JESÚS CALMA LA TEMPESTAD "Un día subió Jesús con sus discípulos a una barca. Crucemos al otro lado del lago -les dijo. Así que partieron, y mientras navegaban, él se durmió. Entonces se desató una tormenta sobre el lago, de modo que la barca comenzó a inundarse y corrían gran peligro. Los discípulos fueron a despertarlo -¡Maestro, Maestro, nos vamos a ahogar! -gritaron. Él se levantó y reprendió al viento y a las olas; la tormenta se apaciguó y todo quedó tranquilo. -¿Dónde está la fe de ustedes? -les dijo a sus discípulos. Con temor y asombro ellos se decían unos a otros: "¿Quién es éste, que manda aun a los vientos y al agua, y le obedecen?" (Lucas 8: 22-25) Los problemas y preocupaciones en nuestra vida son pan de cada día. La enfermedad, la falta de dinero, el miedo, la muerte de un ser amado, la soledad... son tormentas que pueden desatarse en cualquier momento de nuestra vida… quizá ya hayas pasado por varias de estas tormentas. Al estar bajo la tempestad es difícil ver a Dios. Una de las primeras cosas que se nos vienen a la mente con respecto a Dios es la frase “Dios es amor”, pero en esos momentos parece que el Señor se durmió y se olvidó de nosotros… en esos momentos pareciera como si Cristo perdió el control de nuestra vida. Terribles momentos para los discípulos, ver a su maestro durmiendo mientras ellos luchaban por mantener la barca a flote, en realidad luchaban por mantenerse con vida. Marcos 4:38 nos aclara lo siguiente: “Jesús, mientras tanto, estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, así que los discípulos lo despertaron. -Maestro -gritaron-, ¿no te importa que nos ahoguemos?” El clamor de los discípulos es muy comprensible. Habían visto a Jesús realizar muchos milagros, pero cuando ellos estaban luchando contra la tormenta, vieron que Cristo dormía, como si nada le importara… con desesperación gritaron “¿no te importa que nos ahoguemos?”. Apreciado lector, una cosa debe quedarte muy claro al leer esto, Dios en su palabra jamás nos prometió que no íbamos a sufrir si elegíamos ser cristianos. Jesús jamás les prometió a sus discípulos que no iban a pasar necesidades si lo seguían a Él, todo lo contrario, les dijo que iban a sufrir por causa de su nombre. Si eres o no cristiano las penas y aflicciones de esta vida van a venir igual… la tormenta tarde o temprano se va a desatar, pero hay una diferencia para los que confían en Dios. Hay una esperanza para los que claman y gritan a Jesús “sálvanos, que nos vamos a ahogar” (Mateo 8:25) La palabra clave en todo este asunto es “fe”. Así es, la fe es la solución; ya que a través de la fe nos tomamos, nos afianzamos, en realidad nos aferramos a las promesas del Señor… ¿y qué provoca esto?... bueno, la verdad es que hay que vivirlo para saberlo, hay que experimentarlo para poder comprenderlo, pero Cristo es real y esta frase siempre será veraz: Dios es amor. Jesús les pregunta a sus discípulos “¿Dónde está la fe de ustedes?”. Cristo no los retó ni los increpó, sólo los hizo reflexionar con su escrutadora pregunta. Lo mismo debemos hacer nosotros. Dios es el mismo ayer, hoy y siempre. Creemos en el mismo Jesús que estuvo aquel momento en la barca con sus discípulos. Creemos que actualmente tiene el mismo poder para reprender al viento y a las olas; apaciguar la tormenta y que todo quede tranquilo en nuestra vida. Cristo te ama incondicionalmente, nunca dudes de eso. Clama hoy al Señor, grita si es necesario con todo tu corazón, pero sin arrogancia, sino abriéndole de par en par tu corazón a Dios… dile cómo te sientes y aférrate a sus promesas: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo” (Isaías 41:10 y 13)