23 de abril de 2016 SALUDO EN EL 50 ANIVERSARIO DE NUESTRA LLEGADA A CAMERÚN Monseñor Obispo de Yaounde, Monseñor Obispo de Bertoua, Monseñor Obispo de Sangmelimá, Párrocos, Religiosos y Religiosas, Autoridades civiles, Voluntarios, Hermanas y amigos que nos acompañáis en este día. Me siento muy alegre y agradecida de estar entre vosotros y poder compartir el gozo de esta celebración. Hace 50 años, un grupo de cinco Hermanas, quiero nombrarlas como reconocimiento: Josefina Topete, Carmen Villanueva, Rosa Delgado, Carmen Huidobro y Montserrat Borrell abandonaron su país, su lengua, su cultura, y como aquellos primeros discípulos dejándolo todo, siguieron la llamada de Jesús a anunciar a todos los pueblos la experiencia de un Dios que salva. Movidas por el deseo de universalidad, de hacer que todos lo conozcan y lo amen, atravesaron las fronteras y así el 23 de abril de 1966, comenzó esta preciosa historia de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús en África. Somos una Congregación que nació en el 1877 en el corazón de dos mujeres: Rafaela María y Pilar. Ellas miraron este mundo con los ojos de Dios, y en esta mirada misericordiosa descubrieron sus heridas y la necesidad que tiene el ser humano de reparar relaciones, restaurar su dignidad y reconciliar tantas diferencias. Esta reparación ya la ha hecho Jesucristo con la entrega de su vida, que cada día actualizamos en la Eucaristía. Nosotras, Esclavas del Sagrado Corazón, vivimos nuestro carisma de reparación unidas a la entrega de Jesús y queremos colaborar con Él, por Él y en Él, a la reconciliación de los hombres entre sí y con Dios, y a que la creación puesta al servicio del hombre, sea un reflejo de la gloria de Dios”. Nuestra misión reparadora la realizamos a través de la Adoración Eucarística, ponemos a Cristo a la adoración de los pueblos, como quería Santa Rafaela María y de la educación evangelizadora de niños, jóvenes y familia. Además en este país la reparación tiene una expresión significativa en la atención sanitaria de la persona como respuesta reparadora al sufrimiento y dolor de tantos hombres y mujeres. Nuestro Instituto universal como la Iglesia está en 25 países, con 130 comunidades y más de 1000 Hermanas. Es precioso ver que el rostro del Instituto es africano, asiático, americano y europeo, signo de la fraternidad universal a la que nos llama Dios, nuestro Padre. Mirando nuestra historia de 50 años en Camerún me brota un hondo agradecimiento a Dios que nos ha permitido sembrar el evangelio en el corazón de tantas personas. Celebrar este aniversario también nos invita a mirar adelante, a abrirnos con ilusión a los nuevos desafíos educativos y sanitarios que supone nuestra misión en Camerún y en todo el continente africano y hacer posible “que todos lo conozcan y lo amen”. Quiero agradecer a la Iglesia Diocesana representada por sus Obispos la acogida y estima que siempre han mostrado a nuestra misión y a las Hermanas. Agradezco a tantas personas colaboradores, voluntarios, laicos y religiosas que a lo largo de estos años han compartido con nosotras fe y misión y un gran gracias al pueblo camerunés que nos recibió en su tierra y en su casa haciéndonos de los suyos. Deseo que disfrutéis este día experimentando la alegría de la fe compartida y de la acción de gracias a Dios que nos hace Iglesia, comunidad de Jesús. Inmaculada Fukasawa aci Superiora General