Reencarnación, la evolución de la Mente Por W. J. Albersheim, Sc.D., F.R.C. Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. Desde los días de la antigüedad, la reencarnación ha sido ampliamente aceptada por las religiones y filosofías del Oriente. En nuestra moderna civilización Occidental, sin embargo, se rechaza y ridiculiza por dos grupos incompatibles la religión organizada y el ateísmo materialista. La objeción religiosa declara que la Biblia no enseña la reencarnación sino una sola vida, seguida por la salvación eterna o la condenación eterna. Estas declaraciones han sido cabalmente refutadas por el finado Dr. H. Spencer Lewis. En su libro Mansiones del Alma - El Concepto Cósmico, él cita capítulos y versículos del Viejo y Nuevo Testamentos (Job 33:28-30; San Juan 9:2-4; San Marcos 9:11-13) para mostrar que la idea del retorno de las almas idas a una nueva vida le era familiar a los judíos mucho antes del tiempo de Jesús, y aceptada como creencia común por Jesús en sí y por sus discípulos. Siglos más tarde, el concepto de la reencarnación fue descartado por Consejos de la Iglesia debido a razones prácticas y políticas que no necesitan preocuparnos. Obviamente, es fútil argüir puntos filosóficos con quienes dependen de todos los pronunciamientos de su Iglesia, a la exclusión del juicio personal y de las Escrituras en sí. Es igualmente fútil argüir con el tipo opuesto, el fundamentalista de persuasión marxista. El no ve nada en una criatura viviente sino un cuerpo material. Para él, los fenómenos mentales son solamente reacciones físicas o químicas. Por lo tanto niega la existencia de un alma, y cuando el cuerpo se desintegra en la muerte, él sabe que no hay nada mental o espiritual que quede que posiblemente pueda reencarnar. La discusión con significación debería empezar con una definición de términos. Usualmente se asume que la reencarnación significa la reincorporación de un alma que se ha ido en uno o más cuerpos humanos sucesivos. Comencemos nuestra definición de alma y cuerpo examinando el cuerpo con el cual estamos supuestamente más familiarizados. ¿Qué es este cuerpo de "Juan González" que parece estar tan concretamente formado y mantener su identidad por quizás setenta años? Es un conglomerado de piel, huesos, carne y fluidos. Cada uno de estos consiste en moléculas, en átomos; y los átomos, en protones, neutrones, electrones y así. La física moderna enseña que estas partículas elementales son solamente concentraciones de energía, sin identidad fija. Pero aun en una gran escala, la identidad es difícil de encontrar. Constantemente respiramos, comemos, bebemos, y excretamos partes de la substancia de nuestro cuerpo. Si así nuestra composición física siempre cambia, ¿qué es lo que identificamos como el mismo cuerpo de la misma persona Juan González no importe cuanto haya cambiado su apariencia desde la infancia a la senectud? La única cosa que permanece es una forma, una norma en el espacio-tiempo. Esta forma no consiste en la apariencia exterior solamente, la que puede estar sujeta a errores de parecido. Incluye todas nuestras características de caminar, voz, comportamiento y, lo que es más, nuestras características mentales y la suma total de nuestras experiencias y memorias de la vida. Ya que es cuatridimensional, incluyendo todos los cambios ocasionados por la edad y medio ambiente, es la única verdadera forma que observamos como evolucionando en el tiempo y, a toda apariencia exterior, terminando en la muerte. Habiendo así definido o descrito el cuerpo físico, ¿qué queda para el almapersonalidad? Llamémosla el programa de computador de los procesos vitales de este cuerpo. No toda reacción al azar o todo acontecimiento al azar, tiene que estar programados, solamente las reacciones típicas de esta persona en particular. No todas las partes del programa son igualmente esenciales: la caligrafía de una persona tiene que cambiar si pierde un brazo en batalla, pero el hombre sigue siendo el mismo, y hasta su firma, nueva y dolorosamente aprendida con la mano izquierda, expresará su personalidad después de un tiempo. El materialista dirá que este programa es tan material como el cuerpo en sí; que ha sido puesto en código en el vasto número posible de permutaciones en los arreglos de los grupos moleculares del "doble hélix", el arreglo genético del ADN que el huevo fertilizado hereda de ambos padres. No argüimos con este punto de vista y simplemente admitimos que muchas de nuestras características, habilidades e instintos, son físicamente heredados. Pero uno puede declarar que una norma y un programa no son entidades materiales. Esto puede ilustrarse con un truco favorito de la ciencia-ficción: Para viajes espaciales que duran siglos es inconveniente llevar a astronautas mortales en un viaje que excedería la duración de sus vidas y requeriría el entrenamiento de nuevas generaciones de pilotos. Así, pues, el escritor de ficción los pone en congelamiento profundo "por la duración" para ser descongelados y revividos antes de aterrizar o, lo que es aun más drástico, los desintegra con un súper-rayo y preserva solamente su norma, la que se reconstruye en el momento correcto. Todo esto implica la asunción de que si uno puede recrear la configuración exacta, célula por célula, molécula por molécula, ganglio por ganglio, entonces la identidad personal es regenerada. La hipótesis de la reencarnación no va tan lejos en un sentido, pese a que lo hace en otro. No cree que un niño recién nacido esté equipado con el completo programa detallado como evolucionó en una vida completa pasada. Ni el cuerpo o cerebro de un recién nacido podría manejar tal material. No puede tocar una sonata ni recitar poesía griega, aunque puede aprender a hacerlo en un período de tiempo anormalmente corto. La norma implantada por la reencarnación se cree que contenga, por lo menos inicialmente, solamente las características más simples y básicas de la personalidad evolucionada por experiencias acumulativas de la vida. Los detalles pueden ser incluidos potencialmente, como una tendencia un programa cuatridimensional que pueda salir a luz progresivamente. Concediendo que tal implantación de norma fuese posible, muchos pensadores niegan que esto signifique que la nueva persona era la misma que el ex-portador de la norma. Aun si lo fuese, discuten, no podría haber tenido valor educacional alguno desde que la nueva persona no podría recordar sus (o las de su predecesor) experiencias de la vida previa. Esta discusión es una mezcla originada de la confusión de dos conceptos de filosofía mística. La educación y memoria consciente de la existencia pasada están más cercanamente conectadas al concepto de las recompensas y castigos kármicos que a la reencarnación en sí. Si la reencarnación es un hecho, una propiedad de este Cosmos, entonces, importa poco que nos guste o si satisface nuestra ansiedad por conocer conscientemente la supervivencia personal. Pero dejando de lado este asunto de la preferencia, debemos mirar más cuidadosamente a nuestros conceptos de identidad y memoria. Si la norma cerebro se repite en suficiente detalle como para producir las mismas reacciones a las mismas condiciones, entonces debemos considerar a la nueva persona, hasta ese punto, como idéntica con la pasada. Y cuando tal norma nos hace temblar de miedo y desagrado al ver un soldado armado, ¿no es eso equivalente a recordar que fuimos dañados por uno? Nuestra discusión parece mostrar que el concepto de la reencarnación está libre de contradicciones lógicas; lo que queda es considerar si es solamente un concepto o una realidad. Para hacerlo real o hasta posible, el programa de computador de la personalidad tiene que estar guardado en algún banco de memoria. ¿Dónde y cómo puede tal memoria estar? Antes de tratar de detallar el funcionamiento de tal memoria, lo que puede estar más allá de nuestro presente estado de conocimiento, subrayemos que la Naturaleza nos da muchas señales de su existencia. Usualmente las llamamos instintos, pero su funcionamiento detallado parece ir más allá de lo que uno puede razonablemente atribuirle a una norma de ADN: ¿Por qué se asusta un pequeño antílope del rugido y olor de un león que nunca ha visto en su vida? ¿Por qué castores que han estado en jaulas por varias generaciones empiezan a cortar árboles y hacer diques en ríos al estilo de sus antepasados, cuando son puestos en libertad? ¿Cómo encuentran las jóvenes golondrinas y cigüeñas, volando delante de sus padres, el territorio reproductor en la lejana África, a través de océanos sin mapa? ¿Cómo re-inventaron los no educados pacientes del famoso psiquiatra Dr. Carl Jung complejos diseños de arte que habían sido antiguos símbolos religiosos de su raza? Instinto, Memoria Racial o Mente Universal, los nombres no cuentan nada acerca del hecho, pese a que sí lo hacen mucho acerca de nuestras creencias y prejuicios personales. Estas observaciones, sin embargo, no pueden argüirse fuera de existencia. Según los informes, son reconocidas e investigadas aun en los países archimaterialistas detrás de la Cortina de Hierro. Estamos por lo tanto justificados al declarar que hay evidencia a favor de un banco de memoria superpersonal, colectivo, que podría, concebiblemente, imprimir el programa de vida de un niño recién nacido a lo largo de líneas de una personalidad previa. He aquí en donde estamos confrontados con una nueva paradoja. Si extendemos el concepto de una mente colectiva a sus totales consecuencias, llegamos a una Mente Universal. No importa si relacionamos o no esta Mente Cósmica a la totalidad de todos los organismos vivientes, todos los seres vivientes que sienten y piensan en el Universo. Como Mente superpersonal, parece estar libre de las ataduras del tiempo y espacio. ¿Cómo podrían entonces los castores nacidos en jaulas saber de diques? Siendo universal, no tiene condiciones, fuerzas o enemigos fuera de si. ¿Entonces, que puede querer o desear o conseguir que no esté prefigurado eternamente? El hecho observado es que existe no solamente como Mente sino que también como Vida; y la Vida, dondequiera que sea observada, lucha para persistir y extender su autoexpresión y autoconsciencia. Esta es la paradoja básica de todas las religiones, mitos y filosofías, el doble aspecto del mundo como inmutable Ser eterno y como Vida luchando, queriendo, gozando y sufriendo. En la teología Cristiana, el Padre eterno se considera como el mismo Dios, aunque Persona diferente del Cristo que nace, aprende, actúa, sufre y muere. En Egipto, el Dios supremo Osiris es atraído a su muerte y desmembrado por su hermano malvado, para renacer a la Vida como su Hijo Horus y en la Muerte como el regente y juez del más allá. En Grecia, hay mitos similares acerca de Orfeo y Zagreo. No necesitamos explicar la paradoja en términos de nuestra limitada experiencia humana, pero sabemos de la experimentación científica que la substancia y energía del universo es constante y eterna, pero su forma incansablemente cambiante. Cuando quiera que sea este cambio de forma, este juego de fuerza y movimiento, toma el aspecto de Vida, está siempre luchando por preservarse y extenderse. La lucha y tendencia del universo observable puede sumarse como evolución. Desde el caos turbulento a galaxias, a sistemas solares y sus planetas; desde el mar hirviente al légamo original, a las amebas, vertebrados y seres humanos, la cadena de la evolución está intacta. Es fácil, después del hecho, declarar que, dado a ciertas propiedades básicas de la energía, materia, ondas, el nacimiento de átomos y sistemas solares era inevitable, y la evolución de organismos auto-perpetuadores, que sienten y piensan, era solamente el trabajo fortuito y combinaciones al azar de la materia. Pero, ¿por qué y cómo tiene la substancia universal todas esas propiedades extrañas y se conforma a leyes matemáticas de tal complejidad que las derivamos dolorosamente y de a poco de experimentos delicados sin poder deducirlas por la lógica solamente? Que los materialistas encuentren conformidad en creer en el azar ciego, a la observación no prejuiciada y la contemplación de la evolución, le parece más lógico el suponer un impulso, una voluntad progresando hacia consciencia y autoconsciencia aumentadas. Una vez que la consciencia aparece (en una manera inexplicada por la ciencia materialista) la eficiencia y velocidad de la evolución son inmensamente aumentadas, si las experiencias y lecciones de la vida aprendidas por un individuo pueden ser preservadas y transmitidas a seres nuevos. Consideremos o no a estos seres como verdaderamente "nuevos o como continuaciones de la misma almapersonalidad importa mas a nuestra vanidad personal que a la Mente Universal. Hasta en la física moderna se ha encontrado que nada se altera al intercambiar dos electrones a órbitas iguales, eso es, estados de quanta. La nueva condición no sólo es equivalente sino que idéntica a la que la precedió. Así, la impresión de lecciones aprendidas y de aspectos de carácter desarrolladas por una persona muerta, sobre un nuevo infante, lo hacen esencialmente idéntico con su precursor. Al místico no le importa sí este aprendizaje, esta evolución de la mente se alcanza por individuos o por una Mente Cósmica que todo lo cubra. Él cree que nuestros pequeños seres individuales no tienen más identidad separada que los electrones. Ellos, también, son solamente formas y normas del Gran Ser Único, la Mente Universal inmutable, eternamente variable y siempre en evolución.