Inti Raymi, venerando al dios Sol Redacción Travelview El 24 de junio es un día especial en muchos lugares del mundo. El solsticio de invierno marca una fecha clave en el calendario y la noche más corta del año se llena de rituales y misticismo. Pero si hay un lugar en que este día es especial es en la ciudad peruana de Cuzco, y más en concreto, en la fortaleza de Sacsayhuamán, ubicada en la zona norte de la ciudad, que se encuentra a nada menos que 3671 metros de altura sobre el nivel del mar. Que la celebración más importante de los incas se celebre en la fortaleza de Sacsayhuamán no es casualidad. Esta obra arquitectónica fue descrita por Grazilaso de la Vega como la “mayor y más soberbia obra que los incas mandaron construir para mostrar su poder y majestad”, un lugar “incomparable a cualquier otro del mundo”, como dijo el historiador inglés Clements Markham, y que nos puede dar una idea del esplendor que este lugar poseía siglos atrás. “ El Sapa Inca, en voz alta y en su lengua indígena, el quechua, promete obediencia, respeto y adoración al Dios Sol”. En este sagrado lugar es donde se conmemora la festividad más solemne y grandiosa del desaparecido Imperio Inca. Inti Raymi, que en quechua significa “fiesta del Sol”, era el más importante de los cuatro festivales que tenían lugar en Cuzco porque significaba el comienzco del año y estaba asociado con los orígenes de la propia etnia inca. Se festejaba durante quince días y en ella tenían lugar todo tipo de bailes tradicionales y sacrificios en honor al Inti, el Padre Sol. Y así sucedió hasta que llegaron los españoles y el virrey Francisco Álvarez de Toledo la prohibió por considerarla una ceremonia contraria a la fe católica y pagana. Sin embargo, los incas siguieron festejando a su dios Inti de manera clandestina y gracias a ello, esta tradición fue pasando de generación en generación, y este ritual tan especial ha llegado a nuestros días. Hoy esta festividad es todo un reclamo turístico para la ciudad de Cuzco y congrega año tras año a miles de visitantes. No es de extrañar, por tanto, que el Inti Raymi sea el segundo festival más grande de América Latina tras el Carnaval de Río de Janerio. Durante esos quince días de celebraciones hay conciertos y exposiciones por toda la ciudad, pero sin duda, el ritual más especial se celebra en el complejo arqueológico de Sacsayhuamán, que también recibe el nombre de “la Casa del Sol”, y congrega a más de 200 mil personas a la vez que quieren ser testigos de una ceremonia en la que participan 500 personas y que tiene su momento cumbre cuando hace acto de presencia el Sapa Inca en un trono, antiguamente elaborado con oro y plata, y que en voz alta y en su lengua indígena, el quechua, honra las bendiciones del sol y promete obediencia, respeto y adoración al Dios. Tras esta iniciación, la procesión de todas las personas que forman parte del ritual se mueve por toda la fortaleza. “ La ceremonia se celebra en la fortaleza Sacsayhuamán, un lugar construído para mostrar el poder y la majestad del Imperio Inca”. Además de oraciones, también hay sacrificios animales en honor a Inti. Voces y gritos, música y silencio se alternan durante este ritual. La emoción está a flor de piel y los miles de visitantes quedan maravillados con la espectacularidad que confiere el lugar y la fe de los protagonistas de la ceremonia. El punto final al Inti Raymi en tiempos del Imperio Inca lo ponía la multitud, que aguardaba, descalza y en cuclillas, que apareciera el primer rayo de Sol.