Visitando a mi vieja amiga Alicia Viajar a Barcelona estas Navidades fue algo totalmente inesperado y el cúmulo de muchas circunstancias -cuya explicación no vendría aquí al caso ni tiene que ver con la PKU-. Normalmente nos llama la atención cuando el universo se conjura para fastidiarnos -o al menos a mí me pasa-, y nos cabreamos cuando el hecho de que cruzarnos co una persona, unido a un par de hechos incontrolados más termina fastidiándonos una mañana, haciendo que nos caigamos o cualquier cosa peor. Pero cuando es al contrario, y mil pequeñas casualidades se unen para alegrarnos el día, solemos pensar que es así por méritos propios o cuanto menos porque nos lo merecemos. Es un tipo de sesgo cognitivo que se estudia en Psicología pero que aquí no viene al caso explicar. Si alguien está interesado en el tema queda invitado a venir de oyente a mis clases de Psicología Social. Lo que pretendo decir aquí es que en todo momento fui muy consciente de que yo no hice nada en absoluto para tener que terminar pasando 4 preciosos días en Barcelona. Barcelona es una ciudad que no necesita excusas para visitar siempre que uno puede, así que me dejé llevar por la situación y me planteé disfrutar lo máximo posible. Lo primero que pensé fue visitar a conocidos y amigos -pues aunque no tengo muchos, algunos hay-. El problema es que los que viven allí se habían marchado a visitar otros lugares aprovechando las vacaciones. Igual que el pasaje del Principito en el que éste se encuentra con el guardavías y observa cómo unos quieren ir a un sitio y otros se afanan por marcharse de ese mismo lugar, sintiéndose extrañado de que las personas no tengan un lugar objetivo suficientemente bueno como para no querer quedarse de manera permanente (igual que él cuando era feliz con su rosa), así me encontré yo durante unos instantes, pensando lo curioso que era la situación de imaginar un lugar tan increíble como Barcelona y aprovechar las vacaciones para irse, al tiempo que yo salía de casa e imaginaba aquella ciudad como una oportunidad. Así que una vez más me puse el traje mental de turista venido de lejos y disfruté del bullicio de la gente, de las tiendas, el modernismo de sus edificios, etc. Pero una casualidad más me sonrió y pude tachar de mi larga lista de asuntos pendientes uno que llevaba años guardando ser cumplido: visitar la Fundación Alicia. Alicia y yo He colaborado con la Fundación Alicia prácticamente desde el comienzo de la andadura de mis proyectos sobre PKU. Coincidí con el Chef Marc Puig en una ponencia que di en unas Jornadas sobre PKU y OTM (cuando aún las distintas asociaciones de PKU de España contaban conmigo) en el Hospital General La Mancha Centro organizadas por la Asociación Castellano Leonesa de PKU y OTM (cuya página web, por cierto, hoy ha sido hackeada y tiene un mensaje de entrada diciendo que no tienen ninguna seguridad). Allí se inició una relación cordial de entendimiento y colaboración que permanece aún. Empezamos con el videojuego COCINA PKU y seguimos años más tarde con Save the PKU Planet. Marc Puig y Elena Roura -ambos de la Fundación Alicia– son unas personas maravillosas y disfruté una barbaridad cuando pude compartir con ellos en 2010 unos días en Copenhague para iniciar la preparación de las recetas que a la postre terminarían formando parte del videojuego Save the PKU Planet. Yo entonces tenía una beca de investigación y trabaja en el Centro Kennedy. Yo (otra vez) Desgraciadamente Elena Roura no estaba. Desgraciadamente para mí porque no pude verla, pero afortunadamente para ella porque estaba en un lugar precioso descansando. Pero eché de menos verla y saludarla. Elena es una persona con una sonrisa preciosa tanto visual como sonora. Marc sí estaba y fue tan amable de hacerme de anfitrión durante varias horas y enseñarme las instalaciones y alrededores, presentarme a la gente, prepararme un café e incluso tuvimos la oportunidad de mantener una conversación muy interesante acerca de esta web (www.pku.es) y el nuevo videojuego que estamos ya preparando: Save the PKU Planet, parte 2 (aún no tiene nombre oficial, así que si alguien tiene uno muy bueno que no lo dude y nos lo proponga). Marc, café en mano, sabe que es un buen cocinero hasta de espaldas La reunión fue muy inspiradora y motivante. Algún día, cuando tengamos el juego terminado, os recordaré este post, pues de aquí salieron ideas que terminarán cuajándose (mira que palabra más adecuada) en el videojuego. No os las cuento porque me gusta pensar que disfrutaréis con la sorpresa, pero os garantizo que no os decepcionará. Si conseguimos los fondos necesarios haremos algo nuevo y bueno para las personas con PKU, especialmente para los niños y adolescentes. Así quería yo mi cocina pero me faltaron metros cuadrados de casa… Una consecuencia inesperada de mi encuentro con Marc, fue que me recordó cómo hacer el huevo frito PKU con la técnica de la esferificación. No lo dudé y aprovechando que estaba en Barcelona compré todo lo que necesitaba y sorprendí a mi hija para la cena de fin de año con dos pseudohuevos fritos. Una idea maravillosa de la Fundación Alicia que mi hija disfrutó a la salud de Marc y Elena. Si bien en la web de la Fundación Alicia podéis encontrar cómo prepararlos, en el próximo post os contaré cómo lo hice yo. Huevos fritos PKU (muy logrados a mi humilde entender)