CAPà TULO 12 PEDAGOGà A AMBIENTAL Y EDUCACIà N SOCIAL La pedagogÃ−a ambiental puede ser definida como un tipo de pedagogÃ−a que se ocupa de las relaciones entre la educación y el medio ambiente. La mayorÃ−a de autores y autoras que cultivan alguno de los campos de la denominada pedagogÃ−a ambiental estarÃ−an probablemente de acuerdo en ubicar dicha disciplina entre las ciencias de la educación; inclusive alguno de ellos la ha llamado la «pedagogÃ−a de nuestro tiempo», casi sustituyendo pedagogÃ−a por pedagogÃ−a ambiental (Colom. 1988). En este sentido, ya pesar de que existen diferentes interpretaciones de lo que es y de lo que debe ser la pedagogÃ−a ambiental, se puede afirmar que la disciplina que nos ocupa tiene un notable interés para las personas que se dedican o piensan dedicarse ala educación social ya la pedagogÃ−a social. De modo que el carácter educativo-social de la pedagogÃ−a ambiental no vendrá definido tanto en términos de contenidos de la actuación de los agentes educativos y de su relación con los sujetos de educación (aunque es fundamental plantearse el papel del entorno de cada sujeto, individual y colectivamente), como por la relación entre lo que llamamos medio ambiente y el papel que deberá tener en él la especie humana -parte de este mismo medio ambiente-, en función de unos objetivos que van desde la supervivencia hasta la calidad de vida, y ahÃ− es donde a menudo se entrecruzan la pedagogÃ−a ambiental y la tarea educativo-social que se lleva acabo en otros ámbitos de la pedagogÃ−a social (marginación, pobreza, animación, promoción, desarrollo, etcétera). Muchas veces, el hecho de trabajar en educación social tomando en consideración la variable “medio ambiente” ya supone tener en cuenta más de uno de los aspectos mencionados. De manera que la pedagogÃ−a ambiental acaba ocupándose de los aspectos “transversales” y/o globalizantes de la educación social, y ello implica unos enfoques teóricos y unas caracterÃ−sticas metodológicas cuya elaboración desde la pedagogÃ−a está influenciada por el desarrollo de otras disciplinas, procedentes tanto de las ciencias ambientales como de las ciencias humanas y sociales. Es preciso, sin embargo, aclarar que el concepto de pedagogÃ−a ambiental no tiene una única dirección, hacia lo social, sino que se trata de una disciplina pedagógica que, como tal, abarca distintos universos educativos y ámbitos diferentes de actuación, desde el campo de la educación reglada en los sistemas educativos formales hasta los procesos informales de educación. Con lo cual los aspectos de educación social, en sentido estricto, de la pedagogÃ−a ambiental, es decir, aquellos que tienen que ver directamente con el trabajo de las educadoras y de los educadores sociales, deberán ser entendidos como parte de dicha disciplina. Sin embargo, ello no niega el carácter social intrÃ−nseco de toda clase de educación, puesto que la educación es en sÃ− misma, aunque no exclusivamente, social. 2. Aproximación al concepto de pedagogÃ−a ambiental. Por lo tanto, no será pedagogÃ−a ambiental todo conocimiento referido al medio ambiente y susceptible de estar relacionado con los momentos de desarrollo de un proceso educativo. Esto podrÃ−a considerarse educación ambiental, como acción educativa que existe independientemente de ser considerada objeto de estudio de la pedagogÃ−a ambiental, de la educación en relación al medio ambiente. Pero un saber que participa del debate medioambiental en términos propositivos y en un campo del quehacer cotidiano que enlaza y se interconecta indefectiblemente con la realidad ambiental global o planetaria; y ello a partir de su relación necesaria con la realidad humana existente y organizada social e institucionalmente en la producción dinámica de conocimiento para la práctica, y si la consideramos una ciencia, la pedagogÃ−a ambiental serÃ−a una ciencia de la educación «especializada, o una especialización dentro de lo que convenimos en llamar ciencia de la educación o pedagogÃ−a. Se trata de que la comunidad pedagógica asuma aspectos que anteriormente eran del dominio de otras disciplinas, y que no eran tratados desde la 1 pedagogÃ−a en la relación medio ambiente-educación. No obstante, conviene decir que, también respondiendo al proceso histórico interno de la pedagogÃ−a, por el cual ha transcurrido y transcurre la construcción de la pedagogÃ−a ambiental, está bastante claro que una temática como la educativo-ambiental, que era estudiada -y lo es todavÃ−a hoy- por la pedagogÃ−a general, la pedagogÃ−a diferencial, la didáctica o la teorÃ−a de la educación, entre otras, ha ido especificándose hasta el punto de que en estos momentos podemos hablar de una especialización en pedagogÃ−a ambiental, y ello en relación a un campo de trabajo pedagógico e interdisciplinar, a una acción educativa como, por ejemplo, la de la educación ambiental (Novo, 1985), y también en relación a una teorÃ−a, la teorÃ−a del medio educativo (Colom-Sureda, 1980; Puig, 1986): se trata de especificaciones propias de lo que globalmente denominamos pedagogÃ−a ambientalEs interesante resaltar el carácter interdisciplinar de la pedagogÃ−a ambiental, puesto que efectivamente toma en consideración teorÃ−as, conocimientos y métodos de otros saberes y los puede conectar, de forma peculiar, según sus problemas especÃ−ficos. Un tipo de educación como la educación ambiental, por ejemplo, puede ser abordada desde una perspectiva sistérnica, y este enfoque explicativo nos permite afrontar en la práctica problemas especÃ−ficos medioambientales, como calidad de vida o equidad, también desde la pedagogÃ−a ambiental, desde donde se enfocan dichos problemas y son analizados, interpretados, etc., de cara ala acción educativa. La pedagogÃ−a ambiental, como disciplina pedagógica, es, pues, una unidad básica, de producción, control, transmisión y uso del conocimiento. y el tipo de «educaciones» que ello propicia, entre ellas la educación social en sus diversos ámbitos y acepciones (educación de personas adultas, animación, gestión, desarrollo comunitario, educación especializada, etc.). En lo que respecta ala restricción y delimitación del ámbito de problemas que trata la pedagogÃ−a ambiental, tampoco hay una posición unÃ−voca y clara. A ello cabria añadir que, en realidad, la teorÃ−a y la práctica cotidiana sigue confundiendo la pedagogÃ−a ambiental con la educación ambiental. Esquemáticamente parece clara la distinción entre la disciplina y el objeto, pero resultarÃ−a del todo incompleto decir que el único objeto de la pedagogÃ−a ambiental es la educación ambiental (EA). Además de la delimitación que se ha hecho de esta última, sobre todo desde los organismos internacionales, definiéndola casi como una educación exclusivamente a favor del medio ambiente, entendida como una respuesta fundamentalmente ética, de promoción de valores, y planteada casi como «la solución» a la crisis ambiental, existen otros inconvenientes para identificar la educación ambiental como «el objeto de la pedagogÃ−a ambiental. Podemos hablar de un proceso de investigación, de construcción de conocimiento, de acción educativo-ambiental, en el que participa la pedagogÃ−a ambiental como una aportación más, lo cual no niega el valor de otras aportaciones realizadas, por ejemplo, desde la ecologÃ−a, la biologÃ−a, la economÃ−a, la sociologÃ−a o la fÃ−sica, por citar sólo algunas, y ello nos sitúa de lleno en el terreno de la educación ambiental. Por lo tanto, la pedagogÃ−a ambiental tendrá por objeto, entendido éste en sentido amplio, un tipo de educación que se sitúa de manera precisa y concreta en esta interacción. 2.1. Diversad de propuestas en la pedagogÃ−a ambiental El término diversidad es un término recurrente en los temas ambientales, asÃ− como en la configuración de los contenidos de la pedagogÃ−a ambiental y en la explicitación de su «identidad». La enunciación de algunas de ellas no supone el establecimiento de tipologÃ−as ni 1a voluntad de hacer taxonomÃ−as, sino más bien un intento de presentar algunas propuestas que más adelante sirvan para reflexionar sobre la relación entre la educación social, objeto de la pedagogÃ−a social, y la pedagogÃ−a ambiental. En este marco se inscriben las propuestas de interdisciplinaridad e incluso de transdisciplinaridad, algunas de ellas bajo la denominación de educación ambiental(Novo, 1988; Caride, 1991; Colom-Sureda, 2 1989), experiencias prácticas realizadas casi siempre en la educación superior. En este sentido la reflexión pedagógica contemporánea ha equiparado en no pocas ocasiones la expresión educación ambiental con la de ambiente educador. En general éste es un punto de coincidencia con la antes mencionada educación ambiental como educación a favor del medio, puesto que su importancia radica en el hecho de que este último está problematizado y hay que actuar para remediar situaciones en la relación medio-especie humana-educación. CabrÃ−a insistir de manera especial en las realizaciones de la controvertida educación no formal, que algunos autores llaman «no escolar» (Sureda-Colom, 1989), donde se encontrarÃ−an actividades como la interpretación ambiental (Sureda-Colom, 1989), programas comunitarios de educación ambiental (Sureda-Colom, 1989), la educación de las personas adultas en temas relacionados con el desarrollo, con la información-formación ambiental (Candedo, 1991), los programas de educación ambiental con distintos destinatarios, agrupados por edades, por actividades, por objetivos, por problemáticas, etc. 2.1.2. La pedagogÃ−a ambiental en relación con las finalidades y los objetivos educativos Si se considera la finalidad y los objetivos de la educación medioambiental en sentido amplio (Sureda-Colom, 1980, 1989), encontramos tres versiones de la idea de pedagogÃ−a ambiental y de la de educación ambiental como objeto central de ésta. 1. En una primera interpretación de esta lÃ−nea, la pedagogÃ−a ambiental es considerada como el estudio de1a llamada educación informal. Siguiendo la clasificación de Trilla (1985), entre otros, y abordada desde la teorÃ−a de la educación, con precedentes en el campo de la pedagogÃ−a(GarcÃ−a Hoz, 1960; GarcÃ−a Yagüe, Castillejo, 1976; Quintana, 1977), se habla de una visión clásica de la educación ambiental desde un discurso pedagógico. 2. En segundo lugar, se puede considerar la pedagogÃ−a ambiental como estudio de la educación a favor del medio. 3. La pedagogÃ−a ambiental como estudio de los condicionamientos ambientales sobre el individuo y los grupos humanos. Esta lÃ−nea de trabajo recogerÃ−a, por lo menos, aspectos de carácter psicológico, de estructura social (análisis sociológico del entorno, ecologÃ−a humana...) 4. Conviene clarificar lo que serÃ−a tarea propia de educadores y educadoras ambientales y diferenciarlo de la que realizan, como monitoras, algunas personas en espacios para la educación ambiental u otras propuestas educativas en relación al ambiente, a quienes han participado de proyectos de educación ambiental de diversos tipos (proyectos de EA a nivel municipal, comarcal, en espacios naturales protegidos, etc.); Todo ello está ya identificando cuáles son los «lugares» en los que la educación ambiental, en su carácter de educación social, se realiza mediante dos condiciones básicas: -la toma de conciencia y posicionamiento crÃ−tico sobre la realidad ambiental problematizada; -la participación y decisión a nivel cotidiano por parte de la población afectada por la problemática ambiental. 3. ¿Qué pedagogÃ−a ambiental para la educación social? En muchos de los aspectos tratados por la pedagogÃ−a ambiental y por la pedagogÃ−a social existe una coincidencia en lo que a su objeto se refiere: educación medioambiental con obligados referentes sociales, educación social con obligados referentes ambientales, de crisis ambiental y de conflictos sociales. Pero más que dirimir en qué franjas epistemológicas se encontrarÃ−a la pedagogÃ−a ambiental, como ámbito de la pedagogÃ−a social, o hasta dónde una de ellas está incluida en la otra (debate teórico de 3 por sÃ− interesantÃ−simo), es importante aquÃ− preguntar a qué tipo de pedagogÃ−a ambiental nos referimos cuando la situamos en el marco del trabajo de la educación social. En este sentido hallamos ya una coincidencia de objetivo entre las pedagogÃ−as ambiental y social. Pero siguiendo la clasificación que hace el autor, nos interesa resaltar los dos tipos de educación objeto de la pedagogÃ−a social: la educación de los ciudadanos y el tratamiento de los problemas sociales, entre las que se encuentra la educación ambiental, concretos existe una especificación de la acción humana en lo concerniente a esta realidad llamada medio ambiente; un tipo de relación a tener en cuenta y un tipo de enfoques de la relación especie humana-medio ambiente: el medio ambiente como objeto de trabajo en la educación social, y el medio ambiente como marco de referencia de la acción pedagógico-social. Efectivamente, en una primera apreciación estamos hablando de un objeto de trabajo pedagógico-social especÃ−fico: la educación ambiental, entendida como un objeto de trabajo en sÃ− mismo, como una acción respecto al medio y, más o menos, a favor de éste; un tipo de educación que trata de la educación de las personas para «saber estar» en el medio ambiente problematizado, actuando de maneras precisas (responsabilidad, sentido común, voluntad de análisis y comprensión de la complejidad, ambiental, posición crÃ−tica, etc.) Desde esta perspectiva, el propio concepto de educación ambiental, como objeto de las pedagogÃ−as ambiental y social, deberá ser revisado y ampliado a la luz de estos elementos, para que no se convierta en una educación consignarÃ−a ni una educación para la «tranquilización de conciencias» de los sectores y grupos sociales bienestantes. Una segunda apreciación sitúa el objeto pedagógico-social de la pedagogÃ−a ambiental, es decir, el tipo de educación medioambiental, en una educación social que tiene el medio-ambiente como referente en marcos locales, cercanos a los individuos y grupos educables, o en marcos globales más alejados. En este sentido, no se podrá entender la educación social sin atender a la configuración y problematización del ambiente. Las propuestas educativas de carácter social no pueden ignorar las interrelaciones, existentes y manifiestas en la vida cotidiana de las personas, entre el sistema social y la configuración ecológica del ambiente, entre el sistema productivo y transformador de recursos naturales (y la diversidad ambiental) y los elementos de regulación social y polÃ−tica de dicho sistema. Los planteamientos de desarrollo comunitario, de desarrollo local o de desarrollo sustentable pueden ser considerados, desde esta perspectiva, ejemplos de la necesidad de este referente ambiental en la educación social, puesto que son básicamente respuestas, a escala local o regional, a esta situación de crisis situada en el punto de encuentro entre lo ambiental y la social a nivel planetario. Si retornamos la idea de pedagogÃ−a social apuntada por Quintana ( 1986) en su sentido de tratamiento de los problemas sociales, podemos encontrar otras dos interpretaciones de las relaciones educación-medio ambiente, educación social-educación ambiental y pedagogÃ−a social-pedagogÃ−a ambiental. En una cuarta apreciación, se puede atender a los problemas sociales como objetos de estudio y de trabajo en sÃ− mismos, utilizando el medio ambiente como recurso de o para la educación social. Ello, como base de trabajo profesional con personas y grupos susceptibles de educación social. Y en este concepto de educación subyace la idea de que la crisis ambiental es de naturaleza fundamentalmente social, económica y polÃ−tica, y una visión de cuestionamiento radical de los modelos sociales y económicos dominantes. AhÃ− podemos preguntarnos cuál serÃ−a el papel de la pedagogÃ−a ambiental como disciplina, y cuál la lÃ−nea de trabajo ambiental en la educación social, asÃ− como el tipo de formación académica de carácter ambiental que deberÃ−a propiciarse para un ejercicio profesional en las direcciones apuntadas. En otras palabras, se trata de aquellas personas que sitúan en un terreno de “transversalidad” la temática de la crisis ambiental, de manera que ésta atraviesa toda su acción educativa, pues es evidente que, si se consideran las posibilidades de tener en cuenta lo ambiental en el discurso educativo social se han mencionado, la mejor manera de llevarlas a cabo es promocionando tipo de formación para quienes trabajarán en educación social que incluya doble vertiente: a) la formación para la educación ambiental 4 como educación social en sÃ− misma, o b) la educación social con atención a la crisis ambiental, como una caracterÃ−stica de la realidad de este fin de siglo. Se trata de una doble dirección y si bien en el caso de la educación ambiental, en el sentido tradicional del término, la transversalidad es un concepto asumido. Es corriente tratarlos problemas sociales por separado de los ambientales, y los ambientales sin contar con los sociales, en las actividades educativas no formales e informales. 5