Consejo de la Magistratura RESOLUCION N° 122/07 En Buenos Aires, a los 12 días del mes de abril del año dos mil siete, sesionando en la Sala de Plenario del Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la Nación “Dr. Lino E. Palacio”, con la Presidencia del Dr. Pablo Mosca, los señores consejeros presentes, y VISTO: El expediente 166/06 caratulado “Cortes Máximo c/ Titular del Juzgado Civil Nº 49 Dr. Osvaldo Onofre el Máximo Álvarez”, del que, RESULTA: I. La denuncia formulada por Sr. Cortes, contra el Dr. Osvaldo Onofre Álvarez, titular del Juzgado Nacional en lo Civil Nº 49, en relación con la actuación que le cupo en el expediente caratulado “Consorcio de Prop. Salta 1553/67 c/ Cortes Gustavo Andrés y otro s/ Ejecución de Expensas” (fs. 2/6 y 37). Indicó el denunciante que motivó su denuncia supuestas irregularidades acaecidas en el trámite de la causa. Sostuvo que el magistrado denunciado no habría suspendido el remate pese a haberse depositado en el proceso las sumas suficientes para ello, teniendo que depositar una suma muy superior a su entender, para poder lograr tal suspensión (fs. 5). Expresó que los depósitos fueron efectuados en una cuenta distinta a la del proceso y que al advertir esa situación irregular, solicitó en cuatro oportunidades oficios al Banco Nación para clarificar este hecho, lo que no habría sido proveído por el titular del Juzgado Civil Nº 49 (fs. 5 vta.). Asimismo refirió que, habiéndose enderezado la demanda contra el presentante y la Sra. Araceli Felisa Vigna de Cortes, solicitó el cambio de carátula de las actuaciones, lo que no habría sido resuelto, motivo por el 1 cual, habría solicitado la nulidad de todo lo actuado por el consorcio de propietarios por surgir claramente a su criterio la “maliciosa actuación” de la parte actora, así como las irregularidades del expediente (fs. 6). II. En función de las medidas preliminares se requirió al Juzgado Nacional en lo Civil Nº 49 copia de los expedientes aludidos por el denunciante. CONSIDERANDO: 1°) Que las facultades disciplinarias del Consejo de la Magistratura, al igual que antes las de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, se limitan a lo estrictamente administrativo; no puede inmiscuirse, directa o indirectamente, en la competencia jurisdiccional. En otros términos, las sanciones disciplinarias apuntan a que el Consejo de la Magistratura logre disciplina en el cumplimiento de reglas ordenatorias para la administración del universo de conflictos, no para la decisión de un conflicto determinado ni, consecuentemente, para imprimir una determinada línea a los actos procesales (Kemelmajer de Carlucci, Aída, “El Poder Judicial en la Reforma Constitucional”, página 49). Así, se ha entendido que existe responsabilidad administrativa cuando media inobservancia de los deberes inherentes a la calidad de magistrado, ejercicio impropio de las funciones judiciales, descuido voluntario, falta de asiduidad en el cumplimiento de esas funciones o actos que perjudiquen el “responsabilidad disciplinaria” son servicio público. administrativa” sinónimos y De modo que “responsabilidad (Marienhoff, “Tratado de Derecho Administrativo”, Tomo III, página 369, Abeledo Perrot, 1994). Sobre esas bases, el artículo 14 de la ley 24.937 y sus modificatorias, prevé expresamente los supuestos que constituyen faltas disciplinarias y que, por ello, dan lugar a la responsabilidad de esa índole de los Magistrados del Poder Judicial de la Nación. 2°) Que, en el caso, el denunciante cuestiona el proceder 2 del Dr. Osvaldo Onofre Álvarez, titular del Consejo de la Magistratura Juzgado Nacional en lo Civil Nº 49, en los autos caratulados “Consorcio de Prop. Salta 1553/67 c/ Cortes Gustavo Andrés y otro s/ Ejecución de Expensas” (Expte. 16.702/02) por considerar que existieron diversas irregularidades en el trámite del proceso, todas ellas, de carácter estrictamente jurisdiccional. 3°) Que, de la compulsa de ese expediente surge que se inició el 26 de marzo de 2002 como consecuencia de la presentación efectuada por el letrado apoderado del consorcio actor, promoviendo demanda ejecutiva por cobro de expensas comunes, contra el titular registral del inmueble, Sr. Gustavo Andrés Cortes. El 29 de octubre de 2002, el Sr. Máximo Cortes se presenta en el proceso invocando el carácter de propietario del inmueble de la calle Salta, oponiendo una excepción de pago parcial (fs. 55/56). A fs. 90, el juzgado resuelve no tener como parte en las actuaciones al Sr. Máximo Cortes, en virtud que el inmueble en cuestión se encontraba en cabeza de Gustavo Andrés Cortes, y así haber sido solicitado por el consorcio actor. Ante ello, el Sr. Máximo Cortes interpuso recurso de revocatoria con apelación en subsidio, que fue desestimado, en los términos del art. 242 del CPCCN. El 5 de febrero de 2003, se dictó sentencia de trance y remate, mandando llevar adelante la ejecución, hasta hacerse el acreedor íntegro pago del capital reclamado, intereses y costas del proceso (fs. 95). El subasta del 16 de septiembre inmueble de la de calle 2004, Salta se decretó 1553/67 y la la desinsaculación del martillero interviniente (fs. 159). El 24 de noviembre de 2004, se presentó en el proceso Araceli Felisa Vigna de Cortes, quien dijo ser madre del demandado Gustavo Andrés Cortes y que éste había fallecido en el año 1992, situación que, según sus dichos, era conocida por el consorcio. Acompañó a tal fin, el certificado de defunción correspondiente (fs. 164/166). El 16 de febrero de 2005 (fs. 170), obra la primera intervención del Dr. Onofre Álvarez en el proceso. 3 A fs. 174, se dispuso intimar a la Sra. Araceli Felisa Vigna y al Sr. Máximo Cortes a que denuncien los datos completos de los eventuales herederos, bajo apercibimiento de tener por enderezada la ejecución contra los mismos. A fs. 191 se tuvo por enderezada la demanda contra el Sr. Máximo Cortes y la Sra. Araceli Felisa Vigna de Cortes. Mediante presentación del 7/4/05 los ejecutados efectuaron un planteo de nulidad, ante el cual el magistrado denunciado, previo a resolver sobre la cuestión, dispuso la celebración de una audiencia en los términos del art. 36 del CPCCN, a los fines de acercar a las partes en sus posturas. En dicha audiencia, que tuvo resultado negativo, se fijo el tope de intereses anuales a un 24% en todo concepto, estando con ello de acuerdo las partes. A fs. 207 fue desestimado el planteo de nulidad introducido por los ejecutados. El 15 de septiembre de 2005 se aprobó la liquidación practicada por la parte actora, que ascendía a la suma de $13.303,94, siendo esto apelado por los ejecutados, rechazado dicho recurso en los términos del art. 560 del C.P.C.C. (fs. 212/213). El 20 de marzo de 2006, los ejecutados procedieron a depositar en el expediente la suma de $7.434, lo cual sumado a lo ya depositado, ascendía a la suma total de $9.054. Asimismo, se solicitó la suspensión del remate y el cambio de carátula del expediente (fs. 247). El ampliación concepto 29 de de la de marzo el ejecución capital, que consorcio por fue la suma consentido efectuó de una $2.010 por la en parte ejecutada (fs. 257). A fs. 282, el Dr. Onofre Álvarez, ante una nueva solicitud de suspensión del remate efectuada por el ejecutado, dispuso que a los efectos de la suspensión solicitada, debería abonar el importe de lo adeudado conforme lo que surgía del edicto publicado y estimación de gastos (honorarios, comisión referentes a la subasta). 4 del martillero y gastos Consejo de la Magistratura El 2 de mayo de 2006, los ejecutados procedieron a depositar la suma de $10.000, solicitando nuevamente la suspensión del remate, a lo que no se hizo lugar, toda vez que las sumas depositadas en el proceso resultaban insuficientes para cubrir el monto de la ejecución y los gastos de subasta (fs. 283/287). El 3 de mayo de 2006, los ejecutados efectuaron un nuevo depósito por la suma de $8.000 solicitando la suspensión del remate que sería realizado ese mismo día, accediendo el considerarse Tribunal prima a facie la solicitud que las efectuada, sumas por depositadas cubrirían los importes reclamados y los gastos del proceso. El 13 de junio de 2006 se dispuso libramiento de cheque a favor del consorcio por la suma de $13.303,94, correspondiente a la liquidación que se practicó oportunamente en el expediente y que se encontraba aprobada y firme (fs. 342). Ante ello, los ejecutados mediante presentación obrante a fs. 345/347, solicitaron la indisponibilidad de fondos y que se deje sin efecto el cheque ordenado, toda vez que según expusieron, los fondos depositados no se encontrarían acreditados en la cuenta de dichas actuaciones, sino que, por el contrario, pertenecería a otra cuenta judicial, en donde coincidentemente la parte actora resultaba ser el mismo consorcio ejecutante. Tal circunstancia fue aclarada por la parte actora, quien mediante la presentación de fs. 366/367, puso en evidencia el yerro en el que estaba incurriendo la demandada. El 16 de agosto de 2006, luego de diversos escritos presentados por la ejecutada y que merecieron un llamado de atención por parte del magistrado hacia la letrada firmante en virtud de los términos de los mismos, se rechazó el pedido de indisponibilidad de fondos, desestimándose asimismo diversas incidencias que pretendía introducir la parte demandada y que resultaban improcedentes atento el estado del proceso. Asimismo se rechazó el pedido de cambio de carátula efectuado por resultar improcedente (fs. 369). A fs. 421 se designó una nueva audiencia 5 conciliatoria dispuesta de oficio por el magistrado denunciado, en la que las partes no arribaron a acuerdo alguno. Actualmente queda pendiente de resolución un recurso de apelación interpuesto por los ejecutados, el cual fue concedido y sustanciado, restando la correspondiente elevación de la causa al Superior. 4°) Que, así las cosas se advierte la manifiesta improcedencia de la denuncia en cuestión habida cuenta que el Consejo de la Magistratura no constituye la vía adecuada para enmendar o corregir pronunciamientos o actuaciones que estima equivocados, o para responder a interrogantes que se formulan sobre situaciones acaecidas en la causa. Si bien resulta evidente la disconformidad del denunciante con el criterio sustentado por el magistrado en el proceso, hecho que, por ser una cuestión de carácter estrictamente jurisdiccional, escaparía al análisis de este cuerpo por no constituir ésta la vía idónea al efecto, corresponde efectuar algunas consideraciones al respecto. En tal sentido, respecto al cuestionamiento esgrimido por el denunciante respecto a que el Dr. Álvarez no habría suspendido el remate pese a haberse depositado en el proceso las sumas suficientes para ello, teniendo que depositar una suma muy superior a su entender, para poder lograr tal suspensión, cabe precisar que, tal como surge del cotejo del expediente, el magistrado interviniente accedió a la suspensión de la subasta una vez que las sumas depositadas alcanzaron prima facie para cubrir el monto ejecutado, los honorarios y los gastos de subasta y costas del proceso, lo cual sólo ocurrió con el último de los depósitos efectuados, oportunidad el saldo siendo insuficientes existente en la hasta cuenta dicha de la ejecución. Asimismo, tal como lo establece el art. 742 del Código Civil, el acreedor no se encontraba obligado a aceptar un pago parcial, ni a recibir solo el importe correspondiente a capital y no así a intereses (art. 744), como pretendía el ejecutado en el proceso. En lo referente a las manifestaciones del denunciante respecto de un supuesto error en los números de 6 Consejo de la Magistratura cuenta, sosteniendo que los depósitos por él efectuados obraban en una distinta a la del expediente, sólo corresponde precisar que tal circunstancia se debió a un error de interpretación del propio ejecutado al analizar las constancias aportadas por el Banco Nación, Sucursal Tribunales, no advirtiéndose por ende, irregularidad alguna. Finalmente, irregularidad en cometida lo por atinente el a la magistrado al supuesta no haber dispuesto el cambio de carátula, es dable poner de resalto que, tal como surge de la providencia simple obrante a fs. 369 del 16 de agosto de 2006, tal solicitud resultó desestimada por improcedente. Sin perjuicio de lo hasta aquí expuesto, resulta oportuno destacar que en el proceso referenciado precedentemente, obran numerosas presentaciones de la parte ejecutada, efectuando diversas manifestaciones y oposiciones al trámite normal de la causa, las que, una vez proveídas, resultaban recurridas con revocatorias y apelaciones en subsidio, dificultando seriamente el estudio y avance del proceso, debiendo el Dr. Osvaldo O. Álvarez en reiteradas oportunidades solicitar a dicha parte y a su letrada mantener el estilo y las formas al expresarse. 5°) Que, a mayor abundamiento, es dable poner de resalto que los jueces pueden equivocarse ya que en definitiva, se trata de una justicia humana. Pero para ello los Códigos Procesales establecen remedios. Por otra parte, tampoco hay que olvidar que en muchas ocasiones la ley es susceptible de diversas interpretaciones pero lo que aquí interesa destacar es que, en definitiva, cualquiera sea la interpretación, aún la menos aceptable para el común de la gente, ella no puede justificar la aplicación de una sanción pues resulta evidente que en el caso concreto lo que está en juego es la evidente disconformidad del denunciante con el desarrollo de la causa. En ese sentido sostiene Parry que “nuestra organización judiciaria, humana y previsora, reposa sobre la base del posible error judicial”, y a ello obedecen los recursos que consagra la ley contra las decisiones que se 7 estiman equivocadas por las partes (...); el error no puede incriminarse porque es independiente de la voluntad humana”, y por ello “la sociedad y la ley no podrán exigir un juez infalible” (“Facultades Disciplinarias del Poder Judicial”, Editorial Jurídica Argentina, Buenos Aires, 1939, página 337 y siguientes). Resulta oportuno recordar que la tarea de juzgar no se encuentra exenta de la posibilidad de error y negar esa hipótesis sería apartarse de la realidad. Con acierto se ha señalado que si cada juez se hallase sujeto al temor de responder equivocación, patrimonialmente sólo un mendigo por o la un más tonto mínima aceptaría desempeñar ese cargo (“Miller v. Hope”, House of. Lords, April I, 1824). La necesaria serenidad que debe presidir el proceso de juzgamiento se vería seriamente resentida si el magistrado o funcionario debiera temer por las represalias que, en forma de juicios de responsabilidad o de denuncias, pudieran adoptar quienes están disconformes con el fallo, aunque en él hubiese efectivos desaciertos. Así lo entendió desde antiguo la Suprema Corte de Estados Unidos de Norteamérica, al señalar con agudeza que: “es un principio general de fundamental importancia de toda administración de justicia que un funcionario judicial, cuando ejerce las facultades que le han sido conferidas, tenga libertad para actuar de acuerdo con sus propias convicciones, sin miedo a sufrir consecuencias personales. La responsabilidad que lo exponga a responder ante cada persona que pueda sentirse agraviada por una de sus acciones, resultaría incompatible con el ejercicio de su libertad, y destruiría la independencia sin la cual ningún poder judicial puede ser respetable o útil”. Dijo también que “(...) La desilusión provocada por una decisión adversa, frecuentemente da rienda suelta a imputaciones de este tipo y -dada la imperfección de la naturaleza humana- esto difícilmente constituya un caso excepcional” (“Bradley v. Fischer” 80 U.S. (13 Wall) 335-1871). Así, el delicado equilibrio que supone verificar la regularidad del desempeño de un magistrado frente a la 8 Consejo de la Magistratura innegable posibilidad de error en el ejercicio de su labor jurisdiccional exige actuar con máxima prudencia al valorar la proyección de tales desaciertos y la atribución de intencionalidad en su comisión. Se ha dicho que “Siempre puede denunciarse que existen motivos erróneos o corruptos, y si pudieran investigarse las motivaciones, los jueces estarían expuestos a demandas angustiantes, existan o no esas motivaciones” (“Bradley v.Fischer, cit supra). En suma, aún cuando resultaran erróneas algunas de las actuaciones conforme se menciona en la denuncia extremo que no se vislumbra en el caso en análisis-, ello no constituiría un obstáculo para desestimar la misma. 6°) Que, en consecuencia y en razón del análisis efectuado precedentemente, corresponde –con acuerdo a lo propuesto por la Comisión de Disciplina y Acusación (dictamen 30/07)- desestimar la presente denuncia. Por ello, SE RESUELVE: 1º) Desestimar la denuncia formulada contra el doctor Osvaldo Onofre Álvarez, titular del Juzgado Nacional en lo Civil Nº 49. 2º) Notificar al denunciante y al magistrado denunciado, y archivar las actuaciones. Regístrese y notifíquese. Firmado por ante mí, que doy fe. Fdo.: Pablo Mosca – Pablo G. Hirschmann (Secretario General). 9