El día de la batalla de Roncesvalles

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José María Lacarra
TRADUCCION:
«Los pálidos miembros son encerrados en este humilde sepulcro, pero el espíritu se dirige a los astros sublimes. Nacido
de cuna ilustre, salido de sangre de Francos, pronto fué destinado a todos los honores. Una barba ligera y brillante cubría
sus mejillas purpúreas. ¡Ay de mí! La hermosa juventud murió.
Aggiardo se llamaba como su padre y era el primero en la corte del rey. La muerte insaciable se sirvió del hierro para arrastrarle a las sombras, pero la luz perpetua lo elevó a los astros
celestes. Al tiempo en que Carlos pisaba las arenas de España,
murió para el mundo, pero vive por siempre para Dios. Llora
el Italiano y se aflige el Franco, la Aquitania y la Germania se
lamentan también. Pero tú, oh Vicente, mártir ilustre, ruega por
él al soberano Dios. En este sepulcro yace, pero solo en carne
sepultado, ya que tomó el camino luminoso y vive en la corte
divina. Y vosotros cristianos, que franqueáis las puertas del
templo sagrado, rogad de corazón al Hijo de Dios Padre. Decid todos: Oh Dios, por tu gran piedad, perdona los pecados
de tu siervo Aggiardo, que murió el día dieciocho de las kalendas de septiembre. Descanse en paz felizmente.»
J. M. L.
(1) Gastón París, art. en Romanía, II (1873), p. 146, Cf. la edic. de Dümmler, M G. H. Poeta Latini aev
Carolini, t. I. p. 109 y el art. del mismo en Zeitscrift fur Deutches Alterhum, N. F. IV, 2, págs. 279-280.
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