Urbanismo en el valle del Guadalquivir durante el periodo almohade

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Urbanismo en el Valle del
Guadalquivir durante el periodo
almohade: las ciudades medianas.
Aproximación arqueológica a un problema histórico.1
Esteban López García
Licenciado en historia.
Universidad de Málaga
El fenómeno de la ciudad y su desarrollo en Al-Andalus ha recibido la atención de
numerosos especialistas, constituyendo un elemento esencial en la representación
historiográfica del país andalusí, siempre contrapuesto al ruralizado norte hispano.
Pese a los numerosos trabajos2 sobre el tema todavía es necesario tratar el hecho
urbano en Al-Andalus, aportando nuevos datos desde la arqueología urbana o desde
la relectura de fuentes y aplicando nuevos enfoques, intentando resolver algunas de
las cuestiones que los especialistas en el tema han venido planteando en las últimas
décadas.
En estas páginas se tratará de abordar una de esas cuestiones, acotada en el
tiempo y el espacio: definir y valorar el crecimiento de las poblaciones urbanas en
el entorno del valle del Guadalquivir durante el periodo almohade y el subsiguiente
de las terceras taifas, justo hasta su incorporación por conquista o capitulación a la
corona de Castilla.
1
2
Esta comunicación es un avance del trabajo de fin de máster, dirigido por el profesor Alberto León
Muñoz de la universidad de Córdoba, dentro del programa “Máster interuniversitario: Arqueología
y Patrimonio”. Algunas hipótesis y planteamientos son necesariamente provisionales.
Todavía es referente de los estudios sobre urbanismo andalusí el trabajo de D. Leopoldo Torres
Balbás (TORRES, 2007).De lectura obligada para aproximarse al tema la obra de Christine MazzoliGuintard (MAZZOLI-GUINTARD, 2000). Una introducción reciente en NAVARRO y JIMÉNEZ,
2007.
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Se viene aceptando que el periodo taifa y de dinastías norteafricanas (ss. XIXIII) vivió la consolidación y fortalecimiento de la red urbana andalusí, que tenía su
origen en el periodo omeya. La relación entre poder político y organización urbana
es una constante en Al-Andalus. El poder, el estado, va a ser el gran impulsor del urbanismo. Esta afirmación tiene su mayor expresión en el periodo de los reinos taifas3.
Frente a la decadencia de Córdoba, las nuevas capitales de los reinos de taifas van a
gozar de obras de embellecimiento, vinculadas a la propaganda estatal. Si durante el
califato omeya será Córdoba la gran urbe que domina sobre Al-Andalus, en el periodo siguiente las distintas capitales de los reinos (i.e., "los reyezuelos") competirán
por emular la antigua capital cordobesa. Valga como ejemplo las transformaciones
de Sevilla4 o Granada5, que van a ser capitales de dos de los reinos de taifas más
poderosos. Granada se va a configurar como medina a partir de este momento bajo
el poder de los Ziríes. Sevilla comienza un periodo de desarrollo que culmina precisamente con los almohades, cuando se consolida su papel de gran urbe andalusí al
ser elegida capital del califato almohade.
Durante el gobierno almorávide y en la fase de las segundas taifas se va a consolidar esta red de centros de carácter urbano, sin que se de la preeminencia de ninguno
como ocurría con la Córdoba del Califato omeya. Durante esta etapa algunos núcleos
rurales se consolidan como centros urbanos6 de la mano del poder político de reyezuelos o gobernadores norteafricanos.
La llegada de los almohades va a abrir una fase de cambio en Al-Andalus. La
unificación del poder político (no sin resistencias locales) y la incorporación del
territorio a un amplio imperio van a suponer una etapa de crecimiento y transformación. La amenaza feudal se verá neutralizada por cierto tiempo tras la victoria de
Alarcos en 1195; esto va a permitir a los califas almohades centrarse en los asuntos
internos andalusíes.
Uno de los aspectos en que mejor se ve reflejado este periodo de crecimiento
económico y estabilidad política7 es en el crecimiento de las ciudades. La intervención del califa almohade o sus gobernadores se aprecia decisiva en las reformas y
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Véase para este periodo VIGUERA, 1997a.
Para Sevilla en el periodo taifa, VIGUERA, 1992
Para Granada puede consultarse SARR, 2009
Es el caso de Jerez de la Frontera, que surge como núcleo urbanizado en el siglo XI y disfrutará de
un importante desarrollo bajo el poder almohade: AGUILAR, 1998.
Entiéndase para en comparación a la fase anterior, de desunión política y amenaza exterior. El poder
almohade fue contestado por numerosos andalusíes, entre los que destacó Ibn Mardaniš en la zona
murciana y levantina. Cfr. VIGUERA, 1992 o VIGUERA, 1997.
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Urbanismo en el Valle del Guadalquivir durante el periodo almohade: las ciudades medianas
ampliaciones que van a vivir las medinas de Granada8, Málaga9, Antequera10 o Córdoba11, por citar algunas de las más significativas.
Pero será Sevilla, capital andalusí desde 1170-1171, la ciudad en la que más
profunda sea la actividad constructiva y transformadora del poder almohade. La presencia califal en la antigua capital de los abbadíes impulsará una serie de obras y
construcciones que cambiaran la disposición urbana de la medina sevillana12. La
generosidad de los autores coetáneos y la importancia monumental de las construcciones almohades han permitido conocer en profundidad las etapas y el desarrollo
de la política urbanística almohade en Sevilla13. La construcción de un recinto fortificado aislado de la medina, la reforma de la cerca urbana o la expansión del área
urbanizada son hitos suficientemente importantes para llamar la atención sobre una
concienzuda política urbanística. El más resaltable de estos elementos sería la construcción de una nueva mezquita aljama que por dimensiones y disposición emulara a
la gran mezquita cordobesa, en una equivalencia entre la dinastía omeya, de memoria
prestigiosa aún en el siglo XII, y la nueva dinastía almohade, recién llegados a la
Península Ibérica. El valor propagandístico de estas construcciones es evidente.
Pero junto a estas ciudades existieron un conjunto de medinas de menor rango,
de los que tenemos menos información de las fuentes coetáneas, y que parece, sobre todo a la luz de la investigación arqueológica, que también disfrutaron en esta
periodo de un impulso en las obras públicas y las reformas urbanas, incluyendo un
crecimiento del espacio urbano que se constata en varios casos. El objetivo de este
trabajo sería caracterizar este proceso de desarrollo urbano en Al-Andalus en el periodo almohade y su continuación, denominada generalmente de "terceras taifas".
Este trabajo se centra en esas ciudades medianas en el área del valle medio y
bajo del Guadalquivir. Este espacio englobaría los cursos medios del Genil y el Guadalquivir hasta su desembocadura, en las actuales provincias de Córdoba, Sevilla,
Huelva y Cádiz. Las razones para estos límites están en el propio desarrollo histórico
del poder almohade, que tuvo un control limitado en otras zonas de Al-Andalus,
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Para el desarrollo de Granada con los almohades léase a MALPICA, 2002 y MALPICA, 2003.
El crecimiento de Málaga en el periodo norteafricano y especialmente con los almohades en SALADO Y
ARANCIBIA, 2003. Una visión general de Málaga en MARTÍNEZ ENAMORADO y CALERO, 1995
Sobre Antequera puede consultarse a MARTÍNEZ ENAMORADO y ROMERO, 2010, y GURRIARÁN, 2010.
Véase CÓRDOBA, 2003.
TABALES, 2003.
La actividad almohade en Sevilla ha sido generosamente estudiada entre otros por Magadalena Valor Piechotta y Miguel Ángel Tabales Rodríguez. En este punto seguimos sus trabajos: TABALES,
2003, VALOR, 2003, VALOR, 2007, VALOR y TABALES, 2005.
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como la zona oriental, bajo el poder de Ibn Mardaniš, o la zona fronteriza con los
reinos cristianos. La región en torno a la capital almohade en Al-Andalus, Sevilla,
será la que va a quedar más directamente bajo el control de los “unitarios”.
Por otro lado, esta zona, en comparación a la que va a constituir el reino de Granada, va a pasar a manos cristianas en un plazo relativamente breve de tiempo y poco después de la fase almohade. Eso hizo que se interrumpiera la evolución “natural” que las
ciudades andalusíes tuvieron en el territorio granadino. Así consideradas, las ciudades
de esta región presentan rasgos clave para definir los límites de este crecimiento urbano, su comienzo y los rasgos comunes que presentan los diferentes casos estudiados.
La conquista castellana, a su vez, va a fijar en la documentación de la época una
serie de datos que pueden resultar claves a la hora de conocer la situación exacta de las
medinas andalusíes en estos años. Las donaciones reales y los repartimientos nos ofrecen
datos muy precisos, y allí donde se conservan pueden ser utilizados con interesantes resultados14. Los datos así obtenidos complementan las descripciones de autores de lengua
árabe como al-Idrs o Ibn Ir, cuyas geografías e itinerarios describen un Al-Andalus
urbanizado y floreciente, que ha quedado fijado en la imagen ideal del país andalusí.
Junto a la documentación escrita, la información obtenida por la arqueología.
Creemos que los datos aportados por ésta en los últimos años de investigación son
fundamentales para responder a la cuestión que nos planteamos, definiendo etapas,
reformas y ampliaciones o reducciones de los espacios urbanizados en el espacio
estudiado. Son muchas las intervenciones arqueológicas que al amparo de la arqueología llamada de urgencia se han llevado a cabo en las ciudades objeto de nuestro
estudio15. La información así obtenida viene a completar el conocimiento que se tiene de la evolución de estas ciudades en este periodo. Su incorporación en un trabajo
comparativo se hace imprescindible.
Así en este estudio se incluirían las ciudades de la zona, dejando al margen
Córdoba y Sevilla, por su especificidad. Entrarían en consideración Écija, Estepa,
Carmona, Osuna y Alcalá de Guadaíra en la zona oriental; Niebla y San Juan de
Aznalfarache al oeste; y Jerez de la Frontera y Lebrija por el sur16. La información
que se tiene de estos núcleos es desigual, conociéndose mejor unas que otras.
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Véase para el caso de Jerez de la Frontera, FERNÁNDEZ, 1987.
La publicación de los Anuarios Arqueológicos de Andalucía, aun con carencias, facilita el acceso a
la información generada por la actividad arqueológica llamada de urgencia. Un ejemplo de su incorporación a un trabajo de síntesis en VALOR, 2007.
Esta lista se podría ampliar según la disponibilidad de información con Antequera al sureste; Palma
del Río y Lora del Río, entre Córdoba y Sevilla; Andújar o Priego de Córdoba al este; o Huelva y
Saltés en la parte occidental. De cualquier modo tenemos en cuenta los datos de estas ciudades para
caracterizar el periodo.
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Urbanismo en el Valle del Guadalquivir durante el periodo almohade: las ciudades medianas
Valga de ejemplo para esta comunicación el caso de Jerez de la Frontera. Un
análisis de esta localidad puede servir para señalar los principales rasgos de este fenómeno de desarrollo urbano que se detecta en este periodo. Se viene considerando a
Jerez de la Frontera conjuntamente con Sevilla como el mejor ejemplo de la política
edilicia del periodo almohade. El núcleo urbano de la madnat Šariš, que se configura
como ciudad a lo largo del s. XI17, se verá completamente remozado con la llegada de
los almohades. En 1133 sufre el ataque de Alfonso VII, en el que según las crónicas
es destruida la muralla. Eso explica que sea en 1145 la primera ciudad de Al-Andalus
en reconocer a los almohades. El apoyo decidido de esta ciudad a los unitarios se verá
gratificado con diferentes medidas, que ayudarán a que Jerez se desarrolle como centro artesanal y comercial de primer orden. Su situación en la ruta entre el Estrecho y
Sevilla favorecerán este papel. Hasta 1255 no pasa a control castellano18. Durante ese
siglo largo muchos son los cambios que va a disfrutar la ciudad jerezana. El texto del
repartimiento de la ciudad, realizado en 1266, nos permite conocer con bastante detalle
la distribución de espacios, el trazado urbano, los edificios, etc.
Es en el periodo almohade cuando se conforma el perímetro amurallado que
parcialmente se conserva hoy día, en forma cuadrangular, con los vértices orientados
a los puntos cardinales. Se refuerza la muralla con hasta 79 torres (macizas hasta el
adarve con cámara elevada sobre éste), dos torres octogonales en los vértices norte
y sur, 4 puertas en recodo, con albarranas de protección y antemuro (barbacana)19.
Todo un conjunto defensivo de gran porte que es el que se encuentran los conquistadores castellanos en 1255. Además se amplia y se refuerza el alcázar, que cuenta
con una puerta al campo y otra a la ciudad. Dentro de éste se conoce la existencia
del palacio del gobernador, baños y mezquitas, que aunque pueden venir del periodo
anterior, son reformados en esta fase.
Respecto a edificios religiosos, además de la mezquita del alcázar, el libro de
repartimiento menciona la existencia de otras 27. Muchas serían pequeñas mezquitas
de barrio, y sólo 5 se van a transformar en parroquias. La mezquita mayor se construye en el periodo estudiado, en las cercanías del alcázar, reforzando la conexión entre
poder civil y religioso20.
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Al-Idrs la describe como “una plaza fuerte de mediana extensión, ceñida por murallas”(AL-IDRS,
1974). Cabe cuestionarse si esta descripción se refiere a la Jerez almorávide, antes del ataque cristiano de 1130, o bien a la madna ampliada del periodo almohade.
Para la evolución histórica de Jerez de la Frontera, CARO... et alii., 1999.
El conocimiento actual de las defensas de Jerez se encuentra en la carta arqueológica municipal
(GONZÁLEZ... et alii., 2008).
Véase CARO... et alii.,, 1999, pp. 213-216.
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En relación al caserío en la medina, es posible conocerlo bastante bien a través
del libro de repartimiento. El trazado de las calles, la existencia de hornos y baños, la
existencia de viviendas de diverso tamaños, algunas muy pequeñas, la identificación
de barrios o la presencia de instalaciones artesanales o comerciales (alhóndiga –22–),
alcaicería, almojarifazgo, tenerías, molinos, etc.) nos permite hacer una reconstrucción
fiel de la ciudad jerezana del siglo XIII. La investigación arqueológica confirma la adscripción al periodo almohade de los restos localizados, reforzando la hipótesis de que
el núcleo taifa-almorávide se extiende y transforma bajo el poder de los unitarios.
En la zona extramuros, menos conocida por las fuentes escritas, la arqueología
ha podido confirmar la existencia de un arrabal en el siglo XIII, que se superpone a
un espacio de enterramientos en uso desde el siglo XI. También fuera de la muralla
se ha localizado un horno alfarero, amortizado en fecha de la conquista.
Estos datos constatan que el anterior núcleo taifa y almorávide de Jerez, aún
poco conocido, disfruta de una importante expansión y desarrollo económico durante el gobierno almohade. La implicación del Estado en muchas de las intervenciones
(defensas, nueva aljama, etc.) se puede poner en relación con el apoyo de la ciudad a
la nueva dinastía. El crecimiento de la población, también constatado en las alquerías
de la zona, apunta a movimientos de población (como vamos a ver a partir del siglo
XIII en dirección al reino de Granada) motivados por el conflicto fronterizo con los
reinos cristianos. También queremos señalar que la proliferación de establecimientos
comerciales denota una vitalidad económica que sin duda jugó su papel en el desarrollo de la madina jerezana.
Si tomamos la transformación de Jerez en estos años estudiados como modelo,
podemos compararla con los datos que tenemos para las otras ciudades incluidas en
este trabajo. Así vamos a poder comprobar como para muchas medinas de la región
se pueden detectar algunos de los rasgos que comparativamente sirven para definir o
delimitar este fenómeno de crecimiento urbano desde finales del siglo XII y sobre todo
en el siglo XIII, interrumpido por la conquista castellana como decíamos antes.
La aportación que los recientes trabajos arqueológicos pueden hacer para comprender la evolución del fenómeno urbano resulta fundamental. Como se ha demostrado en otros trabajos21, incorporar los resultados de los trabajos de arqueología
urbana a visiones sintetizadoras de conjunto se entiende fundamental para avanzar
en nuestro conocimiento del periodo. Más cuando la brevedad y escasez de fuentes
escritas, no por ello obviables, hacía imposible ir más allá en el estudio del periodo.
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Citamos de nuevo el inspirador artículo de la profesora VALOR; 2007.
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Urbanismo en el Valle del Guadalquivir durante el periodo almohade: las ciudades medianas
De modo provisional se puede constatar una serie de rasgos que definirían el
proceso:
–Reformas y ampliación del aparato defensivo (murallas, puertas, torres albarranas, antemuros). Las necesidades defensivas hacen que se reformen las fortalezas de origen taifa o califal que se refuerzan con nuevas estructuras, típicas del
periodo, como son las cercas en tapial, las torres octogonales o la construcción
de barbacanas. Y es destacable la ampliación de los recintos amurallados incluyendo espacios poco o nada poblados, pero que quedan integrados en el espacio
intramuros de la ciudad. Este aspecto se detecta en el caso “ejemplar” de Jerez
de la Frontera22, ya mencionado, pero también en Marchena23, fechable en el siglo XIII, en Niebla24 o en Écija25, por citar algunas de las ciudades estudiadas.
–En el interior de las ciudades se van a detectar la construcción de nuevos
edificios públicos, como mezquitas y baños. El algún caso la nueva mezquita
se vincula espacialmente con el recinto de poder, como en Jerez; en otros si
no se puede afirmar la construcción de nuevos recintos, si se llevaron a cabo
reformas de importancia, como en Carmona26.
–Se detectan áreas industriales, sobre todo relacionadas con la alfarería, en zonas extramuros, que en algunos casos se llegan a rodear de murallas y construir
arrabales. Así en los casos de Jerez de la Frontera o Écija. También se puede
poner el ejemplo de Priego de Córdoba27. Se suelen interpretar como centros
de producción de cerámica común, destinada a la construcción o transporte.
–Ampliación de las ciudades por medio de arrabales, incluso en aquellos núcleos donde se ha realizado una ampliación de la cerca. Responde al crecimiento rápido de la población y es uno de los rasgos más característicos del
periodo. En algunos casos se presentan rodeados de murallas, en otros todavía
no tenían defensas cuando la conquista cristiana. Valgan los ejemplos citados
de Écija o Niebla.
–Zonas de necrópolis que se han detectado en los últimos años, gracias a las recientes intervenciones arqueológicas En muchos casos se amortizan las fases
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GONZÁLEZ... et alii., 2008.
BELLIDO, 2008a, 2008b
GÓMEZ y CAMPOS, 2002; VALOR, 2007
SÁEZ... et alii., 2004.
VIGUERA, 1998.
CARMONA, LUNA y JIMÉNEZ, 2007. Un análisis de Priego en época andalusí en MARTÍNEZ
ENAMORADO, 1998.
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califal y taifa por la ampliación del poblamiento. Surgen nuevos espacios de
enterramientos en zonas extramuros, fechados en los siglos XII-XIII, como en
los casos de las necrópolis de plaza Arenal en Jerez de la Frontera, o la de la
plaza de España en Écija28, en uso hasta la conquista castellana.
Explicar las causas de esta expansión es más delicado. Atribuir la construcción
de obras públicas y las grandes reformas urbanas a la influencia del estado califal,
como se ha hecho en el caso de Granada (obviamos el caso de Sevilla por excepcional), puede parecer plausible.
La aparición de arrabales y la ocupación de espacios intramuros detectada a
través de la arqueología nos habla de un crecimiento de la población, que estamos
tentados en poner en relación con los movimientos dentro de Al-Andalus a raíz del
avance cristiano. La población refugiada se añadiría a los ya residentes dando como
resultado la aparición en poco tiempo de nuevos espacios de habitación.
No queremos descartar que la inserción de Al-Andalus en el gran espacio político almohade favorecería las actividades comerciales, incluyendo a las ciudades
andalusíes en los circuitos económicos norteafricanos. Esto se vería reflejado en la
aparición de instalaciones comerciales (alhóndigas, alcaicerías, etc.) y artesanales
(alfares, tenerías). La dimensión y extensión del fenómeno está por delimitar.
Son estas hipótesis de trabajo que esperamos poder establecer y valorar correctamente cuando avancemos en este estudio. El análisis de los casos particulares para
integrarlos en una visión de conjunto debe permitirnos comprender mejor la evolución de los espacios urbanos de Al-Andalus, entendiendo las ciudades como reflejo
de sociedades históricas en transformación, y no una realidad inalterable.
Creemos que este trabajo, una vez completado, puede contribuir a conocer mejor
el hecho urbano en el periodo central de Al-Andalus, y por ende las transformaciones
que sus habitantes vivieron. Y servir de enlace entre los análisis sobre la ciudad y el
hecho urbano en el reino de Granada y en el periodo del califato omeya. Esperamos
que esta esquemática comunicación contribuya en algo al debate aún vivo sobre la
ciudad andalusí.
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Más datos en CARO... et alii., 2008 para Jerez y en SÁEZ... et alii.,, 2004, para Écija.
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Urbanismo en el Valle del Guadalquivir durante el periodo almohade: las ciudades medianas
Ilustraciones
Distribución regional de las ciudades estudiadas
Torre octogonal de Marchena (primera mitad del siglo XIII). El uso del tapial y las torres
poliédricas son dos de los elementos típicos de las defensas del periodo almohade.
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Esteban López García
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