GOLPES DE PECHO Darse golpes de pecho es uno de los gestos mas clásicos de arrepentimiento. Así describe Jesús al publicano (Lc18, 9-14): «se golpeaba el pecho diciendo: ok Dios, ten compasión de mi, que soy un pecador». Fue también la actitud de la muchedumbre ante la muerte de Cristo: «al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho» (Lc 23,48). Los grandes predicadores de la antigüedad, como san Juan Crisóstomo y san Agustín, aluden a veces en sus sermones a los golpes de pecho que sus oyentes se daban como muestra de su arrepentimiento por los pecados cometidos. Es un gesto expresivo de dolor y de conversión del corazón, reconociendo la propia culpa. Cuando para el acto penitencial de la misa o del sacramento de la Reconciliación elegimos la formula «Yo confieso», hacemos el gesto golpeándonos el pecho al pronunciar las palabras «por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa». Cuando el sacerdote proclama la Plegaria Eucarística I del Misal, a la palabras «nobis quoque peccatoribus», «y a nosotros, pecadores» -frase que se refiere a los ministros ordenados-, se golpea el pecho. Antes de la reforma era costumbre repartir el gesto también en el canto del «Cordero de Dios», o en el «Señor, no soy digno» antes de la comunión.