coherencia con mi convicción de que la enseñanza de la Literatura, persigue la interacción con un estudiante activo, crítico, implicado en su proceso de aprendizaje y consciente de que la Literatura se alimenta de la vida y cobra sentido cuando se enriquece con su propia vida. Este estudiante reconoce, gracias al acompañamiento de su maestro, que la Literatura está incompleta; y, se completa y cobra vida cuando se relaciona con lectores y escritores que crean nuevas formas de interpretar o construir el mundo a través de lo simbólico y lo estético, manifiesto en la Literatura a través de las palabras. Así, todo conocimiento, se ve subordinado a la profunda e interminable búsqueda de sentidos por parte del ser humano en relación con el mundo que lo rodea. Ya que, en definitiva, aquel que quiera enseñar Literatura tiene que comprender que el gran valor de un libro es el ser humano que se tomó el tiempo de pensarlo, sentirlo y escribirlo; y, así mismo debe conectar a sus estudiantes para que se den a la experiencia de pensar, sentir e interpretar la Literatura. Así, destiné grandes esfuerzos para construir con los estudiantes la idea de una cultura lectora y escritora, de la que todos podíamos hacer parte. Y, estoy convencida de que lo logré, o mejor, lo logramos. Ya que puedo decir con orgullo que mis estudiantes consiguieron abandonar los prejuicios que tenían frente a la lectura, la escritura y la literatura, y construir una nueva relación con estas posibilidades de conocimiento. Además, soy testigo del proceso de evolución del pensamiento crítico de mis estudiantes, de sus capacidades argumentativas, de su voz en los textos académicos y creativos que escriben, en los que muchos de ellos incluyen problemáticas sociales o medioambientales y construyen además soluciones para hacer frente a estas condiciones. Los niveles de lectura aumentaron: conseguimos cumplir con la lectura y el análisis de todos los libros del plan lector. Y, tanto los estudiantes de quinto como los de sexto, lograron producir textos de alta calidad literaria. También, es importante resaltar que construimos un ambiente cálido y amigable, en el que hicimos acuerdos, velamos por el bienestar del otro; y, logramos como equipo los objetivos que nos propusimos. Puedo decir que este año escolar me enriqueció como docente a nivel personal y profesional, porque pude cultivar relaciones significativas y trascendentes con mis estudiantes, pude comunicarles mi pasión por la literatura y pude aprender con ellos importantes lecciones sobre la vida y la literatura. Además, cada una de las clases alimentó mi capacidad creativa y me llevó a proponer actividades cada vez más innovadoras y retos cada vez más interesantes para mis estudiantes. Soy una maestra convencida del poder transformador del arte y la literatura en específico, como herramienta para construir seres humanos sensibles, críticos y comprometidos con la sociedad. Considero que mi experiencia (que es nuestra) se puede socializar a través de la divulgación de este escrito o la elaboración de un registro visual de la experiencia narrada por mí, con testimonios de mis estudiantes; también, este registro visual podría ir acompañado de muestras de los proyectos desarrollados por los estudiantes.