Sátira segunda. Sobre la mala educación de la nobleza (1787) ¿Ves, Arnesto, aquel majo en siete varas Fue antaño allá por ver unos novillos de pardomonte envuelto, con patillas junto con Pacotrigo y la Caramba. de tres pulgadas afeado el rostro, Por señas, que volvió ya con estrellas, magro, pálido y sucio, que al arrimo beodo por demás, y durmió al raso. de la esquina de enfrente nos acecha Examínale. ¡Oh idiota!, nada sabe. con aire sesgo y baladí? Pues ése, Trópicos, era, geografía, historia ése es un nono nieto del Rey Chico. son para el pobre exóticos vocablos. […] […] Mas no creas Ve aquí sus timbres; pero sigue, sube, su memoria vacía. Oye, y dirate entra, y verás colgado en la antesala de Cándido y Marchante la progenie; el árbol gentilicio, ahumado y roto quién de Romero o Costillares saca en partes mil; empero de sus ramas, la muleta mejor, y quién más limpio cual suele el fruto en la pomposa higuera, hiere en la cruz al bruto jarameño. sombreros penden, mitras y bastones. Harate de Guerrero y la Catuja En procesión aquí y allí caminan larga memoria, y de la malograda en sendos cuadros los ilustres deudos, de la divina Lavenant, que ahora por hábil brocha al vivo retratados. anda en campos de luz paciendo estrellas, […] la sal, el garabato, el aire, el chiste, Tal es, tan rancia y tan sin par su alcurnia, la fama y los ilustres contratiempos que aunque embozado y en castaña el pelo, recordará con lágrimas. Prosigue, nada les debe a Ponces ni Guzmanes. si esto no basta, y te dirá qué año, No los aprecia, tiénese en más que ellos, qué ingenio, qué ocasión dio a los chorizos y vive así. Sus dedos y sus labios, eterno nombre, y cuántas cuchilladas, del humo del cigarro encallecidos, dadas de día en día, tan pujantes índice son de su crianza. Nunca sobre el triste polaco los mantiene. pasó del B-A ba. Nunca sus viajes Ve aquí su ocupación; ésta es su ciencia. más allá de Getafe se extendieron. No la debió ni al dómine, ni al tonto 1 de su ayo mosén Marc, sólo ajustado la clase ilustre, una alta descendencia, para irle en pos cuando era señorito. sin la virtud? Los nombres venerandos Debiósela a cocheros y lacayos, de Laras, Tellos, Haros y Girones, dueñas, fregonas, truhanes y otros bichos ¿qué se hicieron? ¿Qué genio ha deslucido de su niñez perennes compañeros; la fama de sus triunfos? ¿Son sus nietos mas sobre todo a Pericuelo el paje, a quienes fía su defensa el trono? mozo avieso, chorizo y pepillista ¿Es ésta la nobleza de Castilla? hasta morir, cuando le andaba en torno. ¿Es éste el brazo, un día tan temido, De él aprendió la jota, la guaracha, en quien libraba el castellano pueblo el bolero, y en fin, música y baile su libertad? ¡Oh vilipendio! ¡Oh siglo! […] Faltó el apoyo de las leyes. Todo Mira cuál corre, en polisón vestido, se precipita: el más humilde cieno por las mañanas de un burdel en otro, fermenta, y brota espíritus altivos, y entre alcahuetas y rufianes bulle. que hasta los tronos del Olimpo se alzan. No importa, viaja incógnito, con palo, ¿Qué importa? Venga denodada, venga sin insignias y en frac. Nadie le mira. la humilde plebe en irrupción y usurpe Vuelve, se adoba, sale y huele a almizcle lustre, nobleza, títulos y honores. desde una milla... ¡Oh, cómo el sol chispea Sea todo infame behetría: no haya […] clases ni estados. Si la virtud sola ¿Y es éste un noble, Arnesto? ¿Aquí se cifran les puede ser antemural y escudo, los timbres y blasones? ¿De qué sirve todo sin ella acabe y se confunda. 2