La biblioteca revuelta Tris....tras...La cerradura de la biblioteca sonó cuando la bibliotecaria actuó la llave de la puerta que cerraba el recinto que guardaba la gran cantidad de libros que, distribuidos y colocados en sus respectivos anaqueles, estaban esperando que los estudiosos y gente inquieta por saber, requirieran a la bibliotecaria el volumen o los volúmenes para consultar o leer los libros de texto o las novelas preferidas por los usuarios. Todo estaba dispuesto y ordenado, como debe de ser para hacer más fácil encontrar el libro deseado. La cara de asombro que se le quedó a la bibliotecaria al empujar la puerta que daba directamente al recinto, donde ella desempeñaba sus funciones, que casi, casi se desmaya al comprobar el desorden de lo que debía de ser un tranquilo rincón de estudio y de lectura, ordenado y silencioso. -¿Qué ha pasado aquí? exclamó la bibliotecaria. La cara de la empleada de mantener el orden y en perfectas condiciones el funcionamiento de la biblioteca, era un poema, Angustiada, extrañada y poco menos que desmayada estuvo unos minutos que ni siquiera podía reaccionar por la sorpresa. Los libros se atropellaban deseosos de esconderse en los mas recónditos lugares de las estanterías que guardaban todos los ejemplares de la biblioteca, corriendo de un lugar a otro en un desconcierto como si nada estuviera preparado ni organizado. Aquello parecía un tornado, un vendaval que había ocupado estanterías y hasta se habían desencajado de su sitio todos los mapas que se guardaban en ordenado almacenamiento. De forma rápida, la bibliotecaria, asió en un movimiento atlético, uno de los volúmenes que pretendía escamotearse de la persecución de las manos de la bibliotecaria entre sus compañeros de huida. -Venga aquí señor de las artes y las letras. Ahora mismo me va usted a contar todo lo que pasa aquí sin atajos ni rodeos. ¡Quiero saberlo!. Así decía la bibliotecaria increpando al volumen de las artes y las letras, el mas voluminoso y pesado, por tanto el menos rápido, para huir de las manos ávidas de la bibliotecaria. -Pues verá señora bibliotecaria. No hace mucho que vamos notando que la asistencia de lectores está disminuyendo notablemente y que nosotros estamos menos que parados por no tener la afluencia de lectores, como en otro tiempo. Y pensamos que todo es debido a las nuevas tecnologías que, con sus nuevos programas, su rapidez en las consultas y sus respuestas tan rápidas y claras, que de nosotros se desatienden por antiguos y obsoletos. Ya no sentimos en nuestros cuerpos los dedos suaves y firmes de las manos que acariciaban nuestras hojas, ya no sentimos el roce suave y armonioso del papel de unas hojas al cambiar de página...Creemos que nuestro porvenir está finito...por eso queremos que nuestro descontento se haga patente como si fuera una revolución de los libros.... -No lo creáis así amigos míos. Pues los libros siempre, siempre serán fuente de información para toda las culturas pasadas presentes y futuras, y no creáis que todas las tecnologías actuales y las que puedan venir, desterrarán y olvidarán los conocimientos que en vuestras almas encerráis y la sapiencia que a través de los siglos habéis almacenado, mantenido y seguiréis fomentando, aumentando y engrandeciendo.... -¿Para qué? Para que en tiempos venideros las culturas estén recopiladas y guardadas en bibliotecas al servicio de todas las tecnologías del futuro, de toda la sabiduría del mañana del ser humano y de todos los conocimientos del saber porque de ellos se nutren, engrandecen y guarda en todos y cada uno de los que hoy los consultan, aprenden y guardan todas las tecnologías del presente. Seréis el saber del futuro con páginas escritas mientras exista una hoja de papel y una pluma.