O tan sólo una luz en el mundo cerrado de los pobres: sucedía una revolución para otras gentes, los humildes volvían a ser desheredados. ¡Tanto tiempo gritando una igualdad que no llegaba! Eran horas aquellas en que la tierra seca esperaba revanchas de sangre. Poco a poco el caos intentaría reducir a silencio las gaviotas, contaminar las aguas de los lagos, amontonar cadáveres sin nombre en las playas. La civilización cristiana dio entonces grandes pasos. Era. tal vez, como si borracheras de violencia final hiciera permanecer el lado negativo de las cosas frente al jarrón de flores apagadas, junto al río aterrado de ver quebrarse pasos, ante erizados bosques de historias inventadas... Podrían refulgir algunas quietas huellas, pero sólo entre el lodo renacería luego el silencio, horizonte arrebatado. ¿Quién iría a decirle a Federico que la suya pronto habría de ser una «lejana y dulce voz amortecida» sin otros horizontes que una historia para enterrar por fin tantas desgracias? Manuel Quiroga Clérig Y tan de ellos Memoria inabarcable tic Federico: «Ovcjita. niño mío. vamonos a la orilla del mar. la hormiguita estará en su puerta. Yo te daré la teta y el pan.» I:n su homenaje granadino y hermanamiento • algo más que oficial con Juan Ramón Jiménez. Fuente-vaqueros, 1981. Y COMO, cómo seré yo tan de aquí, me decía a mí mismo, día seis de ¡unió del ochentaiuno, calle Elvira arriba y abajo como cualquiera de sus golondrinas (las que se van a la Alhambra las tres y las cuatro solas). 710 Serena y fresca la estación al bajarme del tren, ocho y media de la mañana, bostezaba el sol en la sierra, campanas por la luz delicada, grande. Allá arriba el Albaicín quería contarme algo, pero no lo acababa de entender y le hice así con la cabeza: luego. Luego, a la noche, me lo dices. Solo qué bien andar y andar por tanta cosa mía, Bibarrambla mía entornada, dormilona aún, café, vicioso pionono mío, churros míos y periódico mío. De Granada. Y uno (sin darse cuenta todavía) venga que venga a preguntarse pero si soy de Cádiz, ¿cómo también, cómo también tan tan de aquí? Hasta que fui entendiendo que en la pregunta estaba ya la respuesta, bastaba con suprimir las interrogaciones y el acento del cómo: sí: como tan de aquí, de tan todo este largo aquí nuestro y uno, andaluz, Caleta gaditana alargando por el filo del aire, hasta las piernas del Mulhacén, tranquilas olas suyas —oleaítas, marc, qué fuerte venéis— y el viento aquel salobre a mojarra y róbalo en los tilos de Bibarrrambla, Limonar mío y Palo alegres, Puerta de Purchena, Conquero humilde, Alfalfa pajarera de Sevilla, Cadiato en Jaén, Plaza del Potro, , mío todo: nuestro. IJO dicho y mucho, mucho más, vive también aquí, por esa añeja calle granaína de La Párraga, donde mi añeja fonda de los 50, por el Horno del Oro y el Rey Chico, en la casa de Paso y por el Arco de Las Cucharas, en Alhamar, Aljibe trillo, Almona Vieja del Picón: lo nuestro, que aun se crece como nuestro con el exilio, con los años en Madrid del exilio cabrón. 711 Porque, ah, claro, de siempre, propiedad familiar hereditaria Andalucía toda, propiedad de los ricos pero más de los pobres, mía y tuya y tuya, nuestra por escrituras de hematíes, de neuronas, de ojos, no de papeles ni notarios. Todos terratenientes, lodos playatenientes, viñolivartenientes, martenientes y monumentenientes: andalucitenientes. IMS dueños verdaderos, tú, tú. tú, yo, de amargas todas, deslumbrantes todas, dulces y fuertes todas, jubilosas y doloridas Andalucías nuestras, muchas: una. (¿La Oriental y la Occidental? Buf: un apaño de geógrafos ayer o de políticos hoy). De modo que también Moguer, la ría ocre -hoy medio pútrica, ayayay de Huelva, patrimonio natural eran y son de Federico García Lorca, y el Zacatín, su Alcaicería, las fulvas torres alhambreñas o bien Vuentevaqueros, propiedad de Juan Ramón, aquel señor de barba nazarí. Tan suyas como todo cuanto nos han quitado y nos siguen quitando los hombres o la muerte. Pero cuanto he nombrado, nuestro es como lo fue y lo es de ellos, de aquellos dos por quienes estamos ahora aquí y que andan ahora mismo por aquí, tenedlo por seguro, más abiertos al mundo cada día y cada día más andaluces. Fernando Quiñones