habíamos llegado a Coriseo y todavía estábamos en Jinguina y ella era una niña, fué sola a la finca de y u c a a recoger comida para casa y para vender a un jefe blanco, que ella aún no había visto; las raíces de Ugondo eran grandes, porque todavía el bosque era grande; había todos los bokumen que queríamos para nuestros cayucos, y el suelo era negro y blanco, como las plumas del tucán; estos cocoteros de Bobenche, Bodipo y Uganda no existían; todavía no los habían traído los portugueses, y nosotros guisábamos con aceite de palma, mucho mejor que el de coco, que preferimos sólo para alumbrarnos. Sola por la senda se encontró a unos extranjeros que iban cazando esclavos, pasaron de largo sin decirle nada porque creían que no lejos irían sus padres y hermanos, pero al andar y no cruzarse con nadie se volvieron para cogerla, no para hacerle daño, sino para enseñársela a su señor, que descansaba, anclado su barco, en Gobé; quizá le fuera grata y les daría un regalo, un buen barril de ginebra. Pero la abuela L a n y a notó el ruido de las hojas y de las lianas rotas. Entonces llamó en su auxilio a sus gentes, cinco o seis gentes que quedaron en el poblado esa mañana, pero estaban lejos y nadie oyó, sólo un loro, un loro viejo y solitario, con una sola pluma roja en su casi desaparecida cola, le contestó con un guirigay de voces, como tropel de cazadores siguiendo con sus perros al cerdo de bosque, y así, los extranjeros huyeron, dejando sola a la muchacha; toda la raza de sus hijos vive por ese loro: ¿por qué han de comer a los hijos de él? A nuestro juicio, en el orden social y agrícola, más importancia que la sustracción de brazos, tiene la exportación de productos agrícolas. La exportación de productos agrícolas, cuando Fig. 6 . Puemria javanica. realiza sin control y crece desmesuradamente, conduce, naturalmente, a una destrucción sin precedente del bosque, a un empeoramiento de la condición de la mujer, a una mayor disponibilidad de numerario, en definitiva, a una profunda alteración de la vida del negro, mucho mayor y más dañina si se trata de cultivos anuales, que si de arbóreos, pues que éstos, al menos, tienen consecuencias de apreciar: estabilidad de los poblados, creación de una riqueza permanente, menor ritmo destructor del bosque, aunque, a la larga y en constante crecimiento, el resultado final es el mismo; pero sin el brusco cambio que tanto h a y que temer en un hombre primitivo. Vamos a considerar la evolución de la colonización de nuestra Guinea y volveremos a insistir, por consecuencia, en las alteraciones introducidas en la agricultura y vida social, considerado ello desde un punto de vista más concreto, que, si me es posible, refleje exactamente la situación actual del negro e indirectamente la del colono europeo. La razón fundamental para la prosperidad de la Colonia y la mayor parte de sus s e 3