TERAPÉUTICA Los antitiroideos de síntesis C. Álvarez Escolá Servicio de Endocrinología y Nutrición. Hospital Universitario La Paz. Madrid. A unque existen otras sustancias con acción antitiroidea (tabla I) las que más se utilizan en la práctica clínica son los fármacos derivados de la tiourea, conocidos como antitiroideos de síntesis. Poseen un grupo azufre ionizable que engarzado en el esqueleto ureico forma el grupo tionamida, esencial para la acción antitiroidea. Los más activos contienen el grupo tiourileno. De ellos, el mercaptoimidazol es unas 10 a 15 veces más activo que el tiouracilo y su derivado metilado, el metimazol, es aún más potente. En este artículo nos centraremos en los aspectos básicos y terapéuticos del propiltiouracilo, metimazol y carbimazol. Los dos primeros son los que se utilizan en EE.UU. En nuestro país y en el resto de Europa en general, se utiliza además el carbimazol, un derivado carbetoxi del metimazol, cuyo efecto antitiroideo se debe a su conversión en metimazol después de la absorción. FARMACOCINÉTICA Las tioureas son fármacos que se absorben bien por vía oral. Tienen una vida media en sangre de unas 6 h para el metimazol y una hora y media para el propiltiouracilo, aunque puede ser algo más prolongada en pacientes con enfermedad hepática o renal. Se distribuyen bien por todos los tejidos, atraviesan la placenta y pasan a la leche. El propiltiouracilo atraviesa en menor cantidad la placenta que el metimazol o el carbimazol. Se acumulan en el tejido tiroideo y la duración de la acción depende de las concentraciones intratiroideas, de tal forma que la administración de 30 mg de metimazol puede ejercer efecto antitiroideo durante más de 24 h. Esto puede justificar su utilización en dosis única. Sin embargo, parece que el efecto del propiltiouracilo es más corto. MECANISMO DE ACCIÓN A pesar de que se utilizan desde hace más de 40 años su mecanismo de acción no está del todo claro. Se sabe que inhiben la síntesis de hormonas tiroideas pero no la liberación de las ya preformadas. Actúan como inhibidores de la organificación del yodo, así como de su unión a los radicales tirosina de la tiroglobulina. También impiden el acoplamiento de monoyodotirosinas (MIT) y diyodotirosinas (DIT) para formar triyodotironina (T3) y tetrayodotironina (T4) y provocan interacciones directas con la molécula de tiroglobulina. Inhiben in vitro pero no in vivo la actividad de la peroxidasa tiroidea (TPO). Además, el propiltiouracilo inhibe la conversión periférica de T4 en T3. Este efecto extratiroideo es dependiente de la dosis y es más marcado cuando se utilizan más de 600 mg al día. Esta característica puede hacerlo más útil en el tratamiento agudo de formas graves de hipertiroidismo. Además, estos fármacos alteran la respuesta linfocitaria a diferentes estímulos in vitro. Sin embargo, no está claro si las concentraciones que se requieren para que se produzcan estos efectos puedan alcanzarse in vivo. Tampo- TABLA I Fármacos con actividad antitiroidea I. Tioureas, tioamidas, tionamidas: metimazol, carbimazol, propiltiouracilo II. Aniones: perclorato, tiocianato, nitratos III. Yoduros y 131I IV. Acetato de litio co lo está que este efecto inmunosupresor esté en relación con las remisiones que se observan tras el tratamiento1. Además resulta difícil interpretar si algunos de los cambios que se producen no dependen de la mejoría del estado hipertiroideo. REACCIONES ADVERSAS Los efectos secundarios de estos fármacos son similares y su incidencia es baja. Las más frecuentes son las reacciones alérgicas, en general de carácter moderado. Suelen manifestarse como un exantema papular urticariano, en ocasiones purpúrico. En general, desaparecen espontáneamente, sin necesidad de interrumpir el tratamiento, pero a veces requieren la administración de un antihistamínico o la sustitución por otro antitiroideo, ya que la sensibilidad cruzada es infrecuente. Otras complicaciones menos comunes son dolor y rigidez en las articulaciones, parestesias, cefalalgia, náuseas, pigmentación cutánea y caída del cabello. Son raras la fiebre, la hepatitis y la nefritis por fármacos, si bien cuando se administran dosis altas de propiltiouracilo pueden observarse alteraciones en las pruebas de función hepática, que suelen aparecer en los primeros 2 meses. El tratamiento con metimazol se ha asociado con hepatitis colostática, extremadamente infrecuente, pero que puede ser fatal. También son infrecuentes la neuritis, la pérdida de audición neurosensorial, la disminución del gusto, la trombocitopenia, la hipoprotrombinemia y el síndrome lupus-like. El efecto secundario más grave es la agranulocitosis. Afortunadamente es muy poco frecuente. Se estima que ocurre en el 0,44% y 0,12% de los pacientes tratados con propiltiouracilo y metimazol, respectivamente2, y en general puede decirse que se produce en 2-3 pacientes por mil pacientes tratados. Su aparición durante el tratamiento con metimazol puede relacionarse con la dosis, pero no existe este tipo de asociación con el propiltiouracilo. Como puede desarrollarse con rapidez, las cuantificaciones periódicas de leucocitos son poco útiles en general. Suele cursar con fiebre y dolor faríngeo y debe instruirse a los pacientes para que al aparecer estos síntomas contacten inmediatamente con el médico, ya que suele ser reversible si se detecta de forma temprana. Requiere el cese inmediato de la medicación, el uso de antibioterapia apropiada y el planteamiento de otra alternativa de tratamiento antitiroideo. La administración de factor estimulante de colonias de granulocitos humano recombinante puede acelerar la recuperación3. Es importante tener en cuenta que la granulocitopenia leve, cuando aparece durante el tratamiento, puede deberse a la tirotoxicosis o ser el primer TERAPÉUTICA Los antitiroideos de síntesis C. Álvarez Escolá TABLA II Indicaciones terapéuticas de los antitiroideos de síntesis 1. Como tratamiento definitivo, para contolar el trastorno, anticipándose a una remisión espontánea de la enfermedad de Graves 2. Como preparación para la cirugía o el radioyodo en el tratamiento del hipertiroidismo, para conseguir un estado de eutiroidismo en el momento de utilizar estos procedimientos 3. Como tratamiento de mantenimiento, tras la administración de radioyodo en tanto se esperan los efectos de la radiación 4. En el tratamiento de la crisis tirotóxica TABLA III Tratamiento con antitiroideos en la enfermedad de Graves Dosis iniciales de antitiroideos Metimazol o carbimazol 10 a 40 mg/día Propiltiouracilo 100 a 600 mg/día Administrarlos divididos en tres dosis o como dosis única de metimazol Tratamiento coadyuvante Bloqueadores beta Propranolol 60 a 160 mg/día repartidos en 3 o 4 tomas; o bien Atenolol 50 a 100 mg/día Antagonistas del calcio (cuando no toleren los anteriores) Diltiazem 60 a 120 mg, cuatro veces al día Fármacos que inhiben la conversión periférica de T4 a T3 (7 a 10 días) Dexametasona 0,5 a 1 mg cuatro veces al día Lugol (8 mg de yodo/gota) 3 a 5 gotas tres veces al día Solución saturada de yoduro potásico (50 mg/gota) una gota tres veces al día Ipodato sódico 500 a 1.000 mg/día Iopanoico 500 a 1.000 mg/día Una vez logrado el eutiroidismo Suspender el tratamiento coadyuvante Reducir dosis de antitiroideos en un 50-75% Terapia combinada Mantener dosis iniciales de antitiroideos Añadir levotiroxina cuando se desarrollo el hipotiroidismo Duración del tratamiento Seis meses a 2 años. La mayoría de los autores recomiendan 12 a 18 meses Seguimiento Revisar cada 4 a 12 semanas hasta que alcance su eutiroidismo Posteriormente revisiones cada 3 o 4 meses Tratamiento durante el embarazo y lactancia Mantener el eutiroidismo con la menor dosis posible de antitiroideos Preferible el uso de propiltiouracilo En el tercer trimestre suele reducirse la dosis o incluso suprimir el tratamiento Reajustar tras el parto Revisiones cada 4 a 6 semanas, o con mayor frecuencia si la situación lo requiere Durante la lactancia Suele desaconsejarse la lactancia Teóricamente pudiera permitirse con dosis inferiores a 150 mg/día de propiltiouracilo Tratamiento de la enfermedad de Graves en niños Dosis iniciales de antitiroideos (repartidos en tres tomas) Propiltiouracilo 4 a 6 mg/kg/día Metimazol o carbimazol 0,4 a 0,6 mg/kg/día Hasta que se consiga el eutiroidismo Propranolol 0,25 a 3 mg/kg/día Mantener el tratamiento durante 2 años, en muchos casos prolongarlo de 3 a 6 Tratamiento de la enfermedad de Graves neonatal Metimazol o carbimazol 0,5 a 1 mg/kg/día, repartidos en tres tomas Propiltiouracilo 5 a 10 mg/día, en tres tomas signo de esta reacción adversa. En estas circunstancias se requiere precaución y cuantificaciones frecuentes de los leucocitos4. INDICACIONES TERAPÉUTICAS (tabla II) Es importante tener en cuenta que sólo deben utilizarse antitiroideos de síntesis cuando existe una producción excesiva de hormonas tiroideas, diferenciando bien el hipertiroidismo de otras formas de tirotoxicosis en las que no existe hiperactividad tiroidea. Tratamiento del hipertiroidismo por enfermedad de Graves Las tres posibilidades de tratamiento son la utilización de antitiroideos, radioyodo o cirugía. Nos vamos a centrar sólo en el tratamiento con antitiroideos. En lo que se refiere a la elección de un tipo u otro de antitiroideo (propiltiouracilo, metimazol o carbimazol), en general se basa en la experiencia o preferencia personal, más que en datos que demuestren que un fármaco tenga una eficacia superior. Sin embargo, sería preferible el uso de propiltiouracilo en el hipertiroidismo grave, en el embarazo y en la lactancia. Las dosis iniciales de metimazol o carbimazol oscilan entre 10 y 40 mg al día, y las de propiltiouracilo, de 100 a 600 mg. Los primeros datos sugirieron que el metimazol era 100 veces más potente que el propiltiouracilo, pero tradicionalmente en la clínica se ha utilizado una relación de potencia 10:11. En general, 30 mg de metimazol o de carbimazol, o su equivalente de propiltiouracilo, ejercen efectos inhibitorios máximos en la organificación del yodo. Hay que tener en cuenta que las dosis más altas se han correlacionado con mayores índices de remisión pero también con mayor toxicidad5. No existen parámetros claros sobre si esta toxicidad dependiente de la dosis se produce incluso con dosis habituales de metimazol, y por el momento no está claro si el riesgo de desarrollar agranulocitosis se incrementa con la utilización de dosis de metimazol superiores a 40 mg al día. En zonas con mayor aporte de yodo pueden ser necesarias dosis más altas que en las que existe deficiencia6, la respuesta al tratamiento puede retrasarse7, y la tasa de recurrencia es mayor. El metimazol, como hemos visto, puede administrarse en dosis única por su mayor duración de acción. Esto puede resultar ventajoso en algunos pacientes. La falta de respuesta a dosis diarias de 300 a 400 mg de propiltiouracilo, ô 30 a 40 mg de metimazol, debe hacer pensar en una falta de seguimiento del tratamiento por parte del paciente, aunque se haya descrito algún caso de resistencia a metimazol. Al inicio del tratamiento las manifestaciones clínicas del hipertiroidismo persisten por la liberación de hormonas formadas con anterioridad. Esto hace necesario en muchas ocasiones el tratamiento coadyuvante que se describe en la tabla III. El tiempo para alcanzar el eutiroidismo una vez iniciado el tratamiento suele ser de 3 a 6 semanas, pero depende de un gran número de variables como el tamaño del tiroides, que refleja la cantidad de hormona almacenada, los valores de T3 circulantes antes del tratamiento y la dosis del fármaco7. Una vez logrado, debe suspenderse el tratamiento codyuvante y reducir la dosis de antitiroideos al 50-75%. Algunos autores han planteado la utilización de una terapia combinada de antitiroideos a dosis altas a los que se añade levotiroxina cuando se desarrolle hipotiroidismo con objeto de mantener dosis más altas de antitiroideos durante más tiempo, ya que esto, en algunos casos, se ha correlacionado con menores tasas de recurrencia de la enfermedad y porque se mantendría el supuesto efecto inmunosupresor que éstos poseen, aunque resulte controvertido. Lo que es evidente es que este tipo de tratamiento permitiría realizar controles más tardíamente que cuando se utilizen sólo antitiroideos. Existen múltiples estudios sobre su eficacia, con resultados diferentes que en muchos casos no justifican el mantenimiento a largo plazo con dosis altas. Existe una gran controversia en cuanto a la duración del tratamiento. Algunos autores han propuesto un curso corto, otros recomiendan 12 meses y otros, períodos de varios años, en función de las tasas de remisión observadas. Los parámetros que pudieran ser indicadores de la evolución de la enfermedad y, por tanto, de la duración del tratamiento en unos u otros pacientes serían el tamaño del bocio, la presencia de títulos de TSI elevados al finalizar el tratamiento, la normalización de la captación temprana de radioyodo y la presencia de recidivas previas2. No se ha encontrado relación clara con el cociente T2/T4 ni tampoco tienen valor predictivo los marcadores del HLA8. TERAPÉUTICA Los antitiroideos de síntesis C. Álvarez Escolá TABLA IV Antitiroideos en la preparación para la cirugía y el radioyodo y en la crisis tirotóxica Tratamiento previo y posterior a la administración de radioyodo en el hipertiroidismo Tiene especial importancia en sujetos con edad avanzada y en individuos que puedan desarrollar complicaciones cardíacas Se utiliza para deplecionar la glándula de la hormona almacenada, lo que minimiza el riesgo de exacerbación del hipertiroidismo si se produjese una tiroiditis inducida por el 131I Tratamiento con antitiroideos hasta normalizar la función (4 a 6 semanas) Metimazol o carbimazol 35 a 40 mg/día Propiltiouracilo 300 a 400 mg/día Suspender antitiroideos 3 a 5 días antes de la administración del radioyodo y reanudarlo 5 días después Revisar cada 4 a 6 semanas los 3 primeros meses y ajustar antitiroideos El hipotiroidismo suele ocurrir a los 6 a 12 meses, pero puede ocurrir en cualquier momento. Esto hace necesario el seguimiento de por vida Preparación para la cirugía en el hipertiroidismo Conseguir el eutiroidismo en el preoperatorio Tratamiento con antitiroideos a las mismas dosis que en la preparación para el radioyodo Siete a 10 días antes de la intervención administrar yodo a las dosis referidas en el tratamiento coadyuvante, para disminuir la vascularización de la glándula Si existiese alergia a los antitiroideos utilizar iopanoico, dexametasona y propranolol, a las dosis referidas en el tratamiento coadyuvante Tratamiento con antitiroideos en la crisis tirotóxica Los efectos beneficiosos de los antitiroideos no se hacen manifiestos hasta varios días despues de iniciar el tratamiento Pueden administrarse por vía oral o por sonda nasogástrica. En algunos casos se ha utilizado la vía rectal Es preferible el uso de PTU. Se utiliza dosis de carga de 600-100 mg. Posteriormente 800 a 1.200 mg/día, repartidos cada 4 a 6 h En el caso de que se utilice metimazol, se administra una dosis de carga de 60-100 mg, seguida 80-120 mg/día, distribuidos en los mismos intervalos. La presencia de una historia previa de hepatotoxicidad o de agranulocitosis, en relación con la administración de tionamidas, desautoriza el uso de este tipo de fármacos. Sin embargo, reacciones de intolerancia leves, como la presencia de un exantema cutáneo, no lo contraindican El seguimiento debiera realizarse a intervalos de 4 a 12 semanas, dependiendo de la gravedad de la enfermedad, hasta que se alcance el eutiroidismo. En general, en este momento, podría disminuirse la dosis de antitiroideos o añadir levotiroxina. Posteriormente, deben hacerse revisiones cada 2 o 4 meses. Hay que tener en cuenta que los valores de hormona estimuladora del tiroides (TSH) pueden permanecer suprimidos durante varios meses, incluso cuando T4 y T2 se hayan normalizado, lo que pudiera conducir a una mala interpretación de los resultados9. Durante el tratamiento, un 20-50% de los pacientes presentan reducción del tamaño de la glándula. En el resto, ésta permanece igual o aumenta. En estos últimos, este hecho sería señal de intensificación del proceso de base, lo que requeriría aumento de la dosis de antitiroideos, o bien manifestación de hipotiroidismo, lo que haría necesario su reducción. Los datos clínicos podrían ayudar a diferenciar estas dos situaciones, pero deberían confirmarse mediante determinación de hormonas tiroideas y TSH. El tratamiento de la enfermedad de Graves durante el embarazo tiene consideraciones especiales, y se resume en la tabla III. Tratamiento en niños. Su aparición por debajo de los 5 años es muy infrecuente, si excluimos los casos de hipertiroidismo neonatal. Con pocas excepciones la causa es la enfermedad de Graves, que afecta a las niñas con una frecuencia cinco veces superior a la que se observa en niños10. Las dosis empleadas y la duración del tratamiento se resumen en la tabla III11. La enfermedad de Graves neonatal se resuelve espontáneamente al degradarse las TSI maternas en el recién nacido. Se utilizan antitiroideos y yodo a las dosis que se describen en la tabla III. Tratamiento previo y posterior a la administración de 131I Las indicaciones y contraindicaciones de este tratamiento trascienden el objetivo de este artículo. Aquí trataremos sólo la preparación con antitiroideos para conseguir el eutiroidismo antes de la administración, y el tratamiento de mantenimiento posterior hasta conseguir el efecto del 131I. Las dosis y pautas empleadas se reflejan en la tabla IV. Tratamiento previo a la cirugía Independientemente de cuál fuere la indicación para la cirugía en el hipertiroidismo, es imprescindible conseguir el eutiroidismo en el preoperatorio, con el fin de disminuir la morbilidad y mortalidad (tabla IV). Tratamiento con antitiroideos en la crisis tirotóxica El primer paso es bloquear la síntesis de nuevas hormonas por parte de la glándula tiroidea mediante antitiroideos de síntesis. Las dosis y vías empleadas se reflejan en la tabla IV. El resto del tratamiento de la crisis tirotóxica transciende el objetivo de este artículo. Bibliografía 1. Cooper DS. Antithyroid drugs. N Engl J Med 1984; 311: 1353-1362. 2. Cooper DS. Antithyroid drugs for the treatment f hyperthyroidism caused by Graves’ disease. Endocrinol Metab Clin North Am 1998; 27: 225-247 3. Meyer-Gessner M, Benker G, Lederbogen S, Olbricht T, Reinwein D. 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