Cognición, metacognición e inteligencia: definiciones básicas Prof. Bartolomé Yankovic, marzo, 2014 Cognición: término que suele referirse a los procesos intelectuales superiores, como el pensamiento, la memoria, la atención y los procesos de percepción complejos. La cognición se puede definir como la adquisición y uso del conocimiento por parte del ser humano. Los procesos cognitivos son actividades que realiza el sistema cognitivo humano: observación, clasificación, análisis, síntesis, deducción, atención, percepción, memorización… son ejemplos de procesos cognitivos. Metacognición: es el conocimiento de nuestros propios procesos cognitivos, de los resultados de estos procesos y de cualquier aspecto que se relacione con ellos… Es el conocimiento que uno tiene sobre su sistema de aprendizaje y de las decisiones que toma en relación con la manera de actuar sobre la información que ingresa a dicho sistema. La metacognición es la capacidad que tenemos para autorregular nuestro propio aprendizaje, planificando qué estrategias se deben usar en cada ocasión; aplicarlas, controlar el proceso, evaluarlo para establecer posibles fallas, y, como consecuencia, transferir todo ello a una nueva actuación. La metacognición, entonces, implica dos dimensiones: i. El conocimiento sobre nuestra propia cognición: tomamos conciencia sobre nuestra forma de aprender; ii. La regulación y control de las actividades que realizamos durante el aprendizaje: tenemos que planificar las actividades cognitivas, controlar el proceso intelectual y evaluar los resultados. La metacognición es el conocimiento y regulación de nuestras propias cogniciones y de nuestros procesos mentales: percepción, atención, memorización, lectura, escritura, comprensión, comunicación: qué son, cómo se realizan, cuándo hay que usar una u otra, qué factores ayudan o interfieren en su eficiencia. La metacognición… entonces es un conocimiento autorreflexivo, que nos ayuda a aprender en mejor forma. 1 Inteligencia: algunas definiciones - Lewis Terman, 1921: capacidad de pensar de manera abstracta; - David Wechsler, 1944: capacidad para actuar con un objetivo concreto, pensar racionalmente y relacionarse eficazmente con el ambiente; - Papalia y Olds, 2009: es una constante interacción activa entre las capacidades heredadas y las experiencias ambientales, cuyo resultado capacita al individuo para adquirir, recordar y utilizar conocimientos; entender tanto conceptos concretos como eventualmente abstractos, comprender las relaciones entre los objetos, los hechos y las ideas, y aplicar y utilizar todo ello con el propósito concreto de resolver los problemas de la vida cotidiana. En suma, es el resultado de la interacción entre herencia y ambiente. En términos comunes la inteligencia suele relacionarse con las neuronas… y eso es cierto. La inteligencia, sin duda, se relaciona con nuestra capacidad de pensar, razonar, inventar, crear, memorizar, adaptarnos a los cambios ambientales, generar cultura y transmitirla a las nuevas generaciones… con el hecho de tener conciencia de quienes somos. ¿Se puede potenciar la inteligencia? Se sabe que la inteligencia tiene un soporte genético pero que no es determinante en sentido estricto para definir la inteligencia de una persona, porque en su desarrollo influyen circunstancias ambientales: educación y estimulación de la actividad mental… fundamental en los dos primeros años de vida. 2 Las madres, aun de ambientes socioeconómicos pobres o deprimidos, con pocas posibilidades de desarrollo, saben cómo estimular a sus hijos; a los más pequeños les ponen móviles en las habitaciones; procuran que las condiciones de higiene sean las mejores; están pendientes de las vacunas y controles médicos… y saben, categóricamente, que la alimentación adecuada y el cariño de los padres y parientes cercanos es fundamental para el desarrollo del bebé. Así, el cerebro establece más y mejores conexiones neuronales; el niño se muestra curioso, parlotea, etc. El kínder obligatorio también es un factor del más alto interés para el desarrollo infantil en los primeros años de vida. Ya en la niñez propiamente escolar, la acción de la institución escolar y de los padres será fundamental para el desarrollo. Pero, el niño también deberá aprender a relacionarse, a asumir responsabilidades, a estudiar… sin perder su condición de niño. La afición a la lectura, los buenos hábitos alimentarios, los juegos estimulantes (por favor: no ‘necesariamente didácticos’), la afición a la vida al aire libre, a la lectura… deben formar parte de la vida de un niño que se desarrolla en las mejores condiciones. Recordemos, finalmente, que los padres deben atender a los niños: “deben estar ahí” con sus hijos en distintas actividades… sin las excusas del trabajo, el teléfono celular, etc. Tampoco deben creer en la socorrida frase “tengo poco tiempo para mis hijos pero les doy tiempo de calidad”, porque ¡los niños necesitan tiempo… el que no se les dé durante la infancia y la adolescencia, no se recuperará nunca”. En casa, disponer de ocasiones para la interacción con los niños; dejar que ellos se expresen y opinen. Si la TV se relega a un segundo o tercer plano, ¡tanto mejor! 3