La nobleza andaluza de origen flamenco. Los Colarte

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TOMO
Lxxi
Noviembre, 1917.
CUADERNO V.
BOLETÍN
DE
LA
REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
INFORMES
i
LA NOBLEZA ANDALUZA DE ORIGEN FLAMENCO
L o s Colarte.
por D. Miguel Lasso de la Vega y López de Tejada.
El resurgimiento que en estos últimos tiempos van adquiriendo los estudios genealógicos serios, depurados y cimentados en
documentación original y auténtica, dejando de lado fábulas y
consejas, absurdas y risibles, despreciando ridiculas patrañas que
sólo servían para halagar insanas vanidades y necias fantasías de
gentes advenedizas y engreídas, este florecimiento indicado y
felizmente proseguido por lucida falange de jóvenes escritores
entusiastas por tal linaje de estudios, que es, en suma, el estudio
de los linajes que integran nuestra nacionalidad, constituye una
valiosa aportación para la ciencia histórica y para la incompleta
y deficiente biografía patria, á cuya nutrición contribuyen por
modo eficaz, ahondando en la investigación familiar, de cuyos
archivos salen á la publicidad personajes, figuras, cargos, hechos,
noticias y documentos, á las veces ignorados, que esclarecen,
irradiando viva luz, puntos y sucesos desconocidos en ocasiones
y controvertidos en otras.
Prestan, pues, innegable y meritísimo servicio todos cuantos,
amantes de los respetos y prestigios de sus Casas y ascendientes, beben en las puras fuentes de la tradición ancestral y escudriTOMO LXXI
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BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
/
ñan en los legajos privados ó domésticos, guardadores á menudo
de inapreciable tesoro de papeles y documentos, que son contribución, no ya útil, sino necesaria; diré más: indispensable para
el conocimiento y depuración crítica de la historia, cuyo vasto
campo de acción ha menester de múltiples y variados cultivos,
entre los cuales ocupa la Genealogía lugar señalado y preferente.
Y no son sólo las familias, linajes é individuos de cepa y raíz
puramente española, de origen y cuna netamente castellana, los
que constituyen la finalidad y el móvil de los trabajos investigate
vos llevados á cabo por esta culta y brillante juventud, sino que
extienden, como es natural, la esfera de sus eruditas lucubraciones y discursos á las familias extranjeras que, por cualquier causa,
se naturalizaron en nuestro reinos, formando asiento y solar, enlazándose con damas españolas, desempeñando cargos ó empleos públicos, civiles ó militares, mereciendo y alcanzando honores y distinciones, cuando no hábitos de las Ordenes y títulos
de Castilla, considerándoseles, por tanto, en ley y en derecho,
como hijos de nuestro propio suelo.
Así, las prensas de Valencia daban á la estampa^un opúsculo
curioso, debido á D. José Carruana y Reig, titulado Los Malteses
en Valencia, notas heraldogenealógicas cuyas páginas atestiguan
precisamente lo que acabo de exponer y consignar.
Pocos años ha dio en letras de molde nuestro Correspondiente
en Bélgica, M. Fernand Donnet, importante y prolija relación
histórica documentada de Les Anversois aux Canaries> donde
enumera las familias originarias de Amberes que, por trato mery.
cantil y razón de comercio con las Islas Afortunadas, en ellas se
establecieron y afincaron, constituyendo hogares y sucesión que
ha llegado á nuestros días conservando sus nombres .típica y
genuinamente flamencos, que han adquirido secular carta de naturaleza entre nosotros.
Esta razón suprema del negocio, la comunicación marítima y
mercantil que ya se inicia con vigor en el siglo xin en nuestros
puertos del litoral del Norte, y á poco se intensifica y adquiere
desarrollo extraordinario con Inglaterra, con Francia (Nantes,
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principalmente por razones especiales) y con Flandes, en donde,
por la continuidad del roce de su navegación, hubo de constituirse en Brujas, en el siglo xv, la famosa Casa de Vizcaya, Prœto?Humr Canlabriçîim, donde los negociantes de Bilbao gozaban de
grandes privilegios y jurisdicción, ejerciendo funciones consulares; estos navieros y mercaderes españoles y flamencos ventes y
vinientes fueron, á mi entender, la razón más poderosa y determinante del asiento entre nosotros de ricos y ahidalgados armadores y traficantes que, en repetidos casos, no retornaban á su
país por haberse definitivamente establecido aquí, en el nuestro,
sometiéndose, los que en situación estaban de hacerlo, á las severas prescripciones del régimen foral vascongado. Practicábansele al efecto, en los lugares mismos de su nacimiento, detenidas
y costosas informaciones de su nobleza, que les era exigida para
la obtención y goce de los honores y puestos preeminentes del
Señorío; requisito y condición indispensables sin los cuales no
podían ser elevados á cargos tan apetecidos y de importancia
tan notoria cuales fueron los de Prior y Cónsules de la ilustre
Casa de Contratación de la Villa de Bilbao, en cuyas nóminas y
listas, publicadas por nuestro Correspondiente Sr. Guiard, aparecen simultáneamente estos descendientes de extranjeros de
bien probada hidalguía y nobleza, con los más rancios mayorazgos del país, al igual que con los caballeros de las Ordenes militares. Estos abultados expedientes de nobleza conservados se
hallan en los archivos de Guernica, cuyo índice fué dado á co1
nocer por otro docto y celosísimo Correspondiente de esta Academia, D. Juan Carlos de Guerra (i). En estas nóminas citadas
no es difícil encontrar apellidos que de Flandes vinieron á Vizcaya; alguno me toca muy de cerca, puesto que, extinguido ya
en línea recta de varón, le ostento yo por línea de hembra: me
refiero al apellido Goossens, de Amberes llegado á fines del siglo xvii, y que ha dado á nuestra patria generales de mar y tie-
(i) índice de las Genealogías y pruebas que se cus ¿odian en el Archivo
general de la Casa de Juntas de Guernica, por D. Juan Carlos de Guerra.
San Sebastián. Imprenta de Baroja, 1903.
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BOLETÍN DE LA REAL- ACADEMIA DE LA HISTORIA
rra, artilleros y marinos, consejeros de Hacienda y de Indias,
alcaldes á Bilbao, diputados ferales al Señorío y hombres ilustres
beneméritos de aquel noble solar vasco.
Nuestra dominación en los Países Bajos pudo haber traído á
tierra hispana tal cual linaje de allí provinente; mas yo tengo
por cierto que el intercambio mercantil pudo más que la razón
militar; Mercurio superó á Marte con ventaja positiva del bienestar general, para cuya prosperidad y engrandecimiento es factor indispensable el desarrollo intensivo y extensivo de las relaciones comerciales. De poco han servido nunca las guerras de
conquista si no han ido acompañadas, como séquito inherente,
del afianzamiento y libertad en las transacciones del comercio y
de la industria. Por motivo tan capital y poderoso, no sé si atreverme á llamarle suprema ratio, presenciamos en el día con pesadumbre inmensa y con dolor infinito la presente hecatombe
mundial, oprobio de la civilización y la cultura modernas.
Asiste razón sobrada al Sr. Lasso de la Vega cuando, al ocuparse en su bien escrito trabajo de Pedro Colarte, primero que
españolizó su apellido al establecerse en Cádiz, adonde labró
luego las casas principales de su familia en la Puerta de Sevilla,
y envió cargazones á Indias dando dinero á riesgo de galeones
y flotas, recuerda que «esto mesmo es lo que en esta ciudad y
en la de Sevilla hacen comúnmente todos los caballeros que tienen caudal para ello, sin que se tenga por desdoro»; es decir,
«que la nobleza andaluza, compuesta en gran parte de flamencos
é italianos, alcanzó el grado de prosperidad que á fines del
siglo xvn se advierte en ella, por el ejercicio del comercio^ como
las condiciones geográficas de la región lo estaban exigiendo; y
si hubiera erigido en norma de conducta los prejuicios que acerca del comercio tenía la nobleza castellana de tierra adentro, los
advenedizos que, atraídos por las riquezas de las Indias, arribaran á Sevilla y Cádiz, se hubieran hecho dueños del país, mientras los hidalgos de casa y solar conocido padecían estrecheces
y miserias en la desmedrada casa y el desmantelado solar. El
Consejo de las Ordenes militares, único y supremo organismo
en materia nobiliaria en todos los tiempos, no impidió jamás á
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los nobles mercaderes de Andalucía vestir los hábitos de las
Ordenes, y las agrupaciones nobiliarias locales —Maestranzas de
Sevilla, Ronda, Granada y Valencia— contaron entre sus miembros á nobles que ejercieron el comercio, ó lo habían ejercido sus
padres ó abuelos; demostrando con su historia que la Nobleza
no ha desdeñado el trabajo que dignifica, sígnelo fuente de prosperidad y bienestar. ¡ Lástima que la tradición nobiliaria haya
sido olvidada en.estos tiempos por quienes tenían el deber de
conservarla, erigiendo en principios circunstancias personales
respetabilísimas, pero que no llevan consigo la nobleza; y en
cambio la aquilatada en ejecutorias y desempeño de cargos nobilísimos ha sido mirada con prevención, y en muchos casos rechazada, por haber un ascendiente ejercido el comercio!»
Esta jurisprudencia sensata y racional que nos dice el señor
Lasso adoptó el Consejo de Ordenes, conforme al recto sentir
dimanado del Informe de D. Ventura de Acuña y el licenciado
Salguero en las probanzas de D. Pedro Colarte en el año 1663, regía ya como dogma sancionado con mucha anterioridad, en 1621,
cuando el proceso incoado en San Sebastián para imponer el hábito de Calatrava al almirante guipuzcoano.D. Antonio Alliri (i).
Combatiólo tenazmente el fiscal de aquel Consejo so color que
el almirante cargaba navios para el tráfico con Indias. Conmovido
el Rey Don Felipe IV por la sentida protesta del viejo soldado
Alliri, en lo que tocaba al lustre y decoro de su persona y familia,
ordenó que se viese bien este -asunto en el Consejo, y este Consejo
pleno, con su presidente el Marqués de Caracena, lo aprobó en
cuanto á las calidades de nobleza y limpieza, sometiendo á más
señores el estudio de lo que debía entenderse por'mercader', punto
sometido hasta entonces al arbitrio mudable de los jueces y atento á «los daños que causaría el gravar con esto á la nobleza de
España, en particular en las partes marítimas, no estándolo ninguna otra nación, y siendo ésta donde más falta hay de comercio».
(1) . El almirante I). Antonio de Alliri en la Orden de Calatrava, p o r
el Marqués d e Laurencia: BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA;
Abril, 1906.
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BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
Reunidos los graves y sesudos varones que le constituían
bajo la dirección del presidente de Castilla, D. Alonso de Cabrera, oyeron el dictamen luminoso del insigne letrado y caballero
D. Jerónimo de Medinilla, á quien se había dado traslado deL
memorial del almirante, y «lo he examinado, dice, con atención.
y cuidado por la gravedad de las materias y consideraciones de
estado que en él se tocan, que por su importancia conviene la
sepan los ministros para el acierto y servicio de Vuestra Majestad; porque siendo cierta la relación de D. Antonio de Alliri, es
demasiado escrúpulo reparar en la ocupación y ejercicio de su
abuelo (cuando se probara llanamente lo que le imputan), redundando en tan gran bien y utilidad del Reino que los vasallos
traten y se vuelvan industriosos, con lo cual crece el comercio
y se enriquecen las provincias, hallándose en ellas con quién hacer asientos y cambios, quedándose el dinero por este medio
dentro de casa, y no se desustanciará el Reino con tantas sacas
como se hacen de él; y no sé por qué haya de ser éste más privilegio de extranjeros que de naturales, pues á los genoveses no
les es estorbo para las calificaciones de hábitos y honores este
género de ocupación; demás de que los Establecimientos prohiben sólo los oficios viles y bajos, como lo son los entretenimientos de peso, vara y tienda pública»;
Y con este alto sentido y práctico criterio de sus consejeros
coincidió á todas luces el del Rey Felipe IV cuando encomendó
el negocio á su embajador en Roma; y el del propio Soberano
Pontífice, que lo era á la sazón Gregorio X V , quien resolvió para
siempre y lo estableció corrió ley para lo futuro, á tenor de lo
que deseaban para evitar enojosas interpretaciones los señores
del Consejo de las Ordenes, á quienes se apresuró á comunicar
el Monarca lo resuelto y acordado por la Santa Sede en Septiembre de aquel año 1622; bula Pontificia que muchos por lo
visto han olvidado, si es que alguna vez la han conocido, y que
existe en el Archivo de las Ordenes; la cual, debidamente cotejada, es idéntica en un todo á la inserta en los Bularios de Calatrava (pág. 562) y de Santiago (pág. 57°)> donde puede compulsarse.
A ese fuero privilegiado de que gozaban en España los geno-
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veses, dedicó la autoridad reconocida y nada sospechosa de nuestro ilustre finado compañero, Fernández de Bethéncourt, las
siguientes expresivas frases: «Aunque parezca mentira todavía
existe quien crea, ó quien finja creer, que lo que se llamaba el
alto comercio, los grandes negocios por tierra y por mar, daban
motivo á la derogación de la nobleza cuando eran nuestros puertos, Bilbao, Cádiz, Barcelona y Sevilla misma, emporios comerciales que atraían constantemente á segundones de familias ilustres extranjeras.—belgas, inglesas, francesas, italianas— que
buscaban honrosamente en ellos la fortuna de que su nacimiento
les había privado en el propio país. Las grandes Repúblicas de
Italia, eminentemente aristocráticas, daban el ejemplo á todo el
orbe. Sus famosísimos patriciados, rivales de la realeza, veneros
inagotables de estadistas y gobernantes, de guerreros y diplomáticos, hacían el alto comercio en Genova y en Venecia, sin
que por eso sus individuos dejasen de ser considerados entre los
mayores señores de toda Europa. Ahí está, para no dejarme
mentir, el hermoso libro de nuestro sabio compañero Rodríguez
Villa sobre el grande Ambrosio Spínola, cuya dilatada raza ni
por vieja, ni por ilustre, ni por poderosa, ni por brillantemente
emparentada, dejó jamás el comercio, aunque lloviesen sobre
ella grandezas y títulos, principados italianos y marquesados españoles, hábitos y Toisones, en la forma que nos refiere la Historia, y de que yo me ocuparé en la obra que estoy escribiendo,
poniendo los puntos sobre las ies, enterando á las gentes de lo
que se empeñan en no saber.»
Hora es ya de terminar esta larga divagación, no perdida tal
vez como documento histórico, á la que me invitaba con simpa,
tica atracción la índole de las acertadas disquisiciones aducidas
por el Sr. Lasso de la Vega en su interesante opúsculo.
Ofrécenos en él un relato completo y circunstanciado de esta
familia españolizada de los Colarte, proviniente y oriunda de
Dunkerque, que nos perteneció cuando nuestra dominación en
los Países Bajos, y que, por su situación privilegiada, era el
puerto militar de Flandes. Allí de antiguo aparece esta vieja raza
de marinos que dio á Dunkerque muy ilustres y afamados Ca-
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BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
pitanes, antecesores del fundador de la Casa que se estableció en
España, tales como Eloi Colaert, quien mandando el navio --Fortuna, formó parte de la Armada Invencible; Jacobo Colaert,- que
se hizo célebre por el combate que sostuvo en 1600 contra los
holandeses; el Almirante Jaime Colaert, Caballero de Santiago,
muerto en España en IÓ37, habiendo tomado durante sus treinta y seis años de servicios militares ciento nueve barcos mercantes, veintisiete de guerra y quinientas piezas de artillería, y
recibiendo, durante su carrera, diez y siete heridas graves; el Almirante Rolando Colaert y otros bravos marinos que honran su
nombre dignificando el de Pedro Colarte en Cádiz, establecido y
allí casado en 1649 con doña María de Lila, noble dama de linaje oriundo también de Flandes, de cuya familia ha publicado
asimismo el Sr. Lasso detallada historia genealógica.
De esta unión y de este enlace salieron las dos ramas de los
Colarte españoles, cuya dilatada sucesión nos da á conocer minuciosamente, enumerando los varones notables que brillaron en
nuestra Armada, dieron á Cádiz Regidores perpetuos, vistieron
con profusión las veneras de nuestras milicias, ostentaron las
insignias de maestrantes de Sevilla, fundaron pingües mayorazgos, contrajeron alianzas con las primeras y más calificadas casas
de la nobleza andaluza y vieron- premiados sus dilatados servicios y grandes merecimientos con título de Marqués del Pedroso
que, en 1690, otorgó la Majestad del Rey Carlos II sobre los
Estados y dominios del Pedroso, que D. Pedro Colarte había
comprado con la cuantiosa fortuna que supo labrar en su comercio de Indias, favoreciendo con él.la prosperidad de Cádiz al par
de la suya propia.
La difusión de esta dilatada familia, una de las principies de
Cádiz, es objeto de la descripción históricogenealógica que á la
Academia ofrece en su libro el Sr. Lasso ele la Vega, cual aportación de innegable valor para estos útilísimos estudios que, seguramente merecerán de vuestra parte, yo así lo creo señores
Académicos, grata acogida y merecido aplauso.
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Madrid, 12 de Octubre de 1917.
E L MARQUÉS DE LAURENCÍN.
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